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LA MADRUGADA DEL 18 de
agosto de 1936, justo un
mes después de haberse
iniciado el conflicto
bélico que enfrentó a
unos españoles con
otros, Federico García
Lorca caía fusilado en
la carretera que une las
localidades granadinas
de Víznar y Alfacar.
Unos años antes, Lorca,
convencido del
envilecimiento comercial
de la escena española,
reservada casi en
exclusiva para el
consumo de urbanitas y
bolsillos pudientes,
había comenzado a
interesarse por las
dificultades, las
necesidades, las
aspiraciones inmediatas
del pueblo llano ante la
escena. Y así, con obras
como Bodas de sangre,
Yerma, Doña
Rosita o La casa
de Bernarda Alba, el
poeta y escenógrafo de
Fuente Vaquero lograba
llegar a unas gentes
social y económicamente
apartadas de la estética
teatral, presentándoles
los problemas
fundamentales de la
sociedad española del
momento mediante el
recurso de la farsa, la
comedia o el drama, que
fueron, lamentablemente,
causa de los escándalos
y polémicas más sonados
de la época.
Ya en nuestros tiempos,
en julio del año 2001,
Rodrigo García, un
argentino de Buenos
Aires afincado en Madrid
y fundador de la
compañía “La Carnicería
Teatro”, da a conocer su
obra Aftersun en
el X Festival
Internacional de Drama
Griego de Delfos,
Grecia, obra que
causaría furor en los
escenarios de España con
más trescientas
representaciones, a la
que siguieron Compré
una pala en Ikea para
cavar mi tumba
(2003) y La historia
de Ronald, el payaso de
McDonald´s (2003),
que estuvo en escena
durante más de seis años
consecutivos; además de
otras que ya no se
estrenaron en España,
como Jardinería
humana, Agamenón o
Volví del
supermercado y le di una
paliza a mi hijo,
todas ellas estrenadas
en 2004, consiguiendo,
en pocos años,
revolucionar, con un
lenguaje novedoso y
transgresor, el concepto
teatral de los mitos
clásicos. Las opiniones
que se emiten acerca de
esta visión de la
dramática son muy
dispares: unos ven en
esas obras un cambio
necesario y original que
refleja el estado actual
de la sociedad; otros,
por el contrario,
rechazan por completo la
innovación perpetrada
por García y lanzan
sillas al escenario en
señal de protesta.
Pero, ¿qué tienen en
común —si es que lo
tienen— estos dos
autores tan distantes en
el tiempo? ¿Qué
novedades de la estética
tetral relacionan —si es
que existen
concomitancias— a García
Lorca y a Rodrigo
García? Empecemos por el
comienzo. |
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Jerzy Marian
Grotowski
(1933 –
1999)
fue
director de
teatro y destacada
figura en el teatro
vanguardista del siglo XX.
Creó
el llamado "teatro
pobre",
cuyo
concepto desarrolló
en el “Laboratorio de
Teatro”. |
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El
teatro contemporáneo
El teatro contemporáneo
se ha venido etiquetando
de múltiples formas y
son muchos los críticos
que todavía no se han
avenido a un acuerdo con
respecto a una
definición exacta del
mismo. A mi modo de ver
este asunto, y en un
intento de delimitarlo
en el marco de la
estética dramática,
podríamos conceptuarlo
desde esta perspectiva:
se entiende por Teatro
Contemporáneo aquel que,
desde la imaginación,
parte de un proceso de
investigación para
construir un trabajo
escénico innovador; es
el teatro que investiga
y se renueva; en otras
palabras, aquella forma
de hacer teatro que
rompe con lo
convencional.
Esta nueva fórmula de la
escena apuesta por una
autonomía en la
expresión mediante un
lenguaje propio, aunque
conlleve, como así es
necesariamente, una
ruptura con la ortodoxia
y lo convencional del
teatro. Busca una
autonomía de la creación
escénica respecto de la
literatura dramática,
para así devolver a las
artes escénicas una
función integradora que
remite a las fuentes
originarias del teatro. |
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Eugenio Barba
(1936)
es
autor
de obras de teatro,
director de escena e
imaginativo investigador
teatral
y
discípulo de Grotowski.
