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CATALUÑA PERDIÓ SUS antiguas
libertades en 1714. Castilla se
quedó sin las suyas mucho antes,
tras la derrota de los comuneros
en los campos de Villalar. Esta
batalla tuvo lugar un 23 de
abril de 1521; por cierto, el
mismo día en que siglos después
se celebraría la fiesta catalana
del libro y de la rosa. Durante
el combate, las tropas fieles a
Carlos V aplastaron una
sublevación que protestaba
contra los abusos de poder de la
camarilla extranjera del todavía
inexperto monarca. Tras su
llegada a Castilla procedente de
Flandes, para suceder a su
abuelo, Fernando el Católico —su
madre, la reina Juana, había
quedado descartada por
incapacidad mental—, sus
consejeros empezaron a cometer
todo tipo de arbitrariedades.
Acapararon cargos y saquearon el
Tesoro a su antojo.
¿RETRÓGRADOS O PROGRESISTAS?
En esta situación ya de por sí
tensa se produjo la elección de
Carlos para el trono del Sacro
Imperio Romano Germánico. Muchos
castellanos temieron entonces
que su reino pasara a ser un
elemento marginal dentro de los
dominios europeos del nuevo
soberano. Se multiplicaron
entonces los disturbios en
distintas ciudades y el
descontento acabó por desembocar
en una rebelión muy amplia.
Desde entonces, la historia de
los comuneros ha suscitado
interpretaciones contrapuestas.
Para unos, los alzados
representaban una mentalidad
retrógrada y solo defendían sus
privilegios. Bajo el franquismo,
por ejemplo, se les acostumbró a
retratar como gente demasiado
particularista, incapaz de ver
más allá de su terruño, que no
comprendía la grandeza de la
idea imperial. Criticarlos, en
el contexto de la España de la
dictadura, venía a ser lo mismo
que descalificar a los “rojos”
de la guerra civil española. Sin
embargo, la aparición de los
estudios de José Antonio
Maravall y hispanista francés
Joseph Pérez rectificó esta
visión: los rebeldes pasaron a
ser los héroes de una lucha
democratizadora contra el
absolutismo real. |
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Salida de los comuneros de Valladolid.
1887. Joan Planella y Rodríguez
(Barcelona, 1850-1910). óleo sobre lienzo,
453 x 748 cm. Museo del Prado, Madrid. (No
expuesta al público). |
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MIGUEL MARTÍNEZ: REPUBLICANOS
IZQUIERDISTAS
Con motivo del quinto centenario
de Villalar, en los últimos
meses han aparecido diversos
estudios que contribuyen a
actualizar la controversia. Sin
duda, el más iconoclasta es
El rayo y la semilla (Hoja
de Lata, 2021), de Miguel
Martínez, profesor titular en la
Universidad de Chicago. Su libro
gira en torno a la idea de que
los comuneros suponen un hito en
las luchas populares
emancipatorias. Desde un punto
de vista ideológico,
representaban una tradición
“republicana”. Este término, en
la época, no se refería a una
forma política del estado, como
en la actualidad, sino que
aludía a la “cosa pública”, que
es su sentido etimológico a
partir del latín “res publica”.
Se debatía, por tanto, la manera
de organizar los asuntos que
afectaban a la colectividad. De
ahí que en el siglo XVI no sea
raro hablar de la monarquía y de
la república como dos cosas del
todo compatibles.
Hasta aquí, Martínez tiene
razón. Pero lleva su argumento
demasiado lejos y defiende que
también hubo voces que
imaginaron una Castilla sin
reyes, al estilo de las
ciudades-estado que existían en
Italia. Apoya su tesis con
fuentes de la época, textos en
los que enemigos de los
comuneros denuncian la
pretensión de prescindir de la
autoridad de la Corona. El
problema es la interpretación de
estos documentos, de naturaleza
inevitablemente parcial. Si en
el siglo XX los
ultraconservadores llamaban
“comunistas” a mucha gente con
ideas simplemente de izquierdas,
en el XVI también hubo
tradicionalistas que veían
republicanos donde no los había.
Aunque El rayo y la semilla
demuestra un gran conocimiento
de la época, más de una vez da
la impresión de ser una visión
de los comuneros a partir de
inquietudes izquierdistas de la
actualidad. De ahí que Martínez
incurra en excesos como el de
calificar al obispo Antonio de
Acuña, partidario de los
comuneros, de “Lenin togado”.
Las exageraciones, sin embargo,
no significan que deba
descalificarse sin más toda la
investigación. Hallamos páginas
valiosas, entre ellas las
dedicadas a la implicación del
clero en el movimiento rebelde.
Este fue el caso del cura que,
en Paredes de Nava, actual
provincia de Palencia, anunció
que la revuelta alcanzaría la
victoria. Estas y otras
profecías religiosas pueden
parecer poco comprensibles desde
la mentalidad laica del siglo
XXI, pero en aquel tiempo
constituían una herramienta
eficaz de movilización política. |
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Villalar. (1887). Manuel Picolo y
López
(Murcia, 1851 – 1913). Óleo sobre
lienzo, 268 x 155 cm. Fundación BBVA,
Madrid. |
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Destaca, sobre todo, el esfuerzo
por encontrar hasta el más
mínimo rastro del sentir de las
clases populares. El autor
presta atención a fuentes como
los poemas y canciones, entre
ellos unos versos de 1520 que
elogiaban a Padilla por ser
mejor soldado que Carlomagno. El
emperador franco había guerreado
por apoderarse de más tierras.
