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«La poesía es una herramienta
del conocimiento
y sirve para sacar lo que
llevamos dentro.»
FRANCISCA AGUIRRE
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FRONTERA
A Ana Rosa y José María
Guelbenzu
Yo, que llegué a la vida
demasiado pronto,
que fui —que soy— la que se
anticipó,
la que acudió a la cita antes de
tiempo
y tuvo que esperar en la
consigna
viendo pasar el equipaje de la
vida
desde el banco neutral de la
deshora.
Yo, que nací en el treinta,
cuando es cierto
—como todos sabéis— que nunca
debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo
antes,
tener un poco de paciencia y
tino
y no ingresar en este tiempo
loco
que cobra su alquiler en monedas
de espanto.
Yo, que vengo pagando mi
imprudencia,
que le debo a mi prisa mi
miseria,
que hube de trocear mi corazón
en mil pedazos
para pagar mi puesto en el
desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una
vez a la frontera.
Yo, que tanto me había
anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo, para pagar
en monedas de sangre y de
desdicha
qué pueden importar algunos
años).
Yo, que no supe nacer en el
cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.
Llegué con los ojos cegados de
la infancia
y el corazón en blanco, sin
historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.
Llegué, tal vez al mismo tiempo
que él,
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí —quizá lo vi—,
pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.
Don Antonio era viejo
y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado
tarde.)
*
* *
Localización del texto
El poema «Frontera» aparece en
el poemario Ítaca,
publicado en 1972 por el sello
Ediciones Cultura Hispánica,
Madrid, cuando la autora había
cumplido ya los 42 años. A pesar
de la tardía aparición de la
obra, a Francisca Aguirre se la
viene considerando de la
“Generación del Cincuenta”,
tanto por haber sido coetánea de
los sus integrantes como por la
temática de sus obras (el
realismo social). El poemario
resultó galardonado con el
Premio de Poesía Leopoldo Panero
de se mismo año.
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Francisca Aguirre Benito
(1930 - 2019), autora de Ítaca,
poemario que incluye el poema Frontera,
merecedor del Premio Leopoldo Panero 1971,
publicado en 1972 y objeto de nuestro
comentario de texto. |
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Aproximación al autor
Francisca Aguirre Benito nace en
Alicante en 1930 en el seno de
una familia de artistas. Es hija
de Lorenzo Aguirre López,
pintor, y de Francisca Benito
Rivas, de cuyo matrimonio
nacieron tres hijas: Jesusa,
también pintora, Margarita y la
poeta, Paca Aguirre.
Los primeros años de matrimonio
debieron de ser felices: Lorenzo
tiene éxito como cartelista,
caricaturista, escenógrafo y
pintor. Aparte de esta labor
creativa, es también funcionario
del Cuerpo General de Policia de
Madrid y militante del Partido
Comunista de España. Muy pronto
es nombrado director de la
Escuela de Policía de Madrid y,
en septiembre de 1936, ascendido
a jefe superior de Policía de
Madrid.
En julio de 1936 estalla la
Guerra Civil, y, en noviembre de
ese mismo año, a la vista del
empuje incontenible de las
tropas comandadas por el general
Franco, el gobierno de la
República traslada su sede a
Valencia. Allí se traslada
también Lorenzo con su familia,
donde continúa desempeñando el
mismo cargo en la policía. En
octubre 1937, al par que lo hace
el Gobierno republicano, la
familia Aguirre se traslada
también a Barcelona, donde se le
nombra subdirector general de
Seguridad de la República.
Tras la derrota del ejército
republicano en la batalla del
Ebro en noviembre de 1938 y
hasta término de la contienda,
las tropas de Franco logran
romper en dos el frente
republicano y Cataluña queda
aislada del resto del territorio
ocupado por la República, que
queda reducido a poco más que la
provincia de Valencia y la zona
de Madrid. Los flancos del
frente se van desmoronando uno
tras otro ante el fuerte empuje
de las tropas nacionales. La
guerra está dando ya sus últimos
coletazos. La República se
esfuerza en defenderse a la
desesperada en una situación
bélica cada día más preocupante.
