LA ALHAMBRA
Es la Alhambra princesa misteriosa
sitiada por devotos pretendientes;
la abruman de requiebros tan ardientes
que, tímida, se oculta silenciosa.
Su incisiva mirada brilla airosa,
prendida en sus ojazos complacientes,
al rumor de arabescos relucientes
ebrios de sol en brisa melodiosa.
Doncella recatada, con finura,
encubre su elegancia recoleta,
reservando discreta su hermosura.
Al arrebol, se adorna muy coqueta,
y, vistiendo de aromas su ternura,
sólo espera el abrazo de El Veleta.
AL MAR
En la hora inmensa, frente al verde mar,
anclado en el azul de blancas brisas
le pregunté, a las olas pitonisas,
las causas que pudieran allegar.
Por qué el hombre perdió su bienestar,
y asió la libertad con cortapisas;
cuándo el mal introdujo sus premisas,
cómo es que el niño tiene que llorar.
Mis dudas impregnadas de leyendas
llevaron su inquietud hasta el abismo
que me roció de lágrimas horrendas.
Mostraron la ambición y el egoísmo
de criaturas que queman, por prebendas,
su deber en el dólar y el cainismo.
SUEÑO
Yo sueño que el frío mundo
de prisiones me atenaza;
y sueño que me amenaza
la garra del mal profundo.
Siento su hálito rotundo,
vivo miedo y terror
y grito continuo temor
en su desgarro inmundo.
El ánima se desplaza
la cabeza se desguaza,
y se retuerce el temblor.
Yo sueño que la maldad
y el odio ya no existen;
sueño que el vivir consiste
en el amor y la bondad.
Que reina la felicidad,
que el hombre es corazón,
y siempre impone la razón,
practica la tolerancia,
y procura la abundancia.
Sueño un planeta de unión.
Sueño una vida sin hambre,
sin torturas y sin muerte
y el niño sin mala suerte.
Sueño un mundo sin sangre,
en el que existe el desarme,
se rechaza la violencia,
se espanta la indiferencia.
Y vive sin corrupción
no permite la agresión
ni consiente la opresión.
Sólo sabe de indulgencia.
GRANADA
Granada es diosa en cármenes de rosas
que su amor, por acequias cantarinas
de lunas blancas, brinda en danzarinas
miradas de inquietudes amorosas.
Rojas torres la guardan sigilosas
al arrullo de frondas saltarinas
que, con rizos de brisas nacarinas,
refrescan sus estancias misteriosas.
Su imagen pura, apenas entrevista,
que, con rubor, esquiva recató,
me obnubiló y prendó de su hermosura.
Sin ella, mi alma vaga desprovista;
mi vida, en su mirada, se guardó;
y, desde entonces, peno de amargura.
EXISTIÓ
Existió la virtud, valor y esmero
y vino la sandez, droga y divisa;
y, siempre, gente débil y sumisa,
rutina urbana y yugo del banquero.
Quieren lujos y pierden su asidero
pues hoy, sólo el placer y el gasto a prisa,
olvidando el dolor, viviendo a risa,
urge a gentes que endiosan el dinero.
Mansos siguen su lánguida existencia,
piden derechos, burlan los deberes,
y tragan la rudeza y la indecencia.
Y, cerca o lejos, sufren la violencia,
Toleran que rapiñen los haberes,
y soportan la guerra y la insolencia.
*Selección de poemas de su libro
Arrecifes del alma. |