Viajero
En qué cama dormirás, viajero,
en qué casa hallarán refugio
tu largo vagar por la tierra,
tus criaturas fugitivas.
De dondequiera que vengas
y hacia dondequiera que vayas,
contigo irá la vieja tristeza
del que nunca tuvo cobijo.
¿Harás tu hogar en la guarida
de náufragos prisioneros
del azar y del destino
en las islas del extravío,
o enderezarán tus pasos
su rumbo de viajero ciego,
hacia los bosques perdidos
en la maraña de las selvas?
Oh, dondequiera que el viento,
dondequiera que las tormentas,
que los mares y que océanos
en la incansable geografía,
allí tampoco tu destino,
allí tampoco tu hogar final,
ni tu casa, ni tu guarida,
ni tu abrigo de la soledad,
que tus huesos de vagabundo,
que tus pies de viajero sin fin,
y tu barca sola y sin rumbo
por los mares de la adversidad.
Límite último
De dondequiera que hayas venido,
entre las tierras extraterrestres,
y cualquiera lengua del exilio
que pronuncien tus labios corruptos,
no entreabras, extranjero eterno,
las páginas de tu destierro,
no traspongas el límite último
de nuestra sacrosanta línea,
no pises con tus pies desnudos
el umbral puro de nuestra casa.
Réprobo tu perfil extraño
de una extraterrestre comarca
en las márgenes del sol poniente,
réproba tu voz inusitada,
tu raza de diabólica índole,
tu actitud de animal perseguido.
Morirás aquí de nieve y cuchillos,
morirás de lenguas venenosas,
de formularios y agudos relojes.
Llévate contigo tus letras
de sangre impura desdibujada,
y no regreses desde ultratumba
a turbar el sueño de los nuestros.
Vísperas
Tal vez baje desde su morada,
y toque con sus dedos cálidos
mis mejillas, mi frente, mis labios,
mi corazón tan tembloroso
bajo el asedio de mordeduras,
de tanta ponzoña sedimentada.
Tal vez despierte ahora,
tal vez me escuche gemir en la noche,
y su voz misericordiosa
descienda hasta mi alcoba en brumas,
y endulce mi oído cantando
la misma, la misma melodía
que en mi infancia, lejos en el tiempo.
Tal vez me escuche, tal vez sienta
mis pisadas rondar en torno
de las horas, de las campanas,
de mí mismo sin encontrarme.
Y si ahora gritara, y si ahora
elevara mi voz a los cielos,
y si ahora mi dolor humano
rugiera como una fiera herida,
¿me escucharía desde su morada,
despertaría de sus ensueños,
descendería a aplacar mi zozobra?
(Sí, tal vez descenderíamos,
tal vez te escucharíamos gemir,
tal vez nos apiadaríamos
de tu dolor humano, hermano).
Alianza
Así palidezca, y mis súbditos
emancipen su servidumbre
alzándose desde las sombras;
así mi familia de fantasmas
reúna sus fuerzas desgarradas
y expulse al olvido mi presencia,
así no me pertenezca, Claire,
más que tu incomprensible lealtad,
y huyan de mí mis partidarios,
y sea mi vida pasto del odio,
¡ay!, así mi salud decaiga,
y esgrima una rosa marchita,
una rosa roja sin sangre,
tú nunca capitules, amor,
tú no sueltes mi mano en la hora
más aciaga entre todas las horas,
tú sostén nuestra dura lucha
erguida en el día como una espada,
y así nos ladren los mastines,
y aúllen los lobos del odio,
tú mantén conmigo nuestra alianza,
tú sostén la lucha, esposa amada.
A lo mejor
A lo mejor ábrase la flor
antes del término del tiempo,
y respiremos todos el aire
embalsamado de su vientre,
con un regocijo de pájaros
en vuelo por las sementeras,
o de célibes en el harén
de vírgenes enardecidas,
a lo mejor da frutos el huerto
en la próxima temporada,
y cortemos el pecíolo
en la madurez de los senos,
despojándonos de mácula
en la penosa virilidad,
en su sazón el macho cabrío
con su atributo de zángano,
o se desmorone el alcázar
bajo el peso de los vínculos,
de tanto entrecruce de alas
fatigadas merodeándose,
justamente cuando las puertas
atiborradas de prófugos,
y en su lecho la abeja madre
detenida en su parto ritual.
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