El pasado agosto de 2010, un amigo hispanoamericano de la
revista nos comunicaba la triste noticia del
fallecimiento de nuestro querido amigo Enrique.
Nos había dejado el día 20, un viernes. Me
comentó que su estado de salud había empeorado
en los últimos días y que todo presagiaba un
próximo desenlace. Las esperanzas de una
recuperación se habían perdido. El mieloma
múltiple, una forma de cáncer de la médula ósea
contra el que batallaba desde hacía un tiempo, se
impuso a la postre.
Enrique ya me había
comentado en alguna ocasión que se hallaba un
poco delicado de salud a consecuencia de ese mal,
y me aseguró que la dolencia en momento alguno
logró minar su animosidad y que persistía con
terquedad en su quehacer literario y docente. La
verdad: no le di la importancia que
revestía su gravedad; no esperaba que
pagase tan pronto el tributo que debemos a la
muerte.
Como
testimonio de nuestra admiración por su bien
hacer en el campo de la Literatura, por el
respeto que nos merece como colega, por el
entusiasmo que ponía en sus colaboraciones en
la redacción de nuestra revista y por la amistad
con la que nos agasajó durante estos años,
GIBRALFARO ha estimado que la mejor forma de
rendirle un merecido homenaje a este profesor
universitario y polifacético artista es incluir
en nuestras páginas una selección de sus poemas.
Una elección breve y llevada a efecto al azar,
sin vestigio alguno de nuestras preferencias,
para que así podamos complacer los gustos de
todos nuestros lectores.
Adiós, amigo mío.
EL
EDITOR.
Cuando despiertes
Ojalá un día no te encuentres sola
sombría
como una autista frente al espejo
sin gardenias a los lados
ni lluvias de emociones
que te rejuvenezcan
que crucen frente a tu rostro
para ver que fue tu vida
sin ese amor que sueño
Entonces ya tarde
la risa no será un amanecer
en tus labios
ni expresarás con tus ojos
el suave aroma de las flores
Ella
Soy el búho
el leopardo tatuado
tu e-mail
la palabra conocida
que se traba en la punta de la lengua
el salmón alegre
que nada el río
la camiseta estrecha que traías puesta
cuando te vi en televisión
la callada imagen de un hombre que espera
pensando un poema
para atravesar las llamas de tu cuerpo
cada semana
Y cuando llegas
paso los labios que tatué en las palmas de mis
manos
por tu cara
poniendo esmero
formando un lenguaje que explica tu presencia
y pongo los ojos
frente a tus ojos
para demostrar mi amor de todos los días
Sin oxígeno
Pierdo el oxígeno
si trato de borrarlo
No es apresable
Ni presume de fantasma
este sencillo amor
Soplo
La soplé y voló
porque no era
un corazón
si no una congoja
Ahora no tengo
otra cosa
que no sea
la añoranza
que deja el soplo
BOSTON Y LAS MIL REINAS
Un coche con ocho caballos de fuego
debió llevarme a Boston
y no este avión enorme
que marca el infinito
como cualquier transeúnte estelar.
Será necesario
traer los recuerdos,
mil reinas
sin que haya entre ellas
una estéril,
el tiempo como surtidor de adivinanzas,
la savia animada de todos los sentidos,
un campo con robles,
el tren a Lawrence,
regocijos,
palabras,
así como un despertar alrededor de mí
en otro idioma.
Porque es aquí donde abro mi mano
me sirvo la risa
y como
hospedado en la alegría familiar.
Destreza
Regálame
esas cejas de cisne
para marcar esta página
y no olvidarte
Dame tu elegancia
para bañar mi piel
y lucir tu bronceado
como quien consigue resplandecer
Tráeme tus labios
para calcular la inmensidad de tus besos
y no dejarlos pasar inadvertidos
Préstame tus zapatos de estrellas
los senos
que escondes detrás del vestido
Con ellos quiero sorprender la noche
A tu vanidad secreta
hazla mi cómplice
cuando te aparte el pelo
para volverte a ver
Concédeme tus locuras
tu atención
tus mimos
para ponerlos en mi cuarto
y fascinado
apagar la luz
UNO
Yo soy quién tú eres
Tu vida es mi vida
pero al revés
mi vida es tuya
A usted le digo tú
y tu me conviertes
en usted
Sus defectos
podrán ser míos
como los míos si quiere
son suyos
similares
no iguales
Como uno
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