En un contexto bélico como el
descrito, las tropas franquistas
tienen el camino casi libre para
iniciar la ocupación militar de
Cataluña. Y así, y de manera
sucesiva, el 23 de diciembre
cede el frente del Segre, el 15
de enero cae Tarragona, el 26 de
enero Barcelona es ocupada sin
resistencia por las tropas del
general Yagüe y Gerona lo hizo
el 4 de febrero.
Las hostilidades se dan por
concluidas en marzo de 1939 y el
1 de abril el nuevo Estado
proclama el término de la
guerra. Para los partidarios de
la República, los vencidos, la
posguerra es un periodo dominado
por la persecución, el
encarcelamiento y la ejecución.
El miedo a las represalias
obliga a las gentes a una
forzosa huida a otro país. Y
así, en julio de 1936, Lorenzo
Aguirre, su mujer, sus hijas y
la abuela Jenara, como tantos
otros están haciendo todavía,
pasan la frontera francesa
camino del exilio.
La vida en Francia no discurre
feliz para la familia Aguirre.
Viven unas semanas en París
donde él intenta vender, no con
mucho éxito, dibujos y acuarelas
por las calles y las placitas.
De París se traslada con su
familia a El Havre, con el
propósito de embarcar hacia
Latinoamérica. Viven en un
hotelito llamado La Rotonde de
la Gare, cerca del puerto, junto
a la estación del ferrocarril.
En El Havre, el padre continúa
pintando y vendiendo retratos y
paisajes marítimos.
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A Paca Aguirre (más conocida así) se le concede en 2010 el
Premio Internacional Miguel Hernández por su poemario
Historia de una anatomía, libro que también le hace merecedora del
Premio Nacional de Poesía 2011. |
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Las tropas alemanas invaden
Francia en junio de 1940, y los
esfuerzos infructuosos del padre
en su gestión de trasladarse a
un país seguro le inclinan a
pensar que la familia corría más
peligro bajo la ocupación nazi
que en la España de Franco, así
que deciden regresar a España.
Primero lo haría la madre y las
hijas; el padre lo haría más
tarde, cuando se apaciguase un
poco la tensión que reinaba en
la España de la posguerra.
Una mañana de 1940, la mujer y
las niñas emprenden el regreso a
España. Con los ojos cegados por
las lágrimas de la separación,
miran para atrás y ven cómo el
padre, al otro lado de la
frontera, las despide con las
manos, cada vez más lejanas. Ya
en Madrid, se establecen de
alquiler en una vivienda de la
quinta planta de un edificio del
madrileño barrio de Chamberí.
Poco antes de emprender su
regreso a reunirse con la
familia, Lorenzo Aguirre recibe
el encargo de reorganizar la
infraestructura del PCE en
España y vuelve clandestinamente
en octubre de 1940. Pero es
identificado y detenido en la
misma frontera de Irún, y
encarcelado en la prisión de
Ondarreta, en San Sebastián.
En febrero de 1941 se le
traslada a la Prisión Provincial
de Hombres número 1 de Madrid,
más conocida por Cárcel de
Porlier por hallarse en el
número 54 de la calle del
General Díaz Porlier. Y en uno
de los juicios sumarísimos que
se celebraron por esta época, se
le aplica la Ley de
Responsabilidades Políticas y es
acusado de haber tomado parte,
como policía, en el asesinato de
Calvo Sotelo y de haber
colaborado estrechamente en la
represión republicana en el
Madrid de finales de 1936, a
consecuencia de lo cual resulta
condenado a muerte y es
ejecutado a garrote vil en
octubre de 1942.
Años más tarde, la poeta
evocaría públicamente que ni
siquiera las súplicas de Paca
—la niña— y sus hermanas, en
insólita visita un 16 de julio
de 1942 al Palacio de El Pardo a
la hija de Franco, niña también
como ellas, con motivo de la
celebración de su onomástica,
lograron evitar la muerte de su
padre.
Cuando cuenta tan solo 15 años
de edad, la precaria situación
económica en que ha quedado la
familia tras la muerte del padre
le obliga a emplearse de
telefonista. Estos años son para
la joven una época triste y
gris, de la que ella va a
intentar apartarse refugiándose
en la lectura.
