as 6 de la tarde. Por Dios Santo, ¡qué tardísimo
es! Claro, como ayer me acosté como me acosté...
¿A qué hora fue? No me acuerdo muy bien, pero
por lo menos serían las 4 de la mañana. Menos
mal que este cuerpo mío me responde como tiene
que responderme (muy bien, la verdad). Un
body sano sanísimo que tiene la niña, y no
es por nada, pero sigo teniendo las cosas bien
firmes y en su sitio. Menos mal que me cuido,
porque si no… Con la juerga que me pegué anoche
estaría ahora pal arrastre. De todas
formas, no estoy acostumbrada a tanto desmelene.
La verdad, una ya no es la de antes... Voy a
tener que hacerme de nuevo a esta vida, porque
yo ya, de aquí, no me voy más, ¡digo, que no!
Voy a poner la radio a ver si dicen algo de
mí...
»Nadie reconoce su propia estupidez, aunque sí
puede llegar a admitir su tremenda fealdad.
Probablemente, cuando una persona empieza a
reconocer que es estúpida, en ese preciso
momento puede empezar a dejar de serlo.
Un estúpido, ¿no es un tonto de baba?
»Hay que erradicar la estupidez a través de la
educación. No a la guerra, sí a los estúpidos.
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Voy a cambiar de pograma. ¿Dónde se cogerá la Cadena Glamour? Antes, la tenía siempre puesta, todo el día y toda la noche. |
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No entiendo nada de nada de nada... ¿Estarán
hablando de mí? Cualquiera sabe... Una ya está
hecha a estar en boca de la gente. Lo mismo
hablan de mí en una emisora de arradio
que en un programa de televisión. Claro, cuando
una vale, es que vale, y la verdad es que de
algo tendrán que hablar los pobres.
Voy a cambiar de pograma. ¿Dónde se cogerá la
Cadena Glamour? Antes, la tenía siempre puesta,
todo el día y toda la noche. ¿Dónde se cogerá?
Ayer me grabaron una entrevista y creo que la
ponen esta tarde. A ver si la encuentro...
»Pi-pi-pipí... Aquí, Radio Glamour conectando
con todos vosotros desde la capital del Reino.
Es nuestra intención hacer de esta tarde una
tarde inolvidable...
Laliro-laliro-liro... Laliro-laliro-laaaá... Con
los ojos de mi niña, tiroriro, tiroraaaá...
»Contaremos esta tarde en nuestros estudios de
Radio Glamour con la inestimable presencia, con
la inconfundible voz de la diosa de la copla, la
deslumbrante diva que renace de sus cenizas cual
ave Fénix se tratara María la de los Ángeles,
que hoy nos honrará con su presencia y nos
concederá unos minutos de su tiempo. Ya, de
antemano, se lo agradecemos y nos sentimos
halagados...
»Les dejamos con una copla que María la de los
Ángeles grabó en sus años mozos, acompañada al
piano por el Maestro Perico Quintín. Seguro que
todos y todas la recordarán, ya que forma parte
de nuestras vidas... Con todos ustedes, en la
voz inconfundible de María... ‘Carambita, qué
vidita’.
»Por los campos de mi tierra,
tariroriro, tirorirí...
cavando viene, cavando va el campesino,
tirorá-tararito- tatatitiiií,
trabajando to la vía,
taririro-rí,
pa
ganarse su sueldito,
carambita, qué vidita,
que no se puede aguantar.
Tirorí-tirorá-tin-tin-chan.
¡Qué bonito...! Se me saltan las lagrimas, de
verdad que sí. ¡Qué sentimiento, qué poderío,
qué fuerza y qué mensaje...! Nadie antes de
María la de los Ángeles, ha bailado la palabra
como ella...
»Hoy tenemos la enorme suerte de contar con
ella. Está sentada delante de este humilde
presentador, tan guapa como siempre, yo diría
que aun más deslumbrante. Está como nunca.
»Buenas tardes, Doña María.
“Hola, muy buenas tardes, muchas gracias por
esta presentación, eres un sol. No sabes lo que
he echado de menos estar delante de estos
micrófonos, la de noches que he llorado
desconsoladamente recordando aquellas lindas
tardes escuchando tu maravilloso pograma...
Pero no me quiero poner sentimental. Quiero
aprovechar esta oportunidad que tú me brindas
para mandar un caluroso saludo a todo mi
público, que tanto ha necesitado de mí y tanto
me ha anhelado. También quiero disculparme ante
todos ellos por haberlos tenido tan descuidados
todo este tiempo. Prometo desde hoy que nunca
más los abandonaré y siempre estaré ahí,
dondequiera que se oiga una canción. Estaré en
los campos, estaré en las ciudades, estaré en el
firmamento entero... Gracias a todos por
quererme tanto...
