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I. El Poema
VIEJA FOTOGRAFÍA EN
SEPIA
Estaba allí el
instante aquel; no
era
glorioso, no; tenía,
acaso, el aura
humilde de haber
sido
elegido al azar. Al
cabo
¿qué mejor elección?
Ella, la
dulce
muchacha
endomingada, nos
miraba
desde detrás del
tiempo, sorprendida
de haber quedado
así, como iniciando
un gesto, no sabía
muy bien por qué.
Un gesto
que, en otra
dimensión, siguió su
curso
natural, escapando
del milagro
de aquel instante
detenido.
Estaba
junto a un
escaparate y los
cristales
desdoblaban la
calle, que se iba
por el reflejo.
Dentro,
suspendidos en el
ayer, esbeltos
floreros, porcelanas
tiernísimas y un
viejo
reloj eternizando la
hora exacta
del olvido.
A la
izquierda
llovía dentro de la
foto; sola
se perdía la calle y
los cerrados
balcones y los
árboles borrándose
entre la niebla
clara.
Al fondo,
se entreabrían las
puertas del otoño.
Estaba allí el
instante, desvaído
pero altivo y tenaz
en una lucha
ya decidida.
Vieja
fotografía en sepia,
apuntalando
lo que queda de luz,
lo que no queda,
cuando el tiempo,
muchacha
endomingada,
vuelve la esquina,
apenas
penumbra ya, y nos
mira desvalido.
Y nos sigue mirando,
mientras todo
se desvanece.
Del
poemario Los
estados
transparentes
(1985-1996),
Editorial Pre-Textos &
Diputación de
Granada,
Granada, Abril
1998.
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Adscrito por la Crítica a la Generación del 50,
Rafael Guillén (Granada, 1933) inició su actividad literaria en 1953 como miembro de "Versos al Aire Libre", grupo de jóvenes escritores que rompieron el silencio en que se hallaba sumida la poesía granadina de posguerra.
En 1957 funda y dirige, junto con José G. Ladrón de Guevara, la colección de poesía
Veleta al Sur, que se mantuvo activa hasta 1966.
A partir de 1982, dirige, al lado de Francisco Izquierdo,
la serie de fascículos sobre el Albaicín Los Papeles del Carro de San Pedro.
Es en 1956 cuando inicia su singladura como
poeta con el poemario Antes de la esperanza. |
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II. La Crítica
VIEJA FOTOGRAFÍA EN sepia lleva
ya de por sí un título muy
alusivo a lo que el lector puede
encontrar en las entrañas del
poema. El paso del tiempo sobre
las imágenes y el color de este
paso semejante al cefalópodo que
da su nombre. El paso del tiempo
sobre la imagen y también sobre
la memoria.
Construido sobre siete estrofas,
Rafael Guillén realiza en ellas
un recorrido desde la fijación
del instante de la imagen hasta
ese verso final en el que la
imagen prevalece sobre el resto
del mundo.
Guillén define ese tiempo breve,
un instante, que se define
negativamente: ni glorioso ni
con el aura de haber sido
elegido al azar. Los momentos de
la vida, generalmente, no suelen
ser gloriosos, sino anodinos y
singularmente azarosos, salvo
los que determinamos con
precisión. Ni azarosos ni
gloriosos, dos términos en los
que Guillén fija ese instante. Y
se pregunta a sí mismo: «¿Qué
mejor elección?». Obviamente se
refiere a ese momento de fijar
el estado de un instante en la
vida de cualquier persona que ha
quedado definitivamente
determinado para un tiempo
dilatado.
Sabemos que la imagen es una
«dulce muchacha endomingada”, en
clara alusión a su atuendo de
fiesta dominical y a la
expresión de afabilidad, bondad
o afecto de su rostro. La mirada
de ella va más allá del momento
en que se observa y, en
consecuencia, es una mirada que
ha pervivido durante años y, por
esta razón, el poeta observa con
precisión que «miraba desde
detrás del tiempo»
(evidentemente, en alusión
metafórica al paso del tiempo
transcurrido).
A medida que el poema avanza,
vamos conociendo más detalles de
la fotografía de la dulce
muchacha, y uno de estos es su
sorpresa ante su estado, quizá
porque en el instante de fijar
la imagen no había constancia
del momento, pues había un gesto
que se iniciaba que permitía una
incomprensión de por qué se
había fijado esta imagen.
