ngeniero,
empresario y
profesor,
Francisco de
la Torre
Acosta fue,
sin lugar a
dudas, una
persona
influyente
en la
sociedad
malagueña de
la época.
Frigilianense
de
nacimiento,
tempranamente
empieza a
respirar los
aires de
Málaga
capital,
adonde se
había
trasladado
para cursar
sus
estudios. En
Málaga se
educa y se
forma como
persona de
provecho, y
a Málaga y
sus
problemas se
sentirá
siempre
unido y
vinculado.
Por ella se
preocupó y a
ella aportó
numerosos
proyectos
que la
ayudaron a
desembarazarse
de su
situación de
ciudad de
posguerra.
Persona
cercana y
familiar, se
caracterizó
por ser una
persona
alegre,
carismática
y sencilla,
pero siempre
audaz a la
hora de
expresar sus
opiniones;
recto, bien
intencionado,
inteligente
y con
sentido de
la
independencia,
estaba
dotado de
una singular
capacidad
para las
relaciones
públicas. No
debe
olvidarse en
esta parte
introductoria
el empeño
que puso y
el esfuerzo
que derrochó
para que
Málaga
tuviese sus
propios
estudios
universitarios,
a cuyo logro
contribuyó
siendo
miembro
fundador de
la
Asociación
de Amigos de
la
Universidad
de Málaga.
Así lo
recuerdan
sus
familiares y
quienes le
conocieron
personalmente.
Sus años de
infancia
Francisco de
la Torre
Acosta nació
en
Frigiliana,
pequeño
municipio
situado en
la comarca
de la
Axarquía, la
zona más
oriental de
la provincia
de Málaga,
hoy
integrado en
el partido
judicial de
Torrox.
Viene al
mundo el 15
de diciembre
de 1911, en
el seno de
una familia
acomodada,
trabajadora
y de un gran
espíritu
emprendedor.
Era su padre
el
industrial
Manuel de la
Torre
Herrero,
fundador, en
1930, de la
fábrica de
miel de caña
de
Frigiliana
«Ingenio
Nuestra
Señora del
Carmen»
(antes
llamada
«Ingenio de
San
Raimundo») y
dueño,
asimismo, de
un molino de
harina y una
panadería.
Por aquellas
fechas,
Frigiliana
ofrecía
pocas
posibilidades
para la
educación de
los hijos,
lo que
motiva que
la familia
se decida
por el
traslado del
niño a
Málaga
capital para
llevar a
cabo su
formación.
En 1921, ya
en Málaga,
el pequeño
De la Torre
Acosta
comienza los
estudios de
Bachillerato,
como alumno
interno, en
el colegio
jesuita de
San
Estanislao
de Kostka,
ubicado en
el barrio de
El Palo, que
acaba en
1928.
Dotado de
una
inteligencia
natural,
buena
disposición
para el
esfuerzo
personal y
gran
diligencia
para el
estudio,
enseguida
destaca por
las
excelentes
calificaciones
que logra
alcanzar en
aquel
ambiente
religioso y
tan estricto
de los
jesuitas de
entonces, en
donde es
tenido como
ejemplo de
estudiante
tanto por
los docentes
como por sus
compañeros.
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Vista del edificio «Ingenio Nuestra Señora del Carmen». Situado en Frigiliana (Málaga), en su fábrica se elabora la miel que lleva su nombre desde hace 75 años, siguiendo la tradición de la elaboración de la miel que introdujeron los árabes en España, a partir de la caña de azúcar. Actualmente es la única fábrica de miel de caña que existe en Europa. |
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Formación
universitaria
Siguiendo la
tradición
industrial
de
Frigiliana e
influido por
el ambiente
familiar (su
infancia
había
discurrido
entre todo
tipo de
elementos
relacionados
con la
industria:
poleas,
ejes,
correas,
molinos...),
en 1928 se
traslada a
Madrid con
el objeto de
formarse
como
ingeniero
industrial
en la
Escuela
Superior de
Ingenieros
Industriales.
Superada las
pruebas de
Ingreso ese
mismo año,
inicia la
carrera,
cuyos
estudios
culmina en
1936 con la
obtención
del título
correspondiente.
