e ha
considerado
a Federico
García Lorca
el mayor
representante
de la poesía
surrealista
del siglo
XX. Su obra
poética
puede
dividirse en
dos partes
principales:
la de sus
poemas de
juventud y
otra más
innovadora,
constituida
por la
recopilación
de poemas Poeta en
Nueva York»,
donde el
estilo de
Lorca es el
de la poesía
surrealista.
El poema «Tu
infancia en
mentón»
evoca de
manera
latente la
personalidad
ambigua del
poeta que
expresa y
justifica su
homosexualidad,
difícil de
aceptar en
un primer
momento y de
reconocer
abiertamente
más tarde.
El
simbolismo y
las imágenes
del poema
reflejan el
diálogo
entre dos
personalidades,
su
homosexualidad
y su
apariencia
exterior.
Las
metáforas
echan raíces
en su
infancia
para
resurgir en
su estado de
ánimo,
inundado por
la angustia
y la
decepción
amorosa; la
muerte,
siempre
latente en
su pluma y a
lo largo de
su vida,
aparece bajo
la forma
compleja de
alusiones
mitológicas.
Lorca, poeta
además de
músico y
dibujante,
sigue
inspirando,
mediante los
ritmos
brillantes y
poéticos de
su obra Poeta en
Nueva York,
espectáculos
y puestas en
escena de
gran éxito.
Poeta de la
muerte y de
la alegría
andaluza
que, al
mismo
tiempo,
desafía este
miedo, se
manifiesta
en la
original
realización
artística de
su
compatriota
y paisana
Blanca Li
(2007). En
los bailes,
músicas y
ritmos se
entremezclan
la visión
sorprendente
de un mundo
nuevo, el de
los años
veinte en
Nueva York,
y la
descripción
surrealista
del autor,
que podría
expresarse
también en
el cuadro de
Dalí
titulado
«Poesía de
América»
(1943).
«Poesía es la unión de dos palabras
que uno
nunca supo
que pudieran
juntarse,
y que
forman algo
así como un
misterio.»
FEDERICO
GARCÍA LORCA
«Tu infancia
en mentón».
Poeta en
Nueva York
Federico
García Lorca
(1898-1936)
forma parte
de la
‘generación
del 27’ y se
convierte en
el poeta que
más
influencia
la
literatura
del siglo
XX. La serie
de poemas
que componen
Poeta en
Nueva York
no es más
que una
recopilación
de poemas
que se
publica en
1940,
escritos no
como un
libro sino
como un
grupo de
poemas
aislados que
se
estructuran
más tarde.
La crítica
literaria en
general pone
en duda que
Lorca
hubiera
previsto el
orden de los
poemas que
conocemos
hoy. El
poeta los
compone
entre 1929 y
1930 en
Nueva York,
donde reside
como
estudiante
en la
universidad
de Columbia.
Poeta en Nueva York
es, en
parte, una
obra
autobiográfica.
Muchos de
estos poemas
utilizan la
primera
persona y
expresan las
experiencias
del autor.
Son la
consecuencia
de una
crisis
personal
asociada a
la crisis
económica de
los Estados
Unidos entre
1929-1930.
El tema del
amor es el
del amor
homosexual.
En Poeta
en Nueva
York no
hay mujeres,
únicamente
niñas. Sin
embargo,
aparecen
muchos
hombres,
imágenes
fálicas y
alusiones al
amor
dirigido a
un personaje
o personajes
masculinos.
Dicha
recopilación
esta
dedicada a
sus amigos
Bebe y
Carlos Mora,
y otras
amistades.
La obra
contiene
citas de
poemas de
Luis Cernuda
y Vicente
Aleixandre,
poetas del
‘grupo del
27’, amigos
de Lorca.
Todos estos
poemas son
de
inspiración
surrealista.
La soledad y
la
desesperación
son los
temas
principales.
La ciudad de
Nueva York
aparece como
un lugar de
oprimidos en
el que las
máquinas y
la evolución
de la
metrópolis
deshumanizan
y
desnaturalizan
al hombre.
Los poemas
aluden a
temas muy
variados: 1.
Poemas de la
soledad en
Columbia
University;
2. Los
negros; 3.
Calles y
sueños; 4.
Poema del
lago Edem
Mills; 5. En
la cabaña
del Farmer,
campo de
Newbury; 6.
Introducción
a la muerte.
Poemas de la
soledad de
Vermont; 7.
