SUEÑOS DEL ÁFRICA
Peregrina, exótica de ojos ocre
Escuchas el suave rezongo del mar.
A lo lejos, imagina la tersura de su piel
Errando a lo largo de atajos insondables.
Se sueñan a distancia.
Ella huele del África recóndita
Los aromas vivificantes de la tierra.
Él deambula la oscuridad de Occidente
El frío y la inalterable soledad.
Dos almas adheridas por la misma angustia
Buscando placidez en un clic insolente
Y, por lo fausto de la tecnología
Pueden creer que los dioses vuelven
Para reformar el amor a la maneras de los
cielos.
Ella camina los pies desnudos sobre la arena
Él es una lágrima salina en los confines rocosos
del mar.
LETRAS ESCONDIDAS
La busca en anaqueles viejos
Como una reliquia que viaja perdida
Envejeciendo épocas de ausencia.
No la encuentra, vano es su intento
Mas el silencio también es pueril
Repica en la torre el campanario
El repique melancólico de un lamento.
Debe dejarse ver, la anda buscando
Ahora es por la buena y noble razón
Del también delicado agobio.
La esquela al fin huelga en sus manos
Es argumento de reflexión
Y si aún es tiempo
Posible es, remediar el daño.
La distancia agoniza
En los lindes de una carta.
AMOR
Amor, agradezco que existas,
Aunque a veces seas tormento
Sutil quebranto o lagrimón perverso.
Tragedia, regocijo y consuelo,
Paradigma y paradoja
Fuerza vital en la congoja
Refugio en mis enredos.
Pensé en no creer
Incluso dejarte ir
Es que no me gusta el dolor.
¡Amor, gracias por existir!
NIÑA MUJER
La mira sobrecogido y no la toca
Es pulcra tierna sensual fiera.
La apetece y se impide amarla
Por salvaje sensual dulce y bella.
Camina púber su candor
Calienta el aire su presencia
Es una niña-mujer
Que pasea su inocencia.
¿Quién la mira...?
Un gitano y poeta.
INDIFERENCIA
Inquiere en lo aleatorio del añil
Sosegar su profana irreverencia
Tiene cóleras de rebelde dolencia
Que revierten condenas.
Congregado y mísera el alma
En voz alta declara
Siendo impío y ladrón
Me robara el corazón
Gitana
Con sus palabras.
Vencido en su congoja
Ahogado en su penar
Blasfema
Pues no conoce plegaria.
La gitana indolente
No lo mira ni lo ampara
Aun sabiendo que robara
Un corazón
Con sus palabras.
Y ahí se queda el dolor.
Ni se miran
Ni se hablan.
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