A su regreso
a Málaga,
abre un
despacho
para el
ejercicio de
su
profesión,
al que
pronto
empiezan a
acudir
gentes del
mundo de la
empresa
solicitándole
los más
variados. No
obstante la
tradición
ambiental y
familiar por
el trabajo
en la
industria,
en el joven
De la Torre
Acosta se
había
despertado
una inusual
inclinación
por la
docencia, y,
con tal
propósito,
prepara a
conciencia
las
oposiciones
a la Cátedra
de
Hidráulica y
Termodinámica
de la
Escuela de
Peritos
Industriales
de Málaga, a
la que
concursa en
1943. En
tanto
preparaba
las
oposiciones,
por las
tardes, en
el tiempo
que le
permiten sus
obligaciones,
imparte
clases en la
Escuela de
Peritos y en
la Escuela
de Maestría
Industrial.
Etapa de
conflictos:
la Guerra
Civil
Su juventud,
al igual que
la de los
demás
jóvenes de
su
generación,
se verá
marcada por
el duro
enfrentamiento
social,
político y
militar que
supuso la
Guerra
Civil. En
efecto;
concluidos
sus estudios
universitarios
en Madrid en
el año 1936,
regresa a
Málaga,
donde,
apenas
recién
llegado, le
toca vivir
el momento
de la
sublevación
militar
encabezada
por el
general
Franco el
julio de ese
mismo año.
Durante los
primeros
meses de la
contienda,
el joven
ingeniero,
dotado de
una
inteligente
tendencia
conciliadora,
consigue
crear, allí
donde se
halla, un
clima de
entendimiento
entre ambas
ideologías,
evitando que
los
problemas
derivados
del
enfrentamiento
entre las
partes se
solucionaran
a través del
empleo de la
fuerza.
Ocupada
Málaga por
la fuerzas
del Frente
Nacional en
febrero de
1937, De la
Torre Acosta
es llamado a
filas por el
nuevo
gobierno
provincial y
resulta
destinado a
la Academia
de Alféreces
Provisionales
de
Ingenieros
de Burgos
para su
formación
militar, de
donde sale
para
incorporarse
al frente
como alférez
de
complemento;
unos meses
después
ascenderá al
empleo de
teniente y
luego, al de
capitán.
Durante la
contienda,
estuvo
primeramente
destinado al
mando de una
Compañía de
Ingenieros
dotada de
camiones,
con la orden
de
transportar
tropas,
municiones y
armamento
militar en
general.
Posteriormente,
participaría
en el frente
de Teruel
(1937-1938)
y tomaría
parte en la
batalla del
Ebro (1938).
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Francisco de la Torre Acosta, en una foto de juventud. |
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Su vida
familiar
Finalizada
la Guerra
Civil el 1
de abril de
1939, De la
Torre
contrae
matrimonio
con María
Victoria
Prados Gómez
en octubre
del año
siguiente.
Fruto del
matrimonio,
nacieron sus
ocho hijos,
cuatro de
ellos
varones y
cuatro
hembras.
Como padre,
Francisco
fue una
persona muy
cuidadosa de
sus hijos, a
quienes
procuró
inculcar los
valores que
él
consideraba
fundamentales
en una
persona de
bien, la
honestidad,
el esfuerzo
y la
austeridad,
procurando
en todo
momento y
situación
ser una
referencia
para ellos.
En lo que
respecta a
la
educación,
su forma de
pensar se
adelantaba a
su tiempo.
Con gran
esfuerzo
económico y
dedicación
de su parte,
hizo todo lo
que estaba
en su mano
para
ofrecerles
una buena
formación.
Tanto es así
que quiso
que todos y
cada uno de
ellos
estudiaran
una carrera
universitaria,
incluidas
las mujeres,
algo fuera
de lo común
en la época,
para que
estas
disfrutaran
de igualdad
e
independencia
profesional
y personal,
algo que
para él era
fundamental.
Su vida y la
de sus hijos
estuvo
guiada bajo
el lema «Hay
que tener el
máximo de
capacitación
y el mínimo
de
necesidades».
De él, cabe
destacar, en
fin, el
haber sabido
conciliar
cabalmente
sus deberes
como cabeza
de familia y
sus
obligaciones
laborales,
lo que llevó
con éxito en
ambos
aspectos.
Su papel en
la
Asociación
de Amigos de
la
Universidad
de Málaga
Uno de los
hechos más
relevantes
de su vida y
por el que
más se le
recuerda
entre los
malagueños
lo
constituye
su activa y
contumaz
labor
reivindicativa
de una
universidad
para Málaga,
situación
que
resultaba
incomprensible
para una
mente como
la suya.
Málaga era
la única
capital de
Europa y
quizás del
mundo, con
una
población
superior a
300.000
habitantes,
que no tenía
Universidad;
era Málaga
la séptima
capital de
España en
población;
después de
Madrid y
Barcelona,
la tercera
población en
número de
extranjeros
residentes,
y era,
además, la
séptima
capital de
España en
población y
también la
única de las
nueve
mayores que
no tenía
Universidad.