La temática de los gestos
ha sido precisa en la obra de
Guillén, como decíamos en
nuestra obra Ser un instante,
donde estudiábamos la poesía de
Guillén. Un segundo ciclo
poético, que el escritor ha
querido diferenciar ex
profeso del resto de su
producción, tendría en El
Gesto (publicado en 1964,
pero comenzado a elaborar en
1958) el comienzo de una
singladura diferenciada con la
conformación de una trilogía que
incluye además Gesto segundo
(1972) y Tercer gesto
(1967). Pero, ¿qué es el
gesto que preside esta
trilogía? El ser humano solo
posee gestos, señas o
aspavientos ante el mundo. El
ser humano no es nadie, no es
nada. Su respuesta ante el
universo solo se puede sostener
en una pequeña mueca, en un
gesto: «Sólo me queda un gesto,
en esta oscura/ conciencia que
aún confía en lo imprevisto». Al
respecto de ese sentido del
gesto, decía Uceda:
El término gesto podría
significar actitud moral, pero
en Guillén denota acto o
movimiento del cuerpo. Para que
éste se perciba como tal,
necesita un espacio en el que
realizarse y unos ojos que lo
reconozcan en el espacio y en el
tiempo. Gesto arrastra, además,
la connotación de masa, de
volumen y, por tanto, de forma.
Su opuesto es lo hueco —ya
señalado en la introducción (de
Los alrededores del tiempo)
por José Luis Cano—, la oquedad
como vacío más que como espacio,
a la que el poeta da también
realidad visual y temporal.
Gesto y oquedad se constituyen
así en símbolos personales del
poeta granadino [1]. |
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Rafael
Guillén, entre Fernando Valverde,
Daniel Rodríguez Moya, Francisco
Morales Lomas y Remedios Sánchez. |
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En ese ámbito
preciso debe
interpretarse el
gesto de la dulce
muchacha sorprendida
ante la fijación de
su imagen en una
fotografía. Pero
frente a la fijación
de la imagen, la
detención del tiempo
en la memoria,
Guillén nos habla de
la libertad del
gesto, de otras
dimensiones
temporales. Como si
el gesto, el
movimiento gestual,
continuara su propio
camino independiente
del ser en sí del
que lo proclama,
«escapando del
milagro de aquel
instante». Esta
interpretación que
nos propone Guillén
forma parte de su
visión en torno a la
realidad, que va
mucho más allá de lo
que observamos. Esta
especial concepción
de lo real conecta
su lírica con las
nuevas vertientes
del pensamiento que
se ha desarrollado
con fuerza en los
últimos cincuenta
años, la lírica que
conecta con los
descubrimientos de
la ciencia y de una
nueva forma de mirar
la realidad:
Al aceptar que no
existe el tiempo,
que la materia es
inteligente, que
mente y materia son
distintas
manifestaciones de
un algo común, que
existen universos
paralelos, que hay
una velocidad
superior a la de la
luz... el mundo en
torno cambia. Rafael
Guillén está
contribuyendo con su
obra a que comiencen
a reverberar en
nosotros estas
nuevas dimensiones,
y a que, gracias a
la carga emotiva de
sus textos,
comiencen a ser
integradas en la
vida diaria [2]. |
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Esta constatación
que tiene que ver
mucho con el
concepto de estética
cuántica, y su
especial observación
del hecho en sí nos
permite adentrarnos
por una lírica
conceptual que
indaga con solvencia
en todo aquello que
aparentemente no es
realidad (una
apariencia sensible)
pero que lo
constatan el
pensamiento y los
sentidos:
Una poesía siempre
abierta a la
capacidad de
sugerencia de la
palabra con la que
pretende organizar
una particular
visión del mundo y
la existencia, pero
nunca como proceso
de reducción sino de
amplificación
consciente. Esta
especial concepción
de lo real lo
conecta con las
nuevas vertientes
del pensamiento que
se ha desarrollado
con fuerza en los
últimos cincuenta
años, la lírica que
conecta con los
descubrimientos de
la ciencia y de una
nueva forma de mirar
la realidad [3].
Continúa con la
descripción de la
imagen que proyecta
la fotografía y
sabemos que ella
estaba junto a un
escaparate con
cristales que
desdoblaban la calle
y «se iba por el
reflejo». Una
sensación sugerente
en el que la imagen
puede ser a su vez
absorbida por el
reflejo del cristal.
Y dentro del
escaparate una serie
de objetos:
floreros,
porcelanas, reloj.
Cada uno con su
especial suspensión
en un pasado
periclitado. Los
floreros tildados de
esbeltos, las
porcelanas,
curiosamente son
tiernísimas, en el
sentido de
delicadas, y la
imagen del reloj que
fija «la hora exacta
del olvido», porque
es evidente que ha
perdido su función
al quedar en una
instantánea.
En ese orden de
cosas, el poeta
sigue con la
descripción de otros
elementos o detalles
que se perciben en
la fotografía. Así,
en la izquierda de
la fotografía se
percibe la lluvia
porque «llovía
dentro de la
fotografía» y la
soledad manifiesta
de la calle, los
balcones «cerrados»,
los árboles
«borrándose en la
niebla». Y al fondo,
la bella metáfora
alusiva a la llegada
del otoño: «se
entreabrían las
puertas del otoño».
