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DR. EUSEBIO AYALA

Barrero Grande (Paraguay), 1875 - Buenos Aires (Argentina), 1942

  

  

Por  Ninfa E. Duarte Torres

   

  

E

strechamente vinculado a las empresas industriales extranjeras, Eusebio Ayala tuvo a lo largo de su vida activa militancia política: fue parlamentario, ministro del Poder Ejecutivo; de Justicia; de Culto e Instrucción Pública; de Hacienda y de Relaciones Exteriores. Da la impresión de que la actividad política de Eusebio Ayala estuvo predestinada a intervenir en los momentos más decisivos y cruciales para la estabilidad de su país; así, dos veces fue el primer mandatario del Paraguay, a cuya historia ha pasado como el “Presidente de la Victoria” por su influencia en la Guerra del Chaco.

  

Familia. Su formación

  

Eusebio Ayala nació en 1875 en el pueblo que hoy lleva su nombre, antes llamado Barrero Grande (en Mbuyapey, distrito del Departamento de Paraguarí, Paraguay). Hijo de Abdón Bordenave y Casimira Ayala, cursa los estudios primarios en su pueblo natal y el Bachillerato en el Colegio Nacional de la capital. Realiza los estudios superiores en la Facultad de Derecho de Asunción, al mismo tiempo que da clases en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal. En 1904 se doctora en Derecho y Ciencias Sociales con una tesis que delata sus preferencias: «El presupuesto nacional». Consigue la titularidad de la cátedra universitaria de Derecho Constitucional y Derecho Penal. Ya catedrático universitario, sigue leyendo Filosofía, Sociología, Finanzas, Economía Política y Derecho Internacional. Viaja frecuentemente a Europa y los EE UU. Aprende y habla fluidamente varios idiomas: francés, inglés e italiano.

  

SU MILITANCIA POLÍTICA

  

Su militancia en la política se inicia con la firma del manifiesto del 4 de julio de 1908 (siempre aproximado al sector radical del liberalismo), a la que sigue la convocatoria a la Asamblea del 15 de agosto, eventos que le van a proporcionar la adecuada ubicación ideológica.

Eusebio Ayala es el único paraguayo que dictó conferencias, en correcto francés, en el local de la Asociación de Derecho Internacional de París, por entonces presidida por el prestigioso profesor Albert de la Pradelle. En una de ellas versó sobre el «Uti Possidetis Iuris de 1810» [1].

El profesor Ayala estaba bien compenetrado de la cuestión de límites del chaco, con Bolivia. En 1913, siendo canciller, negoció con el plenipotenciario boliviano Ricardo Mujía el protocolo que establecía el compromiso de negociar el tratado definitivo de límites en un plazo de dos años. Durante los años 1927 y 1928 presidió la delegación a las negociaciones llevadas a cabo, que terminaron con motivo de la muerte del teniente Adolfo Marcial Rojas Silva.

Con motivo de la renuncia del presidente Manuel Gondra y ante la imposibilidad de que el vicepresidente Félix Paiva formara un gobierno, el Congreso Nacional lo nombra presidente provisional el 7 de noviembre de 1921, cargo que va a ejercer hasta su renuncia el 12 de abril de 1923. Los últimos años de su mandato fueron particularmente difíciles, pues tuvo que afrontar los anárquicos días de la sangrienta revolución de los años 1921 y 1922, protagonizada por los coroneles Chirife, Mendoza y Brizuela. Fracasada la rebelión, entrega la Presidencia al mandatario electo Eligio Ayala y marcha de nuevo a Europa.

  

SEGUNDO MANDATO

  

Proclamado presidente en ausencia, Eusebio Ayala asume de nuevo la Primera Magistratura el 15 de agosto de 1932, desatada ya la Guerra del Chaco [2]. El presidente Ayala afrontó la difícil coyuntura con el apoyo incondicional de todos los sectores. Durante esta legislatura, militantes de los grupos de la oposición desempeñaron relevantes funciones en la diplomacia, en la administración de justicia, en la milicia, entre los que cabe destacar a Juan Emilio O’Leary, Adriano Irala, César Vasconcellos, Carlos R. Andrada, Bernardo Ocampos, J. Isidro Ramírez, Julio César Chaves, Tomás Romero Pereira y Rafael Franco, miembros de la ANR (Partido Colorado), así como a otros de los llamados “schaeristas”.