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Antonio Machado y su
madre, los dos muy enfermos, cruzan la
frontera con Francia el 22 de enero de 1939
y se instalan en Collioure, donde
Antonio fallecerá a las cuatro
de la tarde del día 22 de
febrero, justo al mes de haber
iniciado su particular exilio. Su madre
fallecerá solo tres días
después. |
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A comienzos de la década de los
50 comienza, Paca, nombre con
que se la ha conocido más,
comienza a frecuentar las
tertulias del Ateneo de Madrid y
el Café Gijón, donde tiene la
oportunidad de conocer a muchos
poetas y escritores del momento
(Luis Rosales, Miguel Delibes,
Gerardo Diego, Antonio Buero
Vallejo, Julio Cortázar…). Por
este tiempo, conoce al poeta
Félix Grande, con quien
contraerá matrimonio en 1963 y
con quien tendrá una hija en
1965, la también poeta Guadalupe
Grande.
Su primer poemario, que resultó
Premio de Poesía Leopoldo Panero
en 1972, es Ítaca,
publicado cuando la autora
contaba con 42 años. Desde
entonces, y con la excepción de
la década de los 80, la autora
ha continuado publicando su obra
de manera ininterrumpida hasta
su fallecimiento. Su poesía ha
sido traducida al inglés,
francés, italiano, portugués y
valenciano.
Aunque por fecha de nacimiento
la poeta pertenece a la llamada
“Generación del 50”, junto con
Jaime Gil de Biedma y José Ángel
Valente, ambos de 1929;
Francisco Brines, que nació en
1932, o Claudio Rodríguez, que
lo hizo en 1934, lo cierto es
que la tardía publicación de su
primer poemario ha supuesto que
su nombre se vea apartado de las
antologías de su generación y
que su reconocimiento como poeta
haya tenido lugar no hace muchos
años.
En el ámbito de la edición y la
gestión cultural, ha trabajado
en diversas instituciones, como
los Cursos de Verano de la
Universidad Complutense de
Madrid, la Casa de América, el
Teatro Real y la Universidad
Popular José Hierro, de San
Sebastián de los Reyes, Madrid,
entre otros.
Paca Aguirre fallece en Madrid
en 2019, a los 88 años de edad.
Francisca Aguirre es autora de
Ítaca (Premio Leopoldo
Panero 1971), Ediciones Cultura
Hispánica, Madrid, 1972; Los
trescientos escalones
(Premio Ciudad de Irún 1976),
Caja de Ahorros Provincial de
Guipúzcoa, San Sebastián, 1977;
La otra música, Ediciones
Cultura Hispánica, Madrid, 1978;
Ensayo General (Premio
Esquío 1995), Sociedad de
Cultura Valle-Inclán, Ferrol, La
Coruña, 1996; Pavana del
desasosiego (Premio María
Isabel Fernández Simal 1998),
Ediciones Torremozas, Madrid,
1999; Ensayo General. Poesía
completa 1966-2000, Calambur
Editorial, Madrid, 2000;
Memoria arrodillada. Antología,
Institució Alfons el Magnànim,
Valencia, 2002; La herida
absurda, Bartleby Editores,
Madrid, 2006; Nanas para
dormir desperdicios (Premio
Alfons el Magnànim 2007),
Ediciones Hiperión, Madrid,
2008. En 2010 se le concede el
Premio Internacional Miguel
Hernández por su poemario
Historia de una anatomía,
Ediciones Hiperión, Madrid
2010), libro que al año
siguiente también le hace
merecedora del Premio Nacional de
Poesía 2011. Aparecen luego
Los maestros cantores,
Calambur Editorial, Madrid,
2011; Conversaciones con mi
animal de compañía, Ed.
Rilke, Madrid, 2012; Ensayo
general. Poesía reunida
1966-2017, Calambur
Editorial, Madrid, 2018; y
Prenda de abrigo. Antología
poética (Olé Libros,
Valencia, 2019). Paca Aguirre es
también autora de 2 obras en
prosa: Espejito, espejito,
libro de recuerdos,
Universidad Popular José Hierro,
San Sebastián de los Reyes,
Madrid, 1995; y Que planche
Rosa Luxemburgo, relatos,
(Premio Galiana, 1994),
Germania, Alcira (Valencia),
2002.
