CARTA DE UN CYRANO A LA MÁS DULCE DAMA
«Amor
invencible en la batalla,
Amor
que dominas a las bestias
y
reposas en las suaves mejillas de
una joven;
tú
frecuentas el ponto y los rústicos
refugios.
Ninguno de los dioses ni de los
hombres,
que
viven un día, se ve libre de ti,
y
el que te lleva consigo enloquece.»
De
Antígona (fragmento), de
SÓFOCLES.
Permita Usted que me atreva
a
cometer en un acto
dos
pecados tan terribles,
que
duelen de explicitar.
El uno, lastimar por siempre
la
pureza de esta página,
con
la tinta de una pluma
que
cual daga he de guiar.
En la odisea que muten
pensamientos
en palabras,
que
mis labios hoy resecos
no
se atreven a pronunciar.
El otro, aún más grave,
el
pretender me dedique
un
instante de su tiempo
y
su más clara atención.
Concédame Usted la gracia
que
me presente de pronto,
pues
tan solo soy Cyrano,
de
algún mundo... algún lugar.
¡Clama
el pétreo destino
reservado
a los Cyranos!
que
de presencias efímeras
nadie
ha intentado salvar.
Pero deje que le explique, aquí,
en
breves momentos,
la
razón de mis pesares
y
el porqué de mi obrar.
Le conocí a Usted hace tiempo,
en
aquella sala pagana,
y
entre mutuas timideces,
ni
atinamos conversar.
Era Usted aún muy joven,
pero
ello no fue muralla
para
que el esplendor de su rostro
me
llegara a cautivar.
Pero... era yo un Cyrano...
de
los que a nadie interesa,
sin
tener huella ni rastro,
sin
siquiera molestar.
Y luego... seguí sus pasos,
vi
a la niña transformarse
y
convertirse en la Venus
que
Afrodita ha de envidiar.
Y aun traté de ir más cerca,
de
compartir aprehenderes,
en
sabiduría de aquellos
que
tratamos de alcanzar.
Y compartí sus momentos,
en
silencio y a la escucha,
aunque
Usted muy bien sabe:
le
contemplé... y le adoré.
Es que resulta imposible
abstraerse
de su esencia
y
es por ello que mis sentidos
le
siguieron por doquier.
Ruego a Usted me perdone
si
incomodan mis relatos,
pero
permita que siga,
sin
mofarse de mi ser.
Tan sólo soy un Cyrano
de
los que a nadie interesa,
a
los que nadie ha de amarlos,
ni
a nadie importa perder.
Ya han pasado algunos años,
su
amistad me ha distinguido,
pero
estimo imperioso
me
permita continuar.
Este ha sido un cruel verano,
y
el no verla, mi condena,
y
le juro sin falacias
que
sólo pensé en Usted.
En su voz como caricia,
en
su rostro y su nombre,
en
sus ojos y su risa,
en
su cabello y su andar.
En el vuelo de sus manos,
su
cadencia... su fragancia...
en
cómo cambia la noche
cuando
le veo parpadear.
He venerado esos instantes
de
pequeñas actitudes,
el
verla ruborizarse...
y
por momentos dudar.
En su tímida sonrisa,
en
su piel, manto de seda,
y
ese hablar en bajo tono,
destilando
complicidad.
Del fulgor y el torbellino,
de
omnipresencia, de clase,
y
ese tenue desparpajo
al
construir la verdad.
Pero, a pesar de su brillo,
radiante
cual pulcra estrella,
brota
en su alma gran pena...
que
intenta siempre ocultar.
Sepa que Usted me ha honrado
al
entregarme su tiempo
para
leer estas notas
que
sé no le cautivarán.
Pero es que soy un Cyrano,
castigado
por destino,
y,
al pretender no ser necio...,
olvidé
la felicidad.
Por eso, déme otro lapso
y
terminar mi relato,
pues
ya es demasiado tarde
para
tratar de callar.
Sé muy bien, mi dulce dama,
que
por todo lo expresado
mi
conclusión es sin dudas:
Usted me invadió de Amor.
Pero que nada le altere
ni
entristezca, ni obnubile,
pues
tan sólo soy Cyrano...
imposible
de amar.
Que luego de todo lo dicho
no
querría morir en sueños,
pero
tampoco en la aurora
maldecir
el despertar.
Por ello es que agradezco
al
Dios que habita los Cielos
por
haberla conocido,
a
Usted, mi dama sin par.
Pues bien, tan sólo resta
me
despida con recato
y
reiterar mis disculpas
por
mi impropio proceder.
Ruego a Dios siempre la guíe,
y
en la vida le proteja,
y
sepa bien... siempre, siempre...
este
simple Cyrano le amará.
Posdata:
Nada ha de ser tan valioso,
ni
oro, diamante o plata,
como
el roce de sus labios,
o
la expresión de sus ojos...
al
finalizar ésta carta.
Un Cyrano
Algún Marzo
Superado el Año 2000
Después de Nuestro Señor Jesucristo.
ALGUIEN OBSERVANDO*
Te he observado espiar tras las
cortinas,
con
la mirada perdida en algún
horizonte,
devorando
a otras gentes tan indiferentes
que
machacan veredas sólo por costumbre.
He notado la inquietud de tus
pupilas,
con
manos crispadas por tanta
impotencia,
y
un suspiro profundo empaño los
cristales,
sin
poder destruirlos como hubieras
deseado.
Te he visto observar desde tu
fortaleza,
con
frente sudorosa y aspecto cansino,
bebiendo
la brisa que obsequia la noche,
sin
penas ni glorias, sólo por destino.
He descifrado de pronto tus dudas y
temores,
náufrago
del llanto que abraza la
impaciencia,
soñando
una isla sin tesoros ni puertos,
y
miles de gaviotas de incesante
vuelo.
Te he visto observar hacia mi
ventana,
papel
y lápiz en mano, escribiéndome algo,
y
dudé entonces si en verdad existías
o
un gigantesco espejo pendía del
cielo.
*
Poema incluido en la antología
Escritores del MERCOSUR e
Hispanoamérica, publicada con el
patrocinio por la Casa de las Letras
y las Artes del MERCOSUR e
Hispanoamérica. 29 de Junio de 2007,
Mar del Plata, Argentina. |
REINA GRIS EN CIUDAD CREPÚSCULO**
Reina Gris gobierna,
Ciudad Crepúsculo observa,
la
miel, la mies, la piel,
todo
ofrendado a ella.
Baila Reina Gris,
baila
decadencia,
que
hoy tu infiel estirpe
al
fin ya no procrea.
Ríe Reina Gris,
sin
bufones ni Corte,
la
suciedad de tu reino
sentenciando
te absorbe.
Ríe Reina Gris,
ríe
y alecciona,
que
en tu reír bastardo,
la
urbe no da loas.
Jadea Reina Gris,
revuélcate
en tu odio,
que
el carrusel del olvido
no
gravará tu historia.
Estalla Reina Gris,
propagadora
del mal,
en
tu paso pestilente,
de
catadora seminal.
Solloza Reina Gris,
nosotros
lo imploramos,
esclavos
de tu lujuria,
esclavos
por debilidad.
Resígnate Reina Gris,
sin
súbditos ni huestes,
nosotros,
tus burlados,
reiremos
de tu suerte.
**
Poema incluido en la
Antología Poetas y Narradores
Contemporáneos 2007, publicada
con el patrocinio de De Los Cuatro
Vientos Ediciones. Junio de 2007,
Buenos Aires, Argentina. |