A

RENA OSCURA

¿Q

ué toro negro y herido

derramó sangre en tu arena?

¿Qué luz de alquitrán y pena

asfaltó tu recorrido?

     En las huellas he sentido

que el frágil embarcadero,

dibuja un verso certero

sobre el papel de las olas,

mojando en las caracolas

la pluma de su tintero.

H

UELIN

F

ue heraldo de luz

aquel mediodía,

y puso en mis manos,

cerca de la orilla,

las llaves del reino

que me recibía.

     Fue el primer hogar

junto a la avenida,

olor de quiosco

y cafetería,

el preludio azul

de aquella conquista.

     Conquista del alma,

entonces cautiva

en cárcel de versos,

con llaves de rimas

y barra insalvable

de ritmo y medida.

E

l viejo

M

ercado

florece, y respira

suspiros de olas,

latidos de vida

diaria a sus pies,

sueños que bautizan

de ilusión humilde

cada amanecida.

     Recuerdos marinos

buscan en la brisa,

junto al bloque alto,

aquella barquilla

de sal desangrada

bajo sus pupilas.

     Ayer y mañana

avanzan con prisas

para reunirse

palmeras arriba

con la flor presente

que se difumina

apenas la arena

deja la clepsidra.

     El tiempo pondrá

pronto su cursiva,

pero aquellas calles,

quedarán escritas

en el barrio blanco,

cercano a la orilla

que encendió mi luz

aquel mediodía.

L

IBERTAD

U

n mar sin fronteras

talla el árbol seco

sin normas ni reglas

que marquen caminos.

     Sobre el libro en blanco

escribe palabras

que nunca parecen

querer decir algo.

     La duda, el futuro

pasean tranquilos

por larga autopista

sin bifurcaciones.

     Trepan hasta el cielo

por altas palmeras

para ver el mundo

desde las alturas.

     Grandes avenidas

jamás bautizadas

me invitan a dar

mil pasos sin rumbo

sin que estorben nunca

voces ni miradas.

O

LVIDA

O

lvida los agravios, flor del mapa,

no ensucies con el odio tu semblante,

ni permitas que cambie tu talante

aquel oscuro lobo que se escapa.

     Por triste que resulte alguna etapa

da el paso de la paz hacia delante,

que quede el desafío de su guante

oculto entre los pliegues de la capa.

     Mañana te saluda. Un corazón

se acerca lentamente hacia tu pecho

y apoya en ti un latido ya cansado.

     No busques del ayer otra razón,

que no tendrá defensa tu derecho

si prefieres mirar hacia otro lado.

S

OY

D

esconocido

en la ciudad virgen,

y nada ni nadie

va a romper el hilo

de mi itinerario

sin brújula y mapa.

     Tan libre me siento,

con tantos caminos

abiertos al paso,

que cuando percibo

el mar que me abraza

y los montes altos,

me dice el espíritu,

     Ciudad, que eres mía.

*Extracto del poemario Brazos Abiertos. Retrato Poético de Málaga. Ediciones Deauno.com.