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PROBABLEMENTE LA EXPRESIÓN poética responda a la
necesidad del hombre de expresar y transmitir a otros no
sólo las emociones, sino también las visiones del mundo,
las inquietudes, las certidumbres y todo aquello que no
puede ser convenientemente acomodado al lenguaje común,
más apto para designar lo claramente tangible, definido
y cerrado en la materialidad. Quizá sea la expresión
poética la forma que mejor permite dialogar sobre lo más
memorable y elevado. Por ello, podría aducirse que no
hay mejor vehículo que el verso para hablar de lo
inefable, de lo que nos trasciende, de Dios, el espíritu
personal del que, de existir, y por definición, el ser
humano nunca podría terminar de decir todo, ni de
conocerlo completamente, pero que, al ser personal, es
absolutamente relacional y, con ello, comunicativo.
Hoy día no es frecuente en la poesía occidental
encontrar a poetas que hablen expresamente de Dios, ni
siquiera de una forma tácita. Y aún menos frecuentes son
los que se dirigen abiertamente a Él. Quizá es incluso
más común hallar su mención como recurso anti-estético,
de denuncia o rebeldía o, directamente, de rechazo o
hasta mofa. Las razones de todo ello son diversas y a
este espacio no le corresponde entrar en su análisis.
Pero cabe decir que ya sólo por este motivo de partida,
se está ante una indudable rareza en el panorama
editorial. La realidad es que comparativamente frente a
la obra poética publicada, hoy hay pocos poemarios
personales y aún menos antologías (e. g., Champourcin,
1976; Cabanillas & Guillén-Acosta 2018), que contemplen
la relación personalísima del poeta con Dios o con el
mundo que le atribuyen. Algunos, podrán argumentar que
esto es quizá gracias al impulso de algunos concursos
literarios de poesía mística. Otros podrán plantear si
no se debe a que el anhelo de Dios está profundamente
inscripto en el corazón humano y que el velo que pudiera
estar empañándolo se va rasgando, que esto permite el
resurgir de un autorizarse a ser expresado conforme
crece el individualismo, el materialismo y diversos
movimientos ideológicos y políticos que buscan la
eliminación de la búsqueda de lo trascendente y, muy
especialmente, del cristianismo.
El incremento de este tipo de obras parece ser muy
tímidamente creciente, y aunque, en efecto, estén lejos
de constituir una fracción considerable respecto a lo
que se publica, no resulta desdeñable su crecimiento,
que se hace cada vez más evidente. Las razones de esta
tendencia mística y religiosa en la literatura ameritan
la más seria atención. |
La obra que edita Antonio Barnés, doctor en Filología y
profesor del Departamento de Literaturas Hispánicas y
Bibliografía de la Universidad Complutense de Madrid,
es, precisamente, uno de los numerosos frutos madurados
por la línea de investigación que viene dirigiendo desde
hace años, denominada ‘Dios en la literatura
contemporánea’.
Es de justicia afirmar que la obra tratada en esta
reseña responde dignamente a la pregunta que el título
del libro plantea. Es una publicación sin pretensión
personal y honesta. No es pretenciosa, ni siquiera
personalista, porque el editor y coordinador deja todo
el protagonismo a los poemas y al tema aludido. Honesta,
porque no defrauda al lector, dando, científicamente,
cumplida respuesta a la pregunta que justifica el
nacimiento editorial de este trabajo. El enfoque
metodológico es aséptico: no parte de apriorismos, de
asunciones personales, sino de una constatación:
existieron y aún existen autores que le cantan a Dios,
hablan con Él o de lo que le es propio, y lo hacen como
criaturas capaces de una relación con él, no sólo como
pensadores que argumentan posibilidades con mayor o
menor probabilidad estadística.
El científico que ha preparado este libro parece
decirnos: ‘Antes de saber qué dicen de Él, investiguemos
sobre dónde dicen encontrarlo’. El trabajo realizado,
agradablemente amparado por cubiertas plastificadas, en
formato de 16x16 cm, implica la revisión minuciosa de la
producción poética de numerosos autores —y no sólo de
origen hispano—, el análisis de la mención a Dios en su
poesía, un trabajo de indagación posterior para detectar
dónde, en qué realidad, refiere cada autor que lo
reconoce y la selección posterior de cuarenta poemas
demostrativos, uno por autor. Este ejercicio es de sumo
interés humanístico y literario, dadas las múltiples
facetas del diamante que es la vida, el mundo y, en
consecuencia, la diversidad de las experiencias humanas
respecto a la experiencia sublime del encuentro. Y puede
afirmarse sin rubor, que el resultado es impactante por
la diversidad de experiencias demostradas y que se
expresan mediante una amplia variedad de estilos para
comunicar al lector el incomparable y personal
encuentro.
