CAPÍTULO ANACRÓNICO PARA UN ADÁN LÍRICO
Ya escribiste tu epopeya falsaria
y eres uno de los sobrevivientes en
este umbral
de los siglos, un Fénix
que ha escrito su genealogía aferrado
a su cruz lignaria,
el sicario maldito lapidándose
enloquecido
entre las reliquias de los jerarcas
y un sicomoro espectro de un Egipto
fúnebre.
¿Has tocado ya la esquila de los
leprosos
o el cuerno de los faunos?
¿Te has asomado a las balaustradas
donde Juan el Evangelista anunció el
Apocalipsis?
Caín no gozó el próspero paraíso
y se escondió bajo el helecho y la
hojarasca.
Ya abriste los diminutos infiernos
en los que zumban los aguijones de
los elegidos, pisaste
los erizos y musgos que poblaron los
desiertos,
anidaste letárgicas malezas.
Todavía hay la misma hendidura bajo
la tierra
y el tambor de ébano suena aún
sobre las lápidas de un campamento
donde florecen
el roble sagrado y el hierro de las
espadas.
El mismo séquito se alimenta en la
oscuridad
de la misma lluvia
que ahuyentó a las alfareras del
Éufrates.
¿Cómo se empuña un cuchillo
contra el humo rojo de la sangre?
¿Bajo qué helados páramos
reposarán las vísceras de tanta
hambrienta soledad?.
Ningún cautiverio será tan infame
como ese refugio
con el aroma cortante del invierno
bajo la morada de tu propia desnudez.
Cuando el desconocido que duerme bajo
las estatuas
encienda la lámpara
con la llama de los alquimistas,
presérvate de la injuria
y de la arpía soberbia de la
justicia,
en el bestiario idolatrado de los
regentes
hay un decálogo
que se rompe con la fragilidad del
barro, y no atiende
al intruso dios que contempló la luz
primera
ni al fósil flamígero
que se asombró ante el primer ocaso.
Las saturnalias son crespones para el
viejo imperio,
Heliogábalo sobrevive en el Tíber
y sus restos resucitarán
en las valvas de otra historia.
No crezcan tus alas
con el fraguado polvo de la
maquinaciones,
no reposen sobre el precario vidrio
deslumbrante
por la nevada,
a veces cimbra una esfinge hasta su
derrumbe
y tiembla el claustro de los faraones
y los escorpiones de Isis
abonan el oro de las tumbas.
¿Qué esplendor,
qué rostros agraviados por la
tristeza
se corromperán aún entre raíces
hasta hacer su metamorfosis y yacer,
sin embargo,
en el túmulo profanado del colibrí?
LA NOCHE DE LOS CUENTOS
¿Puedo yo, François Villon,
malviviente y proscrito,
saludar a las constelaciones desde mi
soga
de ahorcado?
Yo maté a los espías de las estrellas
delatoras
al señor feudal de las tempestades
a los guerreros templarios de la Edad
Media
tampoco niego haber matado a
Nietzsche y a Kant
me entristecí por Pound y Genet
me conmovió Rilke
he amado a Rimbaud en el corazón de
París
me emborraché con Dylan Thomas en las
tabernas
de Gales
idolatré siempre a los malditos y
alucinados
admiré a los metafísicos y
surrealistas
a los que fueron precoces en su
muerte
todos los versos alcohólicos de los
bohemios
a los heterodoxos desde hace mil años
a todos los poetas suicidas de todos
los siglos
a Maupassant en su manicomio,
he visto a Karyotakis disparándose al
corazón
un verano de mil novecientos
veintiocho,
a Lowry bajo su volcán en Cuernavaca
a Celan en el Sena, a Silvia Plath
seducida por el arte de morir a los
treinta años
a Pavese el bello verano del
cincuenta
¿acaso tendrá la muerte tus ojos,
Pavese?
Poetas de las pirámides, soñadores de
las estrellas,
el pájaro duerme. Se acabó la noche
de los cuentos.
GÉNESIS DEL ABSTRACTO
La materia viva del cuadro existe más
allá
de su trayecto,
pincelada al relieve pulcro del
color, el don del trazo
rectilíneo, nacido azul, rojo,
púrpura, vivo mineral
eclosionando, ondas de agua fluyendo
incesantes, aleves.
Sutilidad en formas.
En el ángulo disidente, la concepción
formal,
lenguaje cromático.
Instante y abstracción compartidos,
verticalidad
y contraste en simbiosis,
la mirada sostenida en un perfil
inaudible,
en una progresión sin tendencia
génesis perfecto sin ser luz en la
retina
sin ser sombra o confusión,
evocación recreada, informe,
constante versatilidad deshilada en
movimiento.
Azar, pureza anaranjada, ocre.
Canto polícromo que late o muere
a merced de la razón o del ojo.
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