N.º 60

MARZO-ABRIL 2009

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FEDERICO GARCÍA LORCA.

SIMBOLISMO Y AMBIGÜEDAD DE UN POETA: CONTROVERSIA ENTRE IDENTIDAD E ILUSIÓN

Por Carmen M.ª Matías López & Philippe Campillo

  

  

S

e ha considerado a Federico García Lorca el mayor representante de la poesía surrealista del siglo XX. Su obra poética puede dividirse en dos partes principales: la de sus poemas de juventud y otra más innovadora, constituida por la recopilación de poemas Poeta en Nueva York», donde el estilo de Lorca es el de la poesía surrealista. El poema «Tu infancia en mentón» evoca de manera latente la personalidad ambigua del poeta que expresa y justifica su homosexualidad, difícil de aceptar en un primer momento y de reconocer abiertamente más tarde. El simbolismo y las imágenes del poema reflejan el diálogo entre dos personalidades, su homosexualidad y su apariencia exterior. Las metáforas echan raíces en su infancia para resurgir en su estado de ánimo, inundado por la angustia y la decepción amorosa; la muerte, siempre latente en su pluma y a lo largo de su vida, aparece bajo la forma compleja de alusiones mitológicas. Lorca, poeta además de músico y dibujante, sigue inspirando, mediante los ritmos brillantes y poéticos de su obra Poeta en Nueva York, espectáculos y puestas en escena de gran éxito. Poeta de la muerte y de la alegría andaluza que, al mismo tiempo, desafía este miedo, se manifiesta en la original realización artística de su compatriota y paisana Blanca Li (2007). En los bailes, músicas y ritmos se entremezclan la visión sorprendente de un mundo nuevo, el de los años veinte en Nueva York, y la descripción surrealista del autor, que podría expresarse también en el cuadro de Dalí titulado «Poesía de América» (1943).

  

  

 «Poesía es la unión de dos palabras

que uno nunca supo que pudieran juntarse,

 y que forman algo así como un misterio.»

FEDERICO GARCÍA LORCA

  

  

«Tu infancia en mentón». Poeta en Nueva York

Federico García Lorca (1898-1936) forma parte de la ‘generación del 27’ y se convierte en el poeta que más influencia la literatura del siglo XX. La serie de poemas que componen Poeta en Nueva York no es más que una recopilación de poemas que se publica en 1940, escritos no como un libro sino como un grupo de poemas aislados que se estructuran más tarde. La crítica literaria en general pone en duda que Lorca hubiera previsto el orden de los poemas que conocemos hoy. El poeta los compone entre 1929 y 1930 en Nueva York, donde reside como estudiante en la universidad de Columbia.

Poeta en Nueva York es, en parte, una obra autobiográfica. Muchos de estos poemas utilizan la primera persona y expresan las experiencias del autor. Son la consecuencia de una crisis personal asociada a la crisis económica de los Estados Unidos entre 1929-1930. El tema del amor es el del amor homosexual. En Poeta en Nueva York no hay mujeres, únicamente niñas. Sin embargo, aparecen muchos hombres, imágenes fálicas y alusiones al amor dirigido a un personaje o personajes masculinos.

Dicha recopilación esta dedicada a sus amigos Bebe y Carlos Mora, y otras amistades. La obra contiene citas de poemas de Luis Cernuda y Vicente Aleixandre, poetas del ‘grupo del 27’, amigos de Lorca. Todos estos poemas son de inspiración surrealista. La soledad y la desesperación son los temas principales. La ciudad de Nueva York aparece como un lugar de oprimidos en el que las máquinas y la evolución de la metrópolis deshumanizan y desnaturalizan al hombre.

Los poemas aluden a temas muy variados: 1. Poemas de la soledad en Columbia University; 2. Los negros; 3. Calles y sueños; 4. Poema del lago Edem Mills; 5. En la cabaña del Farmer, campo de Newbury; 6. Introducción a la muerte. Poemas de la soledad de Vermont; 7. Vuelta a la ciudad; 8. Dos odas; 9. Huida de Nueva York. Dos valses hacia la civilización; y 10. El poeta llega a La Habana.

   
    

 

Dibujo de Federico García Lorca. Fuentevaqueros (Granada), 5 de junio de 1989 - Víznar (Granada), 18 de agosto de 1936.