Aunque
nació en Italia,
desarrolló
toda su carrera en
Dinamarca y otros países
nórdicos. En 1964
creo
su propia compañía, la
“Odin Teatret”,
en la ciudad danesa de
Holstebro. |
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Los
artífices del teatro
contemporáneo
Uno de los renovadores
que más ha influido en
la nueva escena es Jerzy
Marian Grotowski
[1],
creador del llamado
«teatro pobre», una
forma de crear y hacer
teatro que centra su
interés en el actor como
elemento principal del
eje de la trama,
prescindiendo de
aquellos otros elementos
que constituyen la
puesta en escena, como
escenografías fastuosas,
maquillaje y vestuarios
saturados, la
iluminación excesiva e
incluso, en ocasiones,
los efectos de sonido;
de todo aquello, en fin,
considerado superfluo
por cuanto desvía al
teatro de su pureza
originaria.
No puede olvidarse a
Eugenio Barba
[2], al que se
debe la propuesta de
división del teatro en
tres categorías:
Primer Teatro, el
considerado tradicional,
el que se mantiene fiel
a la ortodoxia del
género dramático, el que
protege y contiene la
herencia cultural;
Segundo Teatro,
propiedad de las
vanguardias; un teatro
experimental,
considerado como un
apéndice del
tradicional, y Tercer
Teatro, que son
manifestaciones que
responden a motivaciones
sociales, espirituales y
existenciales de jóvenes
insatisfechos con su
manera de vivir y con la
situación de la
sociedad... Algo nuevo
en el ámbito de la
estética escénica. |
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Hippolyte-Jean Giraudoux
(1882 – 1944),
autor de cuentos y
novelas, figura en la
historia del género
dramático por ser el
creador de
un
tipo de teatro que
presenta un mundo
transfigurado y
encantado, libre de las
vulgaridades y de los
agobios de la existencia
real, en el que la
libertad, la fantasía y
la poesía pueden
desenvolverse con
soltura. Entre sus
obras, especial atención
merece Electra,
estrenada en 1937. |
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El
teatro contemporáneo,
una ruptura con el
teatro convencional
Sobre la base de esa
clasificación, lo que
hoy entendemos por
Teatro Contemporáneo
vendría a situarse muy
próximo al Tercer
Teatro de Eugenio
Barba, en el que
quedarían encuadrados
aquellos autores que han
querido romper con las
formas de hacer teatro
basadas en los cánones
heredados de la
tradición.
En este supuesto, y
centrándonos en Francia,
donde quizá nació (o, al
menos, se promovió) la
innovación en la escena
y donde la dramática
experimentó el cambio
más significativo,
encontramos a Hippolyte
Jean Giraudoux
[3], con un
tipo de teatro que
presenta un mundo
transfigurado y
encantado, libre de las
vulgaridades y de los
agobios de la existencia
real, en el que la
libertad, la fantasía y
la poesía pueden
desenvolverse con
soltura. Entre sus
obras, especial atención
merece Electra,
estrenada en 1937 y muy
probablemente su mejor
pieza teatral; desde
luego la más densa, la
más representativa de su
carácter, la de mayor
fuerza. Mejor que en su
narrativa, en el teatro
es donde Giraudoux halló
el campo más propicio
para aplicar sus
indudables cualidades de
creador.
No olvidemos a Jean-Paul
Sartre (1905-1980),
autor de obras de teatro
como Las moscas
(Les mouches,
1943), en las que
encuentra un medio
seductor de comunicar
sus ideas
existencialistas y
marxistas, mediante
imágenes vivas. Ni
tampoco a Albert Camus
(1913-1960), que, con
Los justos (Les
justes, 1949), trata
con soltura y vivacidad
los temas de la
desesperación, de la
rebeldía ante lo absurdo
de la condición humana.
Ni, desde luego, a
Samuel Beckett
(1906-1989), que, con su
En attendant Godot
(Esperando a Godot,
1952), consigue
autenticidad, novedad,
en el sentido de
despertar en los
espectadores la
necesidad de interpretar
las imágenes vistas y de
reflexionar sobre ellas.
