asta la
fecha, son
166 todas
las cartas
que se saben
del
epistolario
de Antonio
Machado.
Muchas más
acabaron
perdidas o
se
destruyeron.
Fue Oreste
Macrì quien
realizaría
una inicial
versión en
1968, y
fueron
publicadas
junto con
Gaetano
Chiapini en
1989 [2].
Abordan el
periodo que
va desde el
30 de
noviembre de
1896 hasta
el 9 de
febrero de
1939.
Pero las
cartas que
Antonio
Machado pudo
recibir de
Pilar
Valderrama
no existen,
no se
conservó
ninguna
carta que se
sepa. Cuando
en el mes de
noviembre de
1936 tuvo
que marchar
con su madre
y su hermano
hacia
Valencia,
las cartas
de Pilar de
Valderrama
no las
llevaba
consigo, si
es que
existían ya
para esa
fecha.
Tampoco
sobrevivió
ninguna
carta de
Machado
escrita a
Pilar entre
febrero y
agosto de
1929, época
en que
estuvo
trabajando
en La
Lola se va a
los Puertos.
Pero ¿por
qué no se
conserva ni
un solo
indicio de
esta
relación
epistolar?
¿Las quemó
Pilar?
Lo que
conocemos de
aquel lazo
sentimental
nos llega
nos ha
llegado tan
solo a
través de la
información
que se
deduce de
las 36
cartas que
Pilar
recibió de
Machado.
Normalmente,
este las
depositaba
en la lista
de la
agencia
privada
El
Continental,
donde ella
pasaba a
recogerlas.
|
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Machado fotografiado de perfil por Alfonso, hacia 1927. © Alfonso. VEGAP. |
|
|
Una información sesgada y parcial
Nos ha
llegado una
información
sesgada y
parcial por
varias
razones: las
cartas
fueron
escogidas
por Pilar de
Valderrama
según sus
propios
intereses,
y, en
algunos
casos, estas
cartas
fueron
alteradas o
manipuladas
también
según su
conveniencia
para ocultar
escenarios,
palabras… o
para
disimular
determinadas
situaciones
o ideas del
escritor.
Algo que
pudiera
resultar
bastante
comprensible
en
cuestiones
sentimentales
en una mujer
católica
cuyos amores
con el poeta
resultarían,
en la España
inflexible y
de moral
tridentina
de entonces,
todo un
aciago
motivo para
la deshonra,
pero que, en
otras, es un
atentado
contra la
verdad
histórica y
la historia
de la
literatura.
Como nos
recuerda el
editor de
sus cartas
Giancarlo
Depretis:
La edición
de Pilar
reproduce,
una a una,
las 36
cartas sin
fecha,
aunque
muchas de
ellas fueron
alteradas
por
amputaciones,
borraduras y
refinadas
manipulaciones
de
recomposición,
salvadas del
fuego que la
misma
destinataria
prendió
antes de su
salida de
Portugal; al
menos, esto
es lo que
cuenta Pilar
en sus
memorias.
Las cartas
enviadas por
Pilar (ya
hemos dicho
que no se
conserva
ninguna que
sepamos)
llegaban a
Machado a
través de
sus amigas
intermediarias:
Hortensia
Peinador,
María
Estremera y
Marta
Valdés, pero
es obvio que
no sucedió
lo mismo con
las de
Pilar: por
sus propias
palabras, de
las
aproximadamente
200 que
Machado hubo
de enviarle,
fueron
quemadas
todas por
ella excepto
estas 36
[3]. Pilar
ofrece una
serie de
razones
justificativas
que, por lo
que apunta
Depretis en
un
exhaustivo
estudio
llevado a
cabo, no
estamos
dispuestos a
creer. Dice
Pilar de
Valderrama:
Escogí al
azar las que
estaban
encima, sin
releerlas
siquiera por
la premura
del tiempo.
Sólo retuve
un puñado,
unas
cuarenta,
que le llevé
a mi amiga
María
(¿Extremera?)
para que las
guardara en
su casa, y
las demás,
casi
doscientas,
las quemé en
la chimenea
que tenía en
mi salón.
Depretis no
se cree las
afirmaciones
de Pilar en
lo que
concierne a
aspectos
inverosímiles
sobre su
autobiografía;
por ejemplo,
que no
hubiera
seleccionado
cartas y que
lo hiciera
aleatoriamente.
Afirma que
esa
selección no
es casual
(por tanto,
que Pilar de
Valderrama
miente
conscientemente)
por muchas
razones: se
aprecia una
evidente
alteración
en la
secuencia de
las cartas,
a las que,
con toda
seguridad,
hubo de dar
el orden que
a ella
personalmente
le vino
mejor para
ocultar y
desorientar
al lector en
algunos
aspectos
conceptuales
del
contenido. Y
abundando
aún más en
la idea de
la
manipulación
a la que
fueron
sometidas
por parte de
Pilar, dice:
Las
intervenciones
dirigidas a
corregir o
amputar la
escritura de
Machados,
señaladas en
el apéndice
a final del
libro,
parecen
obedecer a
tres tipos
de censura.
La primera,
que
calificaría
de tipo
histórico e
ideológico,
suprime
párrafos e
incluso
cuartillas
enteras; es
el caso de
la carta 31
(…). Un
segundo tipo
de censura
atañe al
ámbito
sociocultural.
En la carta
5 desaparece
todo el
sexto
párrafo,
allí donde
Machado
expresa sus
dudas sobre
los jóvenes
poetas (…).
El tercer
tipo de
censura se
dirige al
ámbito
amoroso-pasional.
Aquí, las
intervenciones
de Pilar de
Valderrama
son
verdaderamente
numerosas y
todas
preocupadas
por alterar
y desviar
cualquier
indicio que
pudiera dar
crédito a
que entre
los dos
amigos
hubiesen
existido
momentos de
verdadera
pasión,
propios de
un amor
concreto en
su
materialidad
[4].
