antiago el
Mayor y su
hermano
Juan, hijos
de Zebedeo,
eran grandes
amigos de
Jesús de
Nazaret. Al
igual que el
padre, los
dos hermanos
eran
pescadores,
algo muy
frecuente
entre los
ciudadanos
que vivían
en zonas
cercanas al
lago
Tiberiades.
Para seguir
las
enseñanzas
del Maestro,
abandonaron
esta
actividad.
Corría el
siglo I de
nuestra era
y Tiberio,
de la
familia
Julia-Claudia,
ceñía los
laureles del
Imperio. La
tradición
nos relata
que tras la
muerte y
resurrección
de Cristo,
los
apóstoles se
separaron
para, con
mejor o peor
fortuna y
entendimiento,
extender y
enseñar el
Evangelio
por todas
las tierras
a su
alcance.
Según una
leyenda
medieval,
Yaakob Bar-Zebdí
habría
escogido la
parte
occidental
del Imperio,
la Hispania
romana, a la
que llegaría
en torno al
año 33 de
nuestra era.
No queda
claro si
comenzó su
labor desde
Tarraco o
Carthago
Nova o si,
bordeando la
península,
lo hizo
desde la
Gallaecia.
De cualquier
forma,
predicó
varios años
por la piel
de toro,
para lo cual
reclutó
varios
discípulos,
siete de los
cuales
prosiguieron
su labor en
nuestras
tierras tras
su regreso a
Jerusalén,
capital de
Judea. Al
poco, es
detenido,
torturado y
decapitado
por orden
del rey
Herodes I
Agripa (año
44), siendo,
por tanto,
el primer
apóstol en
sufrir
martirio.
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Estatua de Santiago el Mayor, hijo del Zebedeo, predicador de la Nueva Alianza en tierras de la Península Ibérica. Se halla en la Capilla Mayor de la Catedral de Santiago de Compostela. |
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Su traslado
hasta
Hispania
A partir de
ahí empieza
el mito de
Santiago.
Dos
discípulos,
Teodosio y
Atanasio,
recogen el
cadáver de
Santiago y
lo llevan al
puerto de
Jope, donde
encontraron
una barca
sin ninguna
tripulación.
Según las
Sagradas
Escrituras,
en ella
llevan a
cabo un
largo viaje
guiados por
un ángel.
Cruzan el
Mediterráneo
y, a través
del estrecho
de
Gibraltar,
llegan hasta
Galicia y
desembarcan
en el puerto
de Iria
Flavia,
próxima al
actual
Padrón.
Ya en
tierra, y
dispuestos a
la
inhumación,
depositaron
el cuerpo en
una roca, la
cual, al
instante,
ante la
mirada
atónica de
los
presentes se
derrite y
toma la
forma humana
de un
sarcófago.
Los
apóstoles se
pusieron en
contacto con
la señora de
aquella
región,
Lupa, quien
les
permitiría
enterrar al
apóstol en
una cueva
situada a 15
kilómetros
de Iria.
El
descubrimiento
de la tumba
Para volver
a tener
noticias de
nuevo de
este
sarcófago,
tendrán que
transcurrir
siglos. A
comienzos
del siglo IX
(año 813),
un ermitaño
de nombre
Paio le
explica con
vehemencia
al obispo
Teodomiro
que, durante
muchas
noches, ha
visto
extrañas
luces
merodeando
sobre la
falda de un
monte
deshabitado
(otros dicen
que fueron
unos
pastores los
sujetos de
una
revelación
divina y
escucharon
cantos de
ángeles…).
Tras limpiar
la maleza e
investigar,
queda al
descubierto
un sarcófago
de piedra
que contiene
un cadáver
con la
cabeza
separada de
sus hombros
y sujeta por
un brazo.
Considerado
el hallazgo
fruto de una
supuesta
revelación
milagrosa,
se atribuyen
dichos
restos al
apóstol
Santiago.
El rey de
Asturias
Alfonso II
el Casto
(760-842),
al recibir
comunicación
de este gran
hallazgo, se
pone en
camino para
confirmar
tan
portentoso
hecho. Así
comienza el
culto
jacobeo, que
va a tener
una gran
importancia
tanto para
Galicia e
Hispania
como para el
resto del
mundo
cristiano.