Como dijo Albee: «El
teatro ya no puede ser
después de Beckett, lo
que era antes de
Beckett». |
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Jean-Paul
Sartre
(1905 - 1980), filósofo,
escritor, novelista,
dramaturgo, activista
político, biógrafo,
crítico literario y
preclaro exponente del
existencialismo y del
marxismo humanista, es
el
autor de obras de teatro
como Las moscas
(Les mouches,
1943), en las que
encuentra un medio
seductor de comunicar
sus ideas
existencialistas y
marxistas, mediante
imágenes vivas. |
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El
teatro contemporáneo en
la España del siglo XX
Aunque el Teatro
Contemporáneo ha tenido
una notable presencia en
Francia, esta fórmula de
la dramática también ha
dejado notar su
influencia
en otros muchos países:
Rusia, Inglaterra,
Alemania, Italia y
España son buenos
ejemplos de ello.
Centrémonos ahora solo
en España y conozcamos,
un poco más a fondo, a
García Lorca y Rodrigo
García desde la
perspectiva de autores
contemporáneos.
Al término de la Primera
Gran Guerra (1914-1918),
España daba la impresión
de estar sumida en un
lánguido clima de
bienestar, un ambiente
de paz y tranquilidad
que en la estética
dramática se vio
reflejado en un cierto
tipo de “comedia”. Pero
los impulsos del
descontento popular
empezaron a sacudir
también a España, como
acontecería en toda
Europa, desde el primer
decenio de la posguerra,
con una violencia
creciente: continuos
enfrentamientos
ideológicos y
partidistas, la
dictadura de Primo de
Rivera, los conflictos
subversivos originados
por la incesante
influencia del comunismo
ruso, la Guerra Civil,
la dictadura de
Franco... pero, sobre
todo, la reacción del
pueblo.
En un panorama como el
descrito aparece
Federico García Lorca,
pero un Lorca autor de
un tipo de teatro
preocupado por dar la
más justa traducción
escénica del universo
dramático a la realidad
social, sacando de la
práctica cotidiana una
enseñanza para sus
obras: sus personajes no
sólo representan la
generalidad de la vida,
sino que suponen las
condiciones de esa vida.
Así, el Lorca dramaturgo
se manifiesta un
apasionado del teatro y
de su acción social, y,
convencido de la
capacidad educadora del
teatro («al público se
le puede enseñar»), pone
en práctica una amplia
variedad de formas
dramáticas. Esa es, en
síntesis, la finalidad
del arte dramático de
García Lorca. |
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Albert Camus
(1913-1960), novelista,
ensayista, dramaturgo,
filósofo y periodista,
fue discípulo del
pensamiento de
Schopenhauer,
Nietzsche y del
existencialismo alemán.
Autor de la novela “La
peste” (1947),
escribió también obras
de teatro, como “El
malentendido”
(1944) y Calígula (1945), ambas consideradas como teatro del absurdo.
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Rechazo
al teatro convencional:
Lorca
La producción teatral de
Lorca estuvo determinada
desde sus orígenes por
la voluntad de innovar.
Lorca no quiso nunca
regodearse en la comedia
burguesa que dominaba en
su tiempo, un tipo de
representación teatral
facilón, insulso, hueco
y chabacano, sino
acceder a los grandes
temas clásicos: el amor
y el sexo, la muerte, el
paso del tiempo, la
opresión y la rebeldía,
la fuerza del destino.
Las creaciones
dramáticas de Lorca,
desde Mariana Pineda
[4]
hasta La casa de
Bernarda Alba
[5],
reflejan su rechazo a la
imaginería histórica que
enmascara la vida, y su
deseo de desarrollar
para las clases
populares temas como el
convencionalismo, la
beatería, el esnobismo,
la frustración de la
mujer..., temas
medulares con los que
Lorca espera que el
pueblo reflexione y
medite. Lorca señalaba:
«El teatro es uno de las
más expresivos y útiles
instrumentos para la
edificación de un
país... Un teatro
sensible y bien
orientado en todas sus
ramas, desde la tragedia
al vodevil, puede
cambiar en pocos años la
sensibilidad del
pueblo». |
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Samuel Barclay Beckett
(1906-1989), dramaturgo,
novelista, crítico y
poeta, fue uno de los
más importantes
representantes del
experimentalismo
literario del siglo
XX, dentro del
modernismo anglosajón.