Las cartas
Carta 1
Es una carta
excesiva en
los
diminutivos
y en las
hipérboles
que nos da
la visión de
un escritor
ensimismado
en los
afectos, que
quiere
transmitir a
través de un
uso bastante
“emperifollado”
del lenguaje
una entrega
total a la
amada:
«Cuida tu
cuerpecito,
diosa mía,
que aunque
tú eres
sobre todo
alma, él es
también de
Dios (…)
Adiós, reina
y gloria
mía, el
corazón de
tu poeta,
inmenso para
ti —sólo
para ti— te
acompaña
[4].»
Carta 2
Asocia el
amor al
tiempo y
afirma que
el amor
revuelve y
modifica
nuestro
pasado. Y se
pregunta el
poeta: «¿O
será que,
acaso, tú y
yo nos
hayamos
querido en
otra vida?
Entonces,
cuando nos
vimos, no
hicimos sino
recordarnos».
Y esto
explica la
angustia
asociada al
amor, según
el
sevillano.
Carta 3
Le habla de
la niña que
hay dentro
de Pilar,
como en
Rosalía de
Castro,
«capaz de
ver el mundo
con ojos
nuevos». Así
ve su
poesía. Y la
experiencia
de amor hace
que renazca
la veta
infantil que
llevamos
cada uno.
Unamuno era
su
confidente
en esta
historia y a
él le
reconocía
que Pilar
era mujer y
poeta, pero
no
“literata”.
Carta 4
Expresa
hiperbólicamente
la alegría
que siente
al verla:
«El corazón
me salta en
el pecho,
realmente
loco, y no
hallo manera
de
sujetarlo».
Rebate que
el pudor
deba ahogar
el
sentimiento:
«Yo proclamo
con Miguel
de Unamuno,
la santidad
del impudor,
del cinismo
sentimental.
Lo que se
siente debe
decirse,
gritarse,
verterse».
Carta 5
Da la
impresión de
que ella le
ha dicho
algo sobre
su
indumentaria
y que debe
gastar más
dinero en su
imagen
personal y
él le
responde
afirmativamente:
«Además, un
académico,
no puede ser
ya demasiado
Adán. Y,
sobre todo,
tú mandas,
saladita
mía».
Al parecer,
también ella
le había
pedido algún
poema para
su libro
Esencias,
y su
respuesta es
expedita:
«Con toda el
alma te daré
el cantar
para tus
Esencias».
También le
comenta que
está leyendo
poesía de
jóvenes
poetas
(Guillén y
Salinas),
pero, aunque
les reconoce
talento, es
muy crítico
con esta
poesía.
Sabemos por
distintas
vías que
Machado no
comulgó con
los autores
del 27. A su
poesía la
llama eso,
pero trata
de
comprenderla
para darle
gusto a
ella, que,
al parecer,
sí que la
valoraba:
No comprendo
que eso sea
poesía (…).
Te llevaré
un día
algunos
versos de
esos
muchachos,
los leeremos
juntos, para
que tú me
ayudes a
descifrar
esos
laberintos
de imágenes
y conceptos,
donde yo no
descubro la
menor
emoción
humana.
Porque la
lírica ha
sido siempre
una
expresión
del
sentimiento,
el cual
contiene la
sensación
—no a la
inversa— y
se relaciona
con las
ideas, se
engendró
siempre en
la zona
central de
nuestra
psique, y
nunca
pretendió
hablar, ni a
la pura
sensibilidad
ni, mucho
menos, a la
pura
inteligencia.
En un
artículo
sobre Moreno
Villa había
dicho que
los poetas
jóvenes eran
«más ricos
de conceptos
que de
intuiciones»
y tienden
más a la
facultad de
comprender
que a la de
sentir y
padecen la
contaminación
de la poesía
pura y Paul
Valéry.
Machado
define a
Pilar con
tres
palabras:
serena,
suave y
fuerte. Una
diosa
dispuesta a
dominar: «¡Y
qué fuego
tan
delicioso
viene de ti!
Y en ese
tercer
mundo, ¡qué
embriaguez,
qué locura,
qué orgía!».
Y se despide
como
llamándose «tuyísimo,
archituyo».
Carta 6
Hace algunos
comentarios
sobre su
libro
Esencias.
Le reitera
su amor, a
pesar de la
ausencia.
Incluye
algunos
poemas y
habla de su
locura de
amor: «Tengo
yo la culpa
/ de esta
sed que
tengo? /
Dime, Pilar,
¿nunca?
¡Nunca!». Y
dice Antonio
Machado que
ahora ella
le responde:
«Amor es un
¡siempre,
siempre! /
la sed que
nunca se
acaba / del
agua que no
se bebe». En
un diálogo
de amor de
ambos
corazones.
Hay
referencias
continuas en
las cartas a
“nuestro
tercer
mundo”, el
título de
una de las
obras de
teatro de
Pilar y un
concepto que
surge como
clave
sentimental
en las
cartas:
«Porque en
nuestro
tercer mundo
todo se
adivina».
Hace
referencia a
que Pilar
lee bien los
poemas pero
un poco
deprisa, y
anuncia que
es posible
que haya
problemas
políticos en
breve en el
país, pero
la invita a
no hablar de
ello. Se
trataría del
pronunciamiento
el 29 de
enero de
1929. Como
afirma
Depretis:
Durante la
mañana de
aquel martes
habría
tenido que
realizarse,
en
diferentes
zonas de
España, una
sublevación
de veinte
regimientos
militares,
apoyados por
civiles y
por una
huelga de
trabajadores.
La
insurrección
que tenía
como
finalidad la
destitución
de Alfonso
XIII y la
formación de
una Asamblea
Constituyente,
según el
plan
conspirador
conducido
por José
Sánchez
Guerra.
Le anuncia
que sigue
trabajando
en el
discurso de
la Academia
y en
Lola...
y le pide su
opinión; así
como que
está
trabajando
en un
artículo que
le han
pedido de
“la juventud
literaria”
para La
Gaceta
Literaria
[5]: «Diré
lo mejor que
pienso de
ella; pero
defenderé la
poesía, la
nuestra».