Considera el
escritor que la
imagen que proyecta
la fotografía puede
ser definida como un
asentamiento, una
fijación precisa de
esa especie de
instante que se
califica con tres
adjetivos
connotativos
precisos: desvaído
(apagado o que ha
perdido la fuerza);
altivo (como un
signo de
afianzamiento en el
tiempo; todas las
fotografías, al
permanecer, generan
esa sensación de
altivez, de soberbia
o de engreimiento) y
tenaz (la imagen
concede una
eternidad en su
duración, de ahí su
resistencia). |
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José García Pérez, Mariano Vergara, Rafael Guillén y Francisco Morales Lomas,
durante la presentación de "Ser un instante. Antología poética 1956-2010",
(edición, selección y estudio crítico de Morales
Lomas, Málaga, Clásicos Contemporáneos de Poesía, Fundación Unicaja,
2011. |
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En la última estrofa
recoge el postrero
instante en el que
esa fotografía vieja
en sepia, como una
especie de imagen
que conforma o
reafirma la pequeña
luz existente, nos
advierte del gesto
de esa muchacha que
va a volver la
esquina en «apenas
penumbra». Juego de
luces y sombras
mientras la sombra
del otoño se acerca.
Y el último
instante, el último
estertor que nos
queda es su mirada
de desvalimiento, de
desamparo o socorro.
Y esa mirada es la
que nos queda
finalmente fijada
cuando el resto, lo
que se presiente e
intuye a su
alrededor va
desvaneciéndose. Una
bella imagen de
pérdida, muy fílmica
que restaña el valor
simbólico del olvido
y nos reconcilia con
el pasado a través
de una imagen
precisa de una
muchacha joven. |
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NOTAS del AUTOR
1 Julia Uceda, “La
poesía de Rafael
Guillén”, Ínsula,
51, Madrid,
octubre 1989.
2 Gregorio Morales,
“Principio de
incertidumbre.
Rafael Guillén”, en
El Faro de Motril,
4 junio 2002.
3 Francisco Morales
Lomas, “La vital
transparencia de
Rafael Guillén”, en
Rafael Guillén,
Quince poemas
cercanos al misterio,
Aula de Literatura
José Cadalso,
Fundación Municipal
de Cultura Luis
Ortega Bru, San
Roque (Cádiz), marzo
2007, pp. 3-5. |
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Francisco Morales Lomas
(Campillo de Arenas, Jaén,
1957). Licenciado en
Filosofía y Letras, y en
Derecho por la Universidad
de Granada; Doctor en
Filología Hispánica por la
Universidad de Granada;
Catedrático de Lengua
Castellana y Literatura y
Profesor Titular de la
Universidad de Málaga.
Es
Académico de la Academia de
Buenas Letras de Granada, de
la Academia de Artes
Escénicas de España y de
la Real Academia de Córdoba.
Poeta, narrador, dramaturgo,
ensayista, columnista y
crítico literario
perteneciente a la
“Generación de la Transición”.
Su poesía ha sido definida
como fiel representante
del “Humanismo
solidario”,
por su compromiso personal y
sus valores estéticos, y su
teatro pertenece a la
corriente literaria
llamada “Canibalismo
Dramático”.
Es especialista en
literatura española de los
siglos XX y XXI. Es miembro
fundador de la corriente
“Humanismo Solidario”, cuya
Asociación Internacional
Humanismo Solidario preside
desde su fundación.
En la actualidad es
Presidente de la Asociación
Andaluza de Escritores y
Críticos Literarios (AAEC),
Presidente y fundador de la
Asociación Internacional
Humanismo Solidario (AIHS),
Vicepresidente de la
Asociación Colegial de
Escritores de España
(Andalucía) (ACE-A),
Vicepresidente de la
Asociación de Dramaturgos,
Investigadores y Críticos
Literarios de Andalucía
(ADICTA).
Entre los reconocimientos
que ha recibido figuran
haber resultado Finalista,
en los años 1998, 1999 y
2002, del Premio de la
Crítica; Premio Doña Mencía
de Salcedo de teatro 2002;
Finalista del Premio
Nacional de
Literatura (Ensayo), en
2006; Premio Andalucía de la
Crítica en 1998;
Premio Joaquín Guichot de la
Consejería de Educación de
la Junta de Andalucía;
Premio de Periodismo del
Ministerio de Economía; y
Premio Internacional de
teatro José Moreno Arenas
2013, entre otros.