Fue igualmente figura
clave del llamado
teatro del absurdo
y, como tal, uno de los
escritores más
influyentes de su
tiempo. Escribió sus
libros en inglés y
francés, y fue asistente
y discípulo del
novelista James Joyce.
Su obra más conocida es
el drama “Esperando a
Godot”. |
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El
nuevo teatro: Rodrigo
García
Ya en el siglo XX,
encontramos al
dramaturgo argentino
Rodrigo García
[6], y lo
encontramos precisamente
en una época en la que
el consumismo, la
corruptela política, el
relativismo moral, el
egoísmo, las
extravagancias, el afán
de grandeza y, en fin,
la ausencia total de
valores están a la orden
del día; en una época en
la que las personas han
asumido ya todas estas
lacras sociales y
morales como algo normal
en su vida cotidiana; en
una época en que la
mayoría de las personas
se han acomodado de tal
manera a que les es más
fácil aceptar las cosas
como les vienen dadas
que reflexionar sobre
ellas y meditar la
posibilidad de influir
sobre ellas o
transformarlas.
Las obras de García van
directas al público, y,
con tal carga de ironía
dramática, que impactan.
Se apartan de todo
teatro convencional;
mezclan efectos de
luces, sonido y
monólogos, empapando
estos recursos con
numerosos ejemplos de
paradojas y dobles
sentidos, y usando un
lenguaje vulgar y
realista; es decir, se
atreve a gritar a los
cuatro vientos, sin
censuras ni complejos,
todo aquello que los
demás prefieren ocultar,
lo que explica el
descontento y el rechazo
que le ha valido de
parte de ciertos
círculos sociales.
Así, en obras como
Protegedme de lo que
deseo (1998),
Conocer gente, comer
mierda (1999) y
Haberos quedado en casa,
capullos (2000), el
dramaturgo
hispanoargentino se
propone empujar al
espectador al límite de
su implicación en la
obra, porque, para
García, el teatro no es
un entretenimiento, sino
una acción social que
tiene como finalidad que
la gente reflexione y se
haga preguntas, que abra
sus horizontes vitales.
Su paralelismo con Lorca
en este aspecto es
evidente. Según este
autor, «El arte debe ser
asimilable (en los
aspectos formales está
la lucha), pero jamás
aceptable. Se acepta el
entretenimiento, pero
allí donde se siembran
cuestionamientos, no
puede crecer aceptación,
tan sólo brotan más y
más problemas,
interrogantes y es
incómodo. Por eso
distingo el teatro para
entretener del teatro
como obra de arte».
En 2001 estrena
Aftersun, en la que
la implicación física y
emocional de los actores
Juan Loriente y Patricia
Lamas es tan intensa que
no resulta exagerado
hablar de una
“co-autoría” y del
inicio de una nueva fase
en el trabajo de Rodrigo
García, autor ahora de
una dramaturgia
corporal, que logra un
amplio reconocimiento
internacional.