Carta 7
Trata de
calmar a
Pilar sobre
unos
supuestos
celos de
ella hacia
una supuesta
mujer con la
que hablaba
Machado. Él,
de hecho, le
dice: «No,
preciosa
mía, ni por
un momento
pienses que
hablé con
esa mujer,
que ya no es
nada para
mí». ¿Quién
es esta
mujer? ¿Y
este “ya” al
que se
refiere
Machado
significa
evidentemente
que sí fue
algo para
ella en el
pasado?
Pilar está
enfadada
(«un poquito
de rabia»,
dice Machado
que tiene) y
él se afana
en
declararle
su amor una
y otra vez:
«Mis otros
amores solo
han sido
sueños, a
través de
los cuales
vislumbraba
yo la mujer
real, la
diosa». ¿Qué
otros
amores?
Según su
hermano
José, sólo
hubo tres
amores: su
madre,
Leonor y
Guiomar.
Elogia
también del
libro de
Pilar,
Esencias
(«muy rico
de temas
poéticos y
de matices
(…) tu
poesía es
verdadera»),
y le da
algunos
consejos.
Su crítica a
los poetas
jóvenes
sigue siendo
negativa:
«Sobre la
poesía de
los jóvenes,
pienso como
tú. Algo me
entristece
que no sean
tan buenos
poetas como
yo quisiera.
Tienen
—algunos—
talento,
cultura y
son
excelentes
personas.
Sobre ellos
he de
escribir en
La Gaceta
Literaria».
Ataca a
Ortega y
Gasset, del
que dice que
es un
«pedante y
un cursi».
Carta 8
Le habla del
sueño que ha
tenido en el
que se
casaba con
ella después
de una
historia de
amor. Siguen
las
confesiones
amorosas
hiperbólicas
y que sin
verla no
podría
vivir… Le
envía la
escena VIII
de La
Lola… y
que pronto
comenzarán
los ensayos
en los que
Lola
Membrives
será la
protagonista.
Carta 9
Le insiste
una y otra
vez en lo
que
significa
ella para él
y que es la
mujer a la
que ha
estado
esperando
toda una
vida. Y que
ella estará
en todo lo
que escriba
hasta que
muera. Le
cuenta el
origen de la
historia de
La Lola…
Habla del
romance de
dieciocho
versos,
“Ofrenda”,
que le ha
dedicado
Pilar y que
los
insertará en
La Lola…
Carta 10
Critica a
los editores
que no
cuidan los
libros en
alusión a
que no
encuentra el
libro
Esencias
de Pilar en
Segovia: «Mi
libro,
publicado
por la
Residencia
de
Estudiantes,
estuvo
guardado
varios años
en un sótano
y todo el
mundo —hasta
yo mismo— lo
creía
agotado, sin
estarlo ni
muchos
menos». Le
recomienda
que se lo
envíe a
Miguel de
Unamuno. Y
le anuncia
que seguro
que le
gustará al
“maestro”.
Grande era
el afecto y
la
consideración
de Machado
hacia Miguel
de Unamuno,
al que le
tuvo una
especial
predilección.
Yo diría que
fue el
intelectual
que más
influyó en
él y al que
más aprecio
le tenía.
También le
habla de la
posibilidad
de que Rivas
Cherif (el
cuñado de
Manuel Azaña)
le estrene
sus obras de
teatro
Tercer Mundo
o Vida
que no se
vive,
aunque
reconoce que
no sabrá
valorarlas
porque es
«un poco
zascandil».
También dice
que ha
estado unos
días muy
triste: «Tu
poeta no
anda bien».
Y se define
como «un
sevillano
triste y
nada
jacarandoso».
Carta 11
Hace
referencia
al estreno
de
Sombras de
sueño de
Miguel de
Unamuno y a
la muerte de
Julio Romero
de Torres a
quien
profesaba
una gran
afecto. Le
refiere
también la
obra
Anfisa
de Adreyev y
la crítica
al libro de
Pilar,
Esencias,
del que
quisiera
decir «cosas
esenciales
que
realmente lo
definan.
Porque la
crítica es
superflua
cuando no
señala lo
que la obra
tiene».
Desea que
alguna vez
puedan
pasear
juntos.
Carta 12
Crítica el
teatro de la
época y
siente dolor
por no poder
verla en la
representación
de una
comedia del
francés
Brieux a la
que ha
asistido.
Recuerda que
está tomando
notas sobre
su libro,
pero, sobre
todo, se
centra en su
pasión
amorosa. Se
queja de los
exámenes
(está en un
tribunal)
que le
esperan en
Segovia:
dice que
estos días
su trabajo
es
“abrumador y
embrutecedor”
porque
comienza a
las ocho de
la mañana y
acaba a la
noche. Y
explica su
programa de
trabajo:
1.º: El
artículo de
Esencias,
2.º: El
discurso de
la Academia,
y 3.º: Sus
versos y la
comedia
planeada. Un
orden de
prioridades
que muestra
también
cierto
sistematismo
en su
trabajo
diario.
Carta 13
Recomienda a
Cherif dos
obras de
Pilar de
Valderrama.
Comenta la
buena
aceptación
del
Fantasio
de Pilar y
que, desde
Buenos
Aires, llega
el éxito de
Lola
Membrives y
La Lola
se va a los
puertos.
Ha sido
nombrado
vocal de un
tribunal de
oposiciones,
se queja. Le
anuncia que
Cansinos
Assens y
Díez Canedo
hablarán de
su libro
Esencias;
y él
publicará su
crítica para
mediados de
mes, que
servirá
quizá
(piensa)
para que
Azorín
escriba
otra.
Carta 14
Afirma
amorosamente
que sin ella
hace tiempo
que no
viviría y su
vida no vale
nada fuera
de los
momentos en
que se ven,
pues ni los
éxitos, ni
los halagos,
ni la gloria
literaria le
alegran. Le
quieren
hacer un
homenaje en
Sevilla,
pero no
tiene ningún
interés:
«Nada me
disgusta
tanto como
aparecer
sobre un
pedestal
cualquiera.
No es
modestia,
como muchos
creen, es
más bien
orgullo; es,
sobre todo,
que no puedo
soportar la
vanidad
humana, la
tontería
ambiente».
Al parecer,
padece
reuma.
