N.º 80

ABRIL-JUNIO 2013

14

    

 

   

  

   

   

   

   

«EL GUERRILLERO AUDAZ»

Los fotogramas de la memoria

   

Por Manuel López Porras & José Antonio Molero

   

   

  

Y

o era un crío y pasaba las horas enteras leyendo tebeos, ajeno a lo que me rodeaba y pasaba a mi alrededor. Los años pasaron y, con el paso de los años, llevado por una inercia que entonces parecía irrefrenable, también pasaron los tebeos; me olvidé de los tebeos. Este paso evolutivo parecía consustancial a la evolución normal de nuestra naturaleza. Los mayores no leían tebeos. Este tipo de subliteratura era propia de niños, esos pequeñajos cuya madurez intelectual no presenta todavía muchas exigencias al grado de cultura.

Me olvidé, pues, de todas las aventuras que había vivido y de todos los lugares exóticos que había visitado. Me olvidé del Guerrero del Antifaz, Chispita, el Cachorro, el Jinete Fantasma, el Capitán Coraje, el Puma, el Inspector Dan, el Charro Temerario, Don Z, Bengala… y, con ellos, me olvidé también de soñar fantasías. Y sometí mis gustos a la nueva realidad, a la realidad cotidiana: a nuestras novias, mujeres o amigas no les gustaban los tebeos.

  
              

              
 

El Guerrillero Audaz. Portada N.º 1

 
  

Mi habitación se había convertido en un lugar desolado

Sin darme cuenta, mi habitación se había convertido en un lugar desolado, insulso, sin diversión, sin sueños, sin aventuras y sin entretenimiento alguno… Atrás quedaba el niño y su mundo, y el hombre adulto había impuesto sus formas de vivir. La vida transcurría ahora normalmente, como debe transcurrir, según dicen los adultos; de casa al trabajo y del trabajo a casa, en un ambiente rodeado de compromisos con los bancos, la inspección técnica del coche, los recibos del origen más vario, la declaración de la renta…

En este mustio galimatías de cosas controvertidas discurría mi vida hasta que la Editorial Valenciana, con el nuevo cuño de Edival, emprende la reedición de El Guerrero del Antifaz, en cuadernos de 16 páginas, con formato vertical y a todo color, recordándome todo lo que había dejado atrás; con esta reedición pareció como si todos los mundos del pasado volviesen a desfilar ante mí de nuevo.

Recordar el pasado es, en ocasiones, una manera de vivir el presente sin renunciar por ello a la propia identidad como persona, cuya historia ha quedado escrita por diferentes motivos en cuestiones que pueden ser importantes o no, pero que marcaron el tiempo que me tocó vivir.

Caí, por segunda vez en mi vida, en las redes del Guerrero

Siempre me gustó leer tebeos, ya lo he admitido, así que caí, por segunda vez en mi vida, en las redes del Guerrero, al que siguieron Roberto Alcázar, el Hombre de Piedra, el Pequeño Luchador, Yuki el Temerario, Piel de Lobo… y un largo etcétera. Mi generación está profundamente marcada por la lectura de tebeos.

Los tebeos que se publicaban en esos años contaban entretenidas historias. Podían tener imperfecciones —las tenían—, pero toda incidencia técnica o gráfica quedaba suficientemente compensada con la gozosa sensación de ser testigo de excepción de la gallardía y heroicidad de unos personajes de ficción que nos hacían entrar en un mundo de fantasía, de aventuras sin fin, en las que todo era posible. Lo importante era pasar un buen rato leyendo un tebeo sin darle demasiadas vueltas a su técnica de impresión. Eran tebeos de dibujos simples, modestos, siempre supeditados a la narración.

  
                             
 

El Guerrillero Audaz. Portada N.º 9

 
  

Un arte en que la imagen está al servicio de la historia

La historieta es un arte narrativo, es la imagen al servicio de la historia. He aquí el enorme valor de aquellos historietistas, a veces no suficientemente reconocidos. El dibujo de aquellos tebeos no era llamativo ni pretendía serlo; era un arte funcional que rehuía de virtuosismos gratuitos. Unos dibujos que se hacía invisibles para no restarle atención a la trama, dibujos que solo servían desarrollar la historia.

