LEFTOVERS
Nos trazamos diferentes:
él con su camisa fría,
yo con mi vestido incierto,
escribiendo a la deriva
nuestros nombres.
Nos arrancamos los ojos,
nos dividimos los parques,
nos destrozamos las fuentes.
Yo, con el rastro perdido,
a la puerta de sus dedos mendigaba:
el hueso de su corbata muerta,
el sudor sobrante de su tiempo,
el diente de sus ojos clavado en mi corteza,
la alquimia de su boca arrancando mis botones,
y un refugio a la intemperie
donde a contraluz los astros
me mintiesen.
POTRO CON
DIADEMA ENSANGRENTADA
Van las ancas con que te devuelves al potro
a desclavar la cadera martillada, corres
por la arista de la sangre.
Te asusta la huella con apéndices de olvido,
tiemblas, arañas la magnitud de lo pretérito,
desesperadamente trazas la violencia.
Tu lengua es tan terrible como un rayo, llegas,
abrevando el fondo te sepultas
en tu zócalo de hambre.
Todo es fiebre en la cerviz,
en las aristas de la estirpe,
en la pausa,
en que la pálida muerte de cabeza irrumpe.
Es tan blanda la muerte,
tan descalza,
tan desnuda,
sin que un ojo, con su llave de miedos, le abra las cortezas.
Todo se pierde en la inercia dolorosa del susto,
en el compás que tuerce tu pelambre
con la trenza ciega de la farsa.
Antes me inventas,
acudes a mis bóvedas en traje de niño,
el alud, bajo el manto de tu antónimo,
deja una salida trunca.
PROMESA
Te buscaré en las vértebras
del hombre del retrato
por la espiral del tiempo
blanco hueso sin límite ni juicio
hasta el dintel de la muerte
con la última mirada de tu espejo.
Te buscaré jugando en la intemperie
con la tarde que hoy es otra mujer
bajo el perfil de antaño
y el pelo de mi madre
haciendo largas ondas en los parques.
Te encontraré de nuevo, dibujado,
ya sin prisa detrás de un abanico
donde habitó el calor
en un sillón de mimbre
meciéndote los ojos.
TARDE Y
SIN BOLERO FRENTE AL MAR
Caminaba sin ti en el pentagrama
con mi perversidad a flote
y el bolero apagado
por la arena revuelta de mis pies.
Vino de pronto el mar
con sus deshoras:
escupió sobre mí
los peces que volvieron con tu olor
a pegarse en las paredes de mis ojos.
Tus hijos y mis hijos con sus perros
aullaron nuestra música,
vomitaron la bruma entre los dos.
Somos desde ayer
los que no estaban.
DOWN TO
HAVEN
Dejará de acechar al viento rojo
el búho que mira desde mí
con ojo
encandilado
(rainy
evening in town after the sun).
Volverá la luna de chaqueta raída
a taladrar un hueco en el librero
donde muere un apellido
y se amontona el polvo.
Llegaremos muy lejos
con el zapato ebrio de buscar
y el candelabro absorto
en devorar la luz.
Tengo la pared cansada de no hablar
el verso amarillo
el tiempo roto…
…debe ser ya muy tarde
down to haven.
SIEMPRE
LA SED
Esta dichosa sed que llueve
sobre nosotros sed
no escampa su aguacero
sin remordimiento,
sin dividendos,
sin méritos.
Tal vez si nos arrancaran las bocas
o los ojos, o nos secaran la sed,
no habría tanto odio,
ni junglas de cemento, tal vez.
¿Quién puede decirme lo contrario?
qué seríamos sin sed?
Cada uno con su sed a cuestas
arrastrando el dilema de la sed,
por los pasillos del mundo;
de un hombre a otro,
de un siglo a otro, la sed.
Sed en los espejos,
sed aleteando hasta en la risa
tu sed mi sed la nuestra...
En el púlpito, donde el sermón es odio;
en las azoteas, donde el sol
es solamente un parche
aleteando bajo el cielo de la sed.
|