Afirma que
le llueven
las
recomendaciones
para las
oposiciones
que habíamos
anunciado.
Pero, aunque
como
profesor
benévolo y
que aprueba
a todo el
mundo, en
esto es
estricto.
Comenta sus
impresiones
sobre el
poema en
prosa
“Piedad” en
el que ve
Patente un
problema del
sentimiento
muy agudo.
Después de
Nietzsche,
las virtudes
cristianas
se han hecho
esencialmente
problemáticas.
Pero yo creo
que el
porvenir ha
de
rehabilitarlas
necesariamente.
El Cristo
está algo
olvidado;
pero el
Cristo no
pasa nunca.
Además, es
una fuente
eterna de
poesía [6].
Afirma que
una de las
bellezas del
libro (se
refiere a
Esencias)
es su
inspiración
evangélica,
la nobleza
de los temas
y la
expresión
sencilla que
tiene todo
lo profundo.
Carta 15
Se queja de
las
oposiciones
donde actúa
de tribunal.
Hace también
una reseña
crítica a
las reformas
educativas.
Sigue el
éxito de
La Lola se
va a los
puertos,
en esta
ocasión, en
Sevilla. Su
neurastenia
aumenta con
el verano y
se encuentra
triste a
causa de la
oposición en
la que
participa
como miembro
del
tribunal,
que le
produce
sensación de
angustia. Se
queja de no
poder
escribir
libremente
sobre la
obra de
Pilar porque
siente que
puede
descubrir el
secreto.
Pero su
sensación de
tristeza va
ganando
enteros,
aunque
afirma que
lo suyo no
tiene cura
«y pienso
que no tengo
derecho a
entristecerte».
Carta 16
Elogia el
artículo que
Cansinos ha
escrito
sobre el
libro
Esencias
de Pilar
(«escrito
con fervor y
con tino»).
El suyo dice
que lo
enviará a
María
Estremera el
martes y, si
no lo ha
acabado
antes, es
por las
oposiciones
en que
participa
como
tribunal.
Además,
fallece un
miembro del
mismo:
«Llueven
recomendaciones
y
compromisos.
Compadece a
tu poeta».
Se refiere a
su sino, el
del poeta,
que no es
otro que
soñar e
imaginar:
«oficio
duro, a
veces triste
y, aunque
siempre
noble,
alguna vez
—todo hay
que decirlo—
algo
ridículo».
Carta 17
Ha ido al
teatro
acompañado
de sus
hermanos
Pepe y
Joaquín, y
la ha visto
a ella, lo
que le ha
producido un
gran
sufrimiento:
«Viéndote
rodeada
entre
mortales».
Hace una
crítica
feroz de la
obra y de la
protagonista,
La Montoya.
Ante una
carta
anterior que
le pide que
la rompa, él
le contesta:
«Todas tus
cartas son
para mí
sagradas,
¿sabes? Las
guardo;
además,
donde nadie
pueda
leerlas».
Recuerda
también que
nunca fue
aficionado a
veranear:
«Que es
consagrar la
vida a tomar
el fresco».
Pero
reconoce que
algunos días
en la
naturaleza
son
beneficiosos.
Quiere
aprovechar
el tiempo
para
trabajar
porque acaso
no le quede
mucho para
su obra y
debe
aprovecharlo.
Entre sus
trabajos
futuros
enumera: «Mi
discurso, la
comedia, que
será la
última, un
libro de
poesías a mi
diosa y…
colorín
colorado».
Le anuncia
que su obra
de teatro
Vida que no
se vive
será un gran
éxito, pues
es la más
teatral,
pero que a
él,
personalmente,
le gusta más
Tercer
mundo, a
la que
considera
“su obra”,
al igual que
“la suya” es
Las
adelfas.
Los elogios
hacia Pilar
siempre son
encumbrados
y en este
caso la
considera la
sucesora de
Rosalía de
Castro, y
no, dice
irónicamente,
«esa
nadadora
catalana».
Se refiere a
Ana María
Martínez
Sagi, de la
que hacía
tiempo se
había
publicado un
poemario
titulado
Caminos.
Y se queja
de que no
puede decir
todo lo que
piensa: «Si
yo pudiese
escribir sin
trabas».
Carta 18
Alude a un
problema en
los ojos que
se lo ha
resuelto
Pilar con
unas
medicinas
que le
aconsejó.
Critica el
artículo de
Sara Insúa
sobre la
nadadora y
poeta
catalana en
la que
ironizaba en
su carta
anterior.
Una crítica
que la hace
extensiva y
a la que
critica:
Es la
crítica que
se estila,
hasta por
los
literatos de
cierto
rango. ¿Qué
hace el
mismo Azorín
en sus
ditirambos a
los poetas
de
vanguardia?
Decir que
son
maravillosos,
sublimes,
superferolíticos.
Si alguien
ingenuamente
pregunta:
¿Por qué?
Con ello
destruye
toda esa
labor
encomiástica.
¿Cómo
entiende
Antonio
Machado la
crítica
literaria?
Afirma que a
una crítica
verdadera le
basta
Analizar con
justeza el
contenido de
una frase,
de cuatro
versos,
señalar lo
que
realmente
hay en
ellos, si
ellos están
bien
elegidos, lo
que supone
la lectura
atenta de
toda la
obra, para
arrojar
alguna luz
sobre ésta,
ayudar a que
sea
comprendida
y estimada.
Pero hoy se
entiende por
crítica el
arte de
escribir de
todo sin
necesidad de
leer nada.
Justifica
los
razonamientos
que pueda
realizar
sobre el
libro
Esencias
de Pilar
pues «está
sacado de él
mismo». Sin
duda, una
contrariedad
esta, pues
Machado no
justifica en
otros la
actitud que
él sí tiene
con Pilar
por esa
devoción
encomiástica
que brinda a
su “diosa”.
Le comenta
algunas
impresiones
sobre la
obra La
prima
Fernanda,
en la que
están
trabajando:
la
protagonista
es una mujer
un tanto
demoníaca
que revuelve
y destruye
todo un
mundo de
convenciones
y
falsedades.
