ENERO-MARZO 2016   

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SEIS POEMAS (y II)

   

Por Hilario Esteban López

   

  

  

 

PLEGARIA

Señor, yo también te busco de noche

tras la enramada oscura de las horas,

cuando el canto del grillo es lúgubre

y el búho arcano vocifera,

y los ojos ajenos de estupor se embriagan.

  

Señor,

yo te busco.

Señor,

en la estupidez vana

me curte la ponzoña de sus ojos.

  

Yo la amé

como Eva amó el prohibido manzano,

como Adán, precipitado

en el abismo virgen de su amada,

perdió la escama sagrada

de su pupila y de su alma.

La amé con la codicia embrutecida

que arde en la llama de mi hoguera.

Fui ingenuo, fui tonto;

he sido encadenado al amarla .

 

Su amor fue para mí

como una brasa en mi mano,

como una espina en mi pie,

como vicio de  pecado.

Entró de golpe;

fue cicuta,

fue almíbar, fue palabra,

fue verso,

fue verbo.

 

Señor,

no sé si en aquella hora tardía

fue génesis

y el mundo para nosotros amanecía;

florecieron salvajes los lirios,

se amalgamaron las rosas,

se detuvieron los ríos,

no se si algo en nosotros apenas moría.

 

Pero sí sé

que es la hora del sueño,

y te busco bajo esta luz celeste

bajo el puñado de estrellas.

 

Yo soy el que alza la voz

con la marca de Caín,

el pecador en mi frente,

en mi súbita cobardía,

he huido bajo la sombra de la noche

al ruedo de tu manto

como el asesino de Urías.

 

Yo soy ladrón, he matado,

he gritado donde está el traidor,

he mentido, he fornicado, he traicionado.

Yo también soy Pilato:

he lavado mis manos,

he herido al crucificado .

 

Perdóname por haberla amado.

 

Si he de renacer de nuevo,

si a penitencia sacrílega

ha de enfrentarse mi alma

en el afán de olvidarla,

si en el cristal de los ríos he de ahogar

la profana lascivia,

dime dónde se encuentra

el precio que mi culpa franquea.

  

¡Perdóname!

Tú, que eres rabí y yo pecador me llamo,

aquí estoy.

¡Que así sea!

 

¡Señor...! Yo,

yo aún la amo.

  

  

  

  

  

NOTA A UN AMIGO

Así como un sicario

frente al cuerpo inerte 

encalla su alma.

 

En el verso que sus besos anida,

en la canción que hiere,

así encalla la tuya;

aunque sientas un adiós a su partida,

¡enfréntalo!

 

Aunque el amor se incruste como un clavo

en la herida,

porque no somos dueños de la eternidad

y el suplicio del amor esquivo

no es el fin de la vida.

 

Como un mazo que martilla el bruto mármol 

y un santo surge de los golpes infringidos,

arrastra tu orgullo, hinca rodilla

no para morir esclavo,

sino para levantarte, altivo,

así te alego que abras tu herida,

...amigo mío.

 

Porque el amor, mientras aflora

como un pájaro en su nido,

entumece, tiembla, gorjea, 

trina, levanta alas,

uno para dar vida, 

otros para morir de frío.

  

  

  

  

  

REMEMBRANZAS

Dejé de pelear un momento con la vida,

la lucha de mi alma  fatigada,

la pregunta sin respuesta.

El hambre de lo desconocido.

Todo lo efímero,

todo lo que ha dado el tiempo,

lo que me ha quitado

la vida.

 

No sabiendo quién eras.

Y no sé

si fui yo

quien te encontró a ti

o tú

me encontraste a mí.

 

Recuerdo aquellos juegos de  barrio,

los días sin merienda,

aquel rincón que fue mi refugio,

las canicas en el bolsillo,

el rencor de lo que no fue mío.

 

La mañana colorida,

que fue

entre otras la luz que alumbraba,

el dulce carmín de tus labios.

  

Tú, la estrella de mi vida,

el recipiente rojo de mi mirada;

tú, tu alma, que no sería mía.

Y, ante esta canción de tu recuerdo,

ha repicado tu nombre como una campanada.

 

¿Recuerdas

aquel traje azul de colegiala,

el juego de manos

que, deseosa, jugabas.

Las calles bulliciosas de tu esquina

que, si hablaran,

murmurarán mis suspiros.

 

Tu, tan inocente, con el amor escondido

como el grano que no ha sido plantado,

como el pájaro que no ha llegado a su nido,

como la flor que no se ha abierto a la vida.

  

Yo, yo recuerdo

el susurro de tu ausencia

por la luz de tus ojos

que se había ido.

 

Hubo tardes en que tu rostro pensante

volaba a lugares remotos,

y yo, menesteroso por acariciar tus manos,

abrazaba el cuerpo azul

que me hacia suspirar

suspiros,

...suspiros ignotos.

 

Aún recuerdo tus labios rojos,

tu pelo suelto, tu paso inquieto,

la llave que guardabas entre tus manos;

quiero decir la llave

a mi corazón invento.

Caminando sigilosa, entrabas.

 

Yo recuerdo los regalos consentidos,

las incoherencias de mis locuras.

Los moretones en mis rodillas.

Lo tenía todo y de lo que no tenía

nada me urgía:

lo que deseaba

era tu alma cerca de la mía.

 

Hoy tal vez mi voz sombría,

acaso con un leve rastro de melancolía,

pero hoy te digo: aún...

aún guardo el poema de tus labios, escrito en el fondo,

¡en el fondo del alma mía!

  

  

   

   
  

   

     

     

HILARIO DE JESÚS ESTEBAN LÓPEZ (Ipala, Chiquimula, Guatemala, 1975). Maestro en Educación Primaria Urbana. Amante de la poesía lírica, el dibujo y la pintura. Gran parte de su obra ha sido dada a conocer a través de diversas revistas digitales. Ha participado en varios certámenes internacionales de Poesía. Es autor de una amplia colección de sus poemas y relatos líricos, aún inéditos, que verán pronto la luz en su primer libro. Es titular del blog «Desde el Corazón», en donde da a conocer su creación literaria.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 2. Página 5. Año XV. II Época. Número 91. Enero-Marzo 2016. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2014 Hilario Esteban López. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2016 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.