ABRIL-JUNIO 2017

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MI ÚLTIMO LIBRO

   

Por  Hilario Esteban López

   

   

   

MI ÚLTIMO LIBRO

En descifrar  tu silencio

se me va la vida,

la palabra estancada en tu boca,

el  beso olvidado que fue mío,

como un perro maltratado

corre la nostalgia tras la puerta sin destino,

tiembla la soledad al adorarte

en este poema que escribo.

 

Y entonces naces

para releerte cuando muero de frío,

porque fuiste mi primer poema

y también serás mi último libro.

  

  

  

IMAGEN DISCRETA

I

Habías vivido dentro de mí

como un leucocito en mi sangre,

como una vertebra en mi corazón.

  

Un suspiro atormentado

no dejaba

de pronunciar tu nombre.

 

Martillaba como un pájaro picotea el árbol.

  

Eras luz rezagada en un túnel,

hasta que un día

secuestraste mis ansias

y caías como un bucle

sobre el guacal de mis manos.

 

Como un escultor elije

el tosco mármol,

apersoga la mole,

se afana con el mazo,

forja el cincel pulidor,

                          ¡así…

                              yo,

te forjé

como un eco en mi mente,

y nacías de la nada,

como la simplicidad de las cosas…

 

Esas cosas amadas.

 

Urgías salir

como urgen salir las rosas

tiernas y delicadas,

escurriéndote como un iceberg

al galope de mis trazos,

en las arañas de mis dedos.

    

    

II

La expresión alba del papel

muda en larga espera

hasta que cae el grafito afilado

cortando con ligereza el espacio,

siguiendo la línea ignota

de mis pensamientos.

Y eres

la que aflora,

Quimera Embrionaria;

 

Vana,

sin vida sobre el papel,

como un fantasma ibas emergiendo,

carne de línea ilusoria,

Nereida en claroscuro,

ninfa de los bosques del pensamiento,

crisálida en espera de luz…

 

...y aurora.

 

Y me embriagaban los minutos

en el caracol de las horas.

   

   

III

Cobrabas vida en la penumbra,

en las voluptuosas curvas,

en los matices remarcados

de líneas convergentes.

  

Nacieron tus manos,

tu nariz,

la papada avergonzada,

tus pies,

tus labios,

el eréctil pezón de tu seno,

la sombra sobria de tu ombligo,

el cóncavo flexionado de tu pie,

el negro afanado de tu cabello

deslizándose sobre tus esferas.

 

¡Silencio!,

decían tus pechos dormidos

asomándose, tímidos,

como gemelos libidinosos.

  

La mueca de una sonrisa atrevida,

el nácar de tus ojos

atravesado como un prisma

por una luz hipnotizada.

 

Quería darte vida

en la expansión muerta de la hoja…

  

He aquí

la blonda curvatura de tu cuerpo,

hálito de la utopía,

género de deseo,

fruto de lo que no existía,

Eros inanimado,

sombra de lo pasado.

  

Amor de un día

callará tu boca discreta,

cantarán tus pechos álgidos,

y tu recuerdo descarriado…

 

La melancolía.

 

Piérdete en las márgenes del tiempo.

Eres línea y papel,

paráfrasis de un erotema.

  

Mi voz  restringida, acaso secreta,

te dejo en la postrer palabra de un poema,

en la línea ausente de un pincel,

en la cama cálida de un hotel

como la imagen discreta,

la diosa perdida,

la vivida,

la que nunca cobró,

jamás,

su propia vida.

   

   

IV

Y allí

te dejé con el pelo suelto

el labio atrevido

con el vicio del beso

la coqueta sonrisa,

las pestañas altivas,

y este verso de prisa,

eras Livia de Cleofanes

y tu palabra era mía,

pero tu alma ajena,

tan ajena que en una silaba te perdías.

 

Ya no eres tú, ni yo soy yo;

desde entonces, dejamos de ser

verbos consonantes.

Hoy y mañana, palabras pretéritas,

pincelazos de una pintura

de tu amor que fue eterno.

Ninguna más metamorfosis prematura

y, sin embargo, por siempre suspiro sempiterno.

 

Te arrullé con el iris de mis pupilas,

y exclamé

¡qué forma, qué poema,

qué afirmación de un teorema!

 

Bostezaron tus curvas elípticas,

nutriéronse tus pechos sofocos,

se hundió la tierra en mí,

hubo silencio en el cóncavo de tus mejillas.

 

Un día, despertaron asustados los pinceles

como teclas de un piano olvidado,

cada uno entregaba su propia melodía,

diáfano cabalgaba el silencio.

  

Avergonzados en tu figura,

se erizaron mis dedos,

bañaron de carmín tus pechos,

tus muslos, tu cintura,

tus labios, como un rojo clavel,

cayeron apuñalados los tintes

por las cerdas erizadas de un pincel,

una vez más danzaron su melodía.

 

En cada curva prófuga fue tu desnudez.

  

Tembló mi mano cuando

érase una vez.

 

No quise despertar tu nombre dormido,

y, en esta hora clandestina

donde el rosal de tu cuerpo

es luz al pincel perdido,

eres voz pretérita,

eco de un nombre conocido,

línea y figura de una imagen discreta.

   

   

   
       

    

    

       

         

HILARIO DE JESÚS ESTEBAN LÓPEZ (Ipala, Chiquimula, Guatemala, 1975). Maestro en Educación Primaria Urbana. Amante de la poesía lírica, el dibujo y la pintura. Gran parte de su obra ha sido dada a conocer a través de diversas revistas digitales. Ha participado en varios certámenes internacionales de Poesía. Es autor de una amplia colección de sus poemas y relatos líricos, aún inéditos, que verán pronto la luz en su primer libro. Es titular del blog « Desde el Corazón», en donde da a conocer su creación literaria.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 2. Página 4. Año XVI. II Época. Número 96. Abril-Junio 2017. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2017 Hilario Esteban López. © La imagen es es resultado de una compoisición digital del autor y se usa exclusivamente como ilustración del texto. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2017 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte, adscrito a la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana, Castillón, 3, Rincón de la Victoria (Málaga).