N.º 62

JULIO-AGOSTO 2009

8

  

GIBRALFARO

  

CRÍTICA LITERARIA

  

  

  

  

  

APUNTES LITERARIOS

  

Por Montse Jiménez Gambero

  

  

  

Lolita, Vladimir Nabokov

  

    

«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta:

 la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del
paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.»
VLADIMIR NABOKOV (Lolita, 1955)

  

  

“E

ra LO, sencillamente LO, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita”. “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía”. Pecado mío y, sin embargo, alma mía. Alma como hermana de Annabel, como una especial Annabel que hace real el vívido y lejano recuerdo de aquel primer (y único) amor anclado en el pasado y, al mismo tiempo, tan presente. Y único amor, Annabel, pues Lolita es pecado, fuego que arde en las entrañas, pues “el mal nínfeo que respiraba por cada poro de ese niña predestinada para mi secreto goce, haría imposible el secreto y letal el goce”. ¿No resumen estas palabras la esencia de la relación entre Lolita y Humbert?

   
     

 

Vladimir Nabokov (San Pe-tersburgo, 1899 - Montreux, Suiza, 1977), famoso por su novela Lolita, fue un escritor de origen ruso, nacionalizado estadounidense.

   

La historia narrada es una “mentira siniestra” acerca de la esencia de esta relación, donde se trata de explicar y hacer que los miembros del jurado a quienes van dirigidas estas memorias entiendan al que las escribe y su comportamiento: desde su infantil e inicial aventura amorosa-sexual con la joven Annabel y su prematura muerte a la tortuosa relación con una nínfula que adoraba el cine cuya edad no era equivalente a su “inocencia”, pasando por un fracasado matrimonio en Francia, tierra de origen de Humbert, y el proceso de seducción, conquista y semiaccidentado fin de la madre de Lolita, a quien Humbert detesta únicamente por ser madura y con quien sólo se casó por acercarse al malvado ángel pelirrojo que era su hija.

Si Humbert odiaba a aquellas estrellas de Hollywood adoradas por Dolly o Lo o Lolita, era por algo: nunca conseguirían una actuación tan brillante como las que representó él mismo en estas circunstancias concretamente. Y Lolita a él nunca lo admiró del mismo modo. Lástima que la pobre mujer estuviera tan enamorada de él, y lástima que encontrara los febriles escritos de Humbert. Pero, sin su muerte, Humbert Humbert nunca habrían comenzado su viaje. Y nosotros no hubiésemos leído sus memorias.

¿Es Humbert Humbert un maniático que privó a Dolores Haze de su niñez? Sí, H. H. es un maniático enamorado de un sueño que murió con Annabel, pero un hombre enfermo al fin y al cabo. Pero, en ningún momento, robó la inocencia de Lolita, trató de darle una infancia normal, salvo, claro, en aquel aspecto...

Humbert Humbert es una mente enferma con un triste final y un triste recuerdo, que no duda en ayudar a la sombra de su Lolita, con la que se encuentra pasados los años y no duda tampoco en prometerlo (“un nuevo Dios”) sólo para ella y agradecerle “con gritos desgarradores si me das una esperanza microscópica” algún día de vivir con él, otra vez... (¿en un pasado mejor?).

Pues para esa impertinente, caprichosa “y desamparada ante el espejo del cuarto de baño de algún hostal” y pelirroja niña, para ese “dulce, inmortal, desaparecido amor norteamericano”, está escrito Lolita, pues “ésta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir”.    

     

La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón    

¿Qué es La sombra del viento? A grandes rasgos, podríamos decir que no es más que el título de la novela escrita por un tal Julián Cárax, cuya fatal historia es revivida por un lector ávido y soñador de sus novelas, Daniel, dándole, eso sí, un fatal desenlace.

   
     

 

Portada de la novela

La sombra del viento,

de Carlos Ruiz Zafón.

(Ed. Planeta, Barcelona, 2004).

   

No es la historia que se nos cuenta lo que te impide levantar los ojos del libro, aunque huelga decir que ni una pega puede atribuírsele a la misma por lo perfectamente hilvanada que está. No son los personajes que desfilan por sus páginas y que evolucionan delante de nuestros ojos, haciéndonos dudar, en ocasiones, si son personajes ficticios o son personas con las que hemos convivido en nuestro día a día; tal es la caracterización de sus almas. No son estos personajes, decíamos, los que nos invitan a viajar por las páginas del libro, pues es mucho lo que nos agrada su compañía.

En un momento en el que el mundo editorial se halla (lamentablemente) invadido de best-sellers monotemáticos carentes de originalidad alguna, surge inesperablemente La sombra del viento, irrumpiendo en este panorama desolador con una prosa bella y una musicalidad narrativa a la que poco o nada nos tenían acostumbrados libros como el Código Da Vinci, al que, por otro lado, hemos de agradecerle que haya rescatado a cierto público lector atraído por la facilidad de su lectura y lo adictivo de su historia.

Es, precisamente, la manera de escribir lo que hace de ésta una novela “completa”, pues su misma belleza reside en lo sencillo de sus palabras.

  

Una reflexión mínima

Lo más maravilloso de encontrar un libro que te guste no es solamente el placer que encuentras mientras estás perdido en sus páginas, ni las ganas que sientes de cogerlo para seguir disfrutando de él, sino que, con el tiempo, tienes la sensación de que esa historia te ha regalado uno de los instantes más felices de tu vida.

  

  

Montse Jiménez Gambero (Málaga, 1979). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga, en la actualidad imparte clases de Lengua Castellana y literatura en el IES ‘Torre Atalaya’, de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. II Época. Año VIII. Número 62. Julio-Agosto 2009. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2009 Montse Jiménez Gambero. © 2002-2009 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

   

   

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