Si una viñeta está recargada en detalles o resulta en exceso llamativa por sus colores, será muy buena como ilustración, pero distraerá nuestra atención y nos recordará que es un dibujo, lo que supondrá haber fracasado en su función de sumergir al lector en el realismo fantástico de la historia. Los dibujantes de historieta han de ser buenos narradores, no ilustradores de textos, cosa que, lamentablemente, parece haber olvidado un nutrido grupo de dibujantes de las nuevas generaciones, ansiosos únicamente por demostrar las habilidades y destrezas de que son capaces con el lápiz.

Concluyo esta reflexión preliminar dejando constancia de lo que para mí es una pretensión casi obsesiva: reivindicar, una vez más, el recuerdo de una de aquellas series de tebeos que supieron transportan al lector más de siglo y medio atrás en el tiempo, sirviendo a la par de testimonio de una forma de hacer y entender la buena historieta, hoy ya perdida para siempre.

El Guerrillero Audaz

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

·        Título: El Guerrillero Audaz

·        Guión y dibujo: Manuel Gago

·        Editorial: Editorial Valenciana (Valencia)

·        Año: 1962

·        Formato: Colección de 26 cuadernos de 17 x 24 cm en 26 entregas semanales.

·        Páginas: 10 páginas cada entrega.

·        Color: Portada en color; páginas interiores, en blanco y negro.

·       Protagonistas: Diego de Varcárcel.

·       Protagonistas históricos: Joachim Murat (1767-1815), mariscal francés, co-mandante jefe de las fuerzas de ocupación en España, y José de Palafox (1776-1847), militar español, capitán general de Aragón.

·        Época: Año 1808, año que marca el comienzo de la Guerra de Independencia.

Argumento

La serie relata las aventuras de Diego Valcárcel en su lucha contra los franceses en la España de 1808, durante la Guerra de Independencia. Diego de Valcárcel representa uno de los muchos héroes españoles que, llevados del amor a la patria y a los valores hispanos, se opusieron a un gobierno impuesto desde el extranjero y se levantaron en armas contra el ejército invasor francés.

Aunque no es el primero ni único personaje que lucha contra el invasor francés en el amplio panorama de los relatos gráficos españoles, no cabe la menor duda de que Diego Valcárcel, “el Guerrillero Audaz”, es el más popular de todos los que intervienen en esta contienda. Así, Diego Valcárcel participa en la defensa de Zaragoza contra los sucesivos asaltos franceses, gesta en la que los zaragozanos pasaron a formar parte de esa pléyade de héroes que asombraron al mundo por su lucha contra la opresión extranjera.

Nuestra guerra contra Napoleón, en el punto de mira

La guerra que sostuvieron los españoles para independizarse de los planes napoleónicos de unificación europea ha sido —y todavía lo es— un aspecto de nuestra vida nacional que no ha sido indiferente al interés de la Historia universal y propia. Reconocida por unos como un hecho heroico o relegada por otros a una simple sublevación que no trasciende lo popular, lo cierto es que el conflicto bélico que supuso el levantamiento de todo un pueblo ha sido objeto de los juicios más contradictorios por parte de algunos estudiosos a uno y otro lado de nuestras fronteras.

Así, por ejemplo, entre los historiadores ingleses se observa una tendencia bastante generalizada a infravalorar el esfuerzo militar del ejército español en la contienda, depositando el lauro de la victoria contra los afanes imperialistas franceses en la ayuda militar que España recibió de Inglaterra. Por su parte, la Historiografía francesa considera el movimiento patrio contra Napoleón una enardecida explosión de fanatismo populachero, tan carente de ideales como descoordinado y violento. Incluso algunos autores españoles tampoco han querido sustraerse a la descalificación de la guerra contra una dominación ajena a nuestra voluntad como pueblo, cuestionando el valor netamente patriótico de algunos episodios de la guerra.

  
              

              
 

El Guerrillero Audaz. Portada N.º 16

 
  

Contra los detractores de uno y otro signo —que a la Historia de España nunca le han faltado—, hoy es históricamente indiscutible el valor épico de la gesta de los madrileños aquel 2 de mayo, al sublevarse contra un ejército bien pertrechado con unas armas que no pasaban de navajas, palos de silla y algunas escopetas de caza, como tampoco admiten discusión las heroicas defensas de Zaragoza (defendida por el general Palafox y con su Agustina al frente del pueblo) y Gerona (estoicamente defendida por el general Álvarez de Castro), eventos pletóricos de tal heroicidad y patriotismo que hoy ya forman parte del acervo histórico universal. No podemos olvidar las defensas de Astorga, Ciudad Rodrigo, Badajoz y Tarragona, que, sin haber alcanzado el universal renombre de las anteriormente citadas, han sido calificadas de heroicas por amigos y enemigos.

