N.º 62

JULIO-AGOSTO 2009

4

   

GIBRALFARO

   

AULA de EXPRESIÓN LÍRICA

SALVADOR RUEDA

  

  

  

  

  

UN ORGASMO QUE GANAR

  

Por Mariela Loza Nieto

  

  

UN ORGASMO QUE GANAR

  

  

 

«Mi táctica es hablarte

y escucharte

construir con palabras

un puente indestructible.»

MARIO BENEDETTI

  

  

Podría intentar una sextina erótica,

de la lengua, cuando explora, arriesgar un soneto,

con las humedades incendiadas improvisarle carne a una loa,

auxiliarme en la hipérbole e hilvanar placeres de leyenda.

  

¿Quién sabe?

Quizá la resulta no fuera mala del todo,

con un poco de suerte, tampoco mera fantasía.

  

Podría intentar hacerlo tan escandaloso

que ruborizara a la mismísima Xochiquétzal,

enloquecerlo con onomatopeyas,

anástrofes dionisiacas y lubricidades,

pleonasmos ardientes,

un polisíndeton excitado,

anáforas delirantes,

y el ritmo, absolutamente desenfrenado,

digno de asfixiar puntos suspensivos y censuras:

pareados, cuartetos, sextillas…

  

Todo un alboroto.

Una apasionante algarabía.

  

Podría intentarlo…

El problema son sus ramificaciones más salvajes,

las ligaduras que están cerca de sucumbir:

hoy casi son una nostálgica elegía.

  

Tristes tendrían que ser las voces de su composición.

¿Cómo hacer gozosas rimas?

  

Si aun cuando a sus ancestros les debemos el placer,

se extingue el fuego entre reptiles.

Sólo versos fúnebres para la pasión enroscada de las anacondas,

y sus lenguas bífidas incitando al romance,

y la fragancia que las mantiene retorciéndose enardecidas.

  

Penosos vocablos narrarán el sentido bifurcado del lagarto gila,

lastimeros, el contoneo rítmico de dos salamandras,

de la noche en que copulan, de la tierra en que se abrazan.

  

Por el momento, no puede ser de otra manera…

Desconsoladas poesías tendrían que ser.

  

Sólo tristeza y muerte el capital está enraizando,

las humedades se secan, el glaciar se evapora,

la lluvia ácida todo lo quema y se une al NAPALM hambriento.

  

Y en las selvas la excitación de la ley de oferta y demanda somete,

y su expansión todo lo desertifica, todo lo arrasa.

Y la ley de la mayor ganancia en los mares mancilla.

Y todo lo enajena y todo lo corrompe.

  

Para la vida y el placer, naturalmente,

sólo harían falta secreciones y bamboleos,

pero hoy es tan incierto el arco iris del sexo y sus ramas salvajes,

que pronto no se podrá escribir, sino en tiempo pasado,

de caricias sobre el lomo, trompas y hocicos entrelazados,

miradas insinuantes, correteos…

  

No habrá más encendidas romanzas salvajes,

no coloridas plumas, no seductores vuelos.

  

Si así siguen las cosas, en pasado también se hablará

del aroma a hembra yaguar ungido en los árboles,

de su seductor tornear el cuerpo sobre la tierra,

del rugido penetrante y el seseo.

  

Ni sextina erótica,

ni soneto,

ni placeres de leyenda.

  

Si en este momento intentara un cantar a las delicias del deseo,

no podría ser una rapsodia amorosa,

ni novela de fuego: epitalamio sería.

  

Incluso de cualidades dulces,

construida con delicadas insinuaciones,

y aunque perfumara rimas y voluptuosidades,

y escribiera verso de pie quebrado a los cuerpos cavernosos.

Y aunque adornara letras y flujos y gemidos y vaivenes…

y de las contracciones de membrana hiciera metáforas puras….

  

Aun cuando con esmero cultivara un perfecto castellano;

y aprendiera reglas gramaticales,

recursos literarios,

ortografía.

Aun con palabras rimbombantes:

sería un epitalamio, triste como elegía.

  

Entonces, el problema: ocultar las verdaderas relaciones.

  

Y…

  

¿Con qué eufemismo suavizaría la relación carnal,

entre un macho proveedor y “SU” hembra-esclava

                                                     [doméstica-objeto sexual?

¿Y las relaciones de producción obrera-patrón?

¿De dominación trabajadora de la tierra-cacique?

¿Y las relaciones empleada doméstica-patrona?

¿Y las de un cuerpo que pare y cría fuerza de trabajo

 y aquel que lo golpea y humilla?

¿Con qué eufemismo?

¿Cómo se ocultan las relaciones:

acumulación del dolor-desacumulación originaria de capital?

¿Y las diferencias entre ser atacada por frivolidades de palacio,

o ultrajada por militares en la montaña?

¿Y la pornografía?

¿Y el canto de gesta que componen las

                                       [presunciones fálicas de un General?

¿Y las ansias descontroladas de esa red

                   [internacional de pederastas que se llama “Clero”?

¿Y los trabajos de mujer que se cuentan en “horas-hombre”?

¿Y sus sudores que se malbaratan o niegan?

  

Si hiciera el intento…

si intentara poetizar al erotismo,

tendría que esmerarme:

cultivar palabras y silenciarlas,

aprender a disfrutar dolores de corazón versificado en cabo roto,

extirparle a las letras la sangre y carne y la humanidad y el sentido.

  

En este momento, no podría ser de otra manera:

con sílabas aumentar los senos, hasta convertirlos

                                                      [en ¿verso de arte mayor?

Utilizar un zeugma simple que redujera abultamientos de abdomen,

nuevos tropos literarios incrementando el volumen de las caderas,

una sinalefa para estrechar cinturas, y, a toda costa,

evitar figuras de diálogo y argumentación.