A pesar de las difíciles circunstancias por las que atravesaba el país, y de la dedicación exclusiva al esfuerzo bélico, pueden anotarse algunos logros administrativos. En efecto, el 12 de mayo de 1934 se fija y queda oficializado el Himno Nacional, musicalmente arreglado por el profesor Remberto Giménez, previa encuesta del Instituto Paraguayo. Además de proyectarse la ampliación de la Oficina de Cambios, el Poder Ejecutivo presenta, entre setiembre y octubre de 1935, las siguientes iniciativas: Derechos Aduaneros, separación de la sección territorial de la Dirección de Impuestos Internos, convención y consolidación de la deuda. El 25 de noviembre es sancionada la Ley de Colonización. En 1936 se impulsa la reunión de la Comisión Mixta de Límites con el Brasil; se habilita la Escuela de Enseñanza Técnica en el Departamento de Policía, sin olvidar que ya ha sido creado el Ministerio de Economía. Con respecto a la guerra, el Ayala asume las responsabilidades consiguientes. En sus visitas a las zonas de beligerancia activa, acudía a las trincheras con un sencillo uniforme (hubiera podido confundírsele con un modesto oficial). Dicho esto para recordar: el dúo de la victoria estuvo formado por descendientes de vascos: Ayala y Estigarribia. Gracias a ellos, el Chaco pudo seguir siendo paraguayo.

  
                                                             
 

La Guerra del Chaco tuvo como contendientes a Paraguay y Bolivia, se libró entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935 por el control del Chaco Boreal y fue la guerra más importante en Sudamérica durante el siglo XX.

 
  

Tuvo el ponderado acierto de mantener al entonces teniente coronel José Félix Estigarribia al Comando del Ejército en campaña. El presidente Ayala condujo con acierto al país en tan difícil emergencia, sin olvidar la controvertida decisión política referida al armisticio de Campo Vía. Y cabe la mención de circunstancias muy positivas: la economía interna fue robustecida; se incrementaron algunos rubros de exportación, los gastos del conflicto fueron solventados sin empréstitos agobiantes y se ganó la buena disposición de los países del área, de imponderable y favorable proyección. El presidente Ayala viajó constantemente al Chaco; así, en diciembre de 1933, el mismo día en que culminaba la victoria de Campo Vía, lanzó una proclama al Ejército desde el mismo P. C. del general Estigarribia. Y, en mayo de 1935, en Mandyjupecuá, condecoraba al R. C. 1 “Valois Rivarola”, con la Cruz del Chaco.

  

LA POSGUERRA

  

Terminado el conflicto bélico, el Congreso otorga al presidente la Medalla de la Defensa del Chaco, y Ayala, por su parte, patrocina ante el Congreso singulares homenajes a favor del general Estigarribia, en cuyo honor propone la creación de la jerarquía de General de Ejército y la habilitación de una pensión de elevado monto, mociones que fueron sancionadas por el Congreso.

Pero el fermento revolucionario incubado en las trincheras sólo esperaba una ocasión para salir a flote. Y así, el 17 de febrero de 1936, un pronunciamiento militar encabezado por los coroneles Federico W. Smith y Camilo Recalde desaloja del poder al Partido Liberal. El movimiento sedicioso encarcelaría a Eusebio Ayala en un primer momento, para obligarle luego a un obligado exilio en Buenos Aires, de donde el expresidente ya no regresaría [3].

  

La obra intelectual de Eusebio Ayala

  

Aparte de sus escritos en diversos periódicos y revistas, y al inmenso caudal contenido en sus conferencias, a Eusebio Ayala se deben dos obras de singular importancia: Informe pedagógico sobre la enseñanza alemana, publicado en 1914, y Temas monetarios y afines, que vio la luz en 1917. En ellas se condensa, elocuentemente, lo que eran el pensamiento y el estilo de Eusebio Ayala. De expresión directa, no se perdía en la hojarasca, iba sin ambages a la médula del asunto, utilizaba la palabra como el buen cirujano el bisturí: con firmeza, sin vacilaciones ni miedo. Como aquel otro gran gobernante, Carlos Antonio López, a Ayala le interesaba siempre el fondo de la cuestión, el concepto esencial, la idea madre de toda cuestión más que su expresión verbal. No aspiraba a alardear de retóricas, ni ser un gramático y, menos, un esteta. Se valía del vocablo para exteriorizar su criterio, para dar forma a su juicio, no para hacer filigranas. Por eso su prosa era desaliñada y seca. No expresaba ni sugería bellezas, pero obligaba a meditar.

