CON ESTA NOVELA, Ramírez Lozano obtuvo el
premio Ciudad de Salamanca en 2015 y en 2016
fue finalista en el XXII Premio Andalucía de
la Crítica (Novela).
El relato centra su interés en los últimos
días del emperador Carlos V en el monasterio
de Yuste y la obsesión por el tiempo que le
queda de vida, materializado simbólicamente
por el relojero del título de la obra. Es el
año 1555 y el emperador, que cuenta con 55
años, se ha considerado ya un viejo y decide
retirarse al monasterio extremeño de Yuste,
en la provincia de Cáceres. En ese recorrido
le acompañan sus relojes y Juanelo Turriano,
relojero a quien se encomienda que funcionen
perfectamente. De camino hacia el monasterio
y siendo consciente del final de su vida, el
emperador anhela que este llegue lo más
tarde posible y cree que puede retrasar su
llegada si se sabe resolver ese momento, por
este motivo le encarga a Juanelo que
fabrique un autómata que luche por él contra
la muerte: que componga un reloj para
disputarle el tiempo a la Muerte. Y le dice:
«Quiero, Juanelo, que construyas un reloj
para mí cuyas horas corran parejas de mis
días», porque «sabido es, amigo Juanelo, que
habremos de morir, pero el día y la hora
está en nuestra mano retrasarlos. Y a esa
dilación y tardanza llamo yo victoria».
En sus asiduos diálogos sobre el tiempo y
los relojes, le dice Juanelo que la
verdadera ciencia ha de ser audaz y este
afirma que sería capaz de «hacer un reloj
acordado con il cuore, con il suo
cuore (le dice al emperador), como los
son los planetas y las horas (…) pero hecho
a la medida de su alma (…). Los relojes son
el ánima del universo —insistió Juanelo
tentador—. Sería un reloj único, el mio
capolavoro; en el que estarían
representados los movimientos de todos; el
de la octava esfera, el de los siete
planetas…». Es una batalla contra la Muerte
y en defensa de la vida. Unas ideas, sin
duda, muy interesantes y llamativas por las
que nos conduce Ramírez Lozano.
Esta breve pero intensa novela está
organizada en diecisiete capítulos que nos
muestran el recorrido del emperador camino
de Jarandilla hasta la llegada de la muerte:
«cuando Male advirtió que el reloj había
acabado de sonar», en esa interacción entre
vida/sonido frente a muerte/silencio del
reloj. En torno a este asunto medular, el
autor desarrolla otras temáticas, como la
simbología de la cerveza (más aceptada por
el emperador) frente al vino (defendido por
los frailes) o la obsesión por los relojes
frente al enfrentamiento con los frailes que
los consideran invento del diablo…, que se
presentan como elementos coadyuvantes en la
línea de un enfrentamiento evidente del
emperador frente a la iglesia, puesto de
manifiesto en muchos pasajes del libro.
Así, por ejemplo, a través del diálogo con
su primo Francisco de Borja, descubrimos ese
enfrentamiento entre el César de Europa y el
papa Paulo por haber llamado a los españoles
«cismáticos malditos, hez del mundo. Abyecta
y vil dijo de nuestra nación». Igualmente
sugerentes son los diálogos que mantiene con
el padre Regla, al que le reconoce, una y
otra vez, su obsesión por el tiempo y por no
poder controlar ese final, son exponentes
también de esa vía de enfrentamiento
permanente. Y es que, en el fondo, está
presente esa lucha entre la ciencia y la
religión y el intento de esta por imponer el
ejercicio dogmático del pensamiento: «Los
frailes, Majestad (le dice Juanelo). El
prior recela de mi trabajo. Es de los que
piensan que la ciencia estorba la fe».
Los comentarios del emperador hacia el
relojero van en esa misma línea cuando
irónicamente le comenta que los acusan de
calvinistas porque Calvino ha hecho en Suiza
de los relojes un instrumento devoto,
«severísimo como es con le ore». Y,
curiosamente, la cerveza se convierte en una
especie de emblema también de esa lucha,
pues sabido es que estos recelan de la
bebida celta.
Entre los diversos personajes que surgen
para conformar una visión complementaria, se
encuentran Van Male o el propio hijo
bastardo del emperador, Jeromín, el futuro
don Juan de Austria, cuya presencia conecta
con una interpolación, la de la serrana que
le muestra una teta al emperador, que nos
retrotrae a las leyendas medievales, pero
que aquí está traída un poco a la fuerza en
esa insistencia de la serrana por tener un
hijo bastardo del emperador y que nos
anuncia la de su hijo bastardo.
Pero en muchas de estas situaciones
secundarias, lo que Ramírez Lozano trata de
mostrar es una visión de época con un estilo
raudo y llevado de los diálogos obsesivos
del emperador en torno al tiempo.
Una situación un tanto violenta se generará
cuando desaparece el reloj que ha sido
construido para el emperador y se emprende
una investigación de la que se
responsabiliza a los frailes, representantes
de la ortodoxia y de evitar que el emperador
caiga en la herejía del tiempo. Así, el
diálogo surreal del emperador con el diablo
solo manifiesta esa visión religiosa de la
obsesión diabólica con el tiempo.
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Título: El relojero del Yuste
Autor: José Antonio Ramírez Lozano
Editorial: Ediciones del Viento
Año de edición: 2015
Género: Novela histórica
Páginas: 200
ISBN: 978-84-15374-87-9
Encuadernación: Rústica
Colección: Viento Abierto
Idioma: Español |