Situación
incomprensible.
Más aún
cuando, por
la Historia,
sabemos que
Málaga había
llegado a
tener
universidad
en el siglo
XII, en la
época
musulmana,
que se
perdió con
la
incorporación
de la ciudad
a la Corona
de Castilla,
y que,
posteriormente,
durante los
siglos XVI y
XIX, se
habían dado
varios
intentos por
recuperar
los estudios
superiores,
sin que tal
empeño
tuviese
éxito.
El espíritu
universitario
estaba vivo
entre las
inquietudes
de los
malagueños.
Por ello,
iniciada la
década de
los años
setenta,
para De la
Torre Acosta
se hacía
evidente de
nuevo esa
secular
reivindicación
por parte de
la sociedad
malagueña.
Había
llegado ya
el momento
en que
Málaga
volviese a
tener sus
estudios
universitarios.
La
Asociación
de Amigos de
la
Universidad
de Málaga
Grandes
expectativas
y esperanzas
había
suscitado el
Consejo de
Ministros
que iba a
celebrarse
el 22 de
mayo de
1968, del
que habrían
de nacer
nuevas
instituciones
universitarias,
pero el
resultado
fue
decepcionante
para Málaga:
de Madrid
hacia el sur
continuaban
las tres que
ya existían
(Sevilla,
Granada y
Valencia),
mientras que
aumentaron
las escuelas
técnicas
superiores
en el norte,
incrementando
así las
desigualdades
territoriales
entre el
norte y el
sur
peninsular.
Ese mismo
año de 1968,
la
intervención
de varios
procuradores
malagueños
presenta en
las Cortes
un escrito
en el que se
solicita una
universidad
para la
ciudad de
Málaga. Se
argumentó la
solicitud
arguyendo,
entre otras
razones, que
la ciudad se
sentía muy
agraviada,
al ser la
única ciudad
europea con
más de
300.000
habitantes
carente de
institución
de enseñanza
superior. La
situación no
podía
dilatarse ni
un momento
más, así
que, para
unificar
esfuerzo e
incremental
la presión a
tal fin, el
23 de mayo
de 1968, de
la mano de
José Luis
Alonso del
Castillo y
de Francisco
de la Torre
Acosta, nace
la
Asociación
de Amigos de
la
Universidad
de Málaga.
Lamentablemente,
su prematuro
fallecimiento
solo le
permitió
formar parte
de la
asociación
nada más que
un año; no
obstante,
durante tan
escaso
tiempo,
trabajó
intensamente
por la
viabilidad
del
proyecto,
colaborando
en la
redacción de
documentos,
llevando
propuestas
claves a la
Asociación y
poniendo en
juego sus
contactos
entre los
intelectuales
conocidos, y
otras muchas
cosas, de
manera tal
que su
huella e
influencia
en el
nacimiento
de nuestra
universidad
es
incuestionable.
Cabe
resaltar una
anécdota de
la que fue
protagonista
De la Torre
y que tuvo
lugar
durante una
visita que
realiza la
directiva de
la
Asociación,
junto con
las
autoridades
de Málaga,
al
subsecretario
del
Ministerio
de Educación
en su misma
sede
ministerial
de Madrid.
En una
España que
carecía de
libertades,
Francisco de
la Torre, en
un acto de
gallardía y
audacia
desconocido
en aquel
entonces, se
tomó la
libertad de
expresar
respetuosamente,
pero con
evidente e
incisiva
crítica, lo
que en aquel
momento
sentía en lo
más profundo
de sí mismo,
exponiendo
sin ambages
ni
circunloquios
la necesidad
de una
institución
universitaria
para Málaga
y su
provincia.
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De la Torre Acosta, con la familia. |
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Vida laboral
como
Ingeniero
Concluidos
sus estudios
en 1936, y
como ya
hemos
apuntado
antes,
Francisco de
la Torre
impartió
clases en la
Escuela de
Peritos y en
la de
Maestría
Industrial
de Málaga,
tarea
docente que
compagina
con el libre
ejercicio de
la profesión
como
ingeniero en
un despacho
propio,
donde
elabora
diferentes
proyectos
para
diversas
empresas del
sector
industrial,
como Ruperto
Heaton,
Taillefer o
talleres de
Renfe, entre
otras.