En sus conferencias, discursos y mensajes es en donde ha de buscarse la expresión integral de las diversas facetas de su vigorosa personalidad. Más aún; su sabia palabra, desde la cátedra, contribuyó, de manera singular, a la formación espiritual de la juventud paraguaya, esa fuerza juvenil que, no obstante, se mantuvo alejada de él un tiempo. Y no es extraño este suceso. Los valores de la realidad son casi siempre incomprendidos por sus coetáneos. Necesitan de la propia desaparición física y del transcurso del tiempo para su reconocimiento. En 1932, sus amigos editaron Ante el País, colección de conferencias dedicadas a la juventud universitaria.

En el orden de la cultura, debe indicarse que, entre 1897 y 1899, Ayala ostenta la dirección de la Revista del Instituto Paraguayo, y que, a partir de 1917, empiezan sus colaboraciones en las revistas Los Anales del Gimnasio Paraguayo, El Diario y El Liberal, además de que, desde 1927, y durante unos años, dirige la Revista de Derecho y Ciencias Sociales.

  
                                                             
 

Columna de soldados combatientes en la Guerra del Chaco.

 
  

Trayectoria política de Eusebio Ayala

  

En este aspecto de su vida, cabe decir que Eusebio Ayala participó como delegado oficial de Paraguay de numerosas conferencias internacionales, aunque el gran mérito de este hombre está relacionado más bien con la Guerra del Chaco. Una vez firmado el Armisticio de Buenos Aires el 12 de junio de 1935, el doctor Ayala proyecta su atención en completar su obra, desarrollando un plan revolucionario y constructivo. Él mismo, con motivo de ser condecorado por el Congreso Nacional, había dicho: «El desaliento ha rondado por las esferas en donde se escudriña más el pasado que el alma del presente y en donde la aureola de lo legendario empaña la visión de las nuevas generaciones a que pertenecemos; hemos enseñado nuestro pasado como la cumbre de donde fuimos precipitados al abismo de la decadencia. La guerra del Chaco reanudó el curso de nuestra historia y restableció la filiación de los sucesos. El Paraguay es uno e indivisible en el espacio como en el tiempo. […] Una profunda revolución se está operando en nuestra nación, revolución cuyo proceso radica, por hoy, íntegramente en las conciencias. No nos aferremos, nosotros que pretendemos ser guías e inspiradores del pueblo, a las viejas concepciones que van caducando. Un inmenso soplo de esperanza corre por los ámbitos del país. Una intuición de mejores días alienta a las masas. Falta que las clases responsables de la sociedad asuman el papel que les corresponde en nuestra democracia» [4].

  

EL GOLPE DE ESTADO DE FEBRERO DE 1936

  

A poco meses de haber pronunciado las palabras transcriptas más arriba, el 17 de febrero de 1936, dos regimientos de Infantería de la guarnición de la Asunción se rebelaron contra su gobierno. Comandaban a los sublevados los tenientes coroneles Camilo Recalde y Federico W. Smith. No obstante, los verdaderos autores de la subversión fueron tres jóvenes capitanes: Federico Varela, Juan Martincich y Cirilo Antonio Rivarola. Luego de una lucha que duró desde el amanecer hasta las diez de la noche, Eusebio Ayala, que había logrado burlar en un principio a los sediciosos, se ve obligado a entregase a los cabecillas de la sublevación.

Así pues, fracasado cualquier intento de sofocar la sublevación, y perdidas las esperanza del retorno al orden constitucional, Eusebio Ayala redacta y firma, ese mismo día, justamente a las diez de la noche, su renuncia al alto cargo de presidente de la República, a bordo del cañonero “Humaitá”.

Días después de este lamentable suceso, el ya expresidente es conducido a la cárcel, en donde había recluido también el general José Félix Estigarribia, el “Vencedor del Chaco”. La adversidad caía, así, sobre ambos, simultáneamente, para embellecer sus vidas y glorificar sus destinos. La celda es, en casos como este, la antesala de la inmortalidad.