»María está esplendorosa y rebosante de energía,
queridos escuchantes, ojalá pudieran ver,
como yo tengo la gran suerte y el placer de
estar viendo en estos momentos, la belleza que
emana de esos ojos color carbón, la fuerza
interior que sale enmascarada en las palabras de
este astro del arte como es María...
»...Y de verdad que te queremos de corazón,
María. Muchas gracias por vivir entre nosotros.
»¡Qué bien se están portando todos conmigo!
Anoche estuve otra vez con Javi y el Boris, qué
guapos estaban los dos, algo más mayores, eso
sí, pero muy guapos, hacía tanto tiempo que no
me encontraba con ellos que, de verdad, cuando
me llamaron, me puse nerviosita, como un flan,
estaba perdidita perdía, no sabía adónde
atender, pero, claro, ellos son unos
profesionales y se portaron muy bien conmigo. Me
pusieron un vídeo de mi vida e intervinieron en
el programa muchos amigos míos, también otros
que no son tan amigos, pero de esa gente mejor
ni hablar, son como buitres. Todo estuvo mu
bien, mu bien, requetebién... de verdad
que sí. Al final, me hicieron de cantá.
Yo lo estaba deseando, la verdad, aunque les
dije que no quería, me hice un poquito de rogar,
pero, al cabo de un ratillo, cedí y les cante...
Dedicado pa to mi público, que tanto
necesitaba de mi voz y de mis letras y de mis
mensajes, y al que tanto debo...
»Qué bonito quedó todo, de verdad; no es por
darme importancia, que no la necesito, pero yo
le di calidad al pograma. Fue mi
reencuentro con el arte, con mi gente, con mi
publico. Fue como presentarme otra vez después
de tanto tiempo que estuve desaparecida. Yo, la
verdad, estupenda... Precioso, ¡que poderío, que
fuerza...! Les demostré que aún sigo aquí y que
nada ni nadie va a poder conmigo. Que intentar
quitarme de en medio lo han intentado de todas
las maneras imaginables, pero, nada, donde se
ponga una buena voz y un cuerpo como el mío, que
se quiten todos esos mindundis que se
quieren llamar artistas.
»Llevaban ya mucho tiempo buscándome para que
interviniera en algún pograma de
televisión, pero como yo ya le había dicho a
todo el mundo que me retiraba, no era plan que,
dos días después de dar el comunicado, me echara
pa atrás... No hubiese quedado nada
serio, las cosas como son, me había retirado y
no estaba para complacer a nadie, y mira que
tenía ganas, pero no podía y mi maridito tampoco
estaba por la labor de dejarme volar otra vez
por ese mundo de folclóricas peleonas, incultas
y maleducadas, como él decía. ¡Ay, Dios mío, en
qué buena hora lo dejé todo y me vine otra vez a
mi Málaga! Esto es otra cosa, esto es alegría,
aquí me conoce la gente por las calles y me
preguntan y me piden que me haga afotos
con ellos, y se preocupan por mí...
»Niña, ¿cómo estás? Hay que ver la de tiempo que
hace que no se te ve por aquí... No te vayas a
ir más, hija, que ésta es tu tierra y aquí se te
quiere…
»¡Qué maravilla! De verdad que sí. ¡Qué
contentísima estoy de haberme largao de
aquellas tierras y dejar aquellas costumbres y
esa vida que me tenía aprisionada. Yo no era yo.
»Me acuerdo del día en que me fui… ¡Con qué
ilusión me presenté en las islas! Aquello
era un mundo nuevo para mí, todo era diferente,
todo muy bonito, me hacía mucha gracia cómo
hablaban, ese acentillo tan gracioso me hacía
hasta gracia. Por parte de mi Juanillo, todo
eran atenciones: me traía flores y hasta me
cantaba alguna que otra vez. Pero poco a poco
fue cambiando todo, ya no me gustaba tanto la
entonación, las tardes eran demasiado largas,
las noches aún más. El Juan ya no hacia ni el
intento de coger el laúd, y mucho menos cantarme
y yo cada vez más apática. Para mí todo era
igual, la noche y el día. Echaba muchísimo de
menos a mi madre, me gastaba un dineral en
conferencias, todos los días la llamaba por lo
menos tres veces y mi marido no lo aguantaba, se
ponía como un loco cuando llegaba la factura del
teléfono, decía que lo estaba arruinando, que
así no podíamos seguir...
»Si echas tanto de menos a la maldita vieja, lo
mejor que puedes hacer es largarte con ella y
así todos nos quedaremos más contentos, seguro
que ganamos en salud...
