Mester trago fermoso, non es
de iuglaria,
mester
es sen pecado, ca es de
clerezia,
fablar curso rimado por la cuaderna via,
a silabas cuntadas, ca es gran maestria.
Versión en castellano
moderno:
«Traigo un oficio hermoso;
no es de juglaría, / oficio es sin faltas, pues es de clerecía,
/ hablar [traigo] en verso
rimado, por medio de la
cuaderna vía, / con sílabas
contadas, pues es gran
maestría.»
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El mester de clerecía era propio no sólo de los clérigos,
sino de todas aquellas
personas dedicadas al
estudio, que deseaban
distinguir su arte del
descuidado y, para ellos,
anárquico de los juglares.
Esta escuela surge en Castilla durante el siglo XIII, y se extiende
a lo largo del XIV. Se
extinguirá cuando, al filo
del año 1400, el contacto
con la nueva métrica que se
estaba gestando en Italia y
el desarrollo de nuevas
formas de vida, imponga
nuevos gustos y distintos
temas y metros.
Sus rasgos distintivos más constantes son:
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Monasterio de
San Millán de Suso. |
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En la forma: empleo de la estrofa llamada cuaderna vía. Esta
estrofa, de origen francés,
está constituida por cuatro
versos alejandrinos (14
sílabas) y monorrimos (cuya
rima se repite: AAAA).
En los temas: narraciones de tipo sacro, novelesco o de historia
antigua. (Sólo un poema de
tema épico se conserva en
cuaderna vía: el Poema de
Fernán González, escrito
entre 1250 y 1271). Es
frecuente, también, la
temática moralizadora, de
intención didáctica.
En la lengua: abundancia de cultismos, propios de quienes manejan
constantemente fuentes
latinas y desean exhibir una
superior cultura.
En el estilo: un sometimiento a fórmulas retóricas estrictas y
complicadas. Así, el
constante empleo de
comparaciones y
amplificaciones
reiterativas.
Las diferencias entre los dos mesteres eran, pues, tajantes, aunque
a veces se observan influjos
juglarescos en los poemas
clericales.
El primer poeta del mester de clerecía es Gonzalo de Berceo, con el
que se abre esta escuela, y
el último, el canciller
Ayala (1332-1407).
Pertenecen también a ella,
dentro del siglo XIII, los
siguientes poemas anónimos:
el Libro de Alexandre,
el Libro de Apolonio
y el Poema de Fernán
González.
Gonzalo de Berceo
Gonzalo de Berceo es el primer poeta castellano cuyo nombre nos ha
transmitido la historia y
también el primer poeta del
mester de clerecía.
Poco se sabe acerca de la vida de este insigne poeta: la única
información sobre su nombre
y su persona nos la
proporciona él mismo, quien,
en una de sus obras,
escribe:
Gonçalvo fue so nomne, qi fizo este tractado,
en San Millan de Suso fue de ninnez criado,
natural de Verçeo, ond San Millan fue nado.
Versión en castellano
moderno:
«Gonzalo
fue su nombre, quien hizo
este tratado, / en San
Millán de Suso fue desde su
niñez criado, / natural de
Berceo, donde San Millán ha
nacido.»
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Por tanto, Gonzalo de Berceo fue riojano y nació en Berceo, pequeño
pueblo situado en el valle
de San Millán de la Cogolla,
localidad comarca de Nájera,
localidad cercana a Logroño
(La Rioja), aproximadamente
a fines del siglo XII y
debió de morir ya viejo a
mediados del XIII.
Desde pequeño, estuvo muy vinculado al monasterio benedictino de
San Millán (de Suso y de
Yuso) de la Cogolla, en
cuyos claustros recibiría
una esmerada educación y
donde vivió casi toda su
vida.
Por algunos documentos notariales referentes al monasterio de San
Millán de la Cogolla en los
que aparece su firma, se
sabe que en 1220 desempeñaba
el cargo de notario del abad
Juan Sánchez. Otros
documentos de esta misma
naturaleza nos informan de
que era clérigo secular, que
en 1221 tenía el título de
diácono y que en 1237 estaba
ya investido de la dignidad
de preste. Aparte de estos
datos, todo lo que se ha
dicho de este autor es poco
seguro y aún continúa
debatiéndose.
