ontrario a
lo que
muchos
puedan
pensar, sí
existe un
termómetro
para medir
la situación
actual de
nuestra
historieta,
y este se
obtiene
justamente
analizando
su situación
en contextos
semejantes,
en
realidades
vecinas. Se
extrae de
esto que la
historieta
latinoamericana
no está en
situación de
existir en
el
aislamiento,
concentrada
entre
murallas que
llevan los
mismos
nombres de
nuestros
países, sino
bajo la
forma de un
gran y único
esfuerzo,
que es otro
nombre para
decir
identidad.
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Carlos Reyes es un impulsor contemporáneo de la historieta nacional. Se mueve en la escritura para cine, teatro, televisión y, por supuesto, narrativa gráfica. |
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A
continuación,
me complace
transcribiros
una
entrevista
realizada
por Simone
Pavin al
chileno
Carlos
Reyes, para
el portal
«6 Columnas».
Conozcamos
un poco más
a Carlos y
su misión
autoimpuesta,
a través de
estas
declaraciones.
La
entrevista
Carlos Reyes
es un
impulsor
contemporáneo
de la
historieta
nacional. Se
mueve en la
escritura
para cine,
teatro,
televisión
y, por
supuesto,
narrativa
gráfica.
Participa en
páginas web
y festivales
de cómic.
Dirige
también un
programa de
radio:
«Viñetas del
Fin del
Mundo». Lo
cierto es
que Carlos
Reyes está
siempre con
un proyecto
bajo el
brazo, y, en
esta
ocasión,
conversó con
«6columnas.com»
acerca de
sus
actividades
en el mundo
del cómic.
Carlos,
¿cómo
llegaste al
mundo del
cómic?
Como es
habitual en
todo lo que
uno termina
haciendo de
adulto,
llegué a la
historieta
cuando era
pequeño. Mi
padre
trabaja en
la imprenta
de Zigzag,
que luego
pasó a
llamarse
Quimantú, y
él siempre
me llevaba
revistas que
les
regalaban.
Recuerdo, al
despertar,
un montón de
revistas
apiladas a
los pies de
mi cama. Sin
saberlo, mi
papá estaba
forjando mi
futuro. Yo
aprendí a
leer con
esas
historietas
chilenas y
me convertí
pronto en un
lector voraz
y omnívoro.
Tú eres
conocedor de
distintas
áreas: cine,
televisión,
literatura.
¿Qué
encontraste
en el cómic?
Yo estudié
audiovisual
y me
especialicé
en la
escritura de
guiones, y
en la
narrativa
gráfica
encontré lo
mismo que en
el cine y la
TV, pero con
una gran
diferencia:
la garantía
del control
absoluto de
tu obra. Ni
siquiera el
cine de
autor
independiente
tiene tanta
libertad
como la
historieta
de autor
puede llegar
a ofrecer.
La
historieta
también
aborda todos
los géneros,
estilos y
temas. Yo lo
veo,
simplemente,
como otro
medio en que
podemos
expresarnos,
un medio
maduro y
fascinante
para
explorar
artísticamente.
Cuéntanos,
por favor,
un poco
sobre el
«Dr.
Mortis».
¿Cómo fue la
evolución de
radioteatro
a cómic?
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El «Dr. Mortis» es, sin duda, uno de nuestros personajes de historieta chilena más conocidos. |
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El «Dr.
Mortis» es,
sin duda,
uno de
nuestros
personajes
de
historieta
chilena más
conocidos
junto con
«Condorito y
Mampato», y
creo que su
popularidad
viene dada
por la
calidad de
su propuesta
y por haber
intuido esto
que hoy
llamamos
pomposamente
multimedial.
«Dr. Mortis»
nació como
radioteatro
en el año
1945 en
Punta
Arenas,
gracias a la
inventiva de
Juan Marino.
Lo
maravilloso
es que,
desde ese
momento, el
personaje se
mantuvo casi
interrumpidamente
en antena
hasta fines
de los 70,
época en que
se emitieron
los últimos
capítulos,
aunque
después se
ha seguido
reponiendo
en diversas
radioemisoras.