Ha publicado una cincuentena
de títulos hasta el momento,
muchos de los cuales han
sido traducidos a varios
idiomas. En este sentido,
cabe destacar, entre sus
últimas obras líricas, los
poemarios
Noche oscura del cuerpo,
Col. Ancha del
Carmen, Ayuntamiento de
Málaga, 2006; El agua
entre las manos, Col.
Aula de Literatura José
Cadalso, Fundación Municipal
de Cultura ‘Luis Ortega
Brú’, San Roque, 2006; La
última lluvia, Eds.
Carena, Barcelona, 2009;
Elogio de la rutina,
antología, Ayuntamiento
de Roquetas de
Mar, Almería, 2010; y
Puerta del mundo, Eds.
En Huida, Sevilla, 2012.
Dentro del género narrativo,
entre sus últimos títulos
publicados cabe citar, por
orden cronológico de
publicación, La larga
marcha, novela (Ed.
Arguval, Málaga, 2003),
Candiota, novela (Ed.
Sarriá, Málaga) y El
extraño vuelo de Ana
Recuerda, novela (Alhulia
Ed., Granada, 2007), que
conforman su trilogía sobre
la Transición española; El
secreto del agua,
relato, «Gibralfaro», 79,
enero-marzo 2013; Bajo el
signo de los dioses,
novela (Alcalá Grupo Ed.,
2013), primera entrega de su trilogía
sobre el Siglo de Oro «Imperio del
Sol»; Comenzar el futuro,
relato, en «Cuentos
engranados» (Coords.
Carolina Molina y Jesús
Cano), Ed. Transbooks, 2013;
Cautivo, novela (Ed.
Nazarí, Granada, 2014),
segunda entrega de la
trilogía «Imperio del Sol»;
En algún lugar del
corazón, relato,
publicado en «Cervantes
tiene quien le escriba», Eds.
Traspiés, Granada, 2016; y
Puerta Carmona,
novela (Ed. Quadrivium,
Girona, 2016), tercera entrega de
la trilogía «Imperio del
Sol»; El viento
entre los lirios,
Colección DRelatos, Eds. En
Huida, Sevilla, 2019, y
La edades del viento (Eds.
Dauro, Granada, 2020), la
que, por ahora, es su última
novela.
En el campo de la dramática,
cuenta, entre otras
aportaciones, con títulos
como «El encuentro», en III
Certamen de teatro
Dramaturgo José Moreno
Arenas, Eds. Carena,
Barcelona, 2012; «El
desahucio», V Premio de
teatro Dramaturgo José
Moreno Arenas, Eds. Carena,
Barcelona, 2014; y las
distintas obras aparecidas
en los títulos genérico de
Teatro Caníbal Completo,
volúmenes I, II, III y IV,
Eds. Carena,
Barcelona, 2015-2018.
Y ya, por último, en el
campo de la crítica
literaria, cabe citar: La
lírica conmovedora
de Francisco García Lorca,
discurso de entrada en
la Academia de Buenas Letras
de Granada, Academia de
Buenas Letras de Granada,
2015; Poetas del ’60.
(Una promoción entre
paréntesis), en
colaboración con Alberto
Torés, Ed. El Toro Celeste,
Málaga), 2015; Poética
machadiana en tiempos
convulsos. Antonio Machado
durante la República y la
Guerra Civil, Ed.
Comares, Granada, 2017;
Ser y tiempo, Antología
poética de Emilio Prados,
estudio, edición y selección
de F. Morales Lomas,
Fundación Málaga, Número 24
de la Colección Cuatro
Estaciones, Málaga; La
poesía de Vicente
Aleixandre. Cuarenta años
después del Nobel, en
colaboración con Remedios
Sánchez, Ed. Marcial Pons,
Madrid, 2017; y El hilo
de Ariadna. Literatura y
críticas contemporáneas,
Servicio de Publicaciones de
la Fundación Unicaja,
Málaga, 2018.
Como columnista, ha
colaborado en diversos
medios, como SUR,
La Opinión de Málaga,
Ideal, Diario Málaga,
Diario Siglo XXI,
Wadi-as y Diario La
Torre.
Podéis conocer sus últimas
creaciones a través de su
web «MORALESLOMAS»
y el blog «MORALESLOMAS».
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GIBRALFARO. Revista de Creación
Literaria y Humanidades. Publicación
Trimestral. Edición no venal. Sección 3. Página 12.
Año XX. II Época. Número 108.
Enero-Marzo 2021. ISSN 1696-9294.
Director: José Antonio Molero
Benavides. Copyright © 2021
Francisco Morales Lomas. © Las
imágenes han sido tomadas de
diferentes publicaciones del autor y
se utilizan exclusivamente como
ilustraciones del texto. Diseño y
maquetación: EdiBez. Depósito
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Departamento de Didáctica de las
Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias
de la Educación. Universidad de
Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana.
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29.730. Rincón de la Victoria
(Málaga).
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