Seis meses sufrieron al unísono el ultraje de la prepotencia ensoberbecida. Hubo gente afanada en fusilarlos, pero, al fin, quiso la fortuna que ambos próceres salieran juntos de la cárcel, y juntos partieran rumbo hacia el destierro. Así se los vio llegar la mañana del 5 de septiembre de 1936 al puerto de Buenos Aires.

Acogidos por el afecto del pueblo argentino, Eusebio Ayala fija su residencia en la capital porteña. Allí vive su exilio como un gran señor, que lo era, como un caballero digno siempre de su infortunio y de su gloria. Un día, solo un día, Ayala regresa al Paraguay, furtivamente, para llorar sobre la tumba de su hermano, Enrique Bordenave. La desaparición de este gran espíritu le hirió de muerte, en el corazón.

  
                                                             
 

José Félix Estigarribia Insaurralde (1888-1940), presidente Constitucional de Paraguay entre 1939 y 1940 y comandante jefe del ejército paraguayo durante la Guerra del Chaco.

 
  

FALLECIMIENTO DE EUSEBIO AYALA

  

Y, por fin, el 4 de junio de 1942, el doctor Eusebio Ayala, el que había ostentado un tiempo antes la máxima dignidad mandataria del Paraguay, emprende el gran viaje hacia lo desconocido. Su muerte fue repentina. El deceso se produjo en la capital argentina, mientras dormía. Así entró el gran repúblico en los dominios de la eternidad. Ahora, su memoria pertenece al pueblo. Es una página de honor de la historia patria.

Sus restos mortales fueron sepultados en el Panteón de la Unión Cívica Radical. Incinerados el 15 de junio de 1970, sus cenizas fueron depositadas en el camposanto de la Chacarita de Buenos Aires. Transcurridos más de veinte años, el 28 de septiembre de 1992, la urna que contenía las cenizas de Eusebio Ayala llega en un vuelo especial al aeropuerto internacional Silvio Pettirossi desde Buenos Aires, y un vehículo de las Fuerzas Armadas transportó el mortuorio recipiente hasta el Palacio de López, al saludo de las banderas paraguayas. Al día siguiente fue colocada en el Panteón Nacional de los Héroes de Asunción, donde reposarán hasta la eternidad para que su nombre constituya un motivo de orgullo de las generaciones que le fueron contemporáneas y de las que le sucederán, en esta parte del continente, en el decurso de los siglos venideros.

  

EPÍLOGO

  

La personalidad política de Eusebio Ayala es discutida como la de todos los grandes barones de la historia. Gracias a la enconada disputa que ha suscitado entre sus compatriotas, el doctor Ayala ve agigantarse su figura a medida que se aleja en la perspectiva de los años. Lógico. El político no está destinado a arrebujarse, como la impoluta imagen de los santos, entre las flores, las luces y el sahumerio de los altares, para ser adorado por el creyente. El imperativo de su vida y de su sino le señala la obligación ineludible de erguirse siempre, valiente y firme, sobre las tribunas ciudadanas, en las bocacalles o en las plazas públicas, como el bronce de las estatuas, sin temor al calor del sol ni al frío del relente, en actitud de perenne desafío al embate de todos los vientos y al restallido de todas las lluvias.

   

   

NOTAS:

1. El uti possidetis iuris (del latín, ‘como poseéis de acuerdo al derecho, así poseeréis’) es un principio de derecho en virtud del cual los beligerantes conservan provisionalmente el territorio poseído al final de un conflicto, internamente, hasta que se disponga otra cosa por un tratado entre las partes. Al parecer derivó de la expresión latina «uti possidetis, ita possideatis», es decir, ‘como tu poseías, continuarás poseyendo’. Esta conferencia estaba íntimamente relacionada con el principio que Simón Bolívar proclamó en 1810, según el cual proponía que, al finalizar las Guerras de Independencia Hispanoamericana, los países emancipados conservasen las antiguas fronteras de las colonias del Imperio Español en América. Es decir, que los nuevos estados surgidos tendrían como fronteras las que le corresponderían de las colonias españolas en el año 1810, provisionalmente hasta la existencia de un tratado, alegando el año 1810 como el último de la monarquía española para la posesión legítima de sus dominios americanos.

