EN EL CONDADO*, un día cualquiera de los años
cincuenta y tantos.
Me asomo a la ventana y veo que está clareando el
día. Tengo que darme prisa en poner mis trampas
porque, si no, voy a perder la primera cazada de la
mañana, que es la mejor.
Me visto deprisa, sin lavarme apenas, me restriego
los ojos y salgo disparado con las trampas, las alúas** y el amocafre.
Elijo los mejores sitios y pongo las trampas,
tratando de recordar luego dónde las puse para no
perder ninguna.
Vuelvo a la casa y, antes de llegar, ya me viene el
olor de las rebanadas fritas para el desayuno que
está preparando mi mamá Carmen, la tita Mercedes o
María Jesús, con aguasal y tazón de café con leche.
Mis chachos***, José, Enrique y Cristóbal, aún
solteros, se preparan para las faenas del campo,
planificando la jornada de cada uno.
Mi papá Enrique le da vuelta a las chumberas que hay
detrás de la casa, junto al pajar, y se regala con
unos cuantos chumbos, ahora fresquitos, de la mañana.
A veces se pasa, y luego tiene problemas.
A mi papá Enrique lo que más le gusta es quemar
rastrojos, y algún día ha ocasionado algún
contratiempo a mis tíos, cuando, quemando algo, de
pronto cambiaba la dirección del aire.
Yo quiero mucho a mis abuelos porque son muy buenos
y me dan un duro los domingos.
Mis chachos también me dan dinero, pero no tanto, y
también los quiero mucho.
Ellos también me quieren a mí —es natural—, pues
solo somos mi hermano Pepe, María Teresa y yo, que
tengo ocho años.
Los demás están aún por venir.
En la alacena de la casa hay un dornillo grande
hecho de un tronco de árbol donde hacen unos
gazpachos migaos de pan y aceite por encima,
y cuando falta la cuchara, se improvisa una con un
pincho de palo y un anca de cebolla. Yo siempre la
uso, porque me gusta.
Alrededor del gazpacho se junta mucha gente; se
cuentan chascarrillos y anécdotas, y se habla del
campo, de las cosechas, de la cacería, y se aprenden
muchas cosas.
A mí me gusta mucho el Condado; me gusta el soto, el
río y todo lo demás. No lo cambiaría por nada...
Ah, también me gustan el Chorrillo el Pincho y la
Cañá el Caigal, y los caballos, los tomates fritos
con morcilla lustre, la salsa de almendras y el
guiso papas.
Un niño feliz.
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El autor (a la izquierda de la imagen)
con toda su familia. Lucía sus 8 años. |
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NOTA del EDITOR
* Condado. m. Zona, próxima al río Genil,
perteneciente al término municipal de Cuevas de San
Marcos, especialmente dedicada a huertas.
** alúa (en el habla andaluza). aluda.
f. Hormiga con alas. Hormiga de mayor tamaño que las
obreras, destinada, una vez abandona el hormiguero,
a la fundación de nuevos hormigueros; en realidad,
son las nuevas reinas, en cuyo empeño mueren muchas.
Son un cebo muy eficaz en la caza con trampas de
pajarillos insectívoros.
*** chacho (aféresis de muchacho).
coloq. y fam. tío. m. Denominación coloquial
y familiar con que, en un principio, se distinguía
al tío de familia que se quedaba soltero y al que
habitualmente se encomendaba el cuidado y
entretenimiento de los sobrinos. Con el paso del
tiempo, el uso de este apelativo ha olvidado su
origen y se ha extendido a todos los tíos (casados y
solteros) de una familia. |