CARTA DE AMOR
Todo animal deja huella,
esta es la mía.
Trinar de pájaro solitario, religión a tu amor,
rezo a discreción de mi alma soñadora,
pizca de una coma, grito sonoro de una exclamación,
guiño de un punto, la canción rítmica de mi corazón.
Aquí cobra vida tu nombre;
suspiro, rima de una poesía, loco frenesí,
palabra escrita, voz que canta
desde las frágiles arterias de mi alma,
ritmo incesante, ceguera, lucha, amor.
Podrás leer sumergiéndote hasta ahogar los suspiros;
húndete en el trasfondo lucido y encontrarás tu nombre
innominado,
estarás como un arquetipo, perla formada por la herida de la
arena
sobre la frágil carne de una ostra.
Serás un espejo que cristaliza el resplandor del día
a través de la diadema semidifusa de un
prisma;
tu nombre será proscrito, pero no ignorado;
te moverás como una sombra tras el vértigo de mis palabras,
te verás trasparente, autografiada muda, pero viva.
Alumbra con tus ojos las veredas
por donde camina mi corazón enamorado,
resplandecerán las palabras, se encenderán como luciérnagas
en medio de la noche dominada de tormentas.
Como una campanada en lo alto de la montaña sonará tu nombre.
Monumento a tu amor, es este,
léelo y sabrás quién soy.
Faro, allá en la costa de mis recuerdos,
esa eres tú;
las estrellas de mi negra noche brillarán a través de este
pasillo;
verás mis glorias latentes, mis rimas locas,
el pérfido secreto de mi corazón,
rugir apasionado, golpe y caricia.
Detente al borde de mis pensamientos,
y verás mi alma desnuda,
acércate casta, inocente, a saborear la poesía
que emana de mi alma.
|