11

   

   

   

   

LEYENDA DE LA IMAGEN DE

LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS DE ANTEQUERA

   

Por Esther María Sánchez Padilla

   

   

U

bicada en el centro geográfico de Andalucía, Antequera se nos presenta como el núcleo germinal de la vega que tiene su mismo nombre y que da origen a la comarca más septentrional de la provincia de Málaga. Desde antiguo, Antequera era una senda de obligado paso, y aún hoy continúa siéndolo. Esta característica geográfica la ha convertido en el centro del entramado de redes de comunicaciones que enlazan a Andalucía con los demás pueblos de España.

Zona de gran belleza paisajística y riqueza monumental, en Antequera se encuentran las tres cuartas partes del patrimonio histórico-artístico de la provincia, y sus tierras son testimonio vivo de numerosos hechos que, fundados o ficticios, históricos o irreales, religiosos o profanos, las gentes de esta parte de Andalucía se han ido transmitiendo de boca en boca a través de las generaciones.

Sucedidos que nadie recuerda ya el momento en que ocurrieron, portentos que sobrepasan los límites de la razón humana, apariciones extrañas que sugieren la existencia de otra dimensión… muchos son los acontecimientos que los antequeranos atesoran en su memoria, negándose obstinadamente a su olvido porque todo ello forma parte de la manera de ser de estas gentes y constituye un puntal más de su acervo cultural.

Tal es el caso que me propongo relataros en las líneas que siguen. Una historia relacionada con la sagrada imagen que recuerda cada día a los antequeranos que la Virgen de los Remedios está entre ellos, procurando que nada les ocurra ni a sus familias ni a la villa de Antequera, porque para algo es la Virgen y es su Santa Patrona.

La imagen de la Virgen de los Remedios es muy querida y venerada en esta tierra andaluza desde hace siglos; sin embargo, muy poco se sabe de los orígenes de esta devoción mariana en Antequera. La tradición, siempre complaciente con las querencias populares, localiza el momento a comienzos del siglo XVI y lo atribuye a una intervención divina, aparte de lo cual, hasta el día de hoy, ningún historiador ha sabido dar una explicación convincente.

Pasemos, pues, al relato de los hechos tal como nos han sido referidos.

Era Carlos I rey de todas las tierras de España. En 1519, un año antes de que el nieto de los Reyes Católicos fuese investido con la dignidad imperial de los Austrias, tiene lugar en Antequera un hecho portentoso cuya memoria aún perdura en nuestros días: el mismo apóstol Santiago es enviado por Dios para hacer entrega de una talla de la Virgen a fray Martín de las Cruces, hermano capellán del convento de los Franciscanos Terceros, situado, por aquel entonces, en un lugar conocido como “Las Suertes”, a unos seis kilómetros del centro de la villa.

Se cuenta que, en torno al año mencionado, una terrible hambruna estaba azotando las comarcas de esta zona. Una sequía que parecía no tener fin había hecho acto de presencia, dejando sin agua las fuentes, yermos los campos y diezmado el ganado. Movido por la necesidad de paliar la penuria en que se hallaba su familia, un pastor de Antequera, cuyo nombre no está recogido en la historia, decide desplazarse a tierras de la vecina Córdoba en busca de trabajo.

Al día siguiente, nada más rayar el alba, el pastor da comienzo al trayecto, que hace a pie. La caminata se deja notar y, a fin de comer un poco y dar descanso a sus fatigados pies, pone un alto en el camino. Mira a su alrededor escudriñando una paraje acogedor a tal menester. Atraído quizá por el continuo ir y venir de gente, toma como parada el Santuario de Villaviciosa de Córdoba.

No había hecho más que llegar cuando, de improviso, su mirada se siente atraída por la belleza de una imagen de la Virgen que ocupaba el centro del altar del santuario. Gente devota no paraba de implorar con sus rezos la intervención de la Madre de Dios en alguna enfermedad o suplicaba un alivio para algún mal.

Supo entonces el de Antequera que la talla la había dejado allí un pastor de aquellas tierras momentos antes de su muerte, el cual la había sustraído, aprovechando un descuido, a unos trabajadores que afirmaban haberla encontrado mientras dragaban una viña en la región del Alentejo, en la localidad portuguesa de Vila Viçosa. Supo también de la multitud de contingencias buenas que le acaecieron al pastor cordobés durante el tiempo que tuvo bajo su custodia la sagrada figura, para las cuales no hallaba otra explicación que la intercesión de la Virgen.

Una idea empieza a tomar forma en la imaginación de aquel hombre. Los tiempos que corrían eran adversos y él tenía una familia que alimentar, pensaba; grandes eran sus necesidades y él no hallaba remedio alguno con qué mitigarlas. Su encuentro con aquella talla de la Virgen, se decía, no podía ser casual. Tenía que tener un sentido más comprometido.