Consecuencia de lo expuesto, puede concluirse que el
trabajo es la conclusión de una labor académica y
estética. Son poemas, en su mayoría, serenos, que buscan
reflejar la plenitud del poeta, que incluso puede llegar
a intuir la presencia de Dios en la propia duda que el
poeta mantiene acerca de su existencia. En cualquier
caso, los versos demuestran que nos hablan de encuentros
que, de producirse, resulta imposible que la persona
quiera retener sólo para sí. Este sería el hilo
conductor del libro —o uno de ellos—: no sólo la
apertura del arcoíris de experiencias del Misterio
relatadas en lenguaje poético, sino, precisamente, la
necesidad imperiosa de ser contadas. Destilan la
imposibilidad de haber sido silenciadas. Este hecho
resulta especialmente llamativo, especialmente hoy,
cuando ser creyente está incluso denostado por una parte
no menor en diversas sociedades. |
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Antonio
Barnés Vázquez (editor). ¿Dónde está
Dios? 40 poetas responden. Ideas y
Libros Ediciones, Madrid, 2021. 242 pp.
ISBN: 9788417892340. |
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Por otra parte, el trabajo de selección ha debido ser
sumamente esforzado, dada la amplísima producción
poética de los autores tratados, pues el libro incluye
autores de diversas épocas –e, incluso, no igualmente
familiares para el público general, aunque no por ello,
de inferior calidad literaria—. Participan personas con
visiones tan distintas de las raíces de la poesía y del
mundo (¿o quizá tan idénticas?) como como Amado Nervo,
Daniel Cotta, Juan de Contreras y López de Ayala,
Erinska Vilorbina, Carlos Bousoño, Concha Zardoya,
Elisabetta Bagli, Langston Hughes, Juan Ramón Jiménez,
Pura Vázquez, Frederick de Armas, Alfonso Albalá,
Antonio Machado, Jesús Cotta, Izara Batres, Álvaro de
las Casas, Vicente Gaos, Luis Ramoneda, Ernestina de
Champourcin, Blas de Otero, Carlos Murciano, Carlos de
la Rica, Miguel Fernández, José Gerardo Manrique de
Lara, Jacinto López Gorgé, Gloria Fuertes, Beatriz
Villacañas, Luis López Anglada, María Elvira Lacaci,
Luis Cernuda, Juan Antonio Villacañas, Lorenzo Gomis,
Ernesto Cardenal, José Luís Appleyard, Joaquín Antonio
Peñalosa, John Milton, Rafael Matesanz, Gerardo Diego y,
por supuesto, Federico García Lorca. También aparece un
breve, pero intenso poema de Antonio Barnés.
El recorrido expositivo discurre de forma amena,
procurando sorprender al lector, sin seguir un orden
cronológico, un criterio este que resulta recomendable
para mostrar cómo el modo y lugar del hallazgo de Dios o
de la relación con Él no sigue necesariamente un patrón
histórico predeterminado; al menos, no más allá de lo
que lo determinen las diversas circunstancias y objetos
materiales que conformen cada época y cada circunstancia
personal. Para poder responder con mayor fundamento a
esta hipótesis de la multiplicidad, habría sido
necesario un tamaño de muestra que abarcase un segmento
histórico considerablemente más amplio. Queda aquí
formulada de hipótesis. Pero, desde luego, si para Santa
Teresa de Ávila andaba Dios entre fogones y pucheros,
aquí el lector podrá encontrar la constatación, a través
de la experiencia poética recogida, de que el elenco de
las posibles circunstancias y ubicaciones donde Dios se
deja encontrar es mucho más amplio y sorpresivo de lo
habitualmente considerado.
Las formas de expresión son muy variadas, versos con o
sin rima, métricas diversas, y un lenguaje
mayoritariamente cercano, sencillo, como quizá convenga
cuando se trata del tema de Dios. Debe decirse, más allá
de cualquier análisis académico, que los poemas de la
selección resultan profundamente hermosos y parece
difícil considerar posible que pudieran dejar
indiferente o frío a cualquier lector. El simbolismo y
las imágenes empleadas son extremadamente ricos. Algunos
de estos elementos figurativos ya fueron estudiados por
el editor (Barnés, 2020) en un trabajo de lectura muy
recomendable, pues incluye el análisis de algunos de los
autores representados en la antología. |
Debe advertirse que es una antología para ser leída y
releída, con calma, y el lector debe apartarse el tiempo
necesario para esta degustación. Como ya recomendaban
los antiguos maestros del verdadero haiku, el que sigue
la senda del haiku-do, es preferible leer cada
composición dos o más veces: tanta es la esencia de lo
vivido que cada una de ellas condensa pese a que la
lectura de los poemas seleccionados resulte
maravillosamente ágil. Es sabido que otra de las
maravillas del lenguaje poético reside en su capacidad,
cuando se vuelve a la lectura de poemas ya leídos, de
desvelar lo que parecía velado en lecturas anteriores,
con lo que el poema y su mundo se amplía más y más a
cada lectura pausada y atenta. Indudablemente, los
textos aquí presentados tienen esta virtud.
