REMEMBRANZAS
Dejé de pelear un momento con la vida,
la lucha de mi alma fatigada,
la pregunta sin respuesta.
El hambre de lo desconocido.
Todo lo efímero,
todo lo que ha dado el tiempo,
lo que me ha quitado
la vida.
No sabiendo quién eras.
Y no sé
si fui yo
quien te encontró a ti
o tú
me encontraste a mí.
Recuerdo aquellos juegos de barrio,
los días sin merienda,
aquel rincón que fue mi refugio,
las canicas en el bolsillo,
el rencor de lo que no fue mío.
La mañana colorida,
que fue
entre otras la luz que alumbraba,
el dulce carmín de tus labios.
Tú, la estrella de mi vida,
el recipiente rojo de mi mirada;
tú, tu alma, que no sería mía.
Y, ante esta canción de tu recuerdo,
ha repicado tu nombre como una campanada.
¿Recuerdas
aquel traje azul de colegiala,
el juego de manos
que, deseosa, jugabas.
Las calles bulliciosas de tu esquina
que, si hablaran,
murmurarán mis suspiros.
Tu, tan inocente, con el amor escondido
como el grano que no ha sido plantado,
como el pájaro que no ha llegado a su nido,
como la flor que no se ha abierto a la vida.
Yo, yo recuerdo
el susurro de tu ausencia
por la luz de tus ojos
que se había ido.
Hubo tardes en que tu rostro pensante
volaba a lugares remotos,
y yo, menesteroso por acariciar tus manos,
abrazaba el cuerpo azul
que me hacia suspirar
suspiros,
...suspiros ignotos.
Aún recuerdo tus labios rojos,
tu pelo suelto, tu paso inquieto,
la llave que guardabas entre tus manos;
quiero decir la llave
a mi corazón invento.
Caminando sigilosa, entrabas.
Yo recuerdo los regalos consentidos,
las incoherencias de mis locuras.
Los moretones en mis rodillas.
Lo tenía todo y de lo que no tenía
nada me urgía:
lo que deseaba
era tu alma cerca de la mía.
Hoy tal vez mi voz sombría,
acaso con un leve rastro de melancolía,
pero hoy te digo: aún...
aún guardo el poema de tus labios, escrito en el fondo,
¡en el fondo del alma mía! |