   

La mayoría de los estudios que se han llevado a cabo sobre la obra lorquiana tienden a concentrarse en las imágenes y en su oscuro simbolismo. Algunos críticos señalan la ambivalencia característica de numerosos poemas de la obra. En efecto; reúnen dos o más palabras de sentido antitético en una misma unidad semántica, lo que proporciona a la obra una fuerte ambigüedad. Esta estrategia literaria evoca a un hombre que sentía en su interior la angustia provocada por fuerzas opuestas o por un destino, concebido como conflicto entre el amor y la muerte.

La ambigüedad de las imágenes revela una polivalencia de voces poéticas. En algunos de sus poemas observamos un «yo», manifiestamente la voz del autor dirigida a un «tú» que no es necesariamente el lector. Podríamos pensar que ese «tú» es la voz misma del autor, su otro «yo». Ese «tú» podría ser otra persona distinta del lector a quien el poeta desconoce.

El autor se introduce en el surrealismo a través de una evolución natural de su temperamento poético y encuentra, en su violento y extraño lenguaje, una nueva lengua para expresar la frustración, la brutalidad y la muerte, temas que han ocupado la mente de Lorca durante gran parte de su vida. «Tu infancia en mentón» forma parte de los primeros poemas de la obra: poemas de la soledad en Columbia University. Es el único poema de metro fijo: endecasílabos blancos. Aunque sea un poema difícil de comprender e interpretar, no es tan oscuro como el resto de la composición. La inesperada alusión a la mitología clásica está muy presente.

Lorca inaugura el poema con los versos de Jorge Guillén (1893-1984), «oda a la celebración de la infancia» que, además de introducirlo, los repite tres veces y lo concluye. Pero esta alusión casi sarcástica está lejos de evocar la inocencia y la ingenuidad de un niño.

El poeta se dirige a una persona concreta a quien parece haberle dado mucho y que permanece abstracta e imperceptible. Lorca establece una diferencia de sensibilidad y de pensamiento entre él y la persona a quien se dirige. Una persona que esconde una parte de sí misma, en público, y que revela únicamente «en los hoteles». Lorca había ofrecido algo que le habían rechazado, «una norma de amor». Lo que había intentado dar se le rechaza a causa de «breves sueños indecisos», expresión que puede sugerirnos encuentros nocturnos privados del amor que Lorca había dado. La persona en cuestión aparece sucesivamente resintiendo una falta de perspicacia «tu alma antigua que no entiende». Existe una oposición entre Lorca y la persona a la que va dirigido el poema: por un lado, el amor masculino, la belleza, la poesía y, por otro, la felicidad y la fealdad. La máscara rota, «he roto la máscara que llevas», determina el hecho de asumir su verdadera identidad sexual:

  

Pero yo he de buscar por los rincones

Tu alma tibia sin ti que no entiende,

Con el dolor de Apolo detenido

Con que he roto la máscara que llevas.

  

La alusión a la fábula «la fábula de fuentes» indica una actitud de nostalgia y de alejamiento frente a la infancia. Dicho poema de amor se destina a un «tú» sin identificación cuyo sexo no se especifica claramente, pero parece ser el de un hombre. Expresa la doble angustia de un amor declarado a un «tú», un amor rechazado, socialmente tabú. En la mayoría de los versos puede deducirse que dicho «tú» desvela una voz diferente del «yo» del autor, un ex-amante a quien el poeta hace referencia con nostalgia y amargura. La caracterización del «tú» como objeto de amor del «yo» puede interpretarse como un reproche al ex-amante y su abandono. Lo que podría explicar en la personalidad del autor la evocación nostálgica de su propia infancia disfrazada con la infancia de otro. Podría distinguirse aquí un duro conflicto matizado mediante la tensión erótica, la evocación nostálgica de la infancia, la inocencia perdida. A lo largo del poema pueden establecerse varios paralelismos que dificulta la separación de ambos.

  

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

El tren y la mujer que llena el cielo.

Tu soledad esquiva en los hoteles

Y tu máscara pura de otro signo.

  

La ignorancia del encuentro amoroso se vuelve estéril porque la pasión amorosa con el otro, definido como Apolo, se despierta en la triste realidad. Lo que Lorca había intentado entregar es rechazado por sueños breves indecisos que sugieren encuentros nocturnos sin el amor que él había ofrecido.

  

Es tu yerta ignorancia donde estuvo

Mi torso limitado por el fuego.

Norma de amor te di, hombre de Apolo,

Llanto con ruiseñor enajenado,

Pero, pasto de ruina, te afilabas

Para los breves sueños indecisos.

