DESOLACIÓN DE LA NOCHE
La noche bailaba entre nosotros con aire distraído
de besos adormecidos, donde el polvoriento campo
acompañaba a los márgenes límbicos de un pub,
y solo el rumor del vacío que se asentaba bajo la piel
conseguía desterrar la desolación de la noche,
espera, miedo y agonía ante una nueva aurora.
No éramos arlequines,
ni náufragos en la tierra de Hermes,
tampoco profetas profanos de la inmundicia,
pero nuestros ojos respiraban sueños perdidos
donde las ninfas y los arcanos corrían sin labios melados.
Desolación de la noche en perfumada hiel
aguarda hasta el final de los tiempos
a que los irredentos hijos de la barbarie
clamemos con voz queda en los desiertos azulados y verdes
por trabajo, pan y, al fin, solo altisonantes delirios.
¿Quedará margen para orillar estrellas
en pazos de saturadas praderas sin humos
ni falaces espejismos de urbanas maquetas?
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