l hombre mono y sus increíbles
aventuras comienzan en el año 1912,
cuando Edgar Rice Burroughs
(1875-1950) saca a la venta por
entregas la primera narración con el
título de Tarzan of the Apes
(Tarzán de los Monos) en las
páginas de la revista de aventuras
All-Story Magazine. El
argumento de este primer relato es
muy bien recibido en una sociedad en
plena crisis económica y en un
ambiente prebélico: Un niño de
familia noble inglesa es abandonado
en medio de la jungla africana para
ser criado por una tribu de monos y
convertirse, con el paso del tiempo,
en el “Señor de la Jungla”.
En poco tiempo, Tarzán (que
significa “Piel Blanca”) se
transforma en uno de los héroes más
importantes de la literatura de
aventuras. Bajo la fértil pluma de
Burroughs, este exótico personaje
será el protagonista de 24 novelas
que han pasado a engrosar la lista
de las mejores obras de ciencia
ficción jamás escritas y que
convirtieron a su creador en un
fenómeno de masas.
Su éxito llegó inmediatamente a la
gran pantalla en Tarzan of the
Apes (1918), dirigida por Scott
Sidney. El primer Tarzán infantil lo
encarnó el joven actor Gordon
Griffith, que, al paso del metraje y
el crecimiento del personaje en
adulto, se convertiría en el Rey
de la Jungla, interpretado por
Elmo Lincoln, conocido como el
primer Tarzán. Un personaje
caricaturesco, con peluca y cinta al
pelo y algunos kilos de más, que
contó con la aprobación de Burroughs.
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La fama fue inmediata y comenzaron
las secuelas con The Romance of
Tarzan (1918, Wilfred Lucas),
The Revenge of Tarzan (1920,
Harry Revier)... hasta la llegada de
los famosos seriales
cinematográficos de la época en los
que Tarzán tendría también los
suyos, siendo los más populares
The Son of Tarzan (1920), con P.
Dempsey Tabler; Tarzan the Mighty
(1928), con Frank Merrill;
Tarzan the Fearless (1933), con
Buster Crabbe, y The News
Adventures of Tarzan (1935),
producido por el propio Burroughs e
interpretado por Bruce Bennet, hoy
recordado en la historia del cine
por su intervención en la mítica
película de John Houston El
tesoro de Sierra Madre (1948).
Tarzán, de liana en liana, fue
pasando de actor en actor hasta
llegar al inolvidable Johnny
Weissmüller, el campeón olímpico de
natación, junto a la irrepetible
Maureen O'Sullivan en el papel de
Jane. El icono del cine de aventuras
de la Metro Goldwyn Meyer en míticas
películas como Tarzán y su
compañera (Tarzan and his
Mate (1934, Jack Conway),
recordada por el olvido de la dura
censura de la época que pasó por
alto varios desnudos de O’Sullivan,
que, en las siguientes secuelas, fue
‘obligada’ a vestir ‘más
púdicamente’, La huida de Tarzán
(Tarzan
Escapes,
1936, Richard Thorpe), Tarzán y
su hijo, El tesoro de Tarzán
(Tarzan's Secret Treasure,
1941, Richard Thorpe) y la última,
Tarzán en Nueva York (Tarzan's
New York Adventure, 1942,
Richard Thorpe), donde encontramos a
la inolvidable Chita y Tarzán, alias
Weissmüller, trepando por
rascacielos al mejor estilo de King
Kong.
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Más tarde viene el declive y la
recuperación en 1984 con el filme
Greystoke: La leyenda de Tarzán,
señor de los monos, dirigida por
Hugh Hudson y protagonizada por
Christopher Lambert, quien
interpreta a un Tarzán que es
descubierto por el capitán D’Arnot y
llevado a Inglaterra, donde conoce a
su familia y es educado de acuerdo a
su rango.
Con unos buenos efectos especiales
creados por Rick Baker para
conseguir el mayor realismo posible
de los primates, el mito de tarzán
renace del olvido para protagonizar
Tarzán, la versión de
dibujos animados de la fábrica
Disney, realizada en 1999 por Kevin
Lima y Chris Buck, en la que el
equipo creativo de Disney explora
los aspectos más emotivos de la
aventura del personaje en su intento
de encontrar su lugar entre estos
dos mundos, la familia animal que lo
crió y la familia humana en la que
nació. Con la inolvidable banda
sonora creada por Phil Collins, la
animación nos sumerge en una
deliciosa combinación de humor y
acción.