Vuelta a la
ciudad; 8.
Dos odas; 9.
Huida de
Nueva York.
Dos valses
hacia la
civilización;
y 10. El
poeta llega
a La Habana.
|
|
|
|
|
Dibujo de Federico García Lorca. Fuentevaqueros (Granada), 5 de junio de 1989 - Víznar (Granada), 18 de agosto de 1936. |
|
|
La mayoría
de los
estudios que
se han
llevado a
cabo sobre
la obra
lorquiana
tienden a
concentrarse
en las
imágenes y
en su oscuro
simbolismo.
Algunos
críticos
señalan la
ambivalencia
característica
de numerosos
poemas de la
obra. En
efecto;
reúnen dos o
más palabras
de sentido
antitético
en una misma
unidad
semántica,
lo que
proporciona
a la obra
una fuerte
ambigüedad.
Esta
estrategia
literaria
evoca a un
hombre que
sentía en su
interior la
angustia
provocada
por fuerzas
opuestas o
por un
destino,
concebido
como
conflicto
entre el
amor y la
muerte.
La
ambigüedad
de las
imágenes
revela una
polivalencia
de voces
poéticas. En
algunos de
sus poemas
observamos
un «yo»,
manifiestamente
la voz del
autor
dirigida a
un «tú» que
no es
necesariamente
el lector.
Podríamos
pensar que
ese «tú» es
la voz misma
del autor,
su otro
«yo». Ese
«tú» podría
ser otra
persona
distinta del
lector a
quien el
poeta
desconoce.
El autor se
introduce en
el
surrealismo
a través de
una
evolución
natural de
su
temperamento
poético y
encuentra,
en su
violento y
extraño
lenguaje,
una nueva
lengua para
expresar la
frustración,
la
brutalidad y
la muerte,
temas que
han ocupado
la mente de
Lorca
durante gran
parte de su
vida. «Tu
infancia en
mentón»
forma parte
de los
primeros
poemas de la
obra: poemas
de la
soledad en
Columbia
University.
Es el único
poema de
metro fijo:
endecasílabos
blancos.
Aunque sea
un poema
difícil de
comprender e
interpretar,
no es tan
oscuro como
el resto de
la
composición.
La
inesperada
alusión a la
mitología
clásica está
muy
presente.
Lorca
inaugura el
poema con
los versos
de Jorge
Guillén
(1893-1984),
«oda a la
celebración
de la
infancia»
que, además
de
introducirlo,
los repite
tres veces y
lo concluye.
Pero esta
alusión casi
sarcástica
está lejos
de evocar la
inocencia y
la
ingenuidad
de un niño.
El poeta se
dirige a una
persona
concreta a
quien parece
haberle dado
mucho y que
permanece
abstracta e
imperceptible.
Lorca
establece
una
diferencia
de
sensibilidad
y de
pensamiento
entre él y
la persona a
quien se
dirige. Una
persona que
esconde una
parte de sí
misma, en
público, y
que revela
únicamente
«en los
hoteles».
Lorca había
ofrecido
algo que le
habían
rechazado,
«una norma
de amor». Lo
que había
intentado
dar se le
rechaza a
causa de
«breves
sueños
indecisos»,
expresión
que puede
sugerirnos
encuentros
nocturnos
privados del
amor que
Lorca había
dado. La
persona en
cuestión
aparece
sucesivamente
resintiendo
una falta de
perspicacia
«tu alma
antigua que
no
entiende».
Existe una
oposición
entre Lorca
y la persona
a la que va
dirigido el
poema: por
un lado, el
amor
masculino,
la belleza,
la poesía y,
por otro, la
felicidad y
la fealdad.
La máscara
rota, «he
roto la
máscara que
llevas»,
determina el
hecho de
asumir su
verdadera
identidad
sexual:
Pero yo he
de buscar
por los
rincones
Tu alma
tibia sin ti
que no
entiende,
Con el dolor
de Apolo
detenido
Con que he
roto la
máscara que
llevas.
La alusión a
la fábula
«la fábula
de fuentes»
indica una
actitud de
nostalgia y
de
alejamiento
frente a la
infancia.
Dicho poema
de amor se
destina a un
«tú» sin
identificación
cuyo sexo no
se
especifica
claramente,
pero parece
ser el de un
hombre.