Le reconoce
que, cada
día que
pasa, la
quiere más
porque cada
vez ve en
ella un
matiz, un
destello de
divinidad.
Carta 19
Habla del
dolor de
ausencia que
sufre el
enamorado,
pero es un
«dolor que
se
espiritualiza
con el
recuerdo de
las
presencias».
Son
reflexiones
profundas en
torno al
sentido del
recuerdo, la
memoria, la
fantasía, la
muerte… Pero
el recuerdo
como
instrumento
de valor
extraordinario
para seguir
vivo en el
acopio de
imágenes:
«Mientras
podamos
recordar
—recordarnos—,
vivimos, y
la vida
tiene un
valor: el de
nuestras
imágenes».
Sin embargo,
considera
que las
imágenes son
más
impuestas
que elegidas
en los
sueños y en
los estados
de
abatimiento.
Afirma que
teme a los
sueños
porque no se
sueña lo que
se quiere
sino lo que
se teme.
En esta
carta le
envía sus
apuntes
líricos para
la geografía
emotiva de
España:
siete más
uno. Los
primeros,
enumerados y
firmados en
Baeza el año
1919, y el
último, sin
numeración.
Se centra en
determinados
lugares:
Sierra
Morena,
Begíjar,
Quesada,
Garcíez,
Jimena,
Aznaitín,
Torredonjimeno,
Torreperogil,
Belerda,
Alicún y
Úbeda. La
mayoría son
octosílabos
asonantados
en los
versos
pares. Menos
el primero,
que es una
terceto de
cabo roto,
el cuarto
que es un
pareado, el
quinto y el
octavo que
son
tercetos. En
algunos
surge el
amor: «Y en
la sierra de
Quesada: /
Vivo en
pecado
mortal: / no
te debiera
querer; /
por eso te
quiero más».
Es verano y
lee los
versos de
Pilar. Se la
imagina
escribiendo.
También
relata
algunos
asuntos de
su Lola
se va a los
puertos
y la
finalización
próxima del
segundo acto
de La
prima
Fernanda.
Afirma que
ha dado a
copiar en
máquina su
artículo de
Esencias.
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¿Pilar de Valderrama o Guiomar? |
|
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Carta 20
Le preocupa
la obra de
teatro La
prima
Fernanda,
que
necesitan
hacerla bien
(la escribía
al alimón
con su
hermano
Manuel),
sabedores
del éxito de
Lola se
va a los
puertos
y de que el
público
espera mucho
de ellos.
Hasta ahora
han escrito
dos actos y
les queda el
tercero.
Tiene en muy
alta estima
su opinión y
le hubiera
gustado
conocer
alguna
escena del
segundo
acto, pero
no ha sido
posible.
Comenta
sobre los
actores de
Lola…
Sobre todo
se centra en
la carta de
Lola
Membrives,
que les
habla del
éxito en
Montevideo.
Le pide que
vaya
arreglando
(que la
ponga en
limpio y la
tenga
preparada)
su comedia
para que
Ángel Lázaro
se la lleve,
pues él la
recomendará
cuando lo
estime
oportuno. Y
cree
factible que
la actriz
Lola
Membrives
acepte la
representación
de su obra.
Le copia un
trozo de la
escena final
de La
prima
Fernanda.
Carta 21
Al parecer,
el nivel de
comprensión
entre ambos
es tan
grande que,
afirma el
poeta, sin
hablar se
entienden.
Critica
algunos
mecanismos
técnicos
como el
altavoz
aplicado al
teatro.
Hace alusión
al retrato y
los versos
que saldrán
de ella en
Crónica,
pero teme
que en
Crónica
o Estampa
(no sabe
bien en cuál
de ellas)
puedan
coincidir
los retratos
de ambos,
pues hace
unos días
que les dio
un retrato
suyo. Augura
que su libro
Esencias
va a tener
un enorme
éxito y le
anima a que
prepare
otro.
Habla de sus
días en
Segovia, de
cuyas noches
exalta que
son
portentosas
«por el
brillo de
las
estrellas y
por el
silencio».
Carta 22
Llama la
atención el
poco aprecio
que sentía
Antonio
Machado por
la farándula
literaria,
por las
fiestas de
escritores,
“profundamente
insinceras”,
y refiere
que en el
acto hubo
una
intervención
de Eugenio
d´Ors al que
apenas
escuchaba
nadie, y
afirma
contundente:
«Esta gente
literaria es
terrible,
diosa mía.
Para
conservar la
estimación
que por sus
obras
merecen, es
conveniente
no
conocerlos
personalmente».
Crónica
ha publicado
el texto y
los versos
de Pilar de
Valderrama.
El poeta se
encuentra
enfermo y
asiste a la
clínica del
Dr. Jiménez
para un
reconocimiento
detallado.
Reconoce una
evidente
tendencia al
abatimiento
que siempre
tuvo a lo
largo de su
vida, preso
de la
melancolía:
«Quisiera
vivir
todavía para
terminar
algunas
cosas, sobre
todo el
libro que te
consagro, y
tirar una
edición
completa y
corregida de
mis obras».
Afirma que
necesita al
menos dos
años y que
la vida le
pesa mucho,
aunque la
lleva con
resignación
gracias a
ella.
Reconoce que
Pilar de
Valderrama
es «el gran
amor de mi
vida».
Crítica el
gusto por
cierto
teatro como
la
Doctora
Hormiga
de los
hermanos
Quintero,
que
considera
una obra de
plomo y de
una pesadez
inaudita:
«Mientras
gusten esas
cosas,
estamos
perdidos».
Carta 23
Se centra
fundamentalmente
en el
análisis
escueto de
unas obras
de teatro a
la que ha
asistido.
Dos obras de
Benavente:
Los
amigos del
Hombre,
«obra de muy
poca
gracia», y
Los
andrajos de
la Púrpura,
que
recomienda a
Pilar no ir
a ver: «El
pobre
Benavente
está dejado
de la mano
de Dios».
También,
Siegfrid de
Giraudoux:
«Bonita,
bien hecha,
interesante,
aunque mal
representada».
Lo elogia
como gran
poeta.