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Derrotadas las tropas
republicanas en la batalla del Ebro
en noviembre de 1938, el Gobierno de la
República se esfuerza en defenderse a la
desesperada en una situación bélica cada día
más preocupante. Los flancos del frente se
van desmoronando uno tras otro ante el
fuerte empuje de las tropas nacionales. Ha
llegado el momento del exilio, el
repetido y cruel destino de los que pierden. |
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Contexto histórico
Muy en la línea de su
pensamiento de que «escribir es
contar una historia. Escribir
poesía es contar la propia
historia. La pulsión de la
escritura se cuece en un cosmos
que pide sacar a la luz quiénes
somos y de dónde venimos», en la
poesía de Paca Aguirre hallamos,
en el aspecto de su temática, el
testimonio del mundo en el que
vive, de un lado, y, de otro,
una reflexión, de marcado
carácter existencial, que se une
umbilicalmente a su mirada
externa para conformar un
universo propio, proteico, dual
y, a la vez, concentrado en un
núcleo en el que la poesía es el
rastro de la vida, lo perenne.
Como queda, pues, dicho en las
notas biográficas, tras la
derrota de las tropas
republicanas en la batalla del
Ebro en noviembre de 1938 y
hasta término de la contienda,
las fuerzas de Franco logran
romper en dos el frente
republicano y Cataluña queda
aislada del resto del territorio
ocupado por la República, que
queda reducido a poco más que la
provincia de Valencia y la zona
de Madrid. La guerra estaba
dando ya sus últimos coletazos.
La República se esfuerza en
defenderse a la desesperada en
una situación bélica cada día
más preocupante. Los flancos del
frente se van desmoronando uno
tras otro ante el fuerte empuje
de las tropas nacionales.
El número de refugiados crece
notablemente —por estas fechas,
las criaturas que se ven
obligadas a abandonar su hogar
superan casi el millón, la
cuarta parte de la población
catalana—, y esta superpoblación
agrava todavía más los problemas
de subsistencia, que se tornan
irresolubles. El hambre se
convirtió en la preocupación
capital de los catalanes. Son
tiempos de llanto,
desesperación, emigración y
exilio para los partidarios de
la causa republicana, que temen
la represión de bando vencedor.
Pocos meses antes de la
conclusión del conflicto,
Antonio Machado y su madre, los
dos muy enfermos, habían
iniciado su particular destierro
el 22 de enero de 1939, que
acaba en Collioure, donde
Antonio fallecerá a las cuatro
de la tarde del día 22 de
febrero. Una neumonía, unida a
su tremenda melancolía por la
vida que había dejado atrás y un
profundo desencanto por lo que
estaba ocurriendo en España
habían acabado con él. Su madre
lo acompaña solo tres días
después.
El día 10 de febrero, las tropas
franquistas llegan a los límites
con Francia. Más de medio millón de
personas (soldados y paisanos;
hombres, ancianos, mujeres y
niños) habían cruzado por
entonces la frontera francesa
camino del exilio. Allí son
concentrados en campos de
refugiados. Muchos de esos
españoles ya no volverían nunca
más a la tierra que los había
visto nacer.
El fin de la guerra en abril de
1939 con la victoria del bando
nacional significa el comienzo
de una dura posguerra:
persecución, encarcelamiento,
juicios sumarísimos y ejecución
de todos aquellos pertenecientes
al bando republicano. El miedo a
las represalias se instala entre
los vencidos.
En julio de ese mismo año,
Lorenzo Aguirre, su mujer, sus
hijas y la abuela Jenara pasan
la frontera con Fracia, por la
parte catalana, camino del
exilio. Paca recordaría en
múltiples ocasiones que su padre
les había contado que el poeta
Antonio Machado también había
cruzado esa frontera unos meses
antes. Según solía referir
también, conocer ese hecho
motivó sobre manera su
curiosidad por la lectura de la
poesía de Machado, de cuya obra
quedó cautivada para siempre.
Cuando las tropas alemanas
invaden Francia en junio de
1940, el padre considera la idea
de trasladarse a un país
hispanoamericano, pero la idea
se presenta irrealizable, y
decide entonces, como mal menor,
regresar a la España de Franco.
