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En el mundo actual no es raro detectar un enconado rechazo de parte
de algunos sectores de la sociedad hacia el cuento clásico. Se se le
tilda de cruel, sexista y antiecológico. Este esquema no es nuevo;
de él hallamos vestigios en siglos anteriores, no muy alejados en el
tiempo, decididamente proclives a formas narradas más melifluas y
edulcoradas. Sin embargo, cuando profundizamos un mínimo en su
relato más allá de la capa externa, comprendiendo la simbología de
sus personajes, su historia y el contexto en que se desenvuelve
todo, vislumbramos un lenguaje lleno de sabiduría y de realismo
social que trasciende el tiempo y sus clichés.
EL EDITOR |
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EL BOSQUE ES escenario frecuente
donde se sitúan hechos o lugares
de las historias narradas en los
cuentos infantiles. Así, en el
corpus analizado (más de
ochocientas páginas, casi medio
millón de palabras) para el
estudio que se publica con el
título El lenguaje de los
cuentos infantiles (Aljaima,
Málaga, 2005), el término
“bosque” aparece, prácticamente,
una vez cada mil palabras, o
sea, 302 veces, más 17 en
plural, más cuatro en diminutivo
(“bosquecillo”).
Nos podemos preguntar por la
función y, acaso, el simbolismo
de esta palabra, de este
elemento. Y, para responder a
tal interrogante, nos fijamos en
sus apariciones en los distintos
contextos.
Bosque, lugar para ocultar el
crimen y para permanecer oculto
En Blancanieves, el
bosque es el lugar donde ocultar
el crimen: «Entonces (la reina
madrastra) mandó llamar a un
cazador y le dijo:
—Llévate a la
niña al BOSQUE; no quiero
volverla a ver. La matarás y me
traerás, como prueba, sus
pulmones y su hígado». Y,
también, el lugar en el que
permanecer oculto, en refugio
ante los peligros amenazantes
aunque exponiéndose el personaje
a otros peligros desconocidos:
«Obedeció el cazador y se la
llevó; y ya había sacado el
cuchillo de monte y se disponía
a traspasar el inocente corazón
de Blancanieves, cuando la niña
se echó a llorar y le dijo: //
―¡Ay, querido cazador, déjame
vivir!; me quedaré en el BOSQUE
y no regresaré nunca. // Y como
era una niña preciosa, el
cazador se compadeció y dijo: //
―Vete, pobre niña, vete. // “Las
fieras pronto darán cuenta de
ella”, pensó y, sin embargo,
sintió que se quitaba un gran
peso de encima al no tener que
matarla».
Bosque, lugar de aventuras
inesperadas
A las dos funciones anteriores,
se añade, en consecuencia con
esta última función, la de ser
escenario de aventuras
inesperadas: «Y la pobre niña se
quedó en el inmenso BOSQUE sola
y desamparada; tenía tanto miedo
que se quedó mirando las hojas
de los árboles sin saber qué
hacer. [...] Así yació
Blancanieves en el sarcófago
durante mucho tiempo, y como no
se descompuso parecía solo estar
durmiendo, pues todavía era
blanca como la nieve, roja como
la sangre y tenía aún sus
cabellos negros como el ébano. Y
he aquí que un príncipe se
perdió en el BOSQUE y llegó a la
casa de los enanitos para pasar
la noche. Vio el sarcófago en la
montaña y a la hermosa
Blancanieves dentro, y leyó lo
que estaba escrito con letras de
oro...».
Bosque, lugar de aventuras capaz
de entretener con sus atractivos
vegetales (flores, ramas...)
Así se presenta en Caperucita
roja: «Pero la abuela vivía
fuera, en el BOSQUE, a media
hora de camino del pueblo. //
Cuando Caperucita Roja llegó al
BOSQUE, salió a su encuentro el
lobo. [...] ―Caperucita Roja,
mira esas hermosas flores que te
rodean, sí, ¿por qué no miras a
tu alrededor?; me parece que no
escuchas el melodioso canto de
los pajarillos, ¿no es verdad?
