esulta muy
curiosa la
manera como
expresamos,
en
determinadas
ocasiones,
nuestras
ideas,
conceptos o
impresiones
sobre una
persona,
animal o
cosa. Con
frecuencia,
evocamos
acontecimientos
históricos,
o repetimos
expresiones
dictadas en
su momento
por algún
personaje, o
hacemos uso
de recursos
lingüísticos
propios de
la mejor
literatura.
La cuestión
que plantea
esta
habilidad
nuestra en
que, en más
veces de las
que sería de
desear, se
da el caso
de que,
aunque
sabemos
cuándo
expresarlas,
no tenemos
ni la más
remota idea
de por qué
recurrimos a
ellas cuando
las
empleamos.
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“Tetis
sumergiendo
a Aquiles en
el río Éstige”, de
Rubens. |
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Concretamente,
voy a
centrarme en
la expresión
«talón de
Aquiles»,
muy
utilizada en
política
cuando, por
ejemplo,
abrimos un
periódicos y
leemos que
“La falta de
incentivos a
la
iniciativa
empresarial
es el talón
de Aquiles
de esta Ley”
o “Los
frecuentes
indicios de
corrupción
administrativa
son el talón
de Aquiles
del
partido”.
Pero no es
privativa de
este
contexto
sociológico,
también se
emplea esta
expresión en
otras
situaciones,
como son los
casos de “El
exceso de
extranjeros
en la
plantilla es
su talón de
Aquiles”,
para
referirnos a
un equipo de
fútbol, o
“Es un
hombre
trabajador,
honesto y
responsable;
su talón de
Aquiles es
la bebida”,
para
referirnos a
una persona.
A pesar de
la
disparidad
de sujetos a
que aparece
referida, el
empleo de la
expresión
“talón de
Aquiles” es
correcta en
todos los
casos
considerados.
Cabe, pues,
preguntarse
por lo que
tienen en
común todos
ellos para
validar su
uso en esos
contextos.
Si
consultamos
la
definición
del vocablo
«talón» que
nos propone
el DRAE,
observaremos
que, en su
acepción 11,
nos pone
sobre aviso
de un uso
figurado del
mismo cuando
se le añade
la secuencia
«de
Aquiles», y
nos dice que
la expresión
resultante
debe ser
entendida
como el
“punto
vulnerable o
débil de una
cosa o
persona”.
Así,
ciñéndonos a
dos de los
ejemplos
anteriores,
el periódico
nos ha
informado de
que una
determinada
ley no
estimula,
propicia o
facilita con
ayudas la
formación de
personas
dedicadas a
la actividad
empresarial;
o estamos
diciendo que
un
determinado
individuo es
una
excelente
como persona
trabajadora,
pero que
presenta el
inconveniente
de que bebe
alcohol con
frecuencia
relativa o
extrema.
Como para utilizar un
vocablo o
frase con
“propiedad”,
es siempre
muy
recomendable
conocer de
dónde
provienen
éstos a fin
de conocer
mejor la
adecuación
de dicha
expresión a
la realidad,
sepamos
quién fue
Aquiles y
conozcamos
un poco la
vida a de
este héroe
del
maravilloso
mundo de la
ficción
griega de la
Antigüedad.
Según la
mitología,
Aquiles es
fruto del
vientre de
Tetis, una
ninfa del
mar, y de
Peleo, rey
de los
mirmidones
de Tesalia.
Cuando era
apenas un
bebé,
Aquiles fue
sumergido
por su madre
en las aguas
de Estigia,
una
legendaria
laguna en la
que
deambulan
errantes los
espíritus de
los muertos
que no
habían sido
sepultados.
Como
consecuencia
de esta
población de
ultratumba,
la laguna
estaba
dotada de la
gran virtud
de convertir
al mortal en
inmortal,
para lo cual
era
necesario
sumergirse
en dichas
aguas.