   

Hoy no puedo escribirlo.

Sería un garabato sobre relaciones carnales de

                                                    [un hombre y “SU mujer”,

o de los deseos reprimidos de una esposa, de la “señora de…”,

o del cuerpo de “puta” a quien sólo le respetan el apellido paterno.

  

¡No quiero!

¿Para qué escribir el epitalamio que cante a la “unión” y reproducción

del hombre que, para intercambiar en el mercado, sólo

                                                       [tiene su fuerza de trabajo…

 y la de “SU esposa” y la de “SUS hijos”?

¿Cómo ocultar la relación: monogamia-proceso

                                                  [de extracción de plusvalía?

 

¿Y el contrato matrimonial con el desasosiego?

¿Y las mujeres que para amarse refugian la piel en un escondrijo?

¿Y el hombre asesinado porque con otro hombre compartió el placer?

¿Y los desprecios y explotaciones que cuando

                                            [de es mujer se multiplican?

  

Hoy no puedo escribirlo.

No quiero.

No habría forma para adornar un deleite que no puede ser sincero,

si se trata de olvidar que se revuelcan algunos sobre el lujo,

tragando sudor ajeno.

  

Hoy no.

Serían genitalidades en sí y no erotismo para sí.

Porque nunca es natural un apareamiento en cautiverio.

Ni en un bosque tropical al que exprimen la ganancia

                                                               [y sólo muerte dejan.

Ni en los satíricos hedores de la especulación.

Ni sometida a los arpones mordaces del monopolio.

   

En este momento, no podría ser de otra manera.

Terminaría negando la alfaguara del placer,

y la palabra de antiguas rocas que cuentan sensualidades humanas.

  

Y olvidando las opresiones que,

mientras se estancaba el paso trashumante,

desnaturalizaron al menstruo.

  

Tendría que esconder, entre renglones,

las propiedades privadas que nacieron sobre muslos y herramientas

cuando el ser humano se arraigo, como las semillas, en la tierra.

  

No quiero escribirlo hoy,

ahora que la mujer y sus cadencias tienen precio

y en el mercado se descontinuó el corazón al fémur de hombre.

Y está extinguiendo los amores,

y cuando penetra sólo deja marea negra,

y manantial intoxicado,

y sabanas destruidas,

y arrecifes derrumbados.

Y dolencias…

y exhumanos.

  

Hoy no puedo escribirlo:

tendría que amputarle la tibieza.

  

Hasta que se unan en cópula perenne el erotismo y la esperanza,

y aticen con sus placeres las horas-fuego.

Y les arrebatemos nuestro cuerpo:

desprivaticemos las caderas,

quitemos el “género” y el número al goce…

y lo androcéntrico a los besos.

  

Hoy no quiero,

primero tenemos que expropiarles la poesía,

abolir las horas-hombre, convertirlas en horas-ternura,

anular incrustaciones, colonialismos y celibatos,

sermones, virginidades, nacionalismos, reprimendas.

  

Primero tenemos que suprimir la perversión del plusvalor…

Desposeerles los medios para producir y reproducir satisfacciones,

y perder lo único, las cadenas:

extirpar este epitalamio coreado por capitalistas y patriarcas.

  

Si ahora sólo se riman amarguras y miserias y horrores.

Si todos los endecasílabos son sangrientos.

Hoy no me da la gana escribirlo…

  

A menos…

que tu vientre el pergamino sea,

y que nuestros placeres de carne y corazón y esperanza,

una barricada de amor inflamen.

  

A menos…

Que sobre tu cuerpo sea,

y que unidad táctica de humedades y de sueños sea.

  

  

  

EL CAMINO DE LA MONTAÑA

  

  

«No confundir, somos poetas que escribimos

desde la clandestinidad en que vivimos.

No somos, pues, cómodos e impunes anonimistas:

de cara estamos contra el enemigo.»

ROQUE DALTON GARCÍA

  

  

A la montaña me trajo el dolor,

el himplar que se extingue de un yaguar,

el alarido en la quebrada,

los desgarrones de los días,

sollozos de niña por el camino,

huellas de mujer por las veredas.

  

A la montaña me trajo el dolor,

la noche que noche no es,

un lamento desbordante en la cañada,

la espalda del uyar ztotzok,

el rezumar de primavera desterrada.

  

A la montaña me trajo el dolor,

el llamado entristecido de la muerte,

lontananza menstruando el sufrimiento,

arrebatada una sonrisa,

la milpa sumida en desolación.

  

El dolor me trajo a la montaña,

martirizada la luna,

destazado el arco iris en la tierra,

no llegó el beso del girasol.

  

A la montaña me trajo el dolor,

los versos libres despojados al nacer,

saqueadas las alas, zarandeado el cuerpo,

roto el pincel.

  

Descalza, desnuda,

zaherida por la espalda la esperanza.

  

A la montaña me trajo el dolor,

buscando el rugido en la mirada,

hurgándole a las piedras un retazo de alegría,

la ternura que quedó despellejada.

  

Como al desplazado,

como la que sufre eterno exilio,

como un maldecido lagarto

chorreando sangre por los gemidos.

  

Como la mariposa se revuelca en la red del cazador.

Así me trajo a la montaña.

Me trajo a la montaña el dolor.

  

  

                             

  

  

    

Mariela Loza Nieto (México, D.F., 1977). Estudiante de la Licenciatura de Historia y Sociedad Contemporánea. Ha publicado en las revistas literarias Letralia y Tierra de Letras. Es miembro de la Red Mundial de Escritores en Español. Ha recibido un accésit y la mención especial en el I Certamen de Relato Corto de la Revista Literaria Katharsis de 2008.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VIII. Número 62. Julio-Agosto 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Mariela Loza Nieto. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

    

    

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