Joven dormida
(De una pintura de Vermeer de Delft)
Despiadada la copa vacía
denuncia el daño.
Las frutas del mal
inundaron tu boca
y es veneno hoy tu corazón.
Aquel que ofrendó
la roja botella
ahora pasea en el puerto.
Tu soledad
parece una rosa negra.
El pantano
(De una pintura de Jacob Van Ruysdael)
Peludo,
ermitaño,
bestial.
Bebe la savia de las hierbas,
sangre infantil es su alimento.
Sus ojos, dos agujeros secos,
su lengua enorme como el destino
y grises son las llagas de sus manos.
Aún así, lo más terrible,
son sus gritos en la noche,
en el día, en su atmósfera.
Solo ella con su capa azul
calma la agonía
al ofrecer su néctar.
Joven calentando sus manos en el brasero
(De una pintura de Allart Van Everdingen)
Servir al osado amo,
a sus niños,
a sus perros.
Olvidar que tienes nombre,
que alguna vez sonreíste,
que paseabas por el prado.
Solo de noche escapar,
retornar así a la blanca princesa.
Mujer bañándose en un riachuelo
(De una pintura de Van Rijn Rembrandt)
Todo lo que tienes es el río,
lo que te habita.
No importa la belleza
ni mis ojos espiando,
tímida eres como el agua –blanca-.
Mientras feliz
te esparces cual diadema
soy el perverso pez
que acaricia tu rodilla.
La muerte de cleopatra
(De una pintura de Johann Liss)
Desde hoy no quedan reinas.
Tampoco erotismo
ni palacios azules
nunca más veremos florecer amapolas.
Terminaron para siempre los amores
los cuentos de hadas
y las mañanas felices.
Un áspid es condenado
mientras en el cosmos
brilla una estrella.
Las edades de la mujer y la muerte
(De una pintura de Hans Baldung Grien)
Intersección entre sol y noche
tú, joven e intrépida,
devoras la fruta.
La oscuridad
en el reloj de arena,
que invertido te llama,
no te asusta.
El resplandor dorado
te protege,
hasta que cae tu vestido,
anunciando la bruma.
Danae recibiendo
la lluvia de oro
(De una pintura
de Tiziano)
Aguardas paciente y esbelta
el dorado ímpetu de Zeus.
No será esta vez toro ni cisne
sino semilla
en tu vientre desnudo.
Una tormenta gris
invade tu aposento.
No temes sabes que saldrá el sol.
La primavera
(De un cuadro de Sandro Botticelli)
Ceñidos cuerpos se entrelazan.
Desde ese cielo indómito
la vida se resume
en el compás de aquellas alas.
El verde lo rodea todo.
Flores agitándose en el viento
son sus gemidos, sus sudores.
La eternidad reposa ahora
en los agotados rostros.
Adán
(De una pintura de Alberto Durero)
Tú me ofreciste la manzana
y te vestiste de reptil
para que sucumbiera.
Pero el color rojo de la fruta
quedó prendido a tus labios
y la serpiente
atrapó tu corazón.
Ahora yo,
que no puedo más estar desnudo,
ofrezco mi piel
a la negra noche
y te olvido
condenándonos. |