Estas consideraciones,
aunque hayan sido tan
solo unas breves
pinceladas sobre el
Teatro Contemporáneo,
nos inducen a pensar
que, aun siendo de
épocas tan distintas y
dispares, la finalidad
de la obra de Rodrigo
García se asemeja
bastante a la lorquiana,
por cuanto subyace en
ella la provocación al
espectador, ya
induciéndole a la
reflexión social (el
caso de Lorca), ya
rompiendo los cánones
escénicos tradicionales
(el caso de Rodrigo
García). En definitiva,
puede concluirse con
todo rigor que tanto el
Lorca de principios de
siglo XX como el Rodrigo
García de finales
rompieron con los
cánones del teatro
tradicional de sus
épocas respectivas, y,
cada uno en su estilo,
están, de pleno derecho,
dentro de la nómina de
autores de un Teatro
Contemporáneo. |
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Federico García Lorca
(1898-1936), poeta,
dramaturgo y prosista
adscrito a la generación
del 27. Es el poeta de
mayor influencia y
popularidad de la
Literatura española del
siglo xx, y, en cuanto a
su obra dramática, se le
considera una de las
cimas del teatro español
del siglo xx, junto con
Valle-Inclán y
Buero Vallejo. |
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Consideración
final
Llamémosle al Teatro
Contemporáneo como se
prefiera: teatro actual,
teatro de
experimentación, teatro
de vanguardia, teatro de
transgresión, teatro
innovador o forma de
teatro que ha relegado a
un segundo plano a otras
formas de teatro, al
final de cualquier
opción o propuesta
hallamos el principio
inexcusable de que todo
es cíclico en las Artes:
las ideas y los modos,
tras un tiempo de
vigencia, tienden a
cansar y a demandar ser
sustituidos por nuevas
ideas y modos de
expresión. Quién sabe si
un día no muy lejano el
concepto de Teatro
Contemporáneo emprenda
de nuevo un proceso
evolutivo a otra forma
de expresión y llegue un
momento en que Grotowski,
Barba, Sartre, Camus,
Beckett, Giraudoux,
García Lorca, Rodrigo
García y demás pasen a
engrosar las filas de
los autores
convencionales. Quién
sabe. Todo es posible. |
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Rodrigo García
(1964), escritor,
director de escena de
teatro contemporáneo,
dramaturgo y
escenógrafo, vive en
España desde 1986, donde
comenzó su carrera
teatral. Es el fundador
de la compañía “La
Carnicería Teatro”
(1989) y ha colaborado
con muchas instituciones
y en diversos
festivales. En 2009
recibió el Premio
Europa Nueva Realidad
Teatral. Ha escrito
su teatro desde una
compleja conciencia del
entorno en el que se
encuentra, de su entorno
personal, social y
profesional, tazón por
la cual, desde una
amplia perspectiva
antropológica, su
trabajo puede ser
considerado como muy
político. |
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______________
NOTAS del AUTOR
1
Jerzy Marian
Grotowski
(Rzeszów,
Polonia, 1933 –
Pontedera, Italia,
1999), director de
teatro y destacada
figura en el teatro
vanguardista del siglo
XX. Lo más notable de su
estética dramática sea
posiblemente el
desarrollo del llamado
"teatro pobre", concepto
que desarrolla en el
“Laboratorio de Teatro”
y expone en su colección
de escritos teóricos
Hacia un teatro pobre
(1968). Con el término
“pobre” se refiere a una
particular manera de
hacer teatro,
centrándose, sobre todo,
en el trabajo del actor
antes que la puesta en
escena. (WP)
2
Eugenio Barba
(Brindisi, Italia,
1936), un autor,
director de escena e
imaginativo investigador
teatral discípulo de
Grotowski que, aunque
nació en Italia, ha
desarrollado
prácticamente toda su
carrera en Dinamarca y
otros países nórdicos.
En 1964, en la ciudad
danesa de Holstebro el
“Odin Teatret”, una de
las compañías más
influyentes en la
evolución del teatro
europeo de finales del
siglo XX. Es el creador,
junto con Nicola
Savarese y Ferdinando
Taviani, del concepto de
antropología teatral. (WP)
3
Hippolyte-Jean
Giraudoux
(Bellac,
Haute-Vienne, 1882 –
París, 1944), brillante
estudiante y soldado
