ujer
luchadora y
sencilla,
ilusionada y
emprendedora,
Francisca
Carrillo
dedicó casi
toda su vida
a Ronda a
pesar de
haber nacido
en otra
localidad
malagueña, y
Ronda, cuna
de
luchadores
en todos los
palos de las
artes y
madre de
gente
agradecida,
tuvo la
gentileza de
distinguirla
con el
título de
«Hija
Adoptiva».
Educada en
el seno de
una familia
de ilustres
educadores,
como es el
caso de su
abuelo Juan
Carrillo,
Francisca
estuvo en
Granada,
islas
Baleares y
Asturias,
donde se
formó como
persona y se
forjó como
educadora.
Dio un paso
más en su
desmesurado
afán por los
educandos,
al dedicarse
a cubrir, en
la medida de
sus
posibilidades,
las
necesidades
del alumnado
y de las
familias del
Colegio
Público Juan
Carrillo.
Una mujer
digna de
nuestra
atención por
partida
doble: como
maestra
vocacional y
como
excepcional
ejemplo de
entrega a
los demás.
Esta es una
semblanza
del tiempo
que estuvo
entre
nosotros.
Primeros
años: Ronda
Francisca
Carrillo
Salas nace
el 29 de
septiembre
de 1903 y
Casares fue
su cuna,
municipio
enclavado en
la
malagueñísima
comarca que
forma la
Serranía de
Ronda, en
cuyas
empinadas
calles hubo
de coincidir
alguna vez
con Blas
Infante, el
padre de la
Patria
andaluza.
Eran sus
padres el
matrimonio
formado por
José
Carrillo
Guerrero y
Nemesia
Salas
González.
Él, juez de
Instrucción;
ella, ama de
casa,
entregada
con
abnegación a
la educación
de su hija;
sin este
detalle,
quizá no
podríamos
comprender
la vida de
esta
casareña de
nacimiento.
La familia
Carrillo
Su padre
pertenecía
al tronco de
una familia
de
educadores
bien
considerados
en nuestra
provincia, a
cuya cabeza
figuraba su
abuelo Juan
Carrillo
Sánchez,
hombre de
una gran
vocación
docente, que
supo
inculcar a
sus hijos
proponerse
como primer
objetivo la
carrera de
Magisterio
y, más
tarde, la
que
quisieran.
Juan
Carrillo
impartió
docencia en
el colegio
que luego
llevaría su
nombre desde
septiembre
de 1928.
Así, su tío,
Francisco
Carrillo
Guerrero,
estudió
Magisterio y
ejerció
primero de
maestro y,
posteriormente,
fue nombrado
inspector de
Enseñanza
Primaria, en
cuyo
ejercicio
logra un
merecido
renombre
como persona
preocupada
por la
difusión de
la cultura
como
principal
recurso para
la
erradicación
de la
incultura y
la miseria
en que
vivían
muchas
familias
andaluzas. A
su
iniciativa
se debe la
edificación
de varios
centros de
enseñanza en
la zona de
su
competencia
inspectora,
uno de los
cuales, el
que se
construye en
Ronda en
1925,
llevará el
nombre de su
padre, Juan
Carrillo,
unos años
más tarde. A
él se debe
también la
creación en
Ronda de un
comedor
escolar para
los hijos de
las familias
más
desfavorecidas.
Fue
distinguido
por el
Consistorio
de Ronda con
la
nominación
de «Hijo
Predilecto».
De igual
manera, y
siguiendo la
recomendación
paterna,
José
Carrillo, el
padre de
Francisca,
estudió
Magisterio,
pero nada
más concluir
los
estudios, se
trasladó a
Granada para
cursar la
carrera de
Derecho,
acabada la
cual, se
presenta a
unas
oposiciones
a Juez de
Instrucción,
en las que
gana una
plaza y es
destinado a
Ronda, en
donde
ejercerá
como abogado
defensor de
la Audiencia
Provincial.
De Málaga a
las Islas
Baleares
Así, la
infancia de
Francisca
transcurre
entre Ronda,
donde el
padre
ejercía la
abogacía, y
Casares, el
pueblo
serrano de
la madre,
adonde se
trasladaba
la familia a
disfrutar de
sus
vacaciones.
Con
posterioridad,
el padre es
destinado
como juez a
Manacor,
segundo
municipio en
importancia
de la isla
de Mallorca,
y la familia
fija su
residencia
en esta
ciudad de
las
Baleares.
Es aquí, en
contacto con
el alumnado
de su centro
escolar,
donde la
pequeña
Francisca
descubrirá
esa vocación
por la
docencia que
se ha ido
transmitiendo
de
generación
en
generación.