En el año
1949,
oposita y
obtiene la
plaza de
Ingeniero
Jefe de los
Servicios
Eléctricos y
Mecánicos
del
Ayuntamiento
de Málaga.
Será en este
cargo donde
va a dejarse
notar el
ingeniero De
la Torre
Acosta más
intuitivo y
emprendedor,
siendo
numerosas
las
propuestas
de
innovación y
mejora que
lleva a cabo
en beneficio
de la
población
malagueñas.
Entre los
proyectos
que se deben
a su
iniciativa
figuran el
potente plan
de
iluminación
de calles y
avenidas que
llevó la luz
a todos los
rincones de
Málaga y la
iluminación
artística de
los
monumentos
más
emblemáticos
de la
ciudad, como
el castillo
de
Gibralfaro o
la Alcazaba.
De igual
manera, bajo
su
supervisión
se emprendió
la
instalación
de los
primeros
semáforos de
la ciudad y
la ubicación
de varias
fuentes,
algunas
combinando
juegos de
agua, luces
y colores.
Cabe decir
que,
independientemente
de su
trabajo como
ingeniero en
el
Ayuntamiento,
por las
tardes
continúa
ejerciendo
como docente
en los
centros ya
citados,
donde se
había ganado
una bien
merecida
reputación
como
profesor, y
sigue
atendiendo
en su
despacho
determinados
proyectos
compatibles
con su
actividad al
servicio del
municipio.
Tal fue su
dedicación
en el sector
de la
industria,
que logró
desarrollar
varias
patentes,
entre las
que merece
ser
destacada la
creación,
junto a su
socio José
Díaz, de la
“Expaditosa”,
un aparato
destinado a
agotar el
aceite de
orujo graso
y toda la
cadena de
producción
de aceite de
oliva,
dispositivo
que se
patenta en
1957.
Intervino,
además, en
la fábrica
familiar de
Frigiliana,
proyectando
nuevas
maquinarias,
como los
motores
destinados a
la
molturación
de las cañas
de azúcar
con molinos
de energía
eléctrica.
Por otra
parte, su
papel en el
consejo de
administración
de la
empresa fue
también
interesante,
desde cuyo
puesto dio
un gran
impulso a la
empresa.
Influencia
en la
sociedad
Como persona
comprometida
con una
sociedad que
estaba
superando
las secuelas
de una
posguerra,
Francisco de
la Torre no
solo mejoró
notablemente
las
infraestructuras
municipales
que le
competían
como
funcionario
del
Ayuntamiento,
sino que,
preocupado
también por
la
población,
se
comprometió
activamente
con varias
asociaciones
benéficas,
como Cáritas,
para
volcarse en
aquellos que
más lo
necesitaban,
o la
Asociación
de Padres,
y, desde
1968, fue
uno de los
malagueños
que
impulsaron
el
movimiento
que daría
origen a la
Asociación
de Amigos de
la
Universidad,
antes
mencionado.
Fallecimiento
En 1969 le
fue
extirpado un
tumor
maligno de
colon en el
Hospital
Nuestra
Señora de la
Salud de
Granada,
pero el
cáncer no le
dio tregua y
termina por
llevárselo.
Francisco de
la Torre
Acosta
fallece unos
días más
tarde de la
intervención
quirúrgica,
el 19 de
junio, por
complicaciones
derivadas de
la
operación.
Sus restos
descansan en
Frigiliana,
su pueblo
natal.
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José María Smith Ágreda, José María Requena, María Josefa Rivero, Consuelo Gámez, María Luisa Serrano y Fernando Marín Girón, en el parque de Málaga, con el edificio del nuevo Rectorado al fondo. |
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Reconocimientos a título póstumo
La esmerada
entrega de
Francisco de
la Torre a
Málaga no ha
pasado
inadvertida
a los
malagueños.
El 4 de
junio de
1971, José
Mir Bonet,
arquitecto
municipal,
solicita de
la
corporación
municipal la
concesión
del nombre
de una calle
a Francisco
de la Torre
Acosta en
reconocimiento
a su bien
hacer al
servicio de
la ciudad de
Málaga. No
ha sido este
el único
reconocimiento
a toda una
vida de
dedicación y
esfuerzo. El
26 de
febrero de
1983, en un
solemne acto
que tuvo
lugar en el
Conservatorio
Superior de
Música, con
motivo de la
conmemoración
del X
aniversario
de la
fundación de
la
Universidad,
le fue
concedida, a
título
póstumo, la
Medalla de
Oro de la
Universidad
por su labor
en la
Asociación
de Amigos de
la
Universidad
de Málaga.
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