Conviene, en fin,
dejar constancia de que el
monasterio de San Millán
hubo de estar, por estos
tiempos, muy unido al de
Santo Domingo de Silos
(Burgos), como así nos lo
confirma la copiosa cantidad
de ‘cartas de hermandad’ que
aún se conserva en este
sentido, y fueron dos
importantes focos
culturales. En los archivos
de ambos monasterios se han
conservado obras de Berceo y
documentos referentes a él.
Obras de Berceo
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Monasterio de
San Millán de
Yuso. |
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Aunque la inexistencia de una datación concreta de los escritos de
la época impide hacer
afirmaciones categóricas,
puede decirse, sin embargo,
que las obras de Berceo son
la primera muestra que se ha
conservado del mester de
clerecía. Cabe también la
probabilidad de que no
fuesen las primeras que se
compusiesen según el estilo
de esta escuela, pues su
grado de perfección es muy
considerable y carecen de
los tanteos y titubeos
propios de los textos
iniciadores de un nuevo modo
de escribir. Esta
peculiaridad induce a
suponer que, antes de sus
textos, debieron de existir
otros, de los que hoy no se
sabe nada, que se encargasen
de hacer los ensayos
necesarios, de preparar el
camino para que los suyos
pudieran ser redactados en
la manera en que hoy los
conservamos.
Todas las obras de Berceo están escritas en cuaderna vía, y pueden
escindirse en tres grupos:
·
Cuatro obras hagiográficas sobre aquellos santos a los que se
rendía culto en los
monasterios con los que él
estaba vinculado: Vida de
Domingo de Silos, Vida de
San Millán de la Cogolla,
Vida de Santa Oria y
el Martirio de San Lorenzo.
·
Tres obras marianas: Milagros de Nuestra Señora, El
duelo de la Virgen María el
día de la Pasión de su hijo
y Loores de Nuestra
Señora.
·
Dos obras doctrinales: Del sacrificio de la Misa y De
los signos que aparecerán
antes del Juicio Final.
·
Tres himnos: las traducciones del Veni Creator, Ave
Maria y Qui Lux.
·
Se supone también que compuso otros poemas, hoy perdidos, como la
Historia de Valvanera,
la Traslación de los
mártires de Arlanza
(sobre la historia y
traslación de los santos
Vicente, Sabina y Cristeta)
y la Traslación de San
Millán. Y se le atribuye
una composición latina que
figura copiada, en un
manuscrito de obras suyas, a
continuación de los himnos.
Estilo de Berceo
Por la forma como desarrolla los sucesos que refiere en sus obras,
Berceo podría ser
considerado un
“juglar culto
a lo divino”, pero no es un
juglar, pues utiliza la
cuaderna vía, la métrica de
los poetas cultos, y sus
temas están lejos de ser
juglarescos. Su intención
exclusiva no es tampoco la
de divertir, como acontecía
con los juglares, sino que
trata de promover la piedad
en sus oyentes. No obstante,
sus escritos se caracterizan
por su sencillez y fresca
campechanía, a veces con
rústico humor, y con
humildad; en definitiva: la
ingenuidad, el candor y el
verdadero sentimiento
religioso son notas que
nunca faltan en sus obras.
Incluso no desdeña un premio
bien simple por su labor.
Así comienza uno de sus poemas:
Qiero fer una prosa en
romanz paladino,
en
qal suele el pueblo fablar
con so vezino,
ca no so tan letrado por fer
otro latino:
bien
valdra, commo creo, un vaso
de bon vino.
Versión en castellano
moderno:
«Quiero hacer un poema en
lengua clara, / en la que el
pueblo suele hablar a su
vecino, / pues no soy tan
letrado como para hacer otro
[poema] en latín; / [esto]
bien valdrá, según creo, un
vaso de buen vino.» |