Carta 24
Describe la
importancia
de los ojos
para los
poetas: «Los
poetas con
minúscula
(…)
necesitamos
de los ojos
para creer
en Dios,
como Gustavo
Adolfo
Bécquer».
Comenta la
campaña para
que Concha
Espina entre
en la RAE.
Con motivo
del banquete
a Benavente,
surge de
nuevo la
crítica
irónica
hacia sus
compañeros
los
literatos:
Me han dicho
que la
fiesta
estuvo bien,
animada y
cordial,
cosa rara
entre
literatos
(…). La
gente
literaria es
terrible. Yo
siempre he
procurado
tenerla a
distancia.
Tal vez por
eso me
respetan
algo. La
gente de
teatro
—cómicos y
actrices— no
es la peor,
aunque otra
cosa se
cree. Sin
embargo, no
hay que
fiarse de
ella.
Recuerda las
malas
relaciones
entre los
actores Lola
Membrives y
Ricardo
Puga. A Lola
la califica
como «mujer
de vanidad
superlativa
y, en el
fondo, más
una
cupletera
que una
actriz. No
puede
soportar que
nadie tenga
éxito a su
lado». Y, de
camino,
también
critica a su
marido, J.
Reforzo, un
empresario
para quien
el único
Dios es la
taquilla.
Le pide que
le guarde el
secreto de
una nueva
comedia de
figurón,
La Nueva
Cleopatra
(nuevo
título que
pensó para
La prima
Fernanda),
de la que
desconfía
mucho.
Le
recomienda
que no
dedique
demasiado
tiempo a
Concha
Espina.
Carta 25
Le habla de
su obra
La Nueva
Cleopatra,
que está ya
casi
acabada,
pero le
disgusta «la
vida de
teatro y la
lucha con la
torpeza de
los
cómicos».
Siente celos
de que lo
olvide al
conocer a
tanto prócer
de la
literatura.
Hace alusión
de nuevo a
la
candidatura
a la RAE de
Concha
Espina y uno
de sus
oponentes a
la academia:
Ramón Pérez
de Ayala.
Ironiza con
la
candidatura
de Concha
Espina y
alude a sus
rivales.
Glosa un
sueño en el
que ellos
estaban en
Segovia y
encontraban
a Miguel de
Unamuno
«vestido de
fraile y
cantando la
marsellesa»,
y más tarde,
los llevó al
altar y les
echó la
bendición.
Carta 26
Tuvo
problemas en
la pierna
derecha con
un fortísimo
dolor.
Es muy
crítico con
los autos
sacramentales
de Calderón
(de los que
dice que
fueron
“fiestas de
iglesia”) y,
sin embargo,
ensalza
otros dramas
religiosos
como La
devoción de
la Cruz
y El
mágico
prodigioso,
a las que no
se les hace
caso a pesar
de ser
admirables y
mucho más
entretenidos.
Gerardo
Diego le ha
pedido
autorización
para incluir
poemas en su
antología.
Accede: «Mi
criterio en
estos casos
es dejar
hacer.
Nuestra
obra, una
vez
publicada,
ya no nos
pertenece».
Comenta
profusamente
el argumento
de la última
ópera rusa
que ha
visto,
Flor de las
Nieves
(un asunto
que sería
bueno para
el teatro de
Pilar de
Valderrama;
se trata de
la obra
Snegurochka
de N. Rimski
Korsakov), y
como «no hay
nada bello
que no
asocie yo a
tu
recuerdo».
El apoyo de
Pilar de
Valderrama a
Concha
Espina para
la entrada
en la
Academia
mueve a los
comentarios
de Machado.
Y, por
último, la
exaltación
del amor y
su deseo
hacia ella y
su relación.
Carta 27
Hay una
obsesión de
Pilar de
Valderrama:
la
posibilidad
de que
Machado la
olvide o
deje de
quererla.
Pero le
responde que
lo considera
absurdo. Y
tras unas
reflexiones
le pregunta:
«¿No serás
tú la que
algún día te
canses de
este pobre
poeta?» Y
siguen las
exacerbaciones
de sobre la
amada.
Le comenta
la obra
Fontalba
de Bernard
Shaw y
critica la
representación
y la
traducción.
Ataca a Lola
Membrives:
«Lo plancha
todo. No
comprende
nunca lo que
está
haciendo y
todo lo
traduce a la
vulgaridad y
la
chabacanería».
Los
acontecimientos
políticos le
están dando
actualidad a
su comedia
La prima
Fernanda,
pues el
personaje de
Figurón (sin
pretenderlo)
parece un
retrato de
Santiago
Alba,
ministro de
Estado:
Leyendo unas
declaraciones
suyas el
otro día, me
encontré con
versos
enteros de
nuestra
comedia, y
claro es que
cuando se
represente
se creerá
que nosotros
las hemos
tomado de
él.
En estos
acontecimientos
políticos
destaca el
papel de los
constitucionalistas,
entre los
que se
encuentra
Santiago
Alba, que,
junto a
Sánchez
Guerra,
Melquíades
Álvarez,
Villanueva,
Bergamín y
Burgos y
Mazo, se
reunieron en
el hotel
Ritz de
Madrid el 29
de enero de
1931 y
expresaron
que no irían
a unas
elecciones
que no
fueran de
carácter
constituyente.
Le pregunta
de nuevo por
la madre de
Pilar, que
está
enferma, y
le anuncia
que pide a
Nuestra
Señora del
Pilar por su
salud.
Carta 28
Miguel de
Unamuno ha
leído el
libro
Huerto
Cerrado
de Pilar y
sus
comentarios
han sido muy
positivos,
pero se
extraña
Machado de
que no le
hable de
Esencias.
Sus elogios
sobre el
escritor
vasco son
siempre
fabulosos, y
destaca en
él su
sabiduría y
su
sinceridad:
Hombre de
verdad entre
las muchas
máscaras que
hoy se
agitan. Es
un
espoleador
de
espíritus.
No conoce el
miedo. Él ha
despertado
toda esta
inquietud,
ha removido
la charca
española. Y,
si algún día
viene la
República a
él la
deberemos,
pero él
estará
seguramente
enfrente de
ella. Su
misión es
despertar
los
espíritus
adormilados.