Expresa la
doble
angustia de
un amor
declarado a
un «tú», un
amor
rechazado,
socialmente
tabú. En la
mayoría de
los versos
puede
deducirse
que dicho
«tú» desvela
una voz
diferente
del «yo» del
autor, un
ex-amante a
quien el
poeta hace
referencia
con
nostalgia y
amargura. La
caracterización
del «tú»
como objeto
de amor del
«yo» puede
interpretarse
como un
reproche al
ex-amante y
su abandono.
Lo que
podría
explicar en
la
personalidad
del autor la
evocación
nostálgica
de su propia
infancia
disfrazada
con la
infancia de
otro. Podría
distinguirse
aquí un duro
conflicto
matizado
mediante la
tensión
erótica, la
evocación
nostálgica
de la
infancia, la
inocencia
perdida. A
lo largo del
poema pueden
establecerse
varios
paralelismos
que
dificulta la
separación
de ambos.
Sí, tu niñez
ya fábula de
fuentes.
El tren y la
mujer que
llena el
cielo.
Tu soledad
esquiva en
los hoteles
Y tu máscara
pura de otro
signo.
La
ignorancia
del
encuentro
amoroso se
vuelve
estéril
porque la
pasión
amorosa con
el otro,
definido
como Apolo,
se despierta
en la triste
realidad. Lo
que Lorca
había
intentado
entregar es
rechazado
por sueños
breves
indecisos
que sugieren
encuentros
nocturnos
sin el amor
que él había
ofrecido.
Es tu yerta
ignorancia
donde estuvo
Mi torso
limitado por
el fuego.
Norma de
amor te di,
hombre de
Apolo,
Llanto con
ruiseñor
enajenado,
Pero, pasto
de ruina, te
afilabas
Para los
breves
sueños
indecisos.
Solo y
diferente de
los otros,
el poeta
busca la
verdadera
esencia
ajena,
desprovista
de la
máscara
cómplice que
lo disimula
todo,
particularmente
su propia
alma. Se
trata de
buscar la
infancia en
que el amor
desinteresado
era posible.
El recuerdo
de Apolo
evoca la
desilusión
erótica y el
abatimiento
con una
referencia a
la
homosexualidad.
Pero yo he
de buscar
por los
rincones
Tu alma
tibia sin
ti, que no
te entiende,
Con el dolor
de Apolo
detenido
Con que he
roto la
máscara que
llevas.
La amargura
del amor y
la amargura
del mar se
encuentran
en la
paranomasia
«amor-mar».
Las dos
palabras
«amor» y
«mar»
permanecen
así unidas
convirtiéndose
en una de
las claves
del poema.
Pero este
amor tiene
algo
prohibido y,
por ello, no
quiere saber
nada de
quienes no
comprenden
su identidad
homosexual y
creen que es
un acto
estéril,
impidiéndole
expresar sus
sentimientos.
No me tapen
la boca los
que buscan
Espigas de
Saturno en
la nieve
O castran
animales por
un cielo.
Saturno y
Cronos no
representan
el tiempo en
este poema,
sino su
doble origen
mitológico,
encarnado,
por un lado,
por el dios
griego que
se revela
contra su
padre Urano
para vengar
a su madre
Gea y
escapar así
de las
profundidades
en las que
sus hermanos
estaban
encerrados.
Por otro
lado, el
dios romano,
en relación
con la edad
de oro,
cuando la
tierra era
fértil y los
hombres
dioses
vivían en
comunidad.
Se trataría
de un grito
rebelde
frente a las
exigencias
de la
normalidad y
en contra de
la norma que
impone la
fertilidad y
la
reproducción
para
perpetuar la
especie.
Te he de
buscar
pequeña y
sin raíces.
En esta
búsqueda, la
infancia del
«yo» y la
infancia del
ser amado
forman una
única
identidad,
como dos
cuerpos que
se funden en
uno solo en
el instante
erótico.
Únicamente
en este
espacio de
intersección
entre el
«yo» y el
«tú», la
devoción
amorosa se
hace
posible.
Allí, león,
allí furia
del cielo
Te dejaré
pacer en mis
mejillas.
Sin embargo,
Apolo ya no
se parece al
niño dios
cuya
epifanía se
nos narra en
el himno
homérico; no
se refiere a
la infancia,
sino a la
edad adulta.