La prudencia aconseja a Lorenzo
que él debía permanecer todavía
un tiempo más en Francia,
mientras la mujer y las niñas
regresan a España.
Pero a su vuelta a España en
octubre de 1940, y aunque lo
hace por el País Vasco, el padre
es identificado, detenido y
encarcelado en la frontera de
Irún, de donde es trasladado a
la carcel de Porlier de Madrid,
donde es sometido a un juicio
sumarísimo, acusado de haber
actuado en complicidad con el
gobierno republicano, resultando
condenado a muerte y ejecutado
en octubre de 1942.
Hasta aquí este contexto
histórico que explicar muchas de
las ideas que subyacen al poema.
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El número de refugiados crece
notablemente —por estas fechas, las
criaturas que se ven obligadas a abandonar
su hogar superan casi el millón, la cuarta
parte de la población catalana de entonces—,
y esta superpoblación agrava todavía más los
problemas de subsistencia, que se tornan
irresolubles. |
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Estructura y tema
Como fácilmente podemos inferir,
en el poema “Frontera”, Paca
Aguirre está contando una
historia que le es propia, un
fragmento concreto de su
historia personal: el obligado
exilio familiar a Francia, a
través de la misma frontera que
antes había cruzado, enfermo y
cansado, el poeta Antonio
Machado.
En ese recorrido histórico
existe un recurso dialógico
entre el tiempo pasado y el
tiempo futuro, como un claro
homenaje a Machado, que definió
siempre la poesía como «palabra
esencial en el tiempo».
Precisamente, uno de los rasgos
que caracterizan la poesía de
Paca Aguirre es la abstracción
del paso del tiempo y la rúbrica
que este despliega sobre los
seres y las cosas.
Pues bien, el poema se nos
presenta estructurado en 5
estrofas, aunque existe una
continuidad lineal de
pensamiento.
Comienza con un enfático
pronombre personal en primera
persona, «yo», que ya nos
anuncia una presencia resolutiva
de la historia personal. Un «yo»
enfático como primera palabra de
un verso que anafóricamente
repetirá en las estrofas
sucesivas. La autora se queja de
que nació antes, «llegué a la
vida», «se anticipó», «acudió a
la cita antes de tiempo». Es un
recurso explicativo coloquial
que nos permite adentrarnos en
la existencia como si llegáramos
a una estación a tomar un tren y
comenzáramos un viaje. El
recurso del viaje es constante
desde la literatura griega.
Odiseo es uno de los grandes
paradigmas viajeros.
Paca Aguirre dice en el poema
que, como llegó antes de tiempo,
tuvo que esperar «en la consigna
/ viendo pasar el equipaje de la
vida / desde el banco neutral de
la deshora», en clara alusión a
un espacio y un juego metafórico
en el que imaginamos a la autora
como una parte más del equipaje
de la existencia. Una idea que
incide también directamente en
otro de los rasgos habituales de
su lírica: la reflexión sobre la
existencia y la profunda
humanidad de su relato.
Después nos explica que nació en
el año 30 y no debió hacerlo,
creando un juego literario en el
que se suscita la posibilidad de
que seamos dueños de nosotros
mismos y capaces de decidir algo
que no nos pertenece. Un juego
no exento de ironía trágica
porque realmente en lo que está
pensando es en haber evitado
todo ese recorrido trágico
definido como «tiempo loco / que
cobra su alquiler en monedas de
espanto» (una imagen coloquial,
del día a día que nos anuncia
esa el peaje del existir).
La verosímil coincidencia de una
niña —ajena a tan dramática
circunstancia— con el viejo
poeta que moriría en Colliure
casi un mes más tarde. Ella, con
su familia, tras esperar
infructuosamente en el puerto de
El Havre semanas enteras un
barco que la trasladara a alguna
parte civilizada del mundo, no
tuvo más remedio que volver a
España para soportar
incalculables humillaciones por
ser hija del pintor Lorenzo
Aguirre, quien, al formar parte
del gobierno de la República,
fue ajusticiado a garrote vil en
octubre de 1942.
