quella
tarde de junio parecía más calurosa de lo normal. El
curso escolar ya había terminado para los de
primarias. Eso explicaba los gritos y risas de los
niños que jugaban en las piscinas próximas. Para
Álex y Adrián el problema de los exámenes aún no
había concluido. Ellos estudiaban Bachillerato y se
hallaban en plena época de exámenes. Sin embargo, lo
que para muchos podría ser augurio de un merecido
descanso, para ellos significaba momentos de trabajo
y angustia. Y todo por el examen de Historia que
tenían dentro de dos días.
Eran
conscientes de que estaba en juego lo que habían
pensado hacer durante las vacaciones. Desde la
última evaluación, que había aprobado por los pelos,
apenas si habían tocado un libro. Los últimos
encuentros de la Liga, los estrenos de cine, dos
conciertos de música rap, el chateo
con los amiguetes, las prolongadas sesiones de
televisión... no habían dejado mucho tiempo para
echarle un vistazo a los acontecimientos que
tuvieron lugar en la Europa de fines del siglo XIX.
Ni idea de nada.
Álex y
Adrián estaban considerando dos vías distintas para
conseguir el aprobado que tanto deseaban. Se trataba
de dos planteamientos muy diferentes entre sí, tanto
en sus ventajas como en los inconvenientes. El
primero se atenía a las normas académicas, pero,
lógicamente, presentaba sus dificultades; el otro
era mucho más fácil, pero podría meterlos en un buen
lío, incluso su expulsión del instituto.
En
efecto; el primero consistía en estudiar los cuatro
temas cuyo contenido entraba en el examen, para
luego poder contestar todo el cuestionario, lo que
implicaba privarse de diversiones y entregarse de
lleno al estudio, y el segundo, en valerse de la
ayuda de una “chuleta” con lo más relevante y
dificultoso de cada uno para luego copiarse en el
examen.
El
dilema los había conducido a un callejón sin salida.
Los pros y los contras habían llevado la balanza al
más justo equilibrio. No se decidían por ninguna de
las dos opciones, así que acuerdan comentarle la
cuestión a Dani, chico serio y sensato, y muy
apreciados de todos los compañeros de clase y del
centro.
Le
pusieron al tanto de su desconocimiento casi extremo
de los contenidos que iban a ser objeto de examen y
lo que había tramado para aprobarlo. Los escuchó en
silencio y, una vez acabaron de hablar, Dani hizo
una extraña mueca con el entrecejo. No dijo nada.
Por unos instantes, dio la impresión de haber caído
en una rara suerte de letargo.
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Estudiantes durante un examen. |
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―Desde
luego, todo puede hacerse; éste no es problema; lo
malo son las consecuencias ―dijo rompiendo de
improviso el silencio. Y como si hubiese olvidado lo
que tenía angustiados a Álex y Adrián, comenzó a
narrar una historia que los dejó perplejos. Dani
empieza a contar:
“En una
ocasión, un ciervo, que descuidadamente había
abandonado la manada, atravesaba jadeante la
espesura de un bosque, perseguido por un gran perro.
Al verse casi alcanzado por aquel fiero animal,
corrió hacia una cueva para esconderse y evitar el
final.
Apenas
hubo entrado en ella, tiene la mala fortuna de que
saliese del fondo de la cueva un león que,
abalanzándose sobre el desdichado ciervo, lo
despedazó en un momento con sus poderosas garras.
¡Pobre
de mí! ―exclamaba el ciervo a punto de morir―. Entré
a esta caverna para huir de un perro y mantenerme a
salvo la vida y, sin imaginarlo, he venido a caer en
las afiladas garras de este inmisericorde carnicero.
Si saliese de ésta bien parado, a buen seguro que
sacaría buena lección de este trance, pero ya es
tarde; todo está perdido.”
Tras
concluir su relato, Dani apartó la mirada de ellos
por un momento, al tiempo que esbozó una leve
sonrisa, como indicando que había concluido su
intervención. Luego dijo:
―Sólo
añado que si me necesitáis para aclararos algunos
conceptos, podéis contar conmigo desde ahora mismo.
Es más, si os parece bien, podemos juntarnos los
tres para estudiar y comentar aquellos aspectos de
la Historia que encontremos más controvertidos.
No fue
necesario más. Álex y Adrián habían captado de
inmediato lo que su compañero había querido
decirles.
Se
despidieron de Dani y marcharon pensativos para
casa, reflexionando sobre lo que habían escuchado.
Sin
embargo, no procedieron los dos de igual manera.
Álex siguió el consejo de su amigo Dani y optó por
el estudio. Adrián, por el contrario, fue más
temerario e improvisó una chuleta, contando con un
aprobado fácil y seguro.
¡Gran
error el del pobre Adrián! Fue sorprendido
copiándose en el examen, lo que le reportó un buen
suspenso, y no fue expedientado porque el profesor
se compadeció de él y se limitó a una amonestación.
Álex, al actuar conforme al consejo de su amigo,
logró aprobar la asignatura, no con una puntuación
elevada, pero sí suficiente.
Aquel
verano fue uno de los que iba a tardar mucho tiempo
en olvidar. Saber que había obrado con honestidad y
que había aprobado con su esfuerzo fue un motivo de
gran satisfacción para él. Desde entonces, fue uno
de los amigos más íntimos de Dani, al que siempre
procuró emular en la resolución de los ejercicios,
la participación en tareas de clase y la preparación
de los exámenes.
«Entre dos peligros graves, escoge siempre el
menor.»
(POPULAR)
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