Son, pues, innegables el valor y la heroicidad demostrados por el pueblo español al osar enfrentarse y hacerlo, en desigual lucha, al Imperio más poderoso de la época, hasta el punto de haber sido ensalzados por reconocidas opiniones extranjera. Cabe mencionar en tal sentido al general británico Sir Charles J. Napier (1782-1853), destacado en España como aliado contra Francia, quien, no obstante ser un sistemático detractor de las gestas hispanas en el mundo, no pudo menos que reconocer, como testigo directo y mediato de la intervención española, el abnegado espíritu de lucha y alto valor patriótico de un pueblo que, aunque prácticamente desarmado, supo plantar cara y vencer al ejército del mariscal Murat.

«El Guerrillero Audaz» y la Guerra de Independencia

Y si esto ocurre a nivel histórico, ya podemos imaginarnos la opinión que puede haber merecido el tratamiento de tal hecho histórico en un tebeo dibujado por un español y editado en una España dominada por el régimen dictatorial de Franco, empeñado en inculcarnos a cada instante los valores patrios y en resaltar a ultranza las virtudes de la raza hispana.

No obstante, y contra cualquier opinión subjetiva vertida de forma apresurada contra la serie, conviene aducir un dato que ya conocen quienes sí han leído la colección: si obviamos el episodio relativo al sitio de Zaragoza, los enfrentamientos y luchas que se relatan en El Guerrillero Audaz poco tienen que ver con los hechos realmente acaecidos durante la Guerra de Independencia; el marco histórico de la serie no es más que una excusa para el desarrollo de las aventuras de un héroe de ficción.

En El Guerrillero Audaz nos reencontramos con el mejor Gago. Manuel Gago (1925-1980) es nada más y nada menos que el creador de El Guerrero del Antifaz, una de las obras cumbres de todos los tiempos del tebeo en España, que marcó a toda una generación. Manuel Gago fue uno de los más grandes autores que ha dado jamás el tebeo español.

Gago, al liberarse del apresuramiento a que sometía sus secuencias de viñetas, característica omnipresente en su obra hasta ese momento, lleva a cabo con esta serie uno de sus trabajos más logrados. Y si el argumento del Guerrillero puede parecernos de entrada un tanto convencional, Gago se encarga de convertirlo en una secuencia de aventuras trepidantes dotadas de argumento, maravillosamente contadas, en las que destaca, una vez, la frescura de su narrativa.

  
                             
 

El Guerrillero Audaz. Portada N.º 26

 
  

En conclusión

El Guerrillero Audaz es, en definitiva, un entretenido tebeo de aventuras, y, como todo buen tebeo de acción que se precie, nos introduce en un contexto histórico en el que el peligro imprevisto, las inesperadas asechanzas y la amenaza continuada se convierten en protagonistas del relato. El ritmo de la acción empieza a desarrollarse desde su primera entrega, va creciendo de manera vertiginosa al par que se suceden ininterrumpidamente los encuentros con el enemigo y se salvan con bien los obstáculos hasta que acontece el merecido final de la historia. El acierto de Manuel Gago con las entregas de las aventuras del Guerrillero está en haber vuelto su mirada y su gran oficio de historietista a los mismos orígenes de su carrera.

Una reflexión final: Los grandes héroes de la historieta no mueren jamás, tan solo se aletargan temporalmente en una misteriosa suerte de ensoñación. Así ha sucedido con El Guerrillero Audaz. Esperemos que estas líneas sirvan para devolverlo de nuevo a la memoria y a las manos de los aficionados. ■

   

   

 

MANUEL LÓPEZ PORRAS (1941), jubilado en la actualidad, es, desde siempre, un entusiasta de los tebeos, que alegraron su infancia en aquellos grises años como a tantos otros muchos españoles. Desde hace unos años, colabora en la revista «EL BOLETÍN».

En colaboración con:

José Antonio Molero Benavides (Cuevas de San Marcos, Málaga, 1946). Diplomado en Maestro de Enseñanza Primaria y licenciado en Filología Románica por la Universidad de Málaga. Es profesor de Lengua, Literatura y sus Didácticas en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA. Desde que apareció su primer número, está al frente de la dirección y edición de GIBRALFARO, revista digital de publicación trimestral patrocinada por el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Málaga.

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. II Época. Año XII. Número 80. Abril-Junio 2013. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2013 Manuel López Porras & José Antonio Molero Benavides. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2013 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.