Andas ensimismada, como si
fueras a la escuela, ¡y es tan
divertido corretear por el
BOSQUE! Caperucita Roja abrió
mucho los ojos, y al ver cómo
danzaban de un lado para otro,
entre los árboles, los rayos de
sol, y cuántas preciosas flores
había, pensó: “Si llevo a la
abuela un ramo de flores frescas
se alegrará; y, como es tan
temprano, llegaré a tiempo”. Y
apartándose del camino, se metió
en el BOSQUE en busca de flores.
Y, en cuanto había cortado una,
pensaba que más allá habría otra
más bonita y, buscándola, se
internaba cada vez más en el
BOSQUE».
Bosque, fuente de recursos
necesarios para la vida
Resulta también el bosque una
fuente de recursos necesarios
para la vida. En consecuencia,
es obligado ir a él. Así, en
El genio de la botella, el
leñador se gana la vida con la
madera que tala en el bosque: «Y
cuando el padre se disponía a ir
al BOSQUE a por madera, el joven
le dijo:// ―Quiero acompañaros y
ayudaros».
Bosque, lugar de entretenimiento
Si para el padre, en El genio
de la botella, el bosque es
un lugar de trabajo, para el
hijo que lo acompaña lo será
también de entretenimiento:
«Entonces el padre le pidió
prestada un hacha al vecino, y a
la mañana siguiente, al
despuntar el día, se fueron
juntos al BOSQUE. El joven ayudó
al padre, mostrándose muy
animado y emprendedor. Cuando el
sol estuvo sobre sus cabezas
dijo el padre: // ―Vamos a hacer
un alto para comer; después nos
sentiremos mucho mejor. // El
hijo cogió el pan y dijo: //
―Reposad tranquilamente, padre;
yo no estoy cansado y quiero ir
a pasear un rato por el BOSQUE,
a ver si encuentro algún nido.
// ―No seas presumido ―dijo el
padre―; ¿qué vas a hacer por
ahí?; luego estarás cansado y no
podrás levantar el hacha.
Quédate aquí y siéntate a mi
lado. // Pero el hijo se fue al
BOSQUE, se comió su pan y, muy
alegre, estuvo mirando por entre
las verdes ramas para ver si
descubría algún nido». Pero el
bosque es un laberinto con
peligros para quienes no lo
conocen. Por ello no resulta
prudente recorrerlo solo: «Al
cabo de un rato dijo el escolar:
// ―Padre, no puedo más, dejemos
mejor de trabajar. // ―¿Qué
dices? ―respondió el padre―,
¿crees acaso que pienso cruzarme
de brazos como tú? Tengo que
seguir, tú puedes irte a casita.
// ―Padre, he venido por primera
vez a este BOSQUE y no sé volver
solo; vente conmigo. // Y como
se le había pasado el enfado, el
padre se dejó persuadir y
regresó con él». |
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El genio de la
botella (en
alemán, Der Geist
im Glas) es un
cuento de hadas
alemán, de origen
popular, recopilado
por los hermanos
Jacob y
Wilhelm Grimm.
Rescritos y
ordenados, fueron
publicados en dos
tomos con el título
genérico de
Cuentos para la
Infancia y el Hogar,
el primero de los
cuales apareció en
1812, al que siguió
en 1814 su segundo.
En la publicación de
los hermanos Grimm
es el número 99
de la
recopilación.
Imagen:
Escuelapedia.com. |
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Bosque, fuente de comida
En El lobo y los siete
cabritos: «Érase una vez una
vieja cabra que tenía siete
cabritos a los que quería tanto
como una madre puede querer a
sus hijos. Un día se dispuso a
ir al BOSQUE a por comida, así
que llamó a los siete y les
dijo: //―Queridos niños, me voy
al BOSQUE, tened cuidado con el
lobo porque si llegase a entrar
aquí, os devoraría, y de
vosotros dejaría ni el pellejo».
