EN LAS
SOMBRAS CRECEN POESÍAS
En las sombras crecen poesías,
en penumbras vuela la imaginación,
en las nubes, oro que derrocho,
si en la caída oscurece la pasión.
En el infierno, quemo la rutina,
en la mente, cabeza versus corazón,
en la televisión, vida que no es vida,
en un libro, sueños y sueños son.
En la neutralidad, brota cobardía,
en la lucha, olvido y compasión,
en el diagnóstico, versos dispersos,
en el escondite, una adicción.
LECCIÓN A
MONALISA
La felicidad es solo la risa
que jode a las leyes
gravitatorias y a la seriedad.
¡Abre los ojos, Monalisa!
Llénate el pelo de colores,
cántate la negra Tomasa,
márcate un bailecito,
únete a los peores.
Vamos por fiesta con José Menese
o sube ahora mismo el son, son, son,
y los que se van, como dijo Albita,
mejor que no regresen.
Kikiribú mandinga,
kikiribú mandinga,
kikiribú bu mandinga,
kikiribú...
(bis por siempre)
ENTRE LAS
MANOS
En los peores momentos cuenta atrás
para llenar pantanos de desgracias,
cuando hay sequía de identidad
la vida parece decir adiós y gracias.
La pasmosa tranquilidad gregoriana
teme nuestra lucha ‘paz versus resignación’,
casi como aquel que no esperaba nada
excepto el milagro o su imaginación.
Con la bandera del Carpe rota,
deseando esta mierda vomitar,
sin privar de alcohol ni gota.
Buscando a mis hermanos,
paz y tranquilidad escapan
entre las palmas de mis manos.
806 KM
Cierro los ojos y me quedo lejos
huyendo de lo falso de este suelo,
que, mirando incesante sin deseos,
me persigue enterrado en el cielo.
Noches de horas, de humos, de celos
que se esconden surcando el vuelo
hasta el sol, que anima a los cuervos
que ríen llorando sin consuelo.
Y más problemas, uno de esos,
se encierran en pestillos de oro
de uno más uno solitario,
que me escriben estos versos
de sangre, besos… un tesoro
recordando nuestro barrio.
LA ROSA
NEGRA
La rosa negra de aquella locura
escribe mil versos lanzados a darte,
con frías pinceladas logra quemarte
y nace y muere la catarsis pura.
La rosa negra en otoño crece.
Suena un aroma secreto andaluz,
siglos de historia, primavera y luz,
doce soledades que suman trece.
Con cada alba, la última cena
alimenta a tiempo poco rebato
orfeón y orquesta de pies a cabeza.
La batuta ondea sin gloria ni pena,
enseñando un bello tapiz un rato
que desnuda en medio giro su rareza.
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