B
LOQUE ALTO
L
a vida escribe sola
su lenta biografía
en papel de envolver y satinados
saludos mañaneros repetidos.
Panal de vivencias que presumen
de barrio que presenta
vocación de pueblo, establo y huerto,
ladrillo tras ladrillo que edifica
al obrero de ayer, su monumento.
Nadie dice conocerte.
Cicerones con voz pomposa,
cartel de lujo que señala fiesta,
popular copla,
ni verso que ansía la inmortalidad.
Pero allí estás,
rozando el cielo con tu frente.
Allí una vida se engendró en el mundo
y tú fuiste testigo.
Allí dos labios
derramaron miel sobre el aliento joven,
y contigo por padrino
sellaron pactos de ilusión perenne.
A
LTA TORRE
Ú
nica en tu bosque,
feudal promontorio de cuarenta y ocho almas,
que agarrado a la tierra ves pasar
desde tu otero firme en permanencia
principios y finales,
hogar y templo en la humildad más bella.
R
ÍO SECO
¿Q
ué corriente fantasmal,
surca tu cauce reseco?
¿Qué desierto sobre el aire
hace pedregal tu lecho?
¡Cuántos suspiros de puentes
envidian al mar abierto
y le piden temporales,
gaviotas y veleros!
Recuerda que alguna vez
fuiste embrión de subsuelo
y savia de los torrentes
que hacen infantiles juegos
entre agrietados barrancos
y agudos desfiladeros.
Date prisa, que muy pronto
el sol dejará que el fuego
convierta tu vida en nubes
y tu caminar, en cieno.
Cercano ya tu destino,
mientras se acorta el sendero
te vas desangrando solo,
y un deshilachado eco
extiende entre tus orillas
su penúltimo lamento.
L
AS FUERZAS
T
e van dejando
y te abandonas, maltrecho,
a tus márgenes que expiran
y hacen al aire alfarero
de románticas figuras
danzando sobre el infierno.
Apresura tu final,
atrapa el último aliento
que desde el mar te recibe,
mayordomo del eterno
brillo de paz repujada
sobre yunque de platero.
Y si llegando a la meta
sientes que aún estás lejos,
cierra tus ojos de agua,
une la playa y el cerro
con la línea que dibuja
a trazos limpios el sueño.
Descansa ya. La ciudad
corre a tus plantas su velo,
y proclama en cada puente
el cáliz de su misterio,
que muere a sus pies un río
antes de llegar al puerto.
N
ANA REPOSA
S
obre el lecho de la espuma,
y dile a la marea,
que dibuje en los labios de la luna
la cuna donde duermas.
El mundo está tranquilo, y ya descansa
del llanto, de la cotidiana guerra
que desangra el silencio, en un recuerdo
que en alta mar golpea.
Abraza el lecho donde el agua canta
y escucha su rumor desde la arena,
acompasa tu pecho y su latido
dormido en las estrellas.
Ya van, mi amor, por ti, de nube en nube
golondrinas de luz, blancas y negras,
flechas vivas, que en canto de silencio
tu cielo agujerean.
Descansa en la cabaña del olvido,
mas deja que aparezcan
prendidos en la percha de un instante
los sueños que endulzaron tu existencia.
U
NA LLAMADA
D
esde el horizonte
empieza a calentar el agua tersa.
Tu piel ya recupera su color
y comienza a apagar la última cera.
La vida, ya lo sabes,
siempre hiere con luz cuando regresa,
diluye los ensueños más hermosos
y hace prosa la rima más perfecta.
El sol ya está en tus ojos,
el futuro te ofrece flores nuevas,
y aquí, en la realidad, te llama el mundo,
que quiere ya escuchar tu voz.
Despierta.
V
ERANO
E
stallas, ciudad azul,
como la rosa joven con la caricia
del sol y el agua en cada pétalo.
La vida canta a voces
su llamada sin límites
al monte alto que toca el universo.
Es tu momento, lo sabes como yo.
Sabes que la cigüeña,
la golondrina y la gaviota
hermanaron su planear sobre las azoteas.
Y tú, mi húmeda flor,
abres tus manos finas como la lluvia,
ante la piel bronceada que pasea
arando tus arenas con su ancla.
La copla universal,
blandiendo su instrumento entre las manos
saca notas de tu cuerda tensa
inteligibles por la viajera eternidad,
de tu mirada a las antípodas del mundo.
El tiempo se hace ahora,
elástico hilo que acerca
lo breve hasta lo eterno,
mientras el sol por una vez se para
y pinta tu retrato sobre el viento.
V
ERANO EN
E
l oasis de tu nombre.
La naturaleza altiva, en movimiento,
ruborizada y sin mirarte,
te dice que eres hermosa,
aunque todavía no lo sabes.
A
RENA OSCURA
¿Q
ué toro negro y herido
derramó sangre en tu arena?
¿Qué luz de alquitrán y pena
asfaltó tu recorrido?
En las huellas he sentido
que el frágil embarcadero,
dibuja un verso certero
sobre el papel de las olas,
mojando en las caracolas
la pluma de su tintero.
H
UELIN
F
ue heraldo de luz
aquel mediodía,
y puso en mis manos,
cerca de la orilla,
las llaves del reino
que me recibía.
Fue el primer hogar
junto a la avenida,
olor de quiosco
y cafetería,
el preludio azul
de aquella conquista.
Conquista del alma,
entonces cautiva
en cárcel de versos,
con llaves de rimas
y barra insalvable
de ritmo y medida.
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