La infancia
del ser
amado y la
infancia del
poeta se
separan del
ser actual
como el
fondo de la
forma. Esta
disyunción
significa a
su vez la
unión
imposible
entre el
amante y la
persona
amada. El
carácter
antitético
del amor se
transmite
subrayado en
el siguiente
verso:
¡Amor de
siempre,
amor, amor
de nunca !
La imagen de
la
castración
nos recuerda
la muerte
que Cronos
provocó a su
padre,
Urano,
personificación
del cielo,
con la hoz
que su madre
le procuró.
El mismo
instrumento
con el que
este último
enseñó a los
hombres a
cultivar la
tierra. La
espiga
representa,
pues, la
metáfora
metonímica
que esconde
la hoz
parricida.
Los animales
castrados
anuncian una
clara
inhibición
sexual.
Saturno
evocaba al
dios de la
cosecha y la
espiga de
trigo,
símbolo
tradicional
de
fertilidad,
que no podrá
encontrarse
en la nieve
fría, imagen
de la
esterilidad:
No me tapen
la boca los
que buscan
Espigas de
Saturno por
la nieve.
Dicha
oposición
añade cierta
ambigüedad
al verdadero
sentido del
poema y el
sentimiento
de
inhibición
se
recapitula
en la
negación de
la
desesperación.
¡Amor de
siempre,
amor, amor
de nunca!
La infancia
del mar,
como imagen
de vida, se
convierte en
la infancia
del amor:
Amor, amor,
amor, niñez
del mar.
De ahí, las
connotaciones
de candor e
inocencia:
Amor, amor
un vuelo de
la corza
Por el pecho
sin fin de
la blancura.
Al final del
poema, la
infancia y
el amor
aparecen
claramente
en relación
con la
existencia y
«las hojas»,
con ayuda
del aire nos
conducen
hasta una
época en que
el
encuentro,
hoy
inaccesible,
era posible.
Ni tú, ni
yo, ni el
aire, ni las
hojas.
Sí, tu niñez
ya fábula de
fuentes.
El poema
refleja el
dolor, la
infancia
perdida y la
pérdida de
la inocencia
sexual.
Texto de
tema muy
personal,
donde
encontramos
una
indicación
de soledad.
Se observa,
además, un
problema de
identidad
que
transmite la
amargura y
el estado de
ánimo del
poeta. Los
símbolos que
enriquecen
el poema y
que
encierran
una
atmósfera
riquísima y
variada
representan
el elemento
clave del
universo
mítico del
autor, que
nos revela
significados
múltiples y
contradictorios:
La luna:
anuncia la
muerte,
pero, a
veces, tiene
una función
fecundadora.
El caballo:
simboliza la
vitalidad,
la
masculinidad,
la virilidad
con
connotaciones
eróticas.
Lo roto:
sugiere
violencia.
El vacío:
revela lo
absurdo y la
alienación.
La
naturaleza
destruida
por la
civilización:
representa
la libertad
y la vida.
La nieve:
ilustra la
esterilidad.
Poeta en
Nueva York
y otra forma
de arte: el
baile
|
|
|
|
Lorca tocando el piano en su casa de Granada (1935). |
|
|
|
La obra de
Lorca ha
sido objeto
de
representaciones
y puestas en
escena:
teatro y
baile. Poeta en
Nueva York
ha inspirado
a una gran
variedad de
artistas:
bailaores de
flamenco,
bailes y
danzas de
todos los
estilos:
folk, jazz,
hip hop,
salsa.
Desde 2003,
la obra
inspira a
bailaores,
bailarines,
escenógrafos
y
realizadores.
Concretamente,
a Rafael
Amargo,
bailaor de
flamenco,
quien ha
adaptado la
obra de
Lorca a su
espectáculo,
que
representa
primero en
Madrid y más
tarde en
Jerez. El
flamenco
constituye
la base de
su
espectáculo,
pero
incluye,
además,
distintos
registros
sonoros como
el jazz, el
folk y la
música
latina. Con
el folk,
utiliza a
sus
bailarinas y
lleva a la
escena el
retiro al
campo del
poeta.
A través de
la
representación
se nos
desvela la
evolución de
Lorca en
Nueva York y
su
adaptación a
la sociedad,
sin
renunciar
por ello a
sus puntos
de vista,
que se dejan
entrever
bajo la
forma de un
arte propio
de su
cultura y
que tantas
huellas ha
dejado en su
persona
desde
siempre: el
flamenco y
el cante
jondo.
