N.º 66

MARZO-ABRIL 2010

11

   

   

   

   

   

   

   

¿DIOS EXISTE?

   

ANÓNIMO

   

   

D

urante una conferencia organizada por el Departamento de Filosofía de la Universidad de Berlín,  el profesor conferenciante, tras una breve exposición de las teorías creacionistas y evolucionistas, propuso a sus alumnos, a modo de ejercicio de reflexión, un desafío con la siguiente pregunta:

—¿Creó Dios todo lo que existe?

Un alumno se levanta de su asiento y responde:

—Sí. Él lo creó todo.

—¿Tú crees que Dios realmente creó todo lo que existe? —preguntó nuevamente el profesor.

—Sí, señor —respondió el joven con firmeza.

—Si Dios creó todo lo que existe, Dios creó el mal, ya que el mal existe, y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, resulta que Dios es malo. Y como la maldad no puede ser un atributo divino, podemos inferir que Dios no existe.

El joven calló ante la aplastante lógica de la argumentación del profesor, que se regocijaba de haber probado, una vez más, sus supuestos ateístas y que la fe era un mito o, a lo sumo, un proceso psicológico.

En ese instante, otro estudiante levantó la mano y dijo:

—¿Puedo hacerle una pregunta, profesor?

—Por supuesto. Estamos desarrollando un debate —respuso el profesor.

Tras unos segundos de expectante silencio, el joven preguntó:

—Profesor, ¿el frío existe?

—Pero ¿qué pregunta es ésa…? Es obvio que el frío existe. ¿Acaso no has sentido nunca frío?

El muchacho respondió:

—En realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío es ausencia de calor. Justifico mi afirmación: todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio porque posee o transmite energía, y el calor es lo que hace que ese cuerpo tenga o transmita energía. Cuando a un cuerpo se le priva mecánicamente de su energía calorífica hasta llegar al cero absoluto, científicamente se afirma que la ausencia de calor en ese cuerpo es total. En este estado, todo cuerpo queda inerte, incapaz de reaccionar, pero el frío no existe en él, sino que carece absolutamente de calor. Nosotros creamos la definición de «frío» para describir de qué manera nos sentimos cuando no tenemos calor.

Tras la argumentación del joven, en el aula estalló un silencio verdaderamente estremecedor.

—Y la oscuridad, ¿existe, profesor? —inquirió de nuevo el estudiante.

El profesor respondió:

—Existe. Es indiscutible.

—Discrepo de usted nuevamente, profesor. La oscuridad tampoco existe. La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz. La luz la podemos estudiar; la oscuridad, no. A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en los variados colores que la constituyen, con sus diferentes longitudes de ondas, pero la oscuridad, no. ¿Cómo se puede determinar la cantidad de oscuridad que hay en un espacio concreto? Científicamente, sólo puede hacerse sobre la base de la cantidad de luz presente en ese espacio. La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.

Finalmente, el joven preguntó al profesor:

—Señor, ¿el mal existe?

El profesor respondió:

—Como afirmé al inicio, vemos guerras, crímenes, robos, violencia en todo el mundo. Esas cosas son exponentes del mal.

—El mal no existe, profesor, o, por lo menos, no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien. De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia del bien, o sea, de Dios; por tanto, Dios no creó el mal. El mal es la consecuencia inmediata de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos. Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.

El joven fue aplaudido de pie, y el profesor, visiblemente herido en su orgullo por su incapacidad de rebatir las disquisiciones del alumnos, optó por permanecer en silencio.

Llevado de la curiosidad, el coordinador de ponencias de aquella aula se dirigió al joven estudiante y le preguntó:

—¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo Albert  Einstein.

  

                             

   

   

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Bimestral de Cultura. Año IX. II Época. Número 66. Marzo-Abril 2010. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2002-2010 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.