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En 2003, llegó la secuela con
Tarzán y Jane, donde
contemplamos la celebración de su
primer año juntos en encuentros con
viejos amigos y nuevos enemigos,
unas hambrientas panteras, o cómo se
deslizan sobre la lava de un volcán
en erupción... Una película para
toda la familia, con su moraleja
incluida: aunque vengan de mundos
diferentes, Tarzán y Jane descubren
que, formando un equipo, no tienen
rival.
Mientras Hollywood cuenta al resto
de los humanos las aventuras de
Tarzán, el papel impreso tuvo que
esperar hasta el 7 de enero de 1929
para que el dibujante Harold Foster
(Halifax, Nueva Escocia, Canadá, 16
de agosto de 1892 - Florida, 25 de
julio de 1982) comenzara a dar vida
a la primera novela del hombre mono,
en formato daily-strip, en
diferentes diarios norteamericanos
hasta finalizar su publicación el 16
de marzo de 1929.
Foster incorpora a Tarzan of the
Apes su sello personal de trazo
ágil y de acción en unas historietas
en las que el recurso del globo para
incorporar las locuciones de los
personajes no es utilizado, para dar
paso a los captions o
leyendas técnicas denominadas
story-strip, en las que la
imagen era el centro de atención del
lector, técnica con la que Foster
consigue crear viñetas repletas de
acción en unos encuadres
inimaginables hasta entonces en la
historieta, donde la composición y
el movimiento se convierten en el
protagonista de la narrativa.
Los 60 episodios iniciales de
Tarzan of the Apes realizados
por Foster son recogidos por
Burroughs en el cuadernillo The
Illustrated Tarzan Book, el
primer comic-book de héroes
de acción. La reimpresión de las
tiras publicadas en revistas o
diarios en libritos que recogían sus
viñetas generó la industria del
comic-book.
Foster dejó la serie de Tarzán
para iniciar El Príncipe
Valiente, pasando las aventuras
en la jungla a los lapiceros de
Burne Hogarth, que aplicó todos sus
conocimientos de la anatomía humana
a los personajes de la serie dotando
a sus páginas de una abigarrada
composición pictórica. Desde
entonces, las historietas de Tarzán,
con el grafismo de Foster y Hogarth,
son reimpresas con gran éxito por
NBM Publishing, Inc.
Precisamente, desde septiembre del
2007, la editorial
Planeta-DeAgostini comienza a
publicar las tiras de prensa de
Harold Foster en la colección
Biblioteca Grandes del Cómic,
edición de todo un clásico que
presenta importantes errores desde
su inicio: ya en su primer tomo,
incluido el artículo introductorio
de Bill Blackebeard, el texto está
repleto de fallos de traducción, a
lo que hay que añadir la ausencia de
cuatro páginas dominicales
publicadas en la versión de NBM
(28/2, 6/3 y 22/5 y 29/5), sin
olvidarnos del siempre controvertido
problema del tamaño del álbum, un
problema para el virtuosismo gráfico
de la serie.
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Con esta edición, Planeta-DeAgostini
recupera al icono de la jungla, el
hombre mono, una de las obras
maestras de Foster, que en el primer
volumen nos muestra cómo Tarzán se
bate contra legionarios franceses
que atacan sin concesiones a una de
sus tribus amigas; capturado por el
enemigo, Tarzán es rescatado por la
bella Hulvia, suma sacerdotisa... En
el segundo volumen, Tarzán,
explorando la jungla junto a Von
Harben, encuentra a parte de la
antigua civilización egipcia
viviendo en la misma; disfrazado de
dios Toth, ayuda a una princesa
egipcia a recuperar el trono y saca
de más de un lío a Von Harben...
Unas aventuras, en definitiva, que
recuperan igualmente a su autor
Edgar Rice Burroughs, un escritor
que no sólo recreó las aventuras del
hombre mono en las sagas de Tarzán y
Pellucidar, sino que también creo un
paraíso de comercialización con los
productos de este gran hombre de la
jungla. Juguetes, artículos
promocionales, tarjetas
intercambiables, zapatos de tenis...
Un mundo de comercio y medios de
comunicación que abarca de la novela
al cine y de la televisión a los
cómics. Tarzán, de la selva a la
cultura popular y de consumo. Un
largo y exitoso viaje.
*Tomado
del boletín digital FANDECOMIX,
99, 10-16 octubre 2007. |