N.º 66 |
MARZO-ABRIL 2010 |
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BRAZOS ABIERTOS (Antología I) |
Por
Antonio Muñoz Maestre
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A la Ciudad que me abrió las puertas del Mundo.
EL AUTOR
«...Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el
día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.»
(De Ciudad del Paraíso, de VICENTE
ALEIXANDRE)
M
ÁLAGA
Luz
nacida en el parto de una estrella
que soñó entrar al mar sin apagarse.
Gaviota con ojos de doncella
que en el sol deja un beso sin quemarse.
Muralla de aire limpio que me mira,
me arrastra en paralela gravedad
hacia el blanco hervidero que suspira
de vida, movimiento, y realidad.
Hogar del mundo, flor multicolor,
hija fiel de los riscos de la sierra
cuando una barca azul le hizo el amor.
Deja tu nombre lejos de la guerra,
que es de amistad la voz de tu cantor,
y tú eres templo vivo de la Tierra.
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I
DENTIDAD
P
regúntale a cada minuto de tu historia,
a las palmeras que te saludan
y escriben tu nombre en el aire
con la tinta de la sombra.
Pregunta a la línea incierta
que separa con voces vacilantes
las olas de la arena.
Pregúntales, quién eres, quién
puso tu nombre en los libros,
quién entresacó tu vida a la luz del sol,
quién escuchó tu primer suspiro?
Reclama tu nobleza,
el sello que sanciona tu escritura,
tu escudo de armas sobre el muro alto,
las sábanas bordadas de tu cuna,
las voces de abuelos venerables
que nunca antes se escucharon.
Busca en el viejo arcón de la memoria
un símbolo cualquiera,
lienzo, muralla, música o palacio
y lánzalo al futuro
sobre las luces públicas del mundo,
para que el tiempo lustre tu pasado.
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En un punto inexacto del mañana
alguien te reconocerá,
recitará tu vida y cantará tus himnos
solo con evocar miradas
a esa referencia que creó el presente
que ya siempre permanecerá contigo
a salvo del olvido y de la muerte.
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P
OETA
(A Vicente Aleixandre)
S
e despertó de su sueño
desde un Relámpago vivo
y vio su sol adoptivo
bajo un cielo malagueño.
Escrito quedó en su empeño
aquel vocablo preciso,
el surreal compromiso
del que quiso en la distancia,
para coronar su infancia
vivir en el Paraíso.
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B
RAZOS
A
biertos
¿Dónde naciste, dime? Da lo mismo.
Borra la línea gris de la frontera,
y deja que se quede prisionera
tu vida en el azul de mi lirismo.
Echa al pozo en que nada el mimetismo
esa vieja memoria, compañera
de tu raíz, tu infancia mensajera
que hará llanura el fondo de mi abismo.
Aquí me tienes, entre mil senderos,
Babel que fundió el mundo en un idioma
y tapiz infinito de retazos.
Completa mi mosaico a los primeros
rayos de sol naciente que se asoma,
y ante mí, también tú abrirás los brazos.
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E
NTRE LOS MONTES
L
legó la inmensidad a hacerse roca.
El túnel perforaba sus entrañas
y el tren de la memoria
a tu jardín eterno se acercaba.
El cielo estaba oculto
en las cortantes sombras que envolvían
aquel camino abrupto,
afirmado con asas de cordel
con el abismo escrito en sus aristas
a salvo de preguntas y porqués.
Yo quería quedarme entre las piedras
en esa eternidad de arroyo inmóvil,
descarrilar de pronto
aquel vagón que lleva
el ayer de puntillas hasta el hoy
y jamás frena el ritmo presuroso.
Convertirme en cabaña
con apenas espacio para un sueño,
mirar cada mañana el mismo cuadro
de peñas afiladas,
de luz inmóvil sobre su riachuelo,
Edén perdido en el azul retablo.
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Pero el cuadro envejece
y tu llamada cálida me incita
a dejar el idílico paraíso,
talar el árbol verde
y rendir impaciente la visita
a la marca final de mi destino.
