PERDIDO EN LA NADA
Como a merced de tormentas,
frágil y vulnerable a lo ignoto,
abstraído de oro y fama
y sin juicio condenado
a una muerte a largo plazo,
existes en cada amanecer
olfateando penas en dimensiones,
esperando el golpe diario
justo en la esquina planeada,
alistándote para el látigo
por pecados y deudas de antaño.
Un día surgiste de arriba
indefenso, ciego y desnudo
a libre y salvaje prisión
entre caras maravillas
y azarosa tentación
con horóscopos de guerras,
sudor, ruina, sangre y lágrimas
en constante procesión;
escoltado por rabias y miedos,
latentes e inevitables.
Esquivar es sano rumbo,
como desafiando balas,
cruenta lluvia o fría nieve
a través de mortal plaga,
miseria, desastre y violencia;
en desfile impresionante
saliendo así de la caja
cuan diablos horripilantes.
Como correr en campo minado,
estar vivo es milagro divino,
sin ser constantemente golpeado
ni oír el sonido del palo
como castigo en tu espalda,
evitando hambre y tedio
envidia, tristeza y engaño.
Dando impulso y respiro
la esperanza es la que rompe
la cuerda amenazadora
con falsa y súbita euforia,
y así es que puede engañar
al fantasma que la guarda
que a su vez de color cambia
para renovar su acoso
en juego tenaz y loco
a resistencia probar.
Y entonces, ya casi al fin,
muy sabia y a hurtadillas,
la vida enseña a partir,
pensando que el morir
es principio del nacer
como prestado venir,
y te das ya por vencido
aceptando esa teoría
como último dolor
de una final despedida.
Como a merced de tormentas,
frágil y vulnerable a lo ignoto,
abstraído de oro y fama
y sin juicio condenado
a una muerte a largo plazo,
existes en cada amanecer
olfateando penas en dimensiones,
esperando el golpe diario
justo en la esquina planeada,
alistándote para el látigo
por pecados y deudas de antaño.
Un día surgiste de arriba
indefenso, ciego y desnudo
a libre y salvaje prisión
entre caras maravillas
y azarosa tentación
con horóscopos de guerras,
sudor, ruina, sangre y lágrimas
en constante procesión;
escoltado por rabias y miedos,
latentes e inevitables.
Esquivar es sano rumbo,
como desafiando balas,
cruenta lluvia o fría nieve
a través de mortal plaga,
miseria, desastre y violencia;
en desfile impresionante
saliendo así de la caja
cuan diablos horripilantes.
Como correr en campo minado,
estar vivo es milagro divino,
sin ser constantemente golpeado
ni oír el sonido del palo
como castigo en tu espalda,
evitando hambre y tedio
envidia, tristeza y engaño.
Dando impulso y respiro
la esperanza es la que rompe
la cuerda amenazadora
con falsa y súbita euforia,
y así es que puede engañar
al fantasma que la guarda
que a su vez de color cambia
para renovar su acoso
en juego tenaz y loco
a resistencia probar.
Y entonces, ya casi al fin,
muy sabia y a hurtadillas,
la vida enseña a partir,
pensando que el morir
es principio del nacer
como prestado venir,
y te das ya por vencido
aceptando esa teoría
como último dolor
de una final despedida. |