»Qué maldito egoísta, con lo que yo hice por él,
y lo que me costó adaptarme a su mundo y nada:
él nunca tuvo ningún miramiento conmigo, yo lo
dejé todo, dejé a mis gentes, a mis amigos, mis
batas de faralaes, mis mantones, mis tacones… Lo
tuve que dejar todo en Málaga, ni siquiera dejó
que me llevara un triste abanico, nada, ni eso.
Él me prometió que, una vez que llegara a su
Isla, me compraría todo lo que quisiera y que
para qué iba a ir cargando con todo ese baúl,
que costaría más el traslado de tanto trasto que
comprarlo todo nuevo, que no me preocupara, que
allí todo estaba más barato.
»Y, además, así lo estrenas todo, Reina Mora,
que tú te lo mereces, te voy a poner un imperio
a tus pies. Y usted, doña Julia, no se preocupe
por su hija, que no le va a faltar de nada, que
aquí estoy yo para cuidarla, y la voy a poner en
un pedestal, va a estar todo el día riendo y
disfrutando...
»La verdad es que este hombre era un mimoso, se
sabía camelar a todo el mundo. Y a mí me supo
hipnotizar con su palabrería, poco a poco hizo
de mí una tonta. A mi madre parecía que le había
puesto una venda en los ojos. Todo lo que decía
su yerno ‘el de las islas’ le parecía bien,
incluso dejó de creerme a mí. Consiguió ponerme
en contra a toda la familia.
»Recuerdo una mañana oyendo la radio, que era lo
único que me hacia compañía.
»Son las once y media... Piiiiiiiií, las doce y
media en la península... Pi-piii-piiiiií…
»Qué raro me sonaba to eso, yo creía que
nunca me iba a acostumbrá, no entendía
nada, de verdad que no. ¿Cómo podía ser una
hora aquí y otra allí? ¿Sería porque yo me
levantaba una hora antes que mi madre? Seguro
que era por eso, seguro.
»Mi maridito, mi Juan, me lo había explicado una
pechá de veces, pero yo no acababa de
entenderlo. Él se desesperaba conmigo mucho,
pero lo que yo le decía...
»Claro, como tú has nacido aquí, con esta hora
cambiada, pues para ti es mucho más fácil, pero
a una, que es de la Península, le cuesta... Vaya
que sí le cuesta, entiéndelo, hijo, y déjame,
que ya bastante tengo con haberlo dejao tó pa
venirme aquí contigo, que mardita la hora
que se me ocurrió...
Tenía que haberme casado con aquel novio que me
salió cuando estaba de gira, ése sí que sabía
vivir bien, al mu condenao le daba igual
la hora que fuera, estaba dispuesto a todas
horas, la verdad es que me estaba entrando un
complejo de máquina que no veas, tol día
de sarao en sarao, sin ningún miramiento, a él
le daba igual ocho que ochenta, con tal de
estar todo el día de juerga y lucir el palmito.
Y mira que yo se lo intentaba poner difícil,
pero nada, él erre que erre...
»Antoñito, hoy no, que me duele mucho la cabeza,
de verdad, cariño, de verdad. Es que no tienes
hartura, hijo; mira cómo me tienes, si no me da
tiempo ni a hacer la cama… y yo tengo que
mirá por mi carrera, hijo, tengo que ensayar
y cuidarme la voz, no puedo tener tanto
desgaste, que después no canto bien, mi
manager me regaña y se ríe de mí. Pero él
nada, to palante, en sus trece. El mu
ladrón me decía: ¿qué coño dolor de cabeza, si
eso se quita con un buen revolcón y una buena
juerga? Hija, ven pacá, que nos vamos a
poner tibios, que yo sé que te gusta, joia,
y, además, esto es muy bueno para la voz, te
tonifica el cuerpo y te limpia por dentro...
Pa dos días que uno va a vivir, hay que
aprovecharlos de la mejor manera que se pueda,
que mañana quién sabe dónde estaremos...
»En verdad, este Antonio mío era mu sabio
y tenía mucho mundo vivío. Y cuando me decía
esas cositas con la boquita chiquita, un poco
ladeada y me guiñaba el ojo (el que tenía
bueno, claro, porque el pobre era bizco, mu
guapo, eso sí, pero tenía esa falta, ¿qué le
vamos a hacé), me ganaba y yo cedía;
claro, ¿qué va a hacé una? También me lo
pasaba mu bien, la verdá; pero me
gustaba hacerme la remolona, a una la educaron
así.
»Prefiero olvidar este capitulo de mi vida y
centrarme en lo que realmente importa... en mi
futuro como cantante, que, por lo que parece, es
alentador y quién sabe si quizás más adelante
monte una academia como la de la tele y enseñe a
cantar a las niñas y a menear sus cuerpitos
luciendo la bata de cola. Bueno, eso es sólo uno
de los tantos proyectos que me gustaría
desarrollar.
… … … ... ... ...
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