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Dedicatorias
Al poeta Lubio Cardozo,
en Mérida, en memoria.
A mis viejas lecturas
del poeta Eduardo Sifontes.
A la poeta Marvella Correa,
en memoria y siempre.
A Gonzalo Fragui, poeta,
por su tarea de siembra.
A Pablo Mora, poeta,
por su afable venezolanía. |
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MACURO
Poema de las voces
Si fuego, viento, piedra,
odio, amor o agua
devastaran estas calles,
desde las costas hasta la
última
iguana,
de nada serviría.
Cada roca, cada hoja,
cada luz
volvería a su sitio,
como ha sido desde siempre.
Y esa es nuestra
gloria,
también nuestra condena.
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TESORO CARIBE
Güiria, La Salina, Punta
Brava, Irapa,
hundieron en mí un tesoro,
que no lo van a encontrar.
Un tesoro indecible,
extraño, o a medio entender.
Con sus costas, sus bananos
y sus aromas de caoba,
que circulan por las calles
donde los libaneses
tienen sus negocios de
quincalla y baratijas.
Sí, casi sin advertirlo,
mientras venía por la calle
Vigirima,
o avanzaba en dirección de
la camaronera o del puerto,
mi vida quedó tocada,
habitada, desde aquellos
días
en que escuchaba los braceos
y bramidos del mar
desde la cama, con una joven
mujer, en aquella lejana
sala, con algún grillo
desvelado siempre cerca.
Como les decía, Güiria, La
Salina, Punta Brava, Irapa,
por si alguna tarde me quedo
sin memoria, sin suerte o
dormido. |
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POEMA DE LAS SEIS PALMERAS
A Caurantica se podía llegar caminando,
a la hora en que el sol aún no quemaba,
bien pegados
a la banquina, al costado de los
terrenos pedregosos,
y mirando allá al oloroso, infinito mar
en las subidas.
Siempre era emocionante descubrirlo en
su brillantez,
cada día con un tono distinto, como los
tonos
de nuestras vidas, tan sacudidas y solas
estos meses.
Hasta que después de atravesar La Salina
y cruzarnos con algunos cochinos sueltos
y alguna
rápida lagartija, arribábamos a la playa
más insólita,
rica en destellos varios y en murmullos,
encendíamos un cigarrillo y nos poníamos
a admirar,
con el tiempo a favor, y lejos ya de
todos
los desconciertos y acechos del mundo,
a la increíble, relumbrante maravilla. |
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LECUNA Y BARALT
Desolaciones, nuevos paisajes, cielos
tórridos—
mientras el autobús avanzaba por la
autopista
bajo los altos reflectores de luces
amarillas,
próximo a entrar a la terminal, seguro
semidormida.
Entonces, recuerdo, pensaba en mi madre
y siempre en las calles de mi país muy
lastimado.
Tomaba un café o dos, entre mendigos
y noctámbulos, con sus frentes sudadas,
y aguardaba el clarear de la ciudad de
mala fama,
sin comprender mucho en dónde estaba.
(Los exilios, de alguna forma, nos dejan
en el aire,
como levitando; ¿en cuál mar desembocará
esta historia que parece sin ley y sin
medida?).
La avenida Lecuna, con sus comercios, se
extendía
aún en sueños, bajo la mañana que ya se
prometía
olorosa a monóxido, a café largo y
frituras. |
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Selección poética, primera
de tres, tomada del poemario
titulado “Semeruco. De
Güiria a Maracaibo”, que
Eduardo Dalter escribió
durante su estancia en
Venezuela, desde inicios de
1977 hasta octubre de 1983. |
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Eduardo Dalter
(Buenos Aires,
Argentina, 1947). Poeta,
investigador cultural y
difusor de la poesía
latinoamericana, vivió
en el Oriente venezolano
y en la ciudad de
Maracaibo durante los
años de la última
dictadura militar de su
país.
Ha dictado conferencias
y participado en
diversos encuentros
internacionales; entre
ellos, en el Ginsberg
Tribute, en el Central
Park, Nueva York, en la
Feira do Livro, en
Brasilia, y en el 25.º
Festival Internacional
de Poesía de Medellín.
Durante el bienio
2004-2005 diseñó e
impartió los seminarios
de poesía
latinoamericana en la
Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad
de Buenos Aires.
De 1994 a 2002 estuvo al
frente de la dirección
de la revista de poesía
latinoamericana
“Cuaderno Carmín”, y su
firma ha cubierto un
espacio (y aún lo hace)
en las revistas
culturales “Crisis”, de
Buenos Aires; “Shantih
Magazine”, de Nueva
York; “Casa de las
Américas”, de La Habana;
“Revista Nacional de
Cultura”, de Caracas, y
“Alero”, publicada por
la Universidad de
Guatemala, entre otras.
Obras en verso: Autor de
múltiples poemarios,
entre sus títulos cabe
citar Aviso de empleo
(1971), Las
espinas del pescado
(1973), En las
señales terrestres
(1975), En la medida
de tus fuerzas
(Ediciones Cantaclaro,
Maracaibo, 1982),
Versus (1971-1984),
Hojas de sábila
(1992), Aguas vivas
(1993), Las
costas del golfo
(Ediciones Mucuglifo,
CONAC, Mérida, 1995),
Mareas (1997), N.
Y. Postales para enviar
a los amigos (1999),
Almendro de naufragio
(2000), Bocas
baldías (2001),
Marcha de los
desocupados (2002),
El mercado de la
muerte (2004),
Macuro (2005),
Hojas de ruta
(1984-2004) (2005),
Canciones olvidadas
(2006),7 poemas
(2007), Cuatro
momentos (Ediciones
del Nuevo Cántaro,
Buenos Aires, 2009)
y Dos cigarrillos
para Eliot (Ediciones
del Nuevo Cántaro,
Buenos Aires,
2015). Y en soporte
digital se ha editado
18 poemas (2015) y
21 poemas – La hora
de los zorros
(2016).
Es autor, asimismo, de
estudios y antologías,
entre cuyos títulos
figuran El periódico
Alberdi y sus poetas
(2000), Historias,
personajes y leyendas de
Villa Luzuriaga
(2011), Harlem: los
blues de la historia. Un
siglo de poesía
(Editorial Leviatán,
2014) y Viento Caribe
(Editorial Leviatán,
2014), entre otros.
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GIBRALFARO. Revista de Creación
Literaria y Humanidades. Publicación
Trimestral. Edición no venal. Sección 3. Página 15. Año XXI. II Época. Número 113.
Octubre-Diciembre 2022. ISSN 1696-9294.
Director: José Antonio Molero
Benavides. Copyright © 2022
Eduardo Dalter. Diseño y maquetación
EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010.
© 2002-2022 Departamento de
Didáctica de las Lenguas, las Artes
y el Deporte.
Universidad de Málaga &
Ediciones Digitales Bezmiliana.
Calle Castillón, 3, Ático G. 29.730. Rincón de la
Victoria (Málaga).
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