Su fondo es
esencialmente
religioso,
hondamente
cristiano, y
su reino no
es de este
mundo. Temo
por él
porque,
despierta
también
odios muy
enconados.
A pesar de
las críticas
que hace en
otras
ocasiones a
Lola
Membrives,
en esta,
hasta le
envía un
ramo de
flores por
el día de su
santo.
Ha sido
traducido al
checoslovaco.
Carta 29
Machado
critica al
público
madrileño,
que solo
siente
atracción
por el
teatro de
los Quintero
y de
Arniches e
ignora obras
como
Topaze
en el Teatro
Fontalba:
«Además,
noto que el
público de
hoy es más
zafio que el
de hace
quince
años». Y se
pregunta por
la suerte de
su comedia
La prima
Fernanda
ante la
chabacanería
española y
hace la
siguiente e
inteligente
reflexión:
«He notado
que lo
cómico, lo
verdaderamente
cómico no
hace reír a
nadie. Sólo
así se
comprende el
fracaso de
Bernard Shaw
entre
nosotros».
Critica de
nuevo a Lola
Membrives,
de quien
afirma que
degüella las
obras que
coge.
Tampoco
parece muy
buena su
opinión
sobre Rivas
Cherif, el
cuñado de
Azaña.
Afirma que
todavía no
ha expresado
en su poesía
lo que
realmente
siente por
ella y le
gustaría
hacer algo
nuevo que no
se parezca a
nada.
Y sigue con
las
constantes
muestras de
cariño y
amor hacia
ella.
Carta 30
Le preocupan
las noticias
sobre la
agitación
política. Y
le
recomienda a
ella que no
ande por el
centro de
Madrid
durante esos
días, pues
teme
disturbios
graves ante
el triunfo
antidinástico.
Y anuncia
que ve muy
cerca un
triunfo de
la República
y, desde
luego,
«pienso en
formar en
partidos lo
más alejados
del poder».
Pero
realmente es
el teatro lo
que más
interés
produce en
él; sobre
todo, en
esos
momentos que
se
representará
en el teatro
Reina
Victoria y
asistía con
mucha
frecuencia a
los ensayos,
pero «no hay
más remedio
que pasar
malos
ratos».
La
enfermedad
de la madre
de Pilar
sigue su
curso y son
continuas
las
referencias
ligeras a
ella.
Carta 31
Se declara
un
“republicano
platónico”.
Pilar le
recomienda
que lea el
periódico
La Conquista
del Estado,
y lo hace,
pero su
crítica es
ácida:
«periodiquillo
—lo llama—
escrito por
unos jóvenes
que no saben
lo que
quieren ni
lo que
dicen. Por
un lado,
simpatizan
con
Mussolini y
el fascio
italiano;
por otro,
con la
Revolución
Rusa». El
primer
número de
este
periódico
fascista
apareció el
sábado 14 de
marzo. Y
entre los
fundadores
se
encontraban
Ernesto
Giménez
Caballero,
Ramiro
Ledesma
Ramos y Juan
Aparicio. Su
lema era:
«Viva la
España
joven,
imperial y
revolucionaria».
Carta 32
Habla de un
ataque
hepático que
ha sufrido y
se encuentra
en la cama.
También ella
tiene unos
“dolorcillos”
que le
preocupan.
Le comenta
el éxito de
La Lola
se va a los
puertos
con el
público,
propuesta en
Teatro de la
Latina con
1020 votos.
Y, en ese
barrio
popular de
Madrid, el
éxito fue
absoluto
tanto como
antes en los
barrios
aristocráticos.
Considera
también que
sus obras
—como las de
Pilar—
tienen «un
poco de
alma», y de
ahí que
gusten a
todo el
mundo,
«menos para
los
pedantes».
Carta 33
Rememora la
noche en que
la conoció a
ella, al
contemplar
una noche de
junio en
Segovia. Y
aunque su
estado
fisiológico
ha mejorado,
su estado
espiritual
sigue con
una «gran
angustia» y
no puede
trabajar:
«Es posible
que todo
pase, como
otras veces,
pero cada
nueva
depresión de
espíritu es
en mí más
larga y
grave”. Y
afirma que
quizá es la
vejez, a la
que teme más
que a la
muerte.
Ya comienza
a afirmar
que la
República
los ha
defraudado
un poco,
idea que
comparte con
Pilar, y
realiza una
reflexión
clarividente
sobre uno de
los
problemas
más
importantes
del país: la
actitud de
Cataluña
ante el
Estado:
La cuestión
de Cataluña,
sobre todo,
es muy
desagradable.
En esto no
me doy por
sorprendido,
porque el
mismo día
que supe el
golpe de
mano de los
catalanes lo
dije: «Los
catalanes no
nos han
ayudado a
traer la
República,
pero ellos
serán los
que se la
lleven». Y,
en efecto,
contra esta
República,
donde no
faltan
hombres de
buena fe,
milita
Cataluña.
Creo con Don
Miguel de
Unamuno que
el Estatuto
es, en lo
referente a
Hacienda, un
verdadero
atraco, y,
en lo
tocante a
enseñanza,
algo
verdaderamente
intolerable.
Creo, sin
embargo, que
todavía cabe
una reacción
a favor de
España, que
no conceda a
Cataluña
sino lo
justo: una
moderada
autonomía, y
nada más.
Fue una idea
similar a la
que tuvieron
hombres como
Unamuno, Gil
Robles,
Miguel
Maura,
Sánchez
Román y
Ortega y
Gasset,
entre muchos
otros. Lo
que le valió
a Manuel
Azaña que
arremetiera
contra los
hombres de
talento,
como los
citados,
acusándolos
de exagerar
conscientemente,
y afirmaba
que las
pretensiones
catalanas
eran
legítimas.
Sobre su
“posible
medro”
(visto desde
fuera)
durante el
tiempo de la
República y,
tras ser
nombrado
para
tribunal de
unas
oposiciones
(algo que le
repelía
totalmente),
dice con
gracejo
andaluz:
«Estas son
las
sinecuras
que a mí me
regalan. Tu
pobre poeta
medra menos
con la
República
que el bueno
de Paco
Rivera».