El líder castellano, por el
contrario, peleaba en favor de
los “menudos”, es decir, de la
gente de origen humilde. En esta
línea de escribir una historia
“desde abajo”, Martínez se fija
así mismo en los rumores del
momento. Aunque determinadas
noticias resultaran ser
inciertas, su influencia en el
desarrollo de los
acontecimientos no era por ello
menos real. Se decía, por
ejemplo, que Carlos V iba a
imponer un tributo por cada
nacimiento. En la Castilla de
1520, la experiencia cotidiana
de la gente hacía que estas y
otras “fake-news” tuvieran toda
la apariencia de verosimilitud.
RUS RUFINO Y FERNÁNDEZ GARCÍA:
REFORMISTAS DEMÓCRATAS
Esta imagen de los comuneros en
clave izquierdista dará,
seguramente, mucho que hablar.
Otros dos especialistas,
Salvador Rus Rufino y Eduardo
Fernández García, ofrecen una
visión diferente en La
rebelión de las Comunidades
(Tecnos, 2021). Ellos no creen
que sus protagonistas fueran
revolucionarios puesto que no se
dirigían contra la monarquía,
sino contra una forma concreta
de ejercer el poder. Prefieren,
en consecuencia, definirles como
“innovadores”. Quieren decir que
su objetivo consistía en la
reforma, no en un cambio
radical. Frente a una idea
absolutista de la monarquía,
lucharon por limitar el poder de
la Corona a través de
instituciones como las Cortes. |
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Ejecución de los comuneros de Castilla.
1860. Antonio Gisbert Pérez (Alcoy,
1834 -París, 1901). Óleo sobre lienzo, 255 x
365 cm. Palacio de las Cortes, Madrid. |
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PERSPECTIVA HISTÓRICA VS.
PRESENTISMO
Este es un análisis bastante
plausible. De todas formas, el
peligro del presentismo no deja
de acechar. En el prólogo,
Antonio Fernández Mañueco,
presidente de la Junta de
Castilla y León, sostiene que
los comuneros «proclamaron como
principios fundamentales de la
política la libertad, la
igualdad, la justicia y el
pluralismo, es decir, los
valores superiores que están en
el frontispicio de la
Constitución Española de 1978».
Una vez más, la búsqueda de
precursores puede llevarnos a
distorsionar los hechos: los
hombres del siglo XVI no son
equiparables a los demócratas de
la actualidad.
Nos hallamos ante una
sublevación tan compleja como
para seguir alimentando
polémicas otros cinco siglos. En
La imagen literaria de los
comuneros (Castilla
Ediciones, 2021), Guillermo
Fernández Rodríguez-Escalona nos
muestra cómo escritores de todas
las épocas han tratado la
revuelta. Si los más cercanos en
el tiempo la condenaron sin
paliativos, los del siglo XIX
rescataron su memoria para
imprimirle un matiz liberal.
Entonces, como en la actualidad,
la historia se escribía con un
ojo puesto en el pasado y otro
en el presente. |
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Francisco Martínez Hoyos (Barcelona, 1972), doctor en Historia por la Universidad de Barcelona con una tesis sobre la JOC (Juventud Obrera Cristiana) bajo el franquismo, ha profundizado en el mundo del Cristianismo progresista en nuestra sociedad actual con otros estudios, como
La cruz y el martillo. Alfonso Carlos Comín y los cristianos comunistas (Ediciones Rubeo, 2009), una biografía sobre el conocido artífice del diálogo entre fe y marxismo. Esta pasión por la historia de los movimientos religiosos se refleja también en
Cristianismo e Islam (Ediciones Cátedra, 2020), donde aborda las relaciones entre ambos monoteísmos.
Ha dedicado varios trabajos a la historia de América Latina, como Francisco de Miranda, el eterno revolucionario (Editorial Arpegio, 2012), Breve Historia de Hernán Cortés (Nowtilus, 2014),
Breve Historia de la Revolución Mexicana (Nowtilus, 2015), El indigenismo: desde 1492 hasta la actualidad (Ediciones Cátedra, 2018) y
Che Guevara. Biografía (Editorial Renacimiento, 2020).
Es autor asimismo de Kennedy (Sílex Ediciones, 2017), un ambicioso retrato lleno de claroscuros del ocupante más legendario de la Casa Blanca, en el que repasa no solo la inabordable bibliografía que existe en habla inglesa y la prensa de la época, sino también los documentos de archivo los informes del embajador de la España franquista que guardan relación con el biografiado.
Es articulista y crítico de libros en las revistas Historia y Vida y El Ciervo. En el terreno literario, ha publicado relatos cortos en antologías como
Perversidades. Cuento al Filo (Rubeo, 2015). |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral. Sección 3. Página 14. Año XXI. II Época. Número 112.
Julio-Septiembre 2022. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2022 Francisco Martínez Hoyos.
© Las imágenes se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y han sido tomadas, a través del buscador Google, del fondo de imágenes que la red social visual "Pinterest" pone a disposición de los usuarios de Internet. Cualquier derecho,
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