  

Solo y diferente de los otros, el poeta busca la verdadera esencia ajena, desprovista de la máscara cómplice que lo disimula todo, particularmente su propia alma. Se trata de buscar la infancia en que el amor desinteresado era posible. El recuerdo de Apolo evoca la desilusión erótica y el abatimiento con una referencia a la homosexualidad.

  

Pero yo he de buscar por los rincones

Tu alma tibia sin ti, que no te entiende,

Con el dolor de Apolo detenido

Con que he roto la máscara que llevas.

  

La amargura del amor y la amargura del mar se encuentran en la paranomasia «amor-mar». Las dos palabras «amor» y «mar» permanecen así unidas convirtiéndose en una de las claves del poema. Pero este amor tiene algo prohibido y, por ello, no quiere saber nada de quienes no comprenden su identidad homosexual y creen que es un acto estéril, impidiéndole expresar sus sentimientos.

  

No me tapen la boca los que buscan

Espigas de Saturno en la nieve

O castran animales por un cielo.

  

Saturno y Cronos no representan el tiempo en este poema, sino su doble origen mitológico, encarnado, por un lado, por el dios griego que se revela contra su padre Urano para vengar a su madre Gea y escapar así de las profundidades en las que sus hermanos estaban encerrados. Por otro lado, el dios romano, en relación con la edad de oro, cuando la tierra era fértil y los hombres dioses vivían en comunidad. Se trataría de un grito rebelde frente a las exigencias de la normalidad y en contra de la norma que impone la fertilidad y la reproducción para perpetuar la especie.

  

Te he de buscar pequeña y sin raíces.

  

En esta búsqueda, la infancia del «yo» y la infancia del ser amado forman una única identidad, como dos cuerpos que se funden en uno solo en el instante erótico. Únicamente en este espacio de intersección entre el «yo» y el «tú», la devoción amorosa se hace posible.

  

Allí, león, allí furia del cielo

Te dejaré pacer en mis mejillas.

  

Sin embargo, Apolo ya no se parece al niño dios cuya epifanía se nos narra en el himno homérico; no se refiere a la infancia, sino a la edad adulta. La infancia del ser amado y la infancia del poeta se separan del ser actual como el fondo de la forma. Esta disyunción significa a su vez la unión imposible entre el amante y la persona amada. El carácter antitético del amor se transmite subrayado en el siguiente verso:

  

¡Amor de siempre, amor, amor de nunca !

  

La imagen de la castración nos recuerda la muerte que Cronos provocó a su padre, Urano, personificación del cielo, con la hoz que su madre le procuró. El mismo instrumento con el que este último enseñó a los hombres a cultivar la tierra. La espiga representa, pues, la metáfora metonímica que esconde la hoz parricida. Los animales castrados anuncian una clara inhibición sexual. Saturno evocaba al dios de la cosecha y la espiga de trigo, símbolo tradicional de fertilidad, que no podrá encontrarse en la nieve fría, imagen de la esterilidad:

  

No me tapen la boca los que buscan

Espigas de Saturno por la nieve.

  

Dicha oposición añade cierta ambigüedad al verdadero sentido del poema y el sentimiento de inhibición se recapitula en la negación de la desesperación.

  

¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!

 

La infancia del mar, como imagen de vida, se convierte en la infancia del amor:

  

Amor, amor, amor, niñez del mar.

  

De ahí, las connotaciones de candor e inocencia:

  

Amor, amor un vuelo de la corza

Por el pecho sin fin de la blancura.

  

Al final del poema, la infancia y el amor aparecen claramente en relación con la existencia y «las hojas», con ayuda del aire nos conducen hasta una época en que el encuentro, hoy inaccesible, era posible.

  

Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

  

El poema refleja el dolor, la infancia perdida y la pérdida de la inocencia sexual.

Texto de tema muy personal, donde encontramos una indicación de soledad. Se observa, además, un problema de identidad que transmite la amargura y el estado de ánimo del poeta. Los símbolos que enriquecen el poema y que encierran una atmósfera riquísima y variada representan el elemento clave del universo mítico del autor, que nos revela significados múltiples y contradictorios:

  

La luna: anuncia la muerte, pero, a veces, tiene una función fecundadora.

El caballo: simboliza la vitalidad, la masculinidad, la virilidad con connotaciones eróticas.

Lo roto: sugiere violencia.

El vacío: revela lo absurdo y la alienación.

La naturaleza destruida por la civilización: representa la libertad y la vida.

La nieve: ilustra la esterilidad.

  

Poeta en Nueva York y otra forma de arte: el baile

   

    

Lorca tocando el piano en su casa de Granada (1935).