Bosque, peligro
Si la casa es el refugio, el
bosque, o sea, todo lo que
resulta externo al hogar, si
bien proporciona comida, o lo
necesario para ganarse la vida,
implica un peligro, representa
lo desconocido para el
inexperto. Por ello, los siete
cabritos no acompañan a la
madre, incluso exponiéndose a la
amenaza del lobo, el maligno
que, por otra parte, vive en el
bosque.
El joven, casi siempre resulta
un temerario capaz de adentrarse
en el bosque, en el peligro, sin
temor. Así, en el relato de los
hermanos Grimm, titulado El
nabo, se nos muestra a un
joven temerario que cruza el
bosque sin miedo, alegremente
canturreando: «Resultó que quien
venía por el camino era un
peregrino, un joven menestral
aprendiz de artesanía, que,
cantando alegremente una
canción, cabalgaba por el BOSQUE
camino de la carretera». Resulta
víctima de un engaño cuando se
prometía encontrar la sabiduría.
Podríamos ver en el relato un
guiño irónico contra la búsqueda
de la sabiduría por medios
inadecuados y torpes. De
cualquier forma, triunfa la
crueldad gratuita del personaje
principal de este cuento.
Bosque, bosque y jardín
En El pájaro de oro, el
bosque representa el elemento
exterior al jardín que posee el
rey detrás de su palacio y donde
«había un árbol que daba
manzanas de oro». El bosque
resulta, como en otras
ocasiones, el lugar de las
aventuras y los imprevistos: un
zorro que promete consejos y
ayuda a cambio de que no lo
maten y que, posteriormente,
pide ser matado y descuartizado
para transformarse en un joven
príncipe: «Pero, ¿qué pasó con
el pobre zorro? Mucho tiempo
después fue el príncipe de nuevo
al BOSQUE; el zorro le salió al
paso y le dijo: // ―Posees todo
cuanto puedas desear, pero mi
desgracia no tiene fin, y en tu
poder está el salvarme. // Y de
nuevo le rogó encarecidamente
que le matase a tiros y le
cortase la cabeza y las zarpas.
// El príncipe lo hizo, y apenas
había realizado el acto cuando
el zorro se transformó en un
joven, que era ni más ni menos
que el hermano de la hermosa
hija del rey, quien finalmente
salía del encantamiento que
pesaba sobre él. Y entonces ya
nada faltó para su felicidad
mientras vivieron».
El rey sapo
o Heinrich el Inflexible
presenta un bosque, en el
bosque, un estanque, en el
estanque, un sapo que resulta
ser un rey víctima de un
encantamiento. El bosque
representa también lo externo al
hogar, al palacio y, por tanto,
el escenario de aventuras y
encuentros insospechados: «Cerca
del palacio real había un gran
BOSQUE umbrío; y en el BOSQUE, a
la sombra de un viejo tilo, se
encontraba un estanque. En los
días de mucho calor, la hija del
rey salía al BOSQUE y se sentaba
al borde del fresco manantial; y
cuando se aburría tomaba una
bola de oro, la tiraba por los
aires y la volvía a coger; y
este era su pasatiempo favorito.
[...] // ―¡Ay!, padre querido,
estando ayer en el BOSQUE,
jugando sentada al borde del
estanque, se cayó al agua mi
bola de oro. Y como me echase a
llorar, el sapo me la sacó, y
como me lo exigiera, le prometí
que sería mi compañero; pero
nunca pensé que pudiese salir de
su estanque. Ahora está ahí
afuera y quiere entrar a
acompañarme». El sapo recobra su
verdadera figura, un rey, que se
casa con la con princesa al modo
de tantos finales maravillosos.