Dejándose llevar por el instinto más primario, el pastor tomó una determinación: coger la figura y llevarla consigo a su casa, que la Virgen sabría comprenderlo bien. Y así lo hizo. Alargó la mano hasta la hornacina que guardaba la talla, tomó la reverenciada imagen y regresó a su tierra, con el fin de traer un poco de buena estrella a su familia y a su pueblo.

Casualidad o portento, nada más regresar, el pastor halló trabajo y una bien compensada remuneración al servicio de un rico hacendado cuyos ganados pacían cerca del convento de los Franciscanos Terceros. Sus presentimientos parecían cumplirse. Sin embargo, la situación de comodidad que le proporcionaba el empleo pareció despertar en él un incontenible sentimiento de culpabilidad. Y así, intentando limpiar su conciencia del hurto cometido, hizo donación, sin más comentario, de la imagen al convento.

Pronto advirtieron los religiosos que se trataba de la imagen que había sido sustraída de la ermita de Villaviciosa de Córdoba, y, a fin de proceder a su restitución, entran en contacto con las autoridades religiosas del santuario, en cuyo nombre acude el mismo deán del sacro recinto, quien se hace cargo de ella y la traslada a su morada.

Lógicamente, la restitución de la imagen a su lugar de origen vino acompañada de una lamentable realidad: la ermita de los Franciscanos quedó sin Virgen, y fray Martín de las Cruces, que estaba muy confortado con la presencia de la imagen en el oratorio en que él oficiaba las misas a diario, no hacía más que implorar al cielo una solución.

Unos diez días más tarde, de manera inesperada, llega al monasterio franciscano un hidalgo montado en un radiante caballo blanco. Envuelto en un halo refulgente, portaba en una mano una resplandeciente cruz roja y en la otra una imagen. El enigmático caballero requirió al bedel del convento la inmediata presencia del hermano capellán, quien, al llegar, se queda boquiabierto ante aquel visitante de aura celestial. El caballero baja de su corcel, erguido y con paso firme se acerca cautamente al capellán y le pide que tome en sus manos aquella imagen, al tiempo que le dice: «Aquí tienes el remedio de tus fatigas y el remedio para la ciudad de Antequera». ¡Oh palabras…! Santas palabras, que quedarían grabadas para siempre en la mente de fray Martín. [1]

  
                                                             
 

Momento en que el apóstol Santiago hace entrega de la imagen de la Virgen a Fray Martín de las Cruces.

Grabado de Juan Moreno Tejada de 1733,

 
  

Un tiempo más tarde, en 1546, evocando las palabras de tan misterioso caballero y sabedores ya de que había sido el apóstol Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé, el discípulo de Cristo, el Protector y Patrono de España, los antequeranos piden a su Consistorio poner aquella sagrada figura de la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios y proclamarla patrona de la villa.

Mucha fue la devoción que despertó la Virgen entre los habitantes de Antequera y sus cercanías, a cuya presencia acudía a diario una multitud de personas, unas a pedirle algo con que remediar un mal y otras a darle las gracias por algún favor recibido. Era tanta la gente que, pronto, aquel primer recinto franciscano se hizo pequeño para dar cobijo a tantos devotos; además, la distancia que lo alejaba de la urbe se convertía en un serio obstáculo para los enfermos e impedidos. En 1607, los frailes Terceros convinieron en la necesidad del traslado de aquella imagen de la Virgen a otro oratorio más asequible a todos en el centro del municipio.

El fervor y la devoción ante su manifiesto amparo a la ciudad y los milagros a causa de su intercesión continuó aumentando entre las gentes de toda condición. Y así, en 1922, un consejo formado por eclesiásticos y personas muy principales de Antequera solicitó del papa Pío XI la coronación canónica de la idolatrada imagen, acto que lleva a efecto en nombre de Su Santidad don Vicente Casanova y Marzol, a la sazón arzobispo de Granada, en una ceremonia que se celebró en el Paseo Real de Alfonso XIII el 10 de septiembre de ese mismo año.

  
                                                             
 

Retablo mayor de la iglesia conventual de Nuestra Señora de los Remedios de Antequera.

 
  

__________

NOTAS

1 Esta piadosa escena ha quedado ilustrada en el ático del retablo mayor de la iglesia de Los Remedios, donde fue ubicada finalmente, y en la cual aparece el Apóstol Santiago sobre el albo caballo, haciendo entrega de la mariana imagen a fray Martín de las Cruces.

   

   

 

     

ESTHER MARÍA SÁNCHEZ PADILLA (Antequera, Málaga, 1990). Diplomada en Magisterio de Educación Física por la Escuela de Magisterio María Inmaculada (Antequera) y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Málaga, en cuya Facultad de Ciencias de la Educación ha cursado los correspondientes estudios.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 6. Página 11. Año XIII. II Época. Número 85. Julio-Septiembre 2014. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2014 Esther María Sánchez Padilla. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2014 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.