En la tercera estrofa se
autoflagela y se acusa de
imprudente y de ligereza y
prontitud, lo que conduce a
través de un silogismo en donde
el primer término es: si tal
cosa…, y una consecuencia:
dolor. A través de una bella
metáfora que es en sí una imagen
contable: «trocear mi corazón en
mil pedazos para pagar mi puesto
en el desierto». Por último, el
tiempo como correlato y juego
literario en el que llegar antes
o después significa cambiar la
existencia. Como si este hecho
dependiera de nuestras acciones.
Hay una carga consciente y moral
en el texto como autoimputación
y hostigamiento personal.
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El día 10 de febrero, las tropas
franquistas llegan a la frontera con
Francia. Más de medio millón de personas
habían cruzado por entonces la frontera
francesa camino del exilio. Allí son
concentrados en campos de refugiados. |
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Nos está diciendo que los actos
tienen consecuencias. Pero esta
idea, en el fondo, parte de un
error: el considerar que el
tiempo nos pertenece y que este
puede ser modificado en función
de nuestra existencia de un modo
subjetivo.
En este juego de esencialidades
temporales y anticipaciones a un
momento histórico del que está
rehuyendo constantemente —la
guerra, el exilio y la muerte de
su padre en 1942—, la autora
insiste en que no supo
anticiparse
(«Yo,
que tanto me había anticipado, /
no supe anticiparme un poco
más». Es una estrofa
reiterativa, que actúa en su
stream of conscious como una
especie de azote que golpeara
tus espaldas constantemente.
En el quinto y último párrafo,
de carácter narrativo, explica
las circunstancias de ese
desafuero. Las razones de por
qué esa necesidad de incidir en
las circunstancias temporales y
de que estas hubieran sido
diferentes en el tiempo. «No
supe nacer en el cuarenta y
cinco». Es un hecho imposible. Y
como todos los hechos
imposibles, absurdo. El nacer o
vivir son circunstancias de la
causalidad universal y, para los
creyentes, de Dios. Nunca del
ser humano. Por tanto, la
escritora parte de un supuesto
falso. Y a partir de ahí
realmente toda la estructura del
significante que tiene una
lógica formal desde el punto de
vista del contenido revela
paradójicamente su dolor y su
imposibilidad de haberlo
evitado, a través de esa imagen
metafórica de «llegar tarde a la
frontera». Un concepto también
temporal con valor negativo.
Esta llegada se establece a
través de diversos estadios de
sentido:
1. El momento de la infancia:
«Con los ojos cegados de la
infancia / y el corazón en
blanco, sin historia». Es
evidente que la infancia es un
periodo de tenebrosidad, de
ignorancia, de penumbra, de
bruma. Términos que se
asimilarían a la ceguera. Pero
también en la que el dolor y sus
erosiones, traumatismos y
laceraciones no han llegado con
el rigor que lo harán después.
De ahí esa alusión a la pureza
de lo blanco, a la negación de
una historia.
2. La edad: «Llegué (Señor, qué
imperdonable) / con nueve años
solamente». «Nueve años» es la
edad que tenía Aguirre cuando
tuvieron que huir de España en
1939. E introduce la referencia
a “Señor”, con mayúscula
inicial, o sea, Dios, pero no
como una admonición sino como
una expresión coloquial de
culpabilidad. Pensamiento que
viene arrastrando desde el
principio.
3. Tiempo y él: «Llegué tal vez
al mismo tiempo que él / pero en
distinto tiempo». Paca Aguirre
se refiere a Machado sin
nombrarlo. Este él es Machado.
Que fallecía en Collioure el 22
de febrero de 1939. Y no
coincidió a verlo porque ellos
pasaron la frontera a finales de
marzo. ¿Por qué sabemos que es
Machado? Más adelante nos dirá:
«Don Antonio era viejo / y
además tenía sueño». Hay, pues,
un homenaje explicito a Machado.
Un poeta al que seguirá durante
toda la vida Paca Aguirre y que
va a ser un ejemplo ético y
moral. Probablemente, como han
dicho algunos, Paca Aguirre hay
pocos escritores españoles de la
posguerra que tengan una mayor
autenticidad moral para recordar
a Machado ya que Aguirre sufrió
en sus carnes la miseria moral y
económica de la posguerra y, sin
embargo, nunca tuvo la
tentación del desagravio o el
desquite. En este sentido,
Aguirre testimonia el tiempo
vivido. Como decíamos al
principio, en su poesía “cuenta
su propia historia”.