Bosque, prueba de habilidades
El sastrecillo valiente
prueba sus habilidades y su
valentía en el bosque donde se
enfrenta a los desafíos de un
gigante, a la lucha contra dos
gigantes, a un jabalí salvaje e
irreducible. El rey con su corte
domina el palacio, domina la
aldea, pero el bosque es lugar
que alberga peligros que solo
los héroes pueden afrontar y
vencer.
Bosque, laberinto
En Hánsel y Gretel se
presenta el bosque no solo como
proveedor de bienes, leña, sino
también como laberinto en el que
se han de abandonar a los niños
para remediar la miseria del
hogar. Los niños se perderán y
morirán víctimas de los peligros
consiguientes. La astucia de
Hánsel los liberará del
laberinto y, después, la
habilidad de Gretel hará
desaparecer a la bruja que se
disponía a comérselos. Los
hermanos unidos superarán los
peligros del bosque y volverán
triunfantes a su casa, donde el
padre arrepentido, la madrastra
muerta y las riquezas aportadas
por los niños restituirá la
felicidad perdida, pues
«entonces se acabaron todas sus
preocupaciones y vivieron
siempre felices y contentos».
La bola de cristal
contiene una sola vez la palabra
bosque, presentado, igual que en
casos anteriores, como laberinto
del que no se sabe salir: «Y
como era valiente y no conocía
el miedo, decidió ir en busca
del palacio del Sol Dorado. //
Llevaba ya mucho tiempo vagando
por los caminos sin haber podido
encontrarlo, cuando se perdió en
un umbrío BOSQUE del que no supo
salir». |
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Hánsel y Gretel
(en alemán,
Hänsel und Gretel),
otro de los cuentos
de hadas alemanes
recogido por los
hermanos Grimm,
relata las
peripecias de los
dos hijos de un
pobre leñador, al
que su esposa
(madrastra de los
hermanos) convence
para una noche para
abandonarlos en el
bosque. En la
publicación de los
hermanos Grimm es el
número 15 de
la recopilación.
Imagen:
WikiMedia.org. |
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Zarzarrosa
(La bella durmiente del
BOSQUE), pese al título, no
habla de bosques, habla de un
“seto de escaramujos”, tras el
cual está el palacio con toda la
corte, y, por supuesto, la bella
princesa, dormida. De cualquier
forma, tal seto resulta
impenetrable de modo que «de
tiempo en tiempo, llegaban
príncipes que querían penetrar
en el palacio atravesando el
seto. Pero no les era posible,
pues las espinas, como si fuesen
manos, los agarraban
fuertemente; así los jóvenes
quedaban prisioneros, no podían
liberarse y morían de una muerte
cruel». Cuando llega el príncipe
esperado, el predestinado, al
acercarse «al seto de
escaramujos, lo encontró lleno
de grandes y hermosas flores,
que se apartaban voluntariamente
ante él y le permitían pasar sin
daño alguno, cerrándose de nuevo
a sus espaldas en espeso
matorral». No comentamos ahora
el simbolismo de tan duradero
sueño ni tan enrevesado bosque o
seto de escaramujos. Pero,
ciertamente, el príncipe puede
penetrar en el palacio, besar a
la princesa dormida y hacer que
todo el encantamiento
desaparezca y el palacio cobre
vida.
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La bella
durmiente del bosque
(en alemán,
Dörsroschen) es
otro de los cuentos
recopilados por los
hermanos Grimm,
en cuya primera
publicación aparece
con el número 49.
La historia de este
cuento era muy
conocida por tierras
de la vieja Europa,
y de ella se tiene
constancia en
Italia (Giambattista
Basile, 1634) y
Francia (Charles
Perrault, 1697),
principalmente.