En
consecuencia
con una
vocación
sentida,
cursa los
estudios de
Magisterio
con
excelentes
calificaciones,
y, una vez
ha concluido
la carrera,
da comienzo
a su
trayectoria
profesional
como maestra
de Enseñanza
Primaria.
Primeros
años de
enseñanza
Su ilusión
por la
enseñanza no
tardará en
ponerse a
prueba.
Destinada al
Principado
de Asturias,
tiene que
hacer frente
a múltiples
inconvenientes
para el
ejercicio de
su
profesión.
El primer
problema que
se le
plantea
tiene su
origen en
las
características
orográficas
de aquellas
tierras y de
las aldeas,
todas ellas
pequeñas y
esparcidas
entre
montes, que
le obligan a
diario a
hacer uso de
caballerías
para llevar
a cabo sus
desplazamientos
por las
diferentes
aldeas en
las que
tenía niños
que atender,
afrontando
con una
entereza
increíble
las
inclemencias
del crudo
invierno
asturiano.
Con destino
en Madrid
La Guerra
Civil la
pasa
Francisca
entregada a
la educación
de los niños
de aquellas
aldeas
remotas y
apartadas de
toda
influencia
partidista,
y, una vez
concluye el
conflicto en
1936, se
traslada a
la capital
de España,
donde había
conseguido
una plaza
como
maestra. El
Madrid de la
posguerra y
todo lo
demás va a
ser su
destino
definitivo.
Tras un
tiempo de
dedicación
exclusiva a
la docencia,
se le confía
la dirección
de varios
centros
públicos de
enseñanza,
cargo que
desempeña
hasta su
jubilación.
Su
jubilación
Ya jubilada,
se dedica
por completo
a su tío
Francisco,
que se había
trasladado
con ella a
su vivienda
de Madrid al
llegarle su
tiempo de
retiro, a
quien da
compañía y
su cuidado
hasta que el
anciano
fallece en
1975.
Durante
estos años,
Francisca
tiene la
oportunidad
de conocer
directamente
las
inquietudes
docentes que
habían
animado la
vida del que
había sido
su mentor,
no solo en
el campo de
la
enseñanza,
sino en el
de esa
calidad
humana tan
especial que
transmitía
Francisco
Carrillo.
En
consonancia
con las
influencias
que había
recibido,
Francisca se
dedica por
entero a
atender las
necesidades
de las
familias del
Colegio
Público
“Juan
Carrillo”,
colaborando
incluso con
aportaciones
de dinero
propio a los
proyectos
que el
colegio le
iba
presentando,
con única
condición de
que tuviesen
como
objetivo
primordial
un mejor
desarrollo
de los
niños.
Fundación
San
Francisco de
Asís
Los
esfuerzos y
dedicación
abnegada en
todos los
sentidos de
esta mujer
hallaron por
fin la justa
recompensa
que se
merecían
cuando se
aprueba la
creación de
la fundación
cuya idea
había ido
pergeñándose
en los
últimos
años, la
Fundación
“San
Francisco de
Asís”.
La Fundación
San
Francisco de
Asís se
constituye
legalmente
ante
notario, con
escritura
pública
firmaba y
sellada el
19 de marzo
de 1994, y
un capital
inicial que
ascendía a
15 millones
de pesetas
(unos 90.152
euros),
aportados en
su
integridad
por
Francisca.
El nombre de
la
fundación,
San
Francisco de
Asís, lo
había
elegido ella
misma con
una
motivación
bastante
lógica: el
recuerdo
agradecido a
su tío
Francisco,
de cuyo
patrimonio
ella había
sido
nombrada
heredera
universal y
del que se
había valido
llevar a
cabo su obra
fundacional.
Su muerte
Francisca
Carrillo
Salas
fallece en
Madrid, el
día 11 de
octubre de
2002, a la
longeva edad
de 99 años.
Unos días
después, el
patrimonio
de la
fundación se
verá
incrementado
en unos
48.081
euros,
procedentes
de la
voluntad
testamentaria
de su
benefactora
fundadora.
Reconocimiento
por su labor
En señal
inequívoca
de
agradecimiento
de toda una
población,
la
corporación
del
Ayuntamiento
de Ronda
acordó, por
unanimidad,
en sesión
extraordinaria
celebrada el
21 de junio
de 2000,
nombrar a
Francisca
Carrillo
Salas «Hija
Adoptiva de
la Ciudad de
Ronda», en
justo
reconocimiento
de su
valiosa
labor social
y educativa.
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