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El fin de la guerra en abril de
1939 con la victoria del bando
nacional significa el comienzo
de una dura posguerra:
persecución, encarcelamiento,
juicios sumarísimos y ejecución
de todos aquellos pertenecientes
al bando republicano. El miedo a
las represalias se instala entre
los vencidos. |
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Antonio Machado es «él», y, de
nuevo, el tiempo desajustado
para explicar la no
coincidencia. Lo que la conduce
a una exclamación de
desesperanza: «(Oh tiempo
miserable e injusto)». Con dos
adjetivos: “miserable”, en el
sentido no solo material (en
alusión a la pobreza) sino moral
(ruin, sórdido), e «injusto», en
clara alusión a un país dominado
por la arbitrariedad y la
ilegalidad.
4. Como una conclusión general:
Ella estuvo allí, quizá lo vio:
«era pequeña / y tenía sueño»,
Machado «era viejo, y también
tenía sueño» (ambos elementos
como sintetizadores de dos
visiones del mundo: la del niño
y la del viejo) y el tiempo
definitivo, el tiempo que lo ha
delimitado todo, el haber nacido
antes y haber llegado tarde. Una
conclusión que es un cierre
perfecto y circular al poema, de
una enorme emotividad.
Valoración
En fin, “Frontera” es un poema
que construye un pedazo de la
biografía de la autora y asocia
su nacimiento en esos años como
un mal anticipo de una tragedia
vivida que prefería no vivir con
toda la asimilación sentimental
y circunstancial tan relevantes
a dos salidas: la suya de España
y la de Machado el mismo año.
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«Escribir es contar
una historia. Escribir poesía es
contar la propia historia. La pulsión
de la escritura se cuece en un cosmos que
pide sacar a la luz quiénes somos y de dónde
venimos» es el principio esencial de la
poesía de Paca Aguirre. |
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Francisco Morales Lomas
(Campillo de Arenas, Jaén,
1957). Licenciado en
Filosofía y Letras, y en
Derecho por la Universidad
de Granada; Doctor en
Filología Hispánica por la
Universidad de Granada;
Catedrático de Lengua
Castellana y Literatura y
Profesor Titular de la
Universidad de Málaga.
Es
Académico de la Academia de
Buenas Letras de Granada, de
la Academia de Artes
Escénicas de España y de
la Real Academia de Córdoba.
Poeta, narrador, dramaturgo,
ensayista, columnista y
crítico literario
perteneciente a la
“Generación de la Transición”.
Su poesía ha sido definida
como fiel representante
del “Humanismo
solidario”,
por su compromiso personal y
sus valores estéticos, y su
teatro pertenece a la
corriente literaria
llamada “Canibalismo
Dramático”.
Es especialista en
literatura española de los
siglos XX y XXI. Es miembro
fundador de la corriente
“Humanismo Solidario”, cuya
Asociación Internacional
Humanismo Solidario preside
desde su fundación.
En la actualidad es
Presidente de la Asociación
Andaluza de Escritores y
Críticos Literarios (AAEC),
Presidente y fundador de la
Asociación Internacional
Humanismo Solidario (AIHS),
Vicepresidente de la
Asociación Colegial de
Escritores de España
(Andalucía) (ACE-A),
Vicepresidente de la
Asociación de Dramaturgos,
Investigadores y Críticos
Literarios de Andalucía
(ADICTA).
Entre los reconocimientos
que ha recibido figuran
haber resultado Finalista,
en los años 1998, 1999 y
2002, del Premio de la
Crítica; Premio Doña Mencía
de Salcedo de teatro 2002;
Finalista del Premio
Nacional de
Literatura (Ensayo), en
2006; Premio Andalucía de la
Crítica en 1998;
Premio Joaquín Guichot de la
Consejería de Educación de
la Junta de Andalucía;
Premio de Periodismo del
Ministerio de Economía; y
Premio Internacional de
teatro José Moreno Arenas
2013, entre otros.