 
   

La obra de Lorca ha sido objeto de representaciones y puestas en escena: teatro y baile. Poeta en Nueva York ha inspirado a una gran variedad de artistas: bailaores de flamenco, bailes y danzas de todos los estilos: folk, jazz, hip hop, salsa.

Desde 2003, la obra inspira a bailaores, bailarines, escenógrafos y realizadores. Concretamente, a Rafael Amargo, bailaor de flamenco, quien ha adaptado la obra de Lorca a su espectáculo, que representa primero en Madrid y más tarde en Jerez. El flamenco constituye la base de su espectáculo, pero incluye, además, distintos registros sonoros como el jazz, el folk y la música latina. Con el folk, utiliza a sus bailarinas y lleva a la escena el retiro al campo del poeta.

A través de la representación se nos desvela la evolución de Lorca en Nueva York y su adaptación a la sociedad, sin renunciar por ello a sus puntos de vista, que se dejan entrever bajo la forma de un arte propio de su cultura y que tantas huellas ha dejado en su persona desde siempre: el flamenco y el cante jondo.

La bailaora y coreógrafa Blanca Li ha dirigido un espectáculo multidisciplinario del Centro Andaluz de baile que tuvo lugar en los jardines del Generalife del palacio de la Alhambra, del 19 de julio al 31 de agosto de 2007, con ocasión de los ‘Veranos de Lorca’, organizados por el Ayuntamiento granadino cada verano y desde hace ya cuatro años.

Blanca Li, originaria de Granada como Lorca, ha vivido también la experiencia neoyorquina con el objetivo de su formación y ha intentado comprender el estado de ánimo del autor a su paso por Nueva York. En este sentido, la artista se identifica con el autor. Según su propia experiencia, Blanca Li ha podido comprender las emociones del poeta al llegar a un nuevo mundo completamente diferente de su Granada natal.

En esta adaptación de la obra de Lorca, el flamenco representa el pasado del autor, sus referencias más íntimas. El jazz es el reflejo de la gran ciudad, mientras el hip hop intenta sintetizar, con un ritmo mestizo y urbano de hoy, las emociones del poeta al descubrir Harlem, el barrio negro neoyorquino.

Los principales protagonistas del espectáculo son: el estrés, la agitación de la gran ciudad, la locura de los años veinte, la decadencia de la gran depresión con el crack bursátil, la miseria de los barrios judíos en contraste con la

alegría, el ritmo y la simplicidad del modo de vida cubano.

Podemos comprobar que la obra de Lorca y el flamenco establecen una estrecha relación, al menos cuando las escenas intentan inspirarse de los versos del autor andaluz. La tendencia va más allá del «cante jondo». La bailaora y coreógrafa Blanca Li no ha querido ignorar las quejas, los gritos, las impudencias y el zapateo en un espectáculo que el programa ‘Lorca y Granada 2007’ proponía en le teatro del Generalife en la Alhambra. Precisamente, el bailaor de flamenco Andrés Marín representa a Lorca vestido con camisa blanca, aunque parece haber olvidado la emblemática y muy característica pajarita tan representativa de Federico, y traje gris metalizado que transmite la imagen del poeta ante este mundo metálico inspirado por la nueva civilización a la que acaba de llegar. El bailaor transmite la situación, el estado de ánimo y su visión de la ciudad de Nueva York. El bailarín aparece como un observador en esta representación ecléctica del viaje realizado por Lorca en 1929.

   
    

 

Cartel del espectáculo “Los Veranos de Lorca”. Granada 2007.

   

El papel del bailaor es la presencia, marcada sobre todo por la mirada y no tanto por la acción; sujeto pasivo alrededor del cual todo se realiza. Pero eso no significa sosiego. El bailarín se expresa en la escena mediante su baile, un baile fragmentario en absoluto continuo. De esta manera, se presenta al poeta en la soledad, ante el reflejo metálico de un planeta ovoide e irreal, unido a la tierra madre, representada por el cante. En el marco mágico y alucinante de los jardines del Generalife se entremezclan los olores de las flores y la hierba al son de los abanicos, bajo la luna y la atenta mirada de la Alhambra. El bailaor y la cantaora de flamenco aparecen rodeados por tres dimensiones, un amalgama variada de: bailes, músicas, proyecciones de luces e incluso lluvia. Una representación espectacular desde el fondo hasta la forma. Los bailarines, versátiles, dibujan movimientos al ritmo de las músicas de diferentes estilos: hip hop, flamenco, jazz y dibujos coreográficos, acentuados por una dinámica perpetua realzada de cierto mestizaje.

