a Biblioteca de Babel representa para mí, al igual que
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, el
cuento de Borges que reúne la mayoría de
elementos enigmáticos que aún no logro
entender cabalmente en su obra y a los
que sólo puedo acceder de forma remota
pensándolos una y otra vez. De aquí
puede inferirse que esta nota no
pretende explicar la totalidad del
cuento, sino dar algunas aproximaciones
parciales a pensamientos expuestos en
él. Espero que esta combinación de los
veinticinco símbolos ortográficos no
resulte del todo desafortunada. En algún
anaquel, sin duda, habrá una mejor.
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Jorge Luis Borges
(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986) |
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Veo en La Biblioteca de Babel la
misma idea que se trata en el cuento
El inmortal, aunque desarrollada de
forma distinta: la especulación sobre lo
posible dentro de un espacio-tiempo
infinito. Al final se llega al mismo
punto: al cabo de mucho tiempo, las
cosas se repiten. La biblioteca contiene
todos los libros posibles; la vida de un
hombre inmortal llega a un punto en que
ya se pensó todo, se habló todo, se
ejecutó todo. Sólo nos queda el
silencio.
Consideraciones iniciales
Sabemos que Umberto Eco incorporó la
biblioteca trazada por Borges en su
libro El nombre de la rosa.
Sabemos también que el cuento fue
escrito cuando Borges trabajaba en la
Biblioteca Municipal en el año de 1941 y
se sentía como un eterno subordinado,
imprimiéndole al relato la misma
atmósfera de opresión y monotonía que él
vivía en carne propia. Sin embargo, a
tales datos no debemos concederles mayor
importancia: constituyen material
exógeno que poco o nada nos dice de la
narración.
La Biblioteca de Babel: el título es ya inquietante; a
Babel, icono del caos y el
desentendimiento se antepone, con
mayúscula, la palabra ‘Biblioteca’,
figura que evoca la parsimonia y quietud
de un gran recinto atestado de libros.
Podemos pensar un secreto vínculo entre
la Biblioteca y la torre de Babel: ambas
son empresas humanas donde se reúnen los
esfuerzos por alcanzar la verdad.
Podemos pensar la figura contraria desde
el texto: la Biblioteca y la torre son
construcciones divinas que entretienen a
los hombres en un quimérico propósito:
ver la luz, conocer el verbo, entender
el mundo.
El comienzo de la narración es
memorable. “El universo (que otros
llaman la Biblioteca)...”. Comparado
usualmente con el inicio de La
metamorfosis de Kafka y de Cien
años de soledad de García Márquez
por su calidad literaria, la frase nos
sugiere de principio la enormidad que
será descrita en líneas posteriores; el
universo con minúscula no alcanza esa
fuerza y soledad sugerida por la inmensa
“Biblioteca”.
Más adelante, Borges insinúa la
irrealidad pensada tantas veces por los
idealistas. “En el zaguán hay un espejo,
que fielmente duplica las apariencias”.
Somos apariencias; estamos hechos del
mismo material que los sueños. La
duplicación en el espejo es motivo de
discusión en Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius; el problema del doble
aparecerá también en Borges y yo,
y, de una u otra forma, en Las ruinas
circulares.
Claudio Salpeter ha descrito una
interpretación matemática de todo el
cuento. Podemos recurrir a tal ejercicio
para explicar esa búsqueda posterior del
autor: “...he peregrinado en busca de un
libro, acaso del catálogo de
catálogos...”. El intento y la búsqueda
son fútiles. Supongamos que el conjunto
A es el catálogo de catálogos y A1, A2,
A3 son todos catálogos existentes en la
Biblioteca. Simbólicamente tenemos A =
{A1, A2, A3}. Nos encontramos entonces
con un catálogo que no está catalogado,
el A. Deberíamos armar un catálogo B que
lo incluyera. Ahora no está el catálogo
B, y así indefinidamente.
La inexistencia del catálogo no anula su
persecución: ya advertía Cortázar en su
correspondencia que “la vida es siempre
un poco eso, buscar cosas que no
existen”.
Los axiomas
Podemos enumerar los principios que
rigen la existencia de la Biblioteca
para detenernos en cada uno de ellos:
1. La Biblioteca está compuesta por
galerías hexagonales. Si se pretende
llenar un plano por medio de polígonos
regulares, sólo tres figuras pueden ser
consideradas: los triángulos, los
cuadrados y los hexágonos. Estos últimos
son además la forma que poseen las
celdas de los panales de las abejas: la
figura sugiere cierta perfección
arquitectónica; no deja la posibilidad
para que hayan “huecos” en el plano. Así
se constituye la Biblioteca como una
construcción completa y absoluta.
2. La Biblioteca existe desde siempre
(ab aeterno). Existe, por tanto,
para siempre. En el texto Borges
plantea, posterior al axioma, que la
Biblioteca prefigura la existencia de un
dios; el hombre (el imperfecto
bibliotecario), sin embargo, puede ser
obra del azar. Pensemos que el hombre
muere pero la Biblioteca permanece: se
contraponen la fugacidad del hombre, lo
efímero en él, y la inmutabilidad del
universo, su eternidad.
3. En los hexágonos hay veinte
anaqueles, cinco por lado (los lados
sobrantes cumplen otras funciones). Cada
anaquel tiene treinta y dos libros; cada
libro es de cuatrocientas diez páginas;
cada página de cuarenta renglones; cada
renglón de ochenta letras (la sentencia
correcta sería “de ochenta símbolos
ortográficos”). El número de símbolos
ortográficos es veinticinco (coma,
punto, espacio y veintidós letras del
alfabeto). En este párrafo se consigna
la clave para entender el cuento. Esta
distribución, a la luz del libro
descifrado en un hexágono y que Borges
copia así: “nociones de análisis
combinatorio, ilustradas por ejemplos de
variaciones con repetición ilimitada”,
nos permite determinar la naturaleza de
los libros.