Ha publicado una cincuentena
de títulos hasta el momento,
muchos de los cuales han
sido traducidos a varios
idiomas. En este sentido,
cabe destacar, entre sus
últimas obras líricas, los
poemarios
Noche oscura del cuerpo,
Col. Ancha del
Carmen, Ayuntamiento de
Málaga, 2006; El agua
entre las manos, Col.
Aula de Literatura José
Cadalso, Fundación Municipal
de Cultura ‘Luis Ortega
Brú’, San Roque, 2006; La
última lluvia, Eds.
Carena, Barcelona, 2009;
Elogio de la rutina,
antología, Ayuntamiento
de Roquetas de
Mar, Almería, 2010;
Puerta del mundo, Eds.
En Huida, Sevilla, 2012;
y El espejo vacío,
Casa de Galicia-Diputación,
Córdoba, 2019, Primer Premio
Rosalía de Castro de Poesía.
Dentro del género narrativo,
entre sus últimos títulos
publicados figuran El
secreto del agua,
relato, «Gibralfaro», 79,
enero-marzo 2013; Bajo el
signo de los dioses,
novela, primera entrega de
la trilogía «Imperio del
Sol», Alcalá Grupo Ed.,
2013; Comenzar el futuro,
relato, en «Cuentos
engranados» (Coords.
Carolina Molina y Jesús
Cano), Ed. Transbooks, 2013;
Cautivo, novela,
segunda entrega de la
trilogía «Imperio del Sol»,
Ed. Nazarí, Granada, 2014;
En algún lugar del
corazón, relato,
publicado en «Cervantes
tiene quien le escriba», Eds.
Traspiés, Granada, 2016; y
Puerta Carmona,
novela, tercera entrega de
la trilogía «Imperio del
Sol», Ed. Quadrivium,
Girona, 2016; El viento
entre los lirios,
Colección DRelatos, Eds. En
Huida, Sevilla, 2019.
En el campo de la dramática,
cuenta, entre otras
aportaciones, con títulos
como «El encuentro», en III
Certamen de teatro
Dramaturgo José Moreno
Arenas, Eds. Carena,
Barcelona, 2012; «El
desahucio», V Premio de
teatro Dramaturgo José
Moreno Arenas, Eds. Carena,
Barcelona, 2014; las
distintas obras aparecidas
en los títulos genérico de
Teatro Caníbal Completo,
volúmenes I, II, III y IV,
Eds. Carena,
Barcelona, 2015-2018;
Y ya, por último, en el
campo de la crítica
literaria, cabe citar: La
lírica conmovedora
de Francisco García Lorca,
discurso de entrada en
la Academia de Buenas Letras
de Granada, Academia de
Buenas Letras de Granada,
2015; Poetas del ’60.
(Una promoción entre
paréntesis), en
colaboración con Alberto
Torés, Ed. El Toro Celeste,
Málaga), 2015; Poética
machadiana en tiempos
convulsos. Antonio Machado
durante la República y la
Guerra Civil, Ed.
Comares, Granada, 2017;
Ser y tiempo, Antología
poética de Emilio Prados,
estudio, edición y selección
de F. Morales Lomas,
Fundación Málaga, Número 24
de la Colección Cuatro
Estaciones, Málaga; La
poesía de Vicente
Aleixandre. Cuarenta años
después del Nobel (en
colaboración con Remedios
Sánchez), Ed. Marcial Pons,
Madrid, 2017; y El hilo
de Ariadna. Literatura y
críticas contemporáneas,
Servicio de Publicaciones de
la Fundación Unicaja,
Málaga, 2018;
La poesía de Pablo García
Baena (en colaboración con
Remedios Sánchez), Ed.
Comares, Granada, 2018, y
Modelos infames, magia y
adoctrinamiento. Estudios de
literatura infantil y
juvenil, Anthropos
Editorial, Barcelona, 2019.
Como columnista, ha
colaborado en diversos
medios, como SUR,
La Opinión de Málaga,
Ideal, Diario Málaga,
Diario Siglo XXI,
Wadi-as y Diario La
Torre.
Podéis conocer sus últimas
creaciones a través de su
web «MORALESLOMAS»
y el blog «MORALESLOMAS».
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Edición no venal. Sección 3. Página 12. Año XVIII. II Época. Número 105.
Octubre-Diciembre 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 Francisco Morales Lomas.
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