Esta representación se convierte en un espectáculo único y original, rico en colores, en el que los bailes y ritmos diversos acompañados del cante, son la voz del poeta que se hace presente en este ambiente mágico de su ciudad natal. La posibilidad de asistir a una representación tan excepcional es un privilegio para el espectador, que se encuentra durante casi dos horas rodeado de una atmósfera sin igual. Al final de la actuación, el auditorio tiene la impresión de que dicha coreografía, pensada para este lugar, corresponde a la imagen de su autor. El espectáculo viajará por ciudades de diferentes partes del mundo, a las que, desgraciadamente, no podrá llevarse la magia y el encanto de los jardines del Generalife.

  

«Poesía de América». Salvador Dalí

Los diferentes temas que Federico García Lorca refleja en su obra Poeta en Nueva York inspiraron también a artistas que mantuvieron una relación privilegiada e íntima con él, es el caso de Salvador Dalí.

Según los críticos de arte, el cuadro de Dalí «Poesía de América» traduce una connotación del efecto de la esclavitud, una simbología en torno al hombre blanco, su decadencia y la encarnación de una humanidad renovada para el hombre negro. Se puede ver una gran llanura con las colinas de Cadaqués y el cabo de Creus. En el centro se encuentran dos atletas: del pecho del atleta de la derecha cuelga una botella de Coca-Cola, símbolo del poder económico americano. La ropa evoca el Renacimiento italiano. Se establece un paralelismo con la imagen superior: una torre hexagonal y encima de la puerta un reloj del que cuelga el mapa blando de África. El autor hace referencia al mundo de los negros de América. De la espalda del atleta de la izquierda aparece un hombre que mantiene en su dedo índice el huevo del mundo futuro. En un segundo plano, un adolescente desnudo y pensativo parece perdido en su soledad.

Al estudiar la obra de Dalí, este cuadro se sitúa en el periodo de los años treinta, cuando el pintor se marcha a América con su esposa Gala. Lo primero que llama la atención es el título « La Poesía de América »; inmediatamente después, comprobamos elementos que se encuentran en Poeta en Nueva York y también en: «Tu infancia en mentón».

Los dos atletas podrían representar la imagen de Apolo, por un lado, y, por otro, las dos voces del poema que, en el fondo, son la voz misma de Lorca. En esta pintura no hay mujeres sino dos cuerpos masculinos que se parecen, uno de los dos podría simbolizar la homosexualidad que llegó a atribuirse a Dalí, que él nunca reconoció y que Lorca ha conseguido aceptar y reconocer como parte de sí mismo.

   

    

"Poesía de América" (1943) de Salvador Dalí i Doménech,

Pintura al óleo 116 x 79 cm.

Teatro Museo Dalí.

 
   

El adolescente recuerda la soledad ante una nueva vida y el mundo futuro que rodea al artista, representado por el huevo que aparece una vez más en el espectáculo de baile, posee un verdadero significado para el surrealismo, símbolo de lo nuevo, de aquello que está por nacer.

En toda la obra de Lorca, el mundo de los negros y el de la esclavitud parecen estar presentes, puestos de manifiesto por el mapa de África.

El reloj es una referencia al pasado en la memoria de Lorca. Su Granada natal, en oposición a la botella de Coca-Cola, que refleja el momento presente, una nueva civilización, un nuevo paisaje y una nueva vida. Todas estas nuevas experiencias influencian la personalidad, los pensamientos y las tendencias estilísticas del poeta.

Los diferentes estudios sobre la obra de Lorca confirman que si el poeta no hubiera conocido a Dalí, Poeta en Nueva York no hubiera existido nunca. Dalí podría haber titulado su cuadro como una referencia posible a su antigua amistad con Lorca. El título «Poesía de América», de 1943, evoca el pensamiento trastornado del poeta, perturbado entre dos identidades. Pensamiento honorífico surrealista entre dos artes, el de la pintura y el de la poesía, pero también el de un cambio de opinión que los expertos traducen como una premonición de la Segunda Guerra Mundial.

  

Conclusión

La temática del poema puede interpretarse como un diálogo entre el autor y su homosexualidad o entre el autor y un amor roto, deshecho. Justo antes de su salida para Nueva York, Dalí se había alejado de Lorca para marcharse a París con Buñuel, con el objetivo de rodar la película «Un perro andaluz».