El análisis combinatorio o, simplemente,
la combinatoria, es una parte de las
técnicas de conteo. Suele describírsele
como el arte de contar sin enumerar
(esta vaga noción puede estar presente
en Funes, el memorioso). Aplicando sus
leyes al texto, podemos enunciar la
fórmula: si tenemos una cantidad n
de casilleros y podemos utilizar m
letras, la cantidad total de
posibilidades es mn.
Así, cada libro tiene 410 páginas (al
revés, 014, número recurrente en Borges.
¿Casualidad? Cada página tiene 40
renglones, es decir, 164.000 renglones
en un libro. Cada renglón tiene 80
letras, esto es, hay 1.312.000 letras en
un libro. Ya que sólo pueden utilizarse
25 símbolos, el número total de
posibilidades es de 251.312.000 (número,
aunque vastísimo, no infinito).
De esta forma queda expresada la razón
de ser de la narración: en la biblioteca
está contenida “toda” la expresión
lingüística posible. Cualquier
combinación de letras quiere decir algo
en algún lugar; lo que puede estar
escrito ya lo está, aguarda
pacientemente en un anaquel de un
hexágono cualquiera.
4. No hay, en la vasta Biblioteca, dos
libros idénticos. Permite que la
distribución de los anaqueles y los
hexágonos tengan una razón de ser, que
la Biblioteca de una u otra forma sea un
cosmos (en medio de los millones de
frases aparentemente inútiles) y no un
caos.
5. La Biblioteca es ilimitada y
periódica. Junto al axioma anterior, por
fin podemos dilucidar una explicación
para la enigmática sentencia del
principio: “Los hombres suelen inferir
de ese espejo que la Biblioteca no es
infinita (si lo fuera realmente, ¿a qué
esa duplicación ilusoria?); yo prefiero
soñar que las superficies bruñidas
figuran y prometen el infinito”.
PROMETEN el infinito. Si pensamos en un
libro de la Biblioteca como una figura
análoga al hombre, podemos intuir que un
espejo promete un infinito (es decir, la
duplicación en la Biblioteca adyacente).
La cita final quizás ayude en algo a
esclarecer el problema: “Si un eterno
viajero la atravesara [la Biblioteca] en
cualquier dirección, comprobaría al cabo
de los siglos que los mismos volúmenes
se repiten en el mismo desorden (que,
repetido, sería un orden: el Orden)”. Es
la idea del eterno retorno de Nietzsche:
promesa y amenaza de eternidad.
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Biblioteca Nacional de España |
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¿Qué pasa en la Biblioteca?
Los suicidios han ido aumentando por la
incapacidad para obtener el libro, tal
vez la página, total. La melancolía es
inevitable en los hombres que habitan la
Biblioteca y saben que la verdad puede
ser conocida a través del lenguaje
encerrado en un libro. Esta situación es
posterior a la conjetura de Borges: el
bibliotecario que encuentra el libro
compendio de los demás es análogo a
dios; el destino de los hombres está
justificado en algún libro.
La idea de la palabra que contiene la
divinidad está referida en La
escritura del Dios; la del destino
que debe ser cumplido a cabalidad se
puede intuir en Tres versiones de
Judas y en Deutsches Réquiem.
Ahora, la idea del destino de un hombre
vindicado en un libro es asombrosa. Y lo
que es más terrible: de un destino
posible, porque los libros hablan de
hombres futuros: “Las Vindicaciones
existen (yo he visto dos que se refieren
a personas del porvenir, a personas
acaso no imaginarias) pero los
buscadores no recordaban que la
posibilidad de que un hombre encuentre
la suya, o alguna pérfida variación de
la suya, es computable en cero”.
Más adelante, la voz de Borges pareciera
hablar más nítidamente. Dice: “Que el
cielo exista, aunque mi lugar sea el
infierno”. Que yo sea ultrajado y
aniquilado, pero que en un instante, en
un ser, Tu enorme biblioteca se
justifique”. En Deutsche Réquiem
reza al final: “Que el cielo exista,
aunque nuestro lugar sea el infierno”.
En todo caso, ese “yo sea ultrajado y
aniquilado” hace referencia, creo, al
Borges escritor. Parece un alto en la
narración para hablarnos de frente y
sentenciar un olvido de sí y una
recomendación al lector: que no pase en
vano su vida, que la biblioteca se
justifique.
Es necesario advertir que nada es
fortuito en la Biblioteca y que en ella
figuran las diferentes caras de la
realidad (esto significa que la realidad
no es única). “Afirman los impíos que el
disparate es normal en la Biblioteca y
que lo razonable (y aun la humilde y
pura coherencia) es una casi milagrosa
excepción [...]. Esas palabras, que no
sólo denuncian el desorden sino que lo
ejemplifican también, notoriamente
prueban su gusto pésimo y su desesperada
ignorancia”. De esta forma se deduce que
ningún acto ocurre porque sí. En algún
cuento o poema decía Borges que un acto
es el resultado de los millones de actos
que lo precedieron. Causalidad llevada a
sus últimas consecuencias.
La Biblioteca (que algunos llaman
Universo)…
“...La Biblioteca perdurará: iluminada,
solitaria, infinita, perfectamente
inmóvil, armada de volúmenes preciosos,
inútil, incorruptible, secreta”.
Aplicando los axiomas propuestos, La
Biblioteca de Babel es una
insignificante hoja ocupada en un libro
de algún anaquel de algún hexágono.
Borges no lo escribió, el cuento siempre
estuvo allí. |