Imagen:
WikiPedia.org. |
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Bosque, diversas perspectivas
del mismo bosque
En La mujer del manantial y
sus gansos, el bosque es
presentado como lugar conocido
por la anciana que, al igual en
cuentos anteriormente aludidos,
proporciona bienes diversos:
«Todas las mañanas, la anciana
cogía su bastón y se iba
renqueando al frondoso BOSQUE
que rodeaba el lugar. // La
viejecita estaba siempre muy
atareada, mucho más de lo que
sus muchos años permitían
suponer: recogía hierbas para
sus gansos, recolectaba frutos
silvestres en la medida en que
podía alcanzarlos con sus manos,
y todo se lo echaba a la espalda
para llevarlo a su hogar». Mas
para el joven inexperto, el
joven conde, el bosque resulta
un laberinto en el que se pierde
durante tres días: «El conde
anduvo errante durante tres días
por la espesura antes de lograr
salir del BOSQUE». El bosque
resultará también un lugar donde
“desterrar” a la hija que da una
respuesta “inconveniente” a su
padre, el rey. Fue un castigo
excesivo, según reconocen el
propio rey, la reina y la
anciana cuidadora de los gansos.
El rey pregunta a sus hijas cómo
lo quieren. Según sea el amor al
padre, así este las compensará.
Veamos las respuestas y el
premio o castigo que reciben:
«Cada una aseguró ser la que más
le quería. // “¿Me podéis decir
—repuso el rey— como a qué me
queréis? Así sabré con qué me
comparáis”. // La mayor dijo:
“Quiero a mi padre tanto como al
más dulce azúcar”. // La
segunda: “Quiero a mi padre
tanto como a mi mejor traje”. //
Pero la menor permaneció
callada. Entonces le preguntó el
padre: // “¿Y tú, niña querida,
tú como a qué me quieres?” //
“No lo sé —respondió—, no puedo
comparar a mi amor con nada”. //
Pero el padre insistió para que
nombrase alguna cosa. Al fin
dijo: // “La mejor de las
comidas no me gusta sin sal, por
eso quiero a mi padre como a la
sal”. // Cuando el rey oyó esto
se enfadó y dijo: // “Si me
quieres tanto como a la sal, con
sal será correspondido tu amor”.
// Entonces mandó dividir el
reino entre las dos hermanas
mayores, y atar a la menor un
saco de sal a la espalda y que
dos siervos la llevaran al
BOSQUE salvaje».
El bosque, pues, es lugar de
destierro y castigo. Ya vimos
que también era el lugar donde
se ocultaban los castigos
violentos, malvados,
desproporcionados (caso de
Blancanieves, mandada ejecutar
por su madrastra en el bosque).
Todo lo que no es seguridad del
hogar, del palacio, del jardín,
es bosque. Llevar al bosque a
alguien, abandonar en el bosque,
ir personalmente al bosque en
busca de comida, tener que
atravesar el bosque es exponerse
a mil peligros, a aventuras
imprevistas, a encuentros con lo
desconocido.
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En el cuento que nos ocupa, el
bosque es para la vieja que
cuida los gansos fuente de
bienes; para la princesa
castigada por su padre fue
castigo, si bien encontró el
apoyo de la vieja con apariencia
de bruja, pero en realidad hada
ejemplar (el elemento mágico
protector de los buenos que en
tantos otros cuentos
tradicionales aparece); para el
joven conde, lugar de aventuras,
laberinto donde se pierde o
perdió al rey y a la reina
cuando iban a buscar a la hija
abandonada («El conde los había
perdido por la noche en el
BOSQUE y tuvo que continuar
solo».); para la joven será
también, gracias al apoyo de su
hada, un lugar seguro, si bien
en el refugio de la casa y con
disfraz de anciana asumiendo una
apariencia horripilante
(«Atravesó la campiña y se
internó en el BOSQUE. //
Finalmente, llegó a un claro
donde un manantial brotaba bajo
tres encinas. Entretanto, la
luna, redonda y grande, se había
alzado tras las montañas, y daba
tanta luz, que se hubiese podido
encontrar una aguja en un pajar.