condecorado durante la
Primera Guerra Mundial,
ocupó luego cargos
diplomáticos y
administrativos, al
tiempo que escribía
novelas como Suzanne
et le Pacifique
(1921),
Siegfried et le Limousin
(1922), Juliette au
pays des hommes
(1924),
Bella
(1926), Églantine
(1927) y Aventures de
Jérôme Bardini
(1930), entre otras,
para, en fin, entregarse
en cuerpo y alma a su
nueva forma de hacer
teatro, con obras como
Amphitryon
(1929), Judith
(1931), La guerre de
Troie n'aura pas lieu
(1935),
Supplément au voyage de
Cook
(1935),
Électre
(1937), Ondine
(1939), L'Apollon de
Bellac (1942), La
Folle de Chaillot
(1945) y otras más, por
las que hoy es más
conocido en el campo de
la creación literaria. (WP)
4
García Lorca había
escrito Mariana
Pineda entre
1923 y 1925, pero se
representó, por primera
vez, en 1927. La obra se
inspira en la vida de
Mariana de Pineda Muñoz
(1804-1831), una joven
granadina que fue
condenada a muerte en
1831, en la denominada
“Década Ominosa” del
reinado de Fernando VII,
por defender la causa de
los liberales. Su
ejecución a “garrote
vil” se basó en la
prueba de haberse
encontrado en su casa
una bandera con las
palabras “Libertad,
Igualdad y Ley”, los
tres puntales del
ideario liberal. El
estreno tuvo lugar el 24
de junio de 1927 en el
Teatro Goya de
Barcelona, con decorados
de Salvador Dalí e
interpretada por
Margarita Xirgu (en el
papel de Mariana
Pineda), Carmen
Carbonell (Amparo),
Eugenia Illescas (Doña
Angustia), Pascuala Mesa
(Isabel la Clavela),
Julia Pachelo (Sor
Carmen), Luis Peña padre
(Fernando), Alfonso
Muñoz (Pedro de
Sotomayor), Francisco
López Silva (Pedrosa),
Luis Peña Illescas
(Niño). (WP)
5
Lorca escribió La
casa de Bernarda Alba
en 1936, aunque el
estallido de la Guerra
Civil pospuso su estreno
y publicación hasta el 8
de marzo de 1945, cuando
Margarita Xirgu toma la
iniciativa de ponerla en
escena en el Teatro
Avenida de Buenos Aires.
Fue interpretada por la
propia Margarita Xirgu
(que asumió el papel de
Bernarda Alba), Antonia
Herrero (Poncia), Teresa
Serrador, Carmen
Caballero, Teresa Pradas,
Pilar Muñoz, Isabel
Pradas, María Gámez, Luz
Barrialo, Emilia Milán,
Susana Canales. En
España se representó por
vez primera en 1950 en
Madrid, a cargo del
Teatro de Ensayo “La
Catátula”, y fue
interpretada por la
actriz Amparo Reyes (que
representó a Bernarda
Alba), Antonia Herrero (Poncia),
Lola Gaos, Maruja Recio,
Berta Riaza, Carmen
Ferreira, María Luisa
Romero, Consuelo Muñoz.
La
historicidad que
fundamenta Mariana
Pineda contrasta con
esta obra, netamente
ficticia, y narra la
historia de Bernarda
Alba, que, tras haber
enviudado por segunda
vez a los 60 años,
decide vivir los
siguientes ocho años en
el más riguroso luto.
Lorca describe la
‘España profunda’ de
principios del siglo XX,
caracterizada por una
sociedad tradicional muy
violenta en la que el
papel que la mujer juega
es secundario. (WP)
6
Rodrigo García
(Buenos Aires,
Argentina, 1964),
escritor, director de
escena de teatro
contemporáneo,
dramaturgo y
escenógrafo, llega a
España en 1986, y
actualmente reside en
Madrid, en donde comenzó
su carrera teatral y
donde fundó, en 1989, la
compañía “La Carnicería
Teatro”. Ha colaborado,
entre otras
instituciones y
festivales, con el
Centro Dramático
Nacional (España), el
Festival de Aviñón o la
Bienal de Venecia. Entre
2014 y 2017 dirigió el
Centre Dramatique
National (CDN) de
Montpellier (Francia),
que rebautizó con el
nombre de «Humain trop
humain» (Humano
demasiado humano). En
2009 recibió el Premio
Europa Nueva Realidad
Teatral. García ha
recibido gran influencia
de la obra de artistas
como Inda Ledesma,
Eduardo Pavlovsky y
Tadeusz Kantor. Todas
sus obras se
caracterizan por
transgredir las normas
escénicas y salirse de
lo que es común en el
teatro. Su acercamiento
a la dramaturgia
comienza con una
producción teatral en la
habría que destacar sus
obras Acera Derecha
(1989), Prometeo
(1992) y Notas de
cocina (1995). Desde