La historia
nos dice que
en el año
1966, 1967,
Juan Marino
recibió la
invitación
de empezar a
producir una
historieta
de su
personaje
«El
Siniestro
Dr. Mortis»
con gran
éxito. Esto
nos habla de
un país que
producía
entretenimiento
masivo,
popular, con
producción
local, cosa
que era
maravillosa
y, lo que es
más
importante,
sin
menospreciar
al público.
Háblanos
sobre el
proceso de
la historia
o, dicho de
otro modo,
¿cuáles son
los pasos
que hay que
seguir para
desarrollar
un cómic?
Muchos
piensan que
habitualmente
esto de
hacer
cómics,
narrativa
gráfica o
historietas,
se trata
únicamente
de dibujar,
y no estoy
de acuerdo.
Es un
proceso
largo en que
el hecho de
dibujar bien
no es
suficiente.
Se trata de
un trabajo
siempre
pésimamente
pagado,
comparado
con el
esfuerzo que
demanda.
Al igual que
en otros
medios, todo
parte por
una idea
loca en la
cabeza de
alguien. Esa
idea se
plasma en un
guión, que
pasa por
casi las
mismas fases
que el guión
de un film (storyline,
argumento,
tratamiento
y guión
final),
aunque
mantiene
diferencias
estructurales
importantes,
pues, en la
historieta,
no sólo se
piensa en
escenas,
sino también
en una
cadencia que
tiene que ir
de página a
página, de
viñeta en
viñeta y que
debe hacer
frente a un
desafío
complejo:
simular
movimiento y
vida sobre
una página
inmóvil.
El guionista
puede o no
dar
indicaciones
muy precisas
de cada
página (esto
varía según
la forma de
trabajo
entre cada
artista).
Hay muchos
casos en que
el dibujante
es también
su propio
guionista.
Luego viene
la discusión
de la
atmósfera y
tono de la
historieta,
y la
creación del
aspecto de
los
personajes.
Una vez
definido lo
anterior, el
dibujante
hace un
layout,
esto es, un
boceto
rápido de
las páginas
para revisar
lo más
importante
de todo
—independiente
de si el
dibujo es
maravilloso
o mediocre—,
y es que la
narración de
la historia
debe ser
fluida y
comprensible
para
cualquier
lector del
mundo. Este
es el
secreto de
una buena
historieta:
lograr
comunicar lo
que se
quiere con
claridad.
Luego de
este
borrador,
vienen las
correcciones
y, a
continuación,
ya se puede
comenzar a
hacer el
lápiz de las
páginas
definitivas,
que luego
deben ser
pasadas a
tinta y
coloreadas,
si es el
caso. A
veces, el
dibujante
debe
documentarse
si quiere
dibujar
lugares
precisos o
si está
embarcado en
un trabajo
histórico,
por ejemplo.
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«Dr. Mortis» nació como radioteatro en el año 1945 en Punta Arenas, gracias a la inventiva de Juan Marino. |
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El guión
todavía
puede sufrir
cortes o
ajustes
hasta el
final del
proceso, y
lo ideal es
que así
suceda, pues
el
profesionalismo
también es
la capacidad
de evitar
enamorarte
de tus
propias
palabras o
dibujos,
pues todo
debe estar
al servicio
de la
narración.
Otro proceso
es el de
poner los
textos a las
páginas.
Muchos
dibujantes
rotulan su
propia
historieta,
lo que es
también un
trabajo
largo,
aunque la
tecnología
digital ha
ayudado
mucho a
agilizar
estos
procesos.
Llegados a
este punto,
la
producción
artística
acaba y
comienza la
labor
editorial y
de
distribución,
y, bueno, la
pega de los
lectores que
es leer y
apoyar lo
que les
gusta.
Cuéntanos
cómo nació
el programa
de radio
on-line
“Viñetas del
fin del
Mundo”, y de
qué trata.
Ese programa
es una idea
de Ricardo
Vega, y
nació a
partir del
primer
festival que
organizamos
con él, el
Centro
Cultural de
España y el
encargado de
la radio
on-line
de esa
entidad,
Francisco
Conejera. La
idea es
hacer un
programa de
reflexión,
de discusión
sobre la
narrativa
gráfica
chilena y
sus autores.