Atrás quedó la estampa,
el lienzo eterno sobre la memoria,
y la sombra imparable del mañana
dejó correr la vida entre las olas.
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E
L PINTOR
E
l pensamiento,
la lágrima y la risa,
la nostalgia, el amor, la lucha firme
han perdido la forma y el volumen.
El color baila en silencio
sobre el salón del hombre que no está,
con la mirada que nos ve, sin ojos.
Se escuchan voces mudas
de arlequines que llaman desde un lienzo,
de lágrimas que ruegan al futuro
limosnas de sensibilidad, lejos de un nombre,
de un mito o de una historia.
A lo lejos, retazos de una infancia
incrustan sus azules pedrerías,
inocente realidad de entonces
en las figuras presentes
antes de volar hacia el olvido.
El ojo me persigue
desde el segundo aquel que lo entendí.
Adiviné su título sin verlo
y corrió a mi camino
como nuevo faro que parió el concepto.
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Ya, pintor, alejado de la forma,
de la historia, la flor, y la palabra,
vigilas este sueño
en la irreal presencia que me engaña,
del tiempo, con la eterna perspectiva
que nunca deja ver
el otro lado de la luna.
Nos llamas desde el sólido entramado
que alumbran las estrellas
de pigmentos de luces y de sombras.
Nos anuncias, pintor, que ya conoces
la flor azul de la inmortalidad.
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N
OCHE
A
rde en luz el castillo en la ladera,
dialoga sobre el tiempo con la luna
y queda una respuesta en la frontera
entre el cielo, la tierra, la tribuna
que cuelga viva sobre el mar en calma
y cuenta las estrellas una a una.
Por la ciudad, camina sola el alma,
navega por el cauce del río seco
que la piedra y el aire al mar empalma.
En el carril del viento, se hace hueco
el rumor de palabras pronunciadas
que aún aguardan oír su propio eco,
y se abrazan los rastros de miradas
que nacieron allá en el mediodía
y con el sol murieron apagadas.
La antorcha sobre el agua en agonía
desliza pinceladas. Un velero
se mece lento sobre el agua fría
y vela el sueño gris del marinero,
que guarda como firme centinela
el bronce ardiente y fiel del cenachero.
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A
VISA
E
l sol, y rompe la acuarela,
derrama luz artificial e inerte
sobre el lienzo callado de la vela,
y apenas en las sombras se hace fuerte,
despierta la ciudad, ya dividida
entre el ocaso en que nació la muerte
y el alba que es la muerte de la vida.
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Antonio Muñoz Maestre (Sevilla, 1970). Estudia en la Academia Politécnica Sevillana y en los Salesianos de la Trinidad. Es licenciado en Derecho y profesionalmente se dedica a la Administración de Empresas. Desde muy joven, sus dotes creativas le encauzan a la literatura, cultivando la poesía, el ensayo y el relato. En el año 2003 descubre Málaga, y queda fascinado por ella, hasta el punto de dedicarle su primera obra publicada, Brazos Abiertos. Retrato poético de Málaga. Como escritor, su labor ha sido reconocida con los siguientes galardones: Primer Premio de Poesía del certamen convocado por la Hermandad malagueña de Zamarrilla, que ha logrado durante 3 años consecutivos; Primer Premio del Certamen de Poesía Cofradiera de la Feria cofrade de Torremolinos (Málaga); Primer Premio de Poesía de la Casa de Castilla-León en Sevilla (logrado en 2 años consecutivos) y Primer Premio del Certamen de Poesía Andaluza de Itimad. Además, ha sido seleccionado en diversos certámenes de la misma Asociación literaria y le ha sido concedida la Mención Honorífica en el Certamen Poético de la Asociación Española de Tanatología, por un tema sobre la “Muerte”. |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año IX. II Época. Número 66. Enero-Febrero 2010. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2010 Antonio Muñoz Maestre. © 2002-2010 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga. |
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