FÉRREA MORADA |
Una mujer en mi vida
ha levantado su férrea morada,
su sitio de dominio, su amenaza.
Desde sus ojos se divisa el tiempo,
el terror de las noches descontroladas,
los gritos de sus seres invisibles.
Es tarde si examino y selecciono,
es tarde cuando quiero destruirla,
bajar a los vínculos lleno de odio.
Amo a la misma mujer en sus labios,
la misma certidumbre de distancia, |
el mismo amor de amarla la sustenta.
Las palabras se quedaron esperando,
ya no sirven las palabras repetidas,
los sonidos humillados, sin respuesta.
Atraviesa su voz por el tiempo,
salen sus manos tactando, angustiadas,
y es tarde, es tarde para siempre.
Desde sus ojos, me mira.
¡Ah mujer, cómo me dueles!,
¡cómo me duele tu amor tan amado!
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SERES EN LUCHA |
Bajando de la angustia
hasta caer en tu boca,
abrazado a tu ternura
con mi sangre poderosa,
dos actitudes existen
entre tu amor y mi celo:
soy la fuerza irreprimible,
y tú recién en el beso.
Soy el hijo de la tierra,
y tú, nacida del aire, |
tiemblas de miedo en mis venas,
y yo tiemblo en ti de sangre.
Mi agonía en ti se enciende,
y te brilla en las pupilas
el dolor de mis poderes.
Eres la sed de mi vida.
Dos seres somos en lucha:
tú llena de sueños tristes
y yo, lleno de tu angustia.
Nuestro amor es lo terrible. |
VIEJAS PALABRAS
Hay mucho del tiempo que nunca se ha muerto
en tu voz dibujando palabras
en torno a mis viejos dolores.
Las redes que caen y caen sin fin
hacia el fondo sombrío en conflicto,
nada recogen, nada te dicen las manos
que cavan mi vida cerrada.
Es que tal vez lo que llevo
es el murmullo del agua y del viento,
un idioma de invierno que no entenderían
tus ojos cuajados de flores.
Como queriendo volver,
te aproximo y recojo el aroma
inefable de tu cabellera.
Allí reconozco mi origen,
y corro gritando a través
de la lluvia terrible.
No alcanzaré la humedad de tus ojos
que miran clavados aún en mi vida,
no volveré a tu regazo,
de donde salieron un día mis pasos huyendo.
Eres el tiempo que vuelve
y rodea mi vida de viejas palabras.
De tu boca rescato mi herencia.
YO TE DESEO
Para el año inaugurado con copas y besos,
con lágrimas tuyas mojando
la noche escindida,
para el año que asoma con ojos cerrados,
todavía virgen, ciego de tantos sucesos
que habrán de llenarlo,
para el año que amanece sobre el tiempo,
amor,
dulce amada que en medio
de luchas terribles conservo,
clara y sutil,
delgada amiga,
cuyo misterio
en mi vida escudriña desenterrando besos,
yo te deseo, juntos nosotros, amada,
yo te deseo que en mí no termines,
y arranques conmigo del tiempo
canciones que esperan nacer de nosotros.
No te deseo la gloria ni el mundo
en el año que empieza con estas palabras:
sólo el tesoro que guarda la tierra
en sus venas nutricias,
las viejas palabras de viejos poetas
que un día cayeron al polvo,
y volverán vigorosas, radiantes,
como recién emergidas del Caos,
a continuar con nosotros su viaje infinito.
COMENZAR
Comenzar otra vez a mirarte por dentro
extrayendo una luz sin final
que se enreda en mis manos y canta,
gravitar en tu puro interior
como un pájaro ciego cuyo destino posees,
gritar, gritar allí mis preguntas,
mi búsqueda eterna que en ti continúa.
Yo supe de una cruel orfandad
que el otoño admitió en sus dominios:
anduve los tiempos tempranos
detrás de unos pasos que huían,
y los besos que hallé en mi camino
mintieron a tu boca sagrada y pasaron.
No me detuve a vivir en tu sombra.
Qué podríamos hablarnos,
qué dirían mis palabras
que ya no supieras:
en tu interior me despliego
y quisiera acabar de una vez con tu esencia.
Pero nunca terminas de ser nuevamente,
profunda y extrema en tu orilla,
te busco en los límites y eres más lejos.
Todos los día, entonces,
sumerjo mi vida en tu vida
y encuentro una nueva victoria.
Y en mi plenitud olvido
que anduve muy lejos, muy lejos, errante.
AZUL
Dulces tus ojos azules,
clavados en mi interior para siempre.
Con ellos contemplo el mundo
y advierto que todo se te parece.
Eres quizás una fuerza ancestral
que levanta del tiempo sus dones dormidos,
y su música obsesiona mi instrumento,
y me obligan sus pájaros estremecidos.
Voy en tu amor prisionero de besos,
voy en tu voz rumoroso de ríos.
Soy el que no era cuando no estabas.
En tu distancia termino.
En tus ojos azules la vida comienza,
la tierra en arpegios estalla y florece.
En mi interior se han clavado como una saeta,
y todo cuanto miro se te parece.
*Extracto del poemario del poemario Ciclo, acabado en 1978 (Inédito). |
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