Poco más
tarde, se
ordenaría
erigir una
iglesia para
poder
venerar al
Santo,
origen
ancestral de
la actual.
De esta
forma, nace
la ciudad de
Compostela
(topónimo
derivado del
étimo ‘Campus Stellae’
o
‘Compositum’).
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Catedral de Santiago de Compostela. |
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La
importancia
del hecho y
el Camino de
Santiago
Conscientes
de lo que
suponía
poseer los
restos de
Santiago el
Mayor para
los
intereses
militares,
las
monarquías
españolas
colaboran
para el
éxito de
este camino.
Así, los
soberanos de
Aragón,
Navarra y
Castilla se
esforzaron
en atraer a
gentes con
grandes
riquezas y
poder,
utilizando
para ello,
entre otras
artimañas,
la
proclamación
de favores
que el santo
otorgaba si
uno iba a
visitar su
sepulcro. La
creencia en
los milagros
del apóstol
provocó que
miles de
devotos
comenzaran a
peregrinar
hasta
Santiago
para obtener
su gracia.
El primer
peregrino
conocido
pudo ser
Gotescalco,
obispo
franco de
Puy, sobre
el año 950;
después de
este,
recorrerían
el camino,
entre otros,
personajes
tan ilustres
como
Raimundo II,
marqués de
Gothia, que
sería
asesinado en
el camino, o
el arzobispo
de Lyon, un
siglo más
tarde, sin
olvidar al
gran número
de creyentes
de todas las
condiciones
que
sufrieron
penalidades
sin igual en
nombre de
una fe.
Las rutas
Existen ocho
rutas
históricas
para
realizar el
camino de
Santiago; la
más
transitada
es el
conocida
como
Camino
Francés,
que
atraviesa
dos
difíciles
pasos, como
son
Roncesvalles
y Sompot. La
mayoría de
las rutas
del camino
es terrestre
y aprovecha
el trazo de
las antiguas
calzadas
romanas,
aunque
también hay
una vía
marítima
desde
Inglaterra.
El Camino
Francés:
es la ruta
más
transitada y
la más
promocionada,
entra en
España; en
Puente de la
Reina
interseccionaba
con dos
caminos más
para pasar
por Logroño,
Burgos y
Frómista,
donde se une
con la que
llega de
Santander;
continúa
hasta León,
entrando a
Galicia por
el puerto de
Piedrafita
y, siguiendo
por
Portomarín,
Melide y
Arzúa, acaba
en
Compostela.
Se sabe
mucho de
este camino
y de sus
problemas
por el
Códice
Calixtino
del siglo
XII, que nos
informa de
los
pormenores
del
trayecto,
casi
pareciendo
una guía
turística.
Según este
libro, este
camino se
divide en 13
etapas y,
para
recorrer
cada una de
ellas, hacen
falta varios
días, a un
ritmo de 30
kilómetros
por día a
pie y de 60
kilómetros a
caballo.
Camino Norte
o de la
Costa:
Se penetra
por Irún
(Francia),
siguiendo la
línea
costera del
País Vasco,
Cantabria,
Asturias y
Galicia. En
Ribadeo se
toma por
Mondoñedo y
Lugo,
enlazando
así con el
Camino
Francés.
Camino
Inglés:
El realizado
por los
peregrinos
procedentes
del norte de
Europa y de
las Islas
Británicas
que venían
por mar,
desembarcando
en el puerto
de Coruña o
en el de El
Ferrol y
desde allí
continuaban
a pie hasta
la Catedral.
Camino
Portugués:
Aunque el
trayecto
puede
hacerse por
mar, es más
frecuente
realizarlo a
pie,
siguiendo
una vía
romana que
conducía a
Santiago, a
través de
Tui, Porriño,
Mos,
Redondela,
Soutomaior,
Vilaboa,
Pontevedra,
Barro,
Portas,
Caldas de
Reis, Valga,
Pontecesures,
Padrón,
Rois, Teo y
Ames. Esta
ruta tiene
otro
recorrido
que alcanza
la frontera
española por
Chaves y, al
llegar a
Galicia, se
une con el
Camino del
Sureste por
Verín.
Camino del
Sureste