sus primeras puestas en
escena, resultó evidente
su interés por las artes
visuales, especialmente
la instalación, así como
por la función de la
música, las canciones y
la gestualidad de los
actores, en la
composición de la
partitura final de sus
piezas. Tras el éxito de
Conocer gente, comer
mierda (1999) y
Haberos quedado en casa,
capullos (2000),
obras con las que el
autor ha intentado
empujar al espectador al
límite de su implicación
en la obra, estrena
Aftersun (2001),
caracterizada por que la
implicación de los
actores llega a su punto
más extremo. Sus
siguientes espectáculos,
A veces me siento tan
cansado que hago estas
cosas (2001),
Compré una pala en Ikea
para cavar mi tumba
(2003), Prefiero que
me quite el sueño Goya a
que lo haga cualquier
hijo de puta (2004),
Rey Lear
(2004),
Aproximación a la idea
de la desconfianza
(2006), En algún
momento de la vida
deberías plantearte
seriamente dejar de
hacer el ridículo
(2007), Muerte y
reencarnación en un
cowboy (2009),
Esto es así y a mí no me
jodáis (2010) y
Enciclopedia de
fenómenos paranormales
Pippo y Ricardo
(2018), entre muchas
otras, han sido
representadas en los
principales teatros y
festivales europeos,
convirtiendo a Rodrigo
García en uno de los
artistas con mayor
protagonismo en la
escena internacional de
principios del siglo XXI.
(WP) |
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ORIENTACIONES BIBLIOGRÁFICAS
AGUILAR, Manuel & Alberto
FERNÁNDEZ TORRES: Tras la
escena, reflexiones sobre
palabras y hechos. Ñaque
Editorial, Ciudad Real, 2005.
AZNAR SOLER, Manuel (ed.):
Veinte años de teatro y
democracia en España (1975-1995).
Universidad Autónoma de
Barcelona, Barcelona, 1996.
CENTENO, Enrique: La escena
española actual (Crónica de una
década: 1984-1994). Sociedad
General de Autores y Editores,
Madrid, 1996.
D´AMICO, Silvio: Historia del
teatro dramático (IV). UTEHA,
México, 1961.
GARCÍA LORENZO, Luciano (ed.):
«Aproximación al Teatro Español
Universitario (TEU)», en
Anejos de Revista de Literatura,
46. C.S.I.C.
(Instituto de la Lengua
Española), Madrid, 1999.
GÓMEZ GARCÍA, Manuel:
Diccionario Akal de Teatro.
Ediciones Akal, Madrid, 1997.
MIGNON, Paul-Louis (1969):
Historia del Teatro
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español a cargo de Editorial
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MAESTRO, Jesús G. (ed.): «El
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MONTEÓN, José B.: «Aftersun, un
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OLAYA PÉREZ, Fernando: El
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Esperpento Ediciones Teatrales,
Madrid, 2015.
RAGUÉ-ARIAS, María José: El
teatro de fin de milenio en
España (De 1975 hasta hoy).
Editorial Ariel, Barcelona,
1996.
WP,
entre parénteis,
son las siglas que
empleamos para
indicar
que
las
notas
han sido
tomadas de WIKIPEDIA, a
cuyas fuentes remitimos para más detalles.
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José
Antonio Molero Benavides
(Cuevas de San Marcos,
Málaga). Diplomado en
Maestro de Enseñanza
Primaria y licenciado en
Filología Románica por la
Universidad de Málaga, es,
en la actualidad, Profesor
Honorífico (cum Venia
Docendi) en la Universidad
de Málaga. Desde que
apareció su primer número,
está al frente de la
dirección y edición (en su
versión web) de
GIBRALFARO,
revista digital de
publicación trimestral
patrocinada por el
Departamento de Didáctica de
las Lenguas, las Artes y el
Deporte de la Universidad de
Málaga.
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 3. Página 15. Año XVIII. II Época. Número 12.
Enero-Marzo 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 José Antonio Molero Benavides.
© Las imágenes han sido tomadas, a través del buscador Google, de diferentes sitios relacionados con la Literatura, y todas ellas, salvo aquellas en las que se indica la propiedad intelectual, son de dominio público.
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