La bailaora
y coreógrafa
Blanca Li ha
dirigido un
espectáculo
multidisciplinario
del Centro
Andaluz de
baile que
tuvo lugar
en los
jardines del
Generalife
del palacio
de la
Alhambra,
del 19 de
julio al 31
de agosto de
2007, con
ocasión de
los ‘Veranos
de Lorca’,
organizados
por el
Ayuntamiento
granadino
cada verano
y desde hace
ya cuatro
años.
Blanca Li,
originaria
de Granada
como Lorca,
ha vivido
también la
experiencia
neoyorquina
con el
objetivo de
su formación
y ha
intentado
comprender
el estado de
ánimo del
autor a su
paso por
Nueva York.
En este
sentido, la
artista se
identifica
con el
autor. Según
su propia
experiencia,
Blanca Li ha
podido
comprender
las
emociones
del poeta al
llegar a un
nuevo mundo
completamente
diferente de
su Granada
natal.
En esta
adaptación
de la obra
de Lorca, el
flamenco
representa
el pasado
del autor,
sus
referencias
más íntimas.
El jazz es
el reflejo
de la gran
ciudad,
mientras el
hip hop
intenta
sintetizar,
con un ritmo
mestizo y
urbano de
hoy, las
emociones
del poeta al
descubrir
Harlem, el
barrio negro
neoyorquino.
Los
principales
protagonistas
del
espectáculo
son: el
estrés, la
agitación de
la gran
ciudad, la
locura de
los años
veinte, la
decadencia
de la gran
depresión
con el crack
bursátil, la
miseria de
los barrios
judíos en
contraste
con la
alegría, el
ritmo y la
simplicidad
del modo de
vida cubano.
Podemos
comprobar
que la obra
de Lorca y
el flamenco
establecen
una estrecha
relación, al
menos cuando
las escenas
intentan
inspirarse
de los
versos del
autor
andaluz. La
tendencia va
más allá del
«cante
jondo». La
bailaora y
coreógrafa
Blanca Li no
ha querido
ignorar las
quejas, los
gritos, las
impudencias
y el zapateo
en un
espectáculo
que el
programa
‘Lorca y
Granada
2007’
proponía en
le teatro
del
Generalife
en la
Alhambra.
Precisamente,
el bailaor
de flamenco
Andrés Marín
representa a
Lorca
vestido con
camisa
blanca,
aunque
parece haber
olvidado la
emblemática
y muy
característica
pajarita tan
representativa
de Federico,
y traje gris
metalizado
que
transmite la
imagen del
poeta ante
este mundo
metálico
inspirado
por la nueva
civilización
a la que
acaba de
llegar. El
bailaor
transmite la
situación,
el estado de
ánimo y su
visión de la
ciudad de
Nueva York.
El bailarín
aparece como
un
observador
en esta
representación
ecléctica
del viaje
realizado
por Lorca en
1929.
|
|
|
|
|
Cartel del espectáculo “Los Veranos de Lorca”. Granada 2007. |
|
|
El papel del
bailaor es
la
presencia,
marcada
sobre todo
por la
mirada y no
tanto por la
acción;
sujeto
pasivo
alrededor
del cual
todo se
realiza.
Pero eso no
significa
sosiego. El
bailarín se
expresa en
la escena
mediante su
baile, un
baile
fragmentario
en absoluto
continuo. De
esta manera,
se presenta
al poeta en
la soledad,
ante el
reflejo
metálico de
un planeta
ovoide e
irreal,
unido a la
tierra
madre,
representada
por el
cante. En el
marco mágico
y alucinante
de los
jardines del
Generalife
se
entremezclan
los olores
de las
flores y la
hierba al
son de los
abanicos,
bajo la luna
y la atenta
mirada de la
Alhambra. El
bailaor y la
cantaora de
flamenco
aparecen
rodeados por
tres
dimensiones,
un amalgama
variada de:
bailes,
músicas,
proyecciones
de luces e
incluso
lluvia. Una
representación
espectacular
desde el
fondo hasta
la forma.
Los
bailarines,
versátiles,
dibujan
movimientos
al ritmo de
las músicas
de
diferentes
estilos: hip hop,
flamenco,
jazz y
dibujos
coreográficos,
acentuados
por una
dinámica
perpetua
realzada de
cierto
mestizaje.