Podemos suponer que su viaje a Nueva York estuvo motivado por un deseo de liberar su homosexualidad o para olvidar su decepción amorosa provocada por el rechazo de Dalí o por el fracaso de su relación sentimental con el escultor Emilio Aladrén. El amor sigue siendo un deseo impotente, cercano a la muerte; Lorca afirma el valor de la vida, pero la victoria de la vida y del amor permanece improbable debido a la presencia constante de la muerte.

Su viaje a Nueva York con el pretexto de aprender inglés sólo era una forma de terapia para luchar contra la sombra de la depresión; sus poesías más amargas datan del otoño-invierno 1929-30. En Poeta en Nueva York, los poemas siguen un orden cronológico, el de un modelo biográfico de la estancia de Lorca en América. El tema general del libro se refiere a la pura alienación personal en un ambiente urbano rodeado de dolores y angustias, un mundo deshumanizado donde el materialismo sobrepasa y aplasta lo espiritual. Los poemas de la obra siguen la difícil línea de la interpretación propia al surrealismo que puede definirse como un movimiento del que se han eliminado todas las divisiones entre lo consciente y el subconsciente.

La existencia de símbolos negativos y positivos identificables indica que la estructura de los poemas tiene una dimensión moral. Esto explicaría una cierta influencia del expresionismo, que se caracteriza no sólo por su violencia emotiva, sino también por su compromiso y su utopismo político.

La poesía de Lorca presenta una visión del hombre y de la sociedad con cualidades expresionistas. Podría definirse la obra como un amalgama de técnicas y de temas surrealistas. La dificultad de estas poesías se sitúa sobre todo en el lenguaje figurado y simbólico. Las imágenes de Lorca, sometidas a una verdadera deformación, impiden una comprensión razonada y favorecen una verdadera intensidad emotiva. La ambigüedad de los poemas en Poeta en Nueva York, con libres asociaciones de palabras, remite a los lectores hacia un lenguaje difícil de descifrar.

El tema fundamental de la obra es el poeta y no la ciudad. Nueva York proporciona un contexto para examinar los temas que desde siempre angustian al autor: la vida, la muerte, el amor y la esterilidad. Manifiesta también una crisis de identidad, que el autor resuelve a través de sus poemas. Con esta serie de poemas, realmente excepcionales, consigue crear una lengua original elaborada y desarrollada hacia el surrealismo: los símbolos y la formación de imágenes son un medio de expresión de gran riqueza y sutilidad emotiva.

La obra de Lorca sigue inspirando las realizaciones de artistas contemporáneos en todos los ámbitos del cine, la pintura y la música, como en su época con Buñuel, Dalí y Falla. Actualmente las representaciones de Blanca Li perpetúan, con la puesta en escena, el pensamiento surrealista a través del baile, el flamenco, la voz del poeta y las músicas del mundo, como los ritmos cubanos y el jazz, entre otros.

   

   

PARA SABER MÁS:

EICH, C. Federico (1958): García Lorca, poeta de la intensidad. Madrid: Ed. Gredos.

EISENBERG, D. (1976): Poeta en Nueva York. Historia y Problemas de un texto de Lorca. Barcelona: Editorial Ariel.

FRIEDRICH, H. (1999) : Structure de la poésie moderne. Traduit de l'allemand par Michel-François Demet. Paris: Librairie Générale Française.

GARCÍA LORCA, F. : Poeta en Nueva York. Madrid: Cátedra, 1997.

GIBSON, Ian (1999): Lorca-Dalí: El amor que no pudo ser. Barcelona: Plaza & Janés.

MARCIAL DE ONIS, C. (1974): El Surrealismo y cuatro poetas de la generación del 27. (Ensayo sobre extensión y límites del surrealismo en la generación del 27). Madrid: Ed. J. Porrúa Turanzas.

VELASCO, J. (1996): Lorca: Poésie d’une vie. New Orleans, LA, USA: University Press of the South.

  

  

 

Carmen María Matías López es profesora de español en la Universidad Católica de Lille y doctorando en la Universidad de Lille 3. Laboratorio de Investigación CECILLE (Centre d’Etudes en Civilisations, Langues et Lettres Etrangères).

Philippe Campillo es profesor titular en la Universidad de Lille 2 y doctorando en la Universidad de Lille 3. Laboratorio de Investigación STL (Savoirs, Textes et Langage).

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Año VIII. Número 60. Marzo-Abril 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides.  Copyright © 2009 Carmen María Matías López & Philippe Campillo. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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