Avanzando ya hacia su final, contiene el libro un
capítulo que se adentra en el análisis de cada poema. Se
trata de breves exámenes realizados por diversos autores
especializados, a los que se suman, en ocasiones, los
comentarios del propio editor. Afortunadamente para el
lector medio, se trata de análisis sucintos, esbozos o
semillas para la reflexión personal, que no condicionan
la libertad de visión e interpretación del lector ni
caen en el error de eclipsar ni al poema ni al tema del
que tratan, por exceso de academicismo o de divagación.
De no ser así, se habría corrido el riesgo de que las
disquisiciones intelectuales y las suposiciones y
teorías sobre cada poema acabaran asfixiando la sutileza
implícita en cada verso y, más aún si se tiene en cuenta
la altura del tema que se trata en el libro. Finalmente,
cierra la obra una coda breve (dos carillas), dulcísima,
sugerente e invitadora, sencilla pero maravillosamente
escrita, que, de algún modo misterioso, tiene la
facultad de otorgar paz al corazón, o de aumentársela y
en ella recrearse si ya disfruta de la calma.
No estamos, por tanto, ante una obra con pretensión
teológica ni doctrinal, ni que busque convencer a nadie,
ni mucho menos. Tampoco ante una obra para un cerrado
círculo de profesores universitarios de literatura. Es
un libro para todos. Sencillamente, el trabajo que se
analiza aquí se centra en la presentación exquisita de
un hecho excelso: la realidad de la poetización que
tiene a Dios como motor de esa expresión del hombre que
lo busca en mil lugares, aunque se duela, o incluso viva
en la tiniebla de su búsqueda o la incertidumbre y, que,
aun así, no excluye su agradecimiento.
Es, a todas luces, una antología que merece estar en las
colecciones de los amantes sinceros del hecho poético,
independientemente de la certidumbre de la fe personal o
de su ausencia, pues presenta el lírico testimonio de
una realidad que, como humanos, nos caracteriza desde
hace más de cuatrocientos mil años. |
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Referencias bibliográficas
BARNÉS VÁZQUEZ, Antonio (2020): «Metáforas
contemporáneas de Dios», en Hans Christian Hagedorn,
Silvia Molina Plaza y Margarita Rigal Aragón
[coordinadores]: Literatura, crítica, libertad.
Estudios en homenaje a Juan Bravo Castillo. Serie
Homenajes, 12. Ediciones de la Universidad de
Castilla-La Mancha, Cuenca; pp. 495-508. Disponible en:
<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7766672>
BARNÉS VÁZQUEZ, Antonio (editor): ¿Dónde está Dios?
40 poetas responden. Ideas y libros Ediciones,
Madrid, 2022.
CABANILLAS, José Julio & C. Guillén Acosta (2018):
Dios en la poesía actual. Rialp, Madrid.
CHAMPOURCIN, Ernestina de (1976): Dios en la poesía
actual. Editorial BAC, Madrid. |
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Elías D. Dana
(Sevilla, España). Profesor
universitario e
investigador, ha participado
como autor o coautor en más
de ciento cincuenta
publicaciones (incluidos,
dieciséis libros)
relacionadas con la ciencia,
la gestión, la divulgación y
la literatura, tanto de
carácter nacional como
internacional.
Colabora como revisor en
diversas revistas
científicas internacionales
y ha participado en varios
talleres y jornadas de
composición poética, entre
ellos las Jornadas sobre
haiku en el Cuarto
Centenario de la Embajada
Keicho (Coria del Río,
Sevilla, 2014) y “Makoto”.
Escuela Virtual de Haiku.
Ha contribuido con textos
propios en revistas como
Letramargo (Colectivo
Letramargo, Cochabamba,
Bolivia), Gealittera
(Ediciones C. Membrilla
(Granada, España) y C. Ortiz
(Buenos Aires, Argentina),
Revista Microfilias
(Editorial J. L. Trullo,
Sevilla, España), Hojas
en la Acera (Albacete,
España), Maremágnum
(Ediciones Maremagnum,
Oviedo, España), Cattails
(Éditions des Petits Nuages,
Vancouver, Canadá),
Linden Lane Magazine
(Linden Lane Magazine &
Press, Fort Worth, Texas,
EE. UU.) o Gibralfaro
(Universidad de Málaga,
España), de la que es
colaborador habitual.
Edita la revista electrónica
lírica
Letras Divinas,
en la que da cabida a
diversos estilos (poética,
prosa, etc.).
Recientemente, a través de
Ediciones Dehesa, ha
publicado los poemarios
Trazos de Haiku (2020) y
De noches y amarillos
(2021), ambos disponibles
para su descarga gratuita en
el portal de la editorial
Ediciones Dehesa
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 3. Página 15. Año XXIII. II Época. Número 118.
Enero-Marzo 2024. ISSN 1696-9294.
Director: José Antonio Molero
Benavides. Copyright © 2024 Elías D.
Dana.
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