Entonces se arrancó una piel que
tenía pegada al rostro, se
inclinó sobre el manantial y
comenzó a lavarse. Cuando
terminó metió también la piel en
el agua y luego la puso en el
suelo para que empalideciera
secándose a la luz de la luna.
Pero, ¡cómo se había
transformado la mujerona! ¡Algo
como nunca habéis visto! Al caer
al suelo la trenza gris quedaron
sueltos sus cabellos dorados
como rayos de sol, tan largos
que cubrieron su cuerpo como un
abrigo. Los ojos relucían y
brillaban como estrellas del
cielo, y las mejillas lucían
como el sonrosado terciopelo de
los botones del manzano. Pero la
hermosa joven estaba
triste...»).
Cómo vivir en el bosque
Sin protecciones, acaso mágicas,
no se puede vivir ni en el
bosque ni en una casa perdida en
el mismo. Por ello, antes de
desaparecer, la anciana de La
mujer del manantial y sus gansos
convierte la casa de aspecto
miserable en un hermoso palacio
y, tal vez, los gansos en la
servidumbre del mismo, donde han
de vivir seguros la princesa y
su esposo el conde.
Este cuento supone también un
ejemplo de discriminación de una
hija, la menor, respecto a las
dos mayores: estas reciben cada
una la mitad del reino y la
menor el abandono en el bosque.
Son frecuentes estos casos en
los cuentos tradicionales. Por
ejemplo, en El gato con botas,
los dos primeros reciben en
herencia medios suficientes para
ganarse la vida, frente al
pequeño que solo recibe un gato.
En Cenicienta, las dos
hermanastras reciben toda la
atención de la madrastra, su
madre, frente la huérfana que ha
de realizar los trabajos más
duros. En La oca de oro
estamos en un caso similar: el
tercer hijo, llamado además
Tontillo, vive marginado y
maltratado. El bosque,
tema que nos ocupa, será lugar
de extracción de bienes y lugar
de aventuras y encuentros: «En
cierta ocasión el (hijo) mayor
se disponía a ir al BOSQUE a
cortar leña, y antes de que se
fuera le dio la madre una
espléndida y exquisita tortilla
y una botella de vino, para que
no padeciese hambre ni sed.
[...] Luego fue el segundo hijo
al BOSQUE, y la madre le dio, al
igual que al mayor, una tortilla
y una botella de vino. [...]
Entonces dijo Tontillo: //
—Padre, déjame ir a cortar leña.
// A lo que el padre respondió:
// —Tus hermanos no han salido
muy bien parados en ello; déjate
de esas cosas, de las que tú no
entiendes. // Pero Tontillo rogó
y suplicó tanto tiempo, que el
padre dijo al fin: // —Pues ve,
ya escarmentarás cuando te
hieras. // La madre le dio una
tortilla, que había sido hecha
con agua, y sobre las cenizas; a
lo que añadió una botella de
cerveza agria».
Si los hermanos, actuando con la
lógica torpe del egoísmo, se
negaron a compartir su cesta de
provisiones con el anciano que
salió a su encuentro pidiéndoles
un trozo de tortilla y un trago
de vino y, en consecuencia,
reciben su castigo, Tontillo se
muestra generoso: «Cuando llegó
al BOSQUE, le salió al paso,
igualmente, el viejo y lúgubre
hombrecillo, quien le dijo:
//—Dame un pedazo de tu tortilla
y un trago de tu botella; tengo
tanta hambre y tanta sed... //
—Pero —respondió Tontillo— solo
tengo una tortilla hecha sobre
las cenizas y cerveza agria; si
te parece bien, sentémonos y
comamos». Por tanto, recibe su
premio que, tras una serie de
aventuras en una ciudad y el
bosque, culmina como es
frecuente: «...Entonces le dio
el barco que podía ir por tierra
y por mar, y cuando el rey lo
vio no pudo negarle por más
tiempo a su hija. La boda fue
celebrada. Después de la muerte
del rey, heredó Tontillo el
reino y vivió feliz mucho tiempo
con su esposa».