Esta
representación
se convierte
en un
espectáculo
único y
original,
rico en
colores, en
el que los
bailes y
ritmos
diversos
acompañados
del cante,
son la voz
del poeta
que se hace
presente en
este
ambiente
mágico de su
ciudad
natal. La
posibilidad
de asistir a
una
representación
tan
excepcional
es un
privilegio
para el
espectador,
que se
encuentra
durante casi
dos horas
rodeado de
una
atmósfera
sin igual.
Al final de
la
actuación,
el auditorio
tiene la
impresión de
que dicha
coreografía,
pensada para
este lugar,
corresponde
a la imagen
de su autor.
El
espectáculo
viajará por
ciudades de
diferentes
partes del
mundo, a las
que,
desgraciadamente,
no podrá
llevarse la
magia y el
encanto de
los jardines
del
Generalife.
«Poesía de
América».
Salvador
Dalí
Los
diferentes
temas que
Federico
García Lorca
refleja en
su obra Poeta en
Nueva York
inspiraron
también a
artistas que
mantuvieron
una relación
privilegiada
e íntima con
él, es el
caso de
Salvador
Dalí.
Según los
críticos de
arte, el
cuadro de
Dalí «Poesía
de América»
traduce una
connotación
del efecto
de la
esclavitud,
una
simbología
en torno al
hombre
blanco, su
decadencia y
la
encarnación
de una
humanidad
renovada
para el
hombre
negro. Se
puede ver
una gran
llanura con
las colinas
de Cadaqués
y el cabo de
Creus. En el
centro se
encuentran
dos atletas:
del pecho
del atleta
de la
derecha
cuelga una
botella de
Coca-Cola,
símbolo del
poder
económico
americano.
La ropa
evoca el
Renacimiento
italiano. Se
establece un
paralelismo
con la
imagen
superior:
una torre
hexagonal y
encima de la
puerta un
reloj del
que cuelga
el mapa
blando de
África. El
autor hace
referencia
al mundo de
los negros
de América.
De la
espalda del
atleta de la
izquierda
aparece un
hombre que
mantiene en
su dedo
índice el
huevo del
mundo
futuro. En
un segundo
plano, un
adolescente
desnudo y
pensativo
parece
perdido en
su soledad.
Al estudiar
la obra de
Dalí, este
cuadro se
sitúa en el
periodo de
los años
treinta,
cuando el
pintor se
marcha a
América con
su esposa
Gala. Lo
primero que
llama la
atención es
el título «
La Poesía de
América »;
inmediatamente
después,
comprobamos
elementos
que se
encuentran
en Poeta
en Nueva
York y
también en:
«Tu infancia
en mentón».
Los dos
atletas
podrían
representar
la imagen de
Apolo, por
un lado, y,
por otro,
las dos
voces del
poema que,
en el fondo,
son la voz
misma de
Lorca. En
esta pintura
no hay
mujeres sino
dos cuerpos
masculinos
que se
parecen, uno
de los dos
podría
simbolizar
la
homosexualidad
que llegó a
atribuirse a
Dalí, que él
nunca
reconoció y
que Lorca ha
conseguido
aceptar y
reconocer
como parte
de sí mismo.
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"Poesía de América" (1943) de Salvador Dalí i Doménech,
Pintura al óleo 116 x 79 cm.
Teatro Museo Dalí. |
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El
adolescente
recuerda la
soledad ante
una nueva
vida y el
mundo futuro
que rodea al
artista,
representado
por el huevo
que aparece
una vez más
en el
espectáculo
de baile,
posee un
verdadero
significado
para el
surrealismo,
símbolo de
lo nuevo, de
aquello que
está por
nacer.
En toda la
obra de
Lorca, el
mundo de los
negros y el
de la
esclavitud
parecen
estar
presentes,
puestos de
manifiesto
por el mapa
de África.
El reloj es
una
referencia
al pasado en
la memoria
de Lorca. Su
Granada
natal, en
oposición a
la botella
de
Coca-Cola,
que refleja
el momento
presente,
una nueva
civilización,
un nuevo
paisaje y
una nueva
vida. Todas
estas nuevas
experiencias
influencian
la
personalidad,
los
pensamientos
y las
tendencias
estilísticas
del poeta.
Los
diferentes
estudios
sobre la
obra de
Lorca
confirman
que si el
poeta no
hubiera
conocido a
Dalí, Poeta en
Nueva York
no hubiera
existido
nunca. Dalí
podría haber
titulado su
cuadro como
una
referencia
posible a su
antigua
amistad con
Lorca. El
título
«Poesía de
América», de
1943, evoca
el
pensamiento
trastornado
del poeta,
perturbado
entre dos
identidades.