Le comenta
que le han
incluido en
la lista de
los
homenajeadotes
de
Valle-Inclán,
pero no como
organizador
del homenaje
(entre los
que se
encontraban
Menéndez
Pidal,
Unamuno,
Azaña,
Jacinto
Benavente y
su hermano
Manuel). De
él comenta
que «es la
piel del
demonio.
Hasta
después de
muerto —como
el Cid
campeador—
dará que
hacer».
Carta 34
Es una carta
muy
importante
para
profundizar
en la visión
que sobre el
teatro
existía en
Machado. Es
ajeno, desde
luego, a un
teatro
moralizante
porque
considera
que «el arte
es otra
cosa». Pero
esto no
significa
que desdeñe
la moral,
sino muy al
contrario:
«Me parece
algo más
importante
que el arte
mismo, pero
que nada
tiene que
ver con él».
El concepto
de
modernidad
en teatro lo
entiende
como que
tenga claros
sus fines y
sepa
utilizar sus
medios, y
tenga la
vida humana
como centro:
«El teatro
es acción
—interna y
externa— la
vida humana,
como
espectáculo.
Ya es
bastante».
Reitera su
intranquilidad
y angustia
ante el
cariz
sociopolítico
que están
tomando las
cosas. Su
hermano
Joaquín
(viudo de
Victoria
Naharro) se
casa con una
joven,
Carmen López
Coll, en
junio de
1932.
Carta 35
Pilar de
Valderrama
va camino de
un viaje.
Comenta
algunas
cuestiones
teatrales
como el
rechazo
progresivo
de la Xirgú
por parte
del público
más burgués
por su apoyo
decidido a
la República
(«cada vez
más
distanciada
del público
distinguido»,
dice
Machado).
Ha comenzado
a escribir
con Manuel
una nueva
comedia
titulada
Loco amor;
sin embargo,
esta comedia
no se
finalizó.
Carta 36
En esta
última carta
habla de que
no tiene sus
gafas y
apenas si
ve.
A modo de
conclusión
En
consecuencia,
como
Depretis ha
observado,
hay una
dualidad en
ese
tratamiento
machadiano.
Por una
parte, la
trataba como
mujer y, por
otra, como
niña. Pero,
más que como
diferencia
de edad
(entre ellos
la distancia
era de 14
años, algo
menos que la
de Leonor y
el poeta
sevillano),
se debía
entender
como
expresión de
pureza y
candor, que,
en realidad,
se justifica
en la visión
que también
ofrecía
Machado de
sí mismo,
unas veces
como niño y
otras como
patriarca
venerable o
incluso
madre o
nodriza:
Quiero
aprender a
contarte
cuentos que
te
diviertan,
como las
madres a los
niños.
Porque en mi
baraja de
amores,
falta el de
madre o el
de vieja
nodriza (…).
Yo seré un
patriarca
muy
venerable y
tú una niña,
en sus
brazos. Si
no te
agrada,
suéñame como
tú quieras,
diosa mía
[7].
Pero, última
instancia,
siempre nos
quedarán en
el
pensamiento
estas
reflexiones
de Baamonde
[8]:
Machado está
enamorado y
vive
entusiasmado
su amor; sus
cartas lo
traslucen.
No deja de
sorprender
que el
sentimiento
amoroso
obstruya su
extraordinaria
capacidad
literaria
(…). No
puede
ponerse en
duda que
Antonio
Machado se
enamoró; las
cartas
existen,
están ahí y
dicen lo que
dicen. ¿Por
qué se
enamoró de
alguien con
mentalidad
tan opuesta
a la suya?
Seguramente
se entregó
al loco amor
que menciona
reiteradamente
en su obra.
El acto de
amar
continúa
siendo un
misterio
para el que
tan sólo
cabe una
conclusión:
la
pascaliana
en torno a
las
intermitencias
del corazón.
|
|
|
|
|
Antonio y Manuel Machado.
|
|
|
__________
NOTAS
1.
Antonio
Machado,
Cartas a
Pilar,
edición de
Giancarlo
Depretis,
Anaya,
Madrid,
1994.
2.
Antonio
Machado,
Poesía y
prosa.
T. III,
Prosas
completas
(1893-1936);
T. IV.
Prosas
completas
(1936-1939),
edición de Oreste Macrì
y G. Pisani,
Espasa
Calpe-Fundación
Antonio
Machado,
Madrid,
1989. A
estas cartas
habría que
añadir la
dirigida a
Fermín
Mendieta
(seudónimo
de Julián de
Zugazagoitia)
y las
dirigidas a
Mario
Puccini y
Federico
García
Lorca.
3.
Ian Gibson,
en Ligero
de equipaje
(Santillana
Eds.,
Madrid,
2007), habla
de
doscientas
cuarenta
cartas
escritas por
Machado a
Pilar.
4.
Antonio
Machado,
op. cit.,
pp. 41-42.
5.
Machado hace
referencia a
la encuesta
«¿Cómo ven
la nueva
juventud
española?»,
realizada
por La
Gaceta
Literaria
(número 53,
1 de marzo
de 1929). Su
director era
Ernesto
Giménez
Caballero,
entre los
“directores
culturales
de España”.
Se había
iniciado el
1 de enero
de 1929 con
preguntas a
Menéndez
Pidal,
Azorín, Blas
de Cabrera,
Eugenio
d´Ors, E.
Gómez de
Baquero,
Manuel G.
Morente,
Gregorio
Marañón,
Manuel de
Falla y
Antonio
Machado.
6.
Antonio
Machado,
op. cit.,
p. 167.
7.
Antonio
Machado,
op. cit.,
p. 28.
8.
Miguel Ángel
Baamonde,
«¿Pilar
Valderrama,
falsa
Guiomar?»,
en Abel
Martín.
Revista
sobre
estudios de
Antonio
Machado,
Noviembre
2006 [En
línea].
Disponible
en web:
<http:// www.
abelmartin.
com/
critica/
baamonde.
html>. |