El bosque es lugar seguro
para sus habitantes genuinos, ya
sean brujas, hadas, geniecillos
o animales. Por ello, el peligro
puede estar fuera del mismo: «En
cierta ocasión, el cazador
perseguía a un ciervo. El animal
salió del BOSQUE a campo
abierto, y él lo siguió hasta
que finalmente lo mató de un
tiro».
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El oca de oro
(en alemán, Die
goldene Gans) es
un cuento de hadas
recogido también por
los hermanos
Grimm. Es el
número 64 de su
publicación. Narra
la historia del más
joven de tres
hermanos a quienes
le dan el apodo de
Tontillo.
Imagen:
WikiMedia.org. |
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Otros bosques
Aparecen otros bosques en los
cuentos tradicionales, pero
hemos tratado sus principales
aspectos. Si tenemos en cuenta
lo que nos dice el diccionario
de símbolos de Jean Chevalier y
Alain Gheerbrant, para los
celtas, el bosque constituía un
verdadero santuario en estado
natural. Un valor semejante se
encuentra en China o Japón. Para
griegos y romanos, los bosques
estaban consagrados a las
divinidades y simbolizaban la
morada misteriosa de Dios. Pero
entre los psicoanalistas
modernos, el bosque simboliza lo
inconsciente: Jung nos habla del
terror al bosque como del temor
a las revelaciones del
inconsciente.
Nada de ello contradice lo
revelado por el análisis de los
cuentos infantiles. ¿Acaso todo
lo relacionado con Dios o los
dioses no nos sobrecoge o
consuela, no nos asusta o
conforta, no nos siembra temor o
nos produce seguridad y paz
interior?
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Antonio García Velasco
(Fuente Piedra, Málaga).
Escritor, ensayista y
articulista. Licenciado en
Filosofía y Letras por la
Universidad de Oviedo y
Doctor en Filosofía y Letras
(Sección de Filología
Hispánica) por la
Universidad de Málaga. En la
actualidad es Profesor
Honorífico de la Universidad
de Málaga y miembro de la
Asociación Andaluza de
Críticos Literarios. Ha
cultivado la lírica, la
narrativa (novela y cuento),
el ensayo y programas de
informática para la docencia
de la lengua y la
literatura.
Entre sus obras de creación
lírica figuran los poemarios
Fuego sordo (1975),
Marchamar andalusí
(1977), Se rompe hasta la
vida cotidiana (1980),
Des(h)echa la ciudad
(1980), Ulises desangrado
(1982), Demonolatrías
(1985), Amor compiuter
(1987), El libro olvidado
(1988), Escritos
dadaístas o la eficacia y
operatividad del lenguaje C
(1990), Un libro para
el gozo (1994),
Inter-nos (1994),
Lejano siglo XX (1997),
Psilocibina (1998),
Las heridas de amor
(1999), Altos vuelos
(2000), Una carta de amor
(2002), Infinito mar que
es el vivir (2003) y
Hojas ustibles (2005).
De los títulos de su obra en
prosa (novela y cuento),
cabe citar Altos vuelos
(2000), Una carta de
amor (2002), Infinito
mar que es el vivir
(2003), Hojas ustibles
(2005), Amores y
tiempos. Relatos (2014),
Lejano siglo XX. Novela
de ciencia y ética ficción
(2014), Cajón de sastre.
Objetos animados 1
(2015), Profesor de
poesía (2016),
Fábulas de reencarnación
(2016), Memorias de mi
eterna llamarada (2016),
El pueblo de los
misterios. (Trilogía del
misterio) (2017),
Un
dilema de amor. Mucho más
que un dilema de amor ha de
resolver Gustavo, el
personaje de esta historia
(2018)
y Homo Vampyrus. El
eslabón supremo en la cadena
trófica (2019).