2. La guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia, se libró desde el 9 de septiembre de 1932 hasta el 12 de junio de 1935, por el control del Chaco Boreal. Fue la guerra más importante en Sudamérica durante el siglo XX. En los 3 años de duración, Bolivia movilizó 250 000 soldados y Paraguay 120 000, que se enfrentaron en combates en los que hubo gran cantidad de bajas (60 000 bolivianos y 30 000 paraguayos), gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos. Los distintos tipos de enfermedades tanto físicas como psicológicas, la característica hostil del teatro de operaciones y la falta de agua y buena alimentación produjeron el mayor porcentaje de bajas y afectaron la salud de los soldados sobrevivientes, a muchos de por vida. El enfrentamiento consumió ingentes recursos económicos de ambos países, de por sí muy pobres. El Paraguay abasteció a su ejército con la gran cantidad de armas y equipos capturados en distintas batallas. Terminada la guerra, algunos excedentes los vendió a España. El cese de las hostilidades se acordó el 12 de junio de 1935. Bajo la presión de los Estados Unidos, por un tratado secreto firmado el 9 de julio de 1938, el Paraguay cedió 110 000 km² ocupados por su ejército al cese de las hostilidades. El Tratado de Paz, Amistad y Límites se firmó el 21 de julio de 1938 y el 27 de abril de 2009 se estableció el acuerdo de límites definitivo. La zona en litigio quedó dividida en una cuarta parte bajo soberanía boliviana y tres cuartas partes bajo soberanía paraguaya. Bolivia recibió una zona a orillas del alto río Paraguay.

3. El 17 de febrero de 1936, una rápida movilización militar terminó con el gobierno liberal de Eusebio Ayala. Pocos días después, desde su exilio en Uruguay, llegaría a Asunción el coronel Rafael Franco (1896-1973), héroe del Chaco y militar de gran carisma, para asumir la presidencia de la República, que no sería por mucho tiempo.

4. Fragmento extracto de su discurso pronunciado en el Parlamento el 3 de octubre de 1935.

  
                                                             
 

Tras el golpe de Estado, asume el poder presidencial de Paraguay el coronel Rafael Franco (1896-1973), también un héroe del Chaco y militar de gran carisma.

 
  

  

  

     
       

Ninfa Estela Duarte Torres (Ca’acupe, Paraguay). Docente, correctora, escritora y poeta, vive en Asunción y es Profesora en varios centros y otros organismos docentes. Ha publicado varios libros relacionados con la didáctica de la lengua y la literatura, entre ellos: Manual Práctico de Ortografía (Nivel Medio), Caminemos (Lecturas para Nivel Primario), San Lorenzo, su historia, su gente (investigación histórica), El Chaco, mi Patria (Textos para la Comprensión Lectora), Mitos Guaraníes, cuentos y leyendas (Asunción, 2006), Duetos y abrazados. Diálogos románticos (Córdoba, Argentina, 2005) y Semblanza de un Luchador, Ciriaco Duarte (San Salvador, 2011). Además de sus obras de creación, cabe citar las Antologías compartidas: Lenguaje de Pluma y Tinta (Ed. Novelarte), Colores en Tiempos Literarios (Ed. Cenediciones), Conjugando las Artes (Ed. Novelarte), Navegando Sueños (La Barca de Fredy, San Salvador, 2010), Horizontes Azules (La Barca de Fredy, San Salvador, 2010), Un Poema para Neruda (Navegando Sueños, San Salvador, 2011) y El Rostro Secreto de Eros (Parnassus, Buenos Aires, 2011), Latidos del corazón (Astrid Pedraza de la Hoz, Bogotá, 2011), Poemas Oceánicos (La Barca de Fredy, San Salvador, 2011)y Mil poemas para Neruda (Alfred Asís, Chile, 2011). Su labor creativa ha sido galardonada en los Concursos Internacionales de Poesía Cenediciones y Novelarte, celebrados en Córdoba, Argentina, en reiteradas ocasiones. Puede leerse su producción literaria en los blogs: «Ninfa Duarte», «Mis palabras Azules» y «Ninfa, Cuéntame un Cuento».

   

   

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Sección 3. Página 7. Año XIII. II Época. Número 86. Octubre-Diciembre 2014. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2014 Ninfa Estela Duarte Torres. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2014 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.