Pensamiento
honorífico
surrealista
entre dos
artes, el de
la pintura y
el de la
poesía, pero
también el
de un cambio
de opinión
que los
expertos
traducen
como una
premonición
de la
Segunda
Guerra
Mundial.
Conclusión
La temática
del poema
puede
interpretarse
como un
diálogo
entre el
autor y su
homosexualidad
o entre el
autor y un
amor roto,
deshecho.
Justo antes
de su salida
para Nueva
York, Dalí
se había
alejado de
Lorca para
marcharse a
París con
Buñuel, con
el objetivo
de rodar la
película «Un
perro
andaluz».
Podemos
suponer que
su viaje a
Nueva York
estuvo
motivado por
un deseo de
liberar su
homosexualidad
o para
olvidar su
decepción
amorosa
provocada
por el
rechazo de
Dalí o por
el fracaso
de su
relación
sentimental
con el
escultor
Emilio
Aladrén. El
amor sigue
siendo un
deseo
impotente,
cercano a la
muerte;
Lorca afirma
el valor de
la vida,
pero la
victoria de
la vida y
del amor
permanece
improbable
debido a la
presencia
constante de
la muerte.
Su viaje a
Nueva York
con el
pretexto de
aprender
inglés sólo
era una
forma de
terapia para
luchar
contra la
sombra de la
depresión;
sus poesías
más amargas
datan del
otoño-invierno
1929-30. En
Poeta en
Nueva York,
los poemas
siguen un
orden
cronológico,
el de un
modelo
biográfico
de la
estancia de
Lorca en
América. El
tema general
del libro se
refiere a la
pura
alienación
personal en
un ambiente
urbano
rodeado de
dolores y
angustias,
un mundo
deshumanizado
donde el
materialismo
sobrepasa y
aplasta lo
espiritual.
Los poemas
de la obra
siguen la
difícil
línea de la
interpretación
propia al
surrealismo
que puede
definirse
como un
movimiento
del que se
han
eliminado
todas las
divisiones
entre lo
consciente y
el
subconsciente.
La
existencia
de símbolos
negativos y
positivos
identificables
indica que
la
estructura
de los
poemas tiene
una
dimensión
moral. Esto
explicaría
una cierta
influencia
del
expresionismo,
que se
caracteriza
no sólo por
su violencia
emotiva,
sino también
por su
compromiso y
su utopismo
político.
La poesía de
Lorca
presenta una
visión del
hombre y de
la sociedad
con
cualidades
expresionistas.
Podría
definirse la
obra como un
amalgama de
técnicas y
de temas
surrealistas.
La
dificultad
de estas
poesías se
sitúa sobre
todo en el
lenguaje
figurado y
simbólico.
Las imágenes
de Lorca,
sometidas a
una
verdadera
deformación,
impiden una
comprensión
razonada y
favorecen
una
verdadera
intensidad
emotiva. La
ambigüedad
de los
poemas en Poeta en
Nueva York,
con libres
asociaciones
de palabras,
remite a los
lectores
hacia un
lenguaje
difícil de
descifrar.
El tema
fundamental
de la obra
es el poeta
y no la
ciudad.
Nueva York
proporciona
un contexto
para
examinar los
temas que
desde
siempre
angustian al
autor: la
vida, la
muerte, el
amor y la
esterilidad.
Manifiesta
también una
crisis de
identidad,
que el autor
resuelve a
través de
sus poemas.
Con esta
serie de
poemas,
realmente
excepcionales,
consigue
crear una
lengua
original
elaborada y
desarrollada
hacia el
surrealismo:
los símbolos
y la
formación de
imágenes son
un medio de
expresión de
gran riqueza
y sutilidad
emotiva.
La obra de
Lorca sigue
inspirando
las
realizaciones
de artistas
contemporáneos
en todos los
ámbitos del
cine, la
pintura y la
música, como
en su época
con Buñuel,
Dalí y
Falla.
Actualmente
las
representaciones
de Blanca Li
perpetúan,
con la
puesta en
escena, el
pensamiento
surrealista
a través del
baile, el
flamenco, la
voz del
poeta y las
músicas del
mundo, como
los ritmos
cubanos y el
jazz, entre
otros.
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