De sus ensayos y libros
metodológicos hay que
mencionar el
Método de comentario de
textos y Comentario a “Los
pedazos del sonido”, poema
de Francisco Peralto
(1978), Método de
comentario de textos. Teoría
y práctica (1986),
Enunciado, estructura,
reescritura y función
(1994), Estudios
filológicos con
procedimientos informáticos:
desarrollo, aplicabilidad y
rendimiento de programas en
ordenadores personales
(1996), Poética
(1994), Propuestas
metodológicas para el
conocimiento de la obra
literaria (Ensayos sobre
literatura española actual)
(1996), Análisis de la
poesía de Antonia López
García (con procedimientos
de estilísticas
computacional) (1998),
Un príncipe encantador
(Cuento para niños y niñas
de hasta 99 años),
que incluye un disco con
programa de actividades y
pasatiempos (1998);
Las cien mil palabras de la
poesía de Lorca
(1999); Búhos del 98.
Sobre ideas y literatura de
la Generación del 98
(1999), La mujer en la
literatura medieval española
(2000), La poesía de
Emilio Prados. Estudio y
valoración (2000), La
poesía de Luis Cernuda.
Estudio y valoración ante su
centenario (2005), El
lenguaje de los cuentos
infantiles (2005) y
30 poetas andaluces
actuales. Vocabulario y
recursos (2005).
Ha colaborado en antología
líricas y ensayísticas, como
Poesía andaluza en
libertad. (Una aproximación
antológica a los poetas
andaluces del último cuarto
de siglo) (2001),
Poesía en los barrios
(2001),
Poemas escritos a la vera
del mar
(2004), Estudio y
reflexiones sobre la
Educación social
(participa como coordinador
y autor de un capítulo)
(2004);
Alcazaba. I Muestra de
poesía actual en Málaga,
que incluye un CD con la
antología poética “Bajel
navegando por la poesía
actual en Málaga” (2005),
Poemas escritos a la vera
del mar (2004),
Ensayos sobre Albert Camus.
Clásicos del Siglo XX, 1
(2015), Ensayos sobre
Antonio Machado. Clásicos
del Siglo XX (2017) y
Ensayos sobre Blas de Otero.
Clásicos del Siglo XX, 2
(2017).
Como profesor interesado en
la aplicación de la
informática a la docencia,
ha desarrollado programas de
ordenador para la enseñanza
de la lengua y la
literatura, entre los que
cabe mencionar
Analizador, Métrica,
Cuentos para cuentos,
Poética, Adivina adivinanza,
12 viñetas, ATRIL-e,
Secuencias, ATRIL2-e,
HESCREA (Herramientas de
Escritura Creativa),
Comentario, CreaEjercicios,
CreaDominós, SopaLetras y
Bajel: Navegando por el
cuento de Cencienta,
entre otros. Merece especial
mención Bajel: Navegando
por la Literatura actual en
Andalucía, que fue
distinguido con el segundo
«Premio Joaquín Guichot» a
proyectos educativos.
Ha presentado numerosas
comunicaciones y ponencias
en diferentes congresos
nacionales e
internacionales, publicadas
luego en las
correspondientes actas. Es
autor también de más de
doscientos artículos sobre
temas de literatura, lengua,
crítica literaria o
didáctica, publicados en
prensa, suplementos
literarios o revistas
especializadas. Ha
colaborado como columnista
de opinión en el Diario
La Torre y el Diario
Málaga-Costa del Sol
(con su columna “Marinas”) ,
y en el suplemento dominical
de este periódico, Papel
Literario, con artículos
de crítica literaria. En la
actualidad, y dentro de las
actividades que organiza
ASPROJUMA, coordina y
presenta la sección el «Aula
de Poesía en la UMA», que
tiene como finalidad
presentar autores y obras y
organizar lecturas de textos
selectos.
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 3. Página 11. Año XVIII. II Época. Número 106
EXTRA.
Enero-Junio 2020. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2020 Antonio García Velasco.
© Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios relacionados con la estética músical, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2019 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana.
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