Creo que los
creadores de
historieta,
los editores
y el público
necesitan
escuchar y
confrontar
opiniones.
Estamos
frente a una
especie de
revaloración
de la
historieta
local y eso
exige un
proceso de
profunda
reflexión de
lo que
hacemos. El
programa de
radio
«Viñetas del
Fin del
Mundo» busca
eso y, por
si les
interesa,
les cuento
que se emite
todos los
miércoles, a
mediodía, en
la radio
on-line
del Centro
Cultural de
España.
¿Cuál es la
situación
del cómic en
Chile? ¿En
qué proceso
se
encuentra?
Está en un
momento muy
bueno. Los
medios de
comunicación
se interesan
por el tema.
Los editores
están
publicando
material de
autores
locales.
Creo que la
historieta
se ha vuelto
cool,
he visto
cómo ha
cambiado el
discurso
sobre ello.
Todos hablan
de novelas
gráficas, a
veces sin
saber
exactamente
qué quiere
decir el
término, y
eso es muy
bueno, pero,
a cambio de
este
incipiente
renacer, por
llamarlo de
alguna
manera, se
debe
entregar
calidad.
Tenemos que
hacer
trabajos de
alto nivel y
con
temáticas
propias, y,
como dije
antes, sin
menospreciar
a los
lectores y
dar cabida a
todas las
expresiones
que la
riqueza que
este
lenguaje
puede
ofrecer.
¿Ergocómics?
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Estoy a la espera de una historieta chilena madura, sólida, que hable de nuestra realidad, de lo que somos, aun en medio de la fantasía más delirante. |
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Es uno de
los grupos a
los que
pertenezco y
que nació en
1996,
aproximadamente,
que mantiene
uno de los
sitios web
más serios
que conozco
y que ya
cumplió poco
más de 10
años en
internet,
hablando de
historieta
de autor
chilena y
latinoamericana.
También
hacemos
publicaciones
y un
festival
anual de
historieta
desde el
2003. Es un
proyecto al
que le tengo
mucho cariño
y respeto.
¿Qué esperas
de la
historieta
chilena?
Estoy a la
espera de
una
historieta
chilena
madura,
sólida, que
hable de
nuestra
realidad, de
lo que
somos, aun
en medio de
la fantasía
más
delirante.
Espero un
personaje
que dé
cuenta de
nosotros, un
nuevo
«Condorito»
o «Mortis»,
no sé. Pero
veo el
trabajo de
muchos de
mis colegas
y creo que
lentamente
eso se está
construyendo.
¿Cómo se
relaciona la
historieta
con el medio
digital?
Tanto como
cualquier
otro medio
que ha sido
invadido por
estas
increíbles
tecnologías.
Hoy existen
las tabletas
de dibujo y
programas
como el
mangastudio
que ayudan
al proceso
de dibujar
historietas,
pero que de
nada sirven
si no existe
el talento
para
hacerlas.
Como
siempre, la
tecnología
es un medio,
una
herramienta
fascinante
para hacer
lo mismo de
antes, pero
de nuevas
maneras.
Woody Allen
ha
reconocido
en un libro
biográfico
que no ve
películas,
no lee
diarios, ni
ve
televisión.
No tiene
idea qué se
está
estrenando
en las salas
de cine. Y
así hace sus
películas,
en blanco.
¿Existe en
el cómic esa
posibilidad,
es decir,
que se pueda
escribir sin
ser un
experto, ni
un
historietófilo?
Siempre. Es
una
prerrogativa
de cualquier
artista en
cualquier
medio. Ya no
recuerdo si
era Orson
Welles o
Luis Buñuel
quien decía
que podía
enseñarle a
cualquiera a
hacer una
película en
un par de
fines de
semana. Creo
que ambos
caminos son
válidos.
Habrá los
que digan
que para
hacer algo,
se debe ver
todo lo que
se ha hacho
antes al
respecto, y
otros, que
afirmarán lo
contrario.
Todo tiene
que ver con
el método
personal que
te hayas
creado.
Ninguno de
estos
caminos
asegura
encontrar la
obra
maestra. En
lo referido
a la magia,
no hay
recetas.
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