Tetis,
sabedora de
estas
propiedades,
llevó a cabo
este acto
para que su
hijo
estuviese
protegido
contra el
daño letal
de las
heridas y
las
enfermedades
y fuese
insensible
al paso del
tiempo. Pero
Tetis
cometió un
error. Al
sumergir en
aquellas
aguas
portentosas
al pequeño
Aquiles, lo
hizo
cogiendo al
bebé por una
pierna, de
modo que
aquellas
aguas lo
hicieron
invulnerables
todas las
partes de su
cuerpo
excepto el
talón, lugar
por donde lo
sostuvo su
progenitora.
Aquiles
creció y se
convirtió en
uno de los
más grandes
héroes y el
mejor de los
guerreros de
todos los
tiempos: era
gran
defensor de
la justicia
y de los
suyos, salió
invicto de
todo tipo de
retos y
enfrentamientos
e incluso
participó en
muchas de
las cruentas
batallas que
tuvieron
lugar con
motivo de la
famosa
Guerra de
Troya.
Durante los
diez años
que duró el
sitio a la
ciudad,
inexpugnable
fortaleza en
que se había
refugiado
Paris tras
haberse
llevado
consigo a
Elena,
esposa de
Menelao, rey
de
Lacedemonia,
Aquiles
libró muchas
batallas
como aliado
de los
griegos, a
la sazón al
mando de
Agamenón,
rey de
Micenas y
promotor de
la alianza
aquea contra
Troya.
Cuando
Agamenón
toma para sí
a la
doncella
cautiva
Briseida, de
la que
Aquiles se
había
enamorado,
éste retira
con sus
soldados de
la guerra y
se encierra
encolerizado
en su
tienda. Los
troyanos,
envalentonados
por la
ausencia del
héroe
inmortal,
atacan a los
griegos y
los fuerzan
a una
retirada tan
precipitada
como
humillante.
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"Muerte de Aquiles", de Rubens. |
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Patroclo,
amigo y
compañero de
Aquiles, le
pide que le
preste su
armadura y
le deje
avanzar con
los
mirmidones a
la batalla.
Aquiles
acepta,
aunque en
mala hora,
ya que su
amigo
resulta
muerto
víctima de
la espada
del príncipe
troyano
Héctor. La
muerte de
Héctor fue
un duro
golpe para
Aquiles,
quien monta
en cólera y
decide
volver a la
batalla. En
una prueba
de fuerza,
desafía y da
muerte a
Héctor, cuyo
cuerpo
inanimado
arrastra
triunfante
en torno a
las murallas
troyanas
atado a su
carro,
debido a la
rabia que
sentía por
la muerte de
su fiel
amigo. Más
tarde,
Aquiles
permite a
Príamo, rey
de Troya,
rescatar el
cuerpo
maltrecho de
su hijo
Héctor, el
cual había
sido
trasladado
al
campamento
aliado.
En un
momento
posterior de la guerra,
Paris logra
conocer el
secreto de
la
vulnerabilidad
del Aquiles
y, como
había vaticinado Héctor al
tiempo de
expirar,
logra dar
muerte a
Aquiles
disparándole,
con gran
acierto, una
flecha
envenenada
contra su
talón,
cuando
Aquiles
visitaba a
Políxena,
una princesa
troyana. Sus
huesos
fueron
mezclados
con los de
Patroclo, y
se
celebraron
juegos
funerarios
en su honor.
Esta
historia
acaba con la
muerte de
Paris a
manos de
Filoctetes,
quien lo
atraviesa
con una
flecha
usando el
enorme arco
de Hércules.
Algunos
mitos, como
es el caso
del «talón
de Aquiles»
y otros
muchos más,
tan
abundantes
como
cuantiosas
son las
culturas que
han
existido,
perduran
latentes hoy
en día en un
estadio de
nuestra
memoria en
forma de
dichos,
dándonos una
interesante
visión de la
forma de
sentir y ver
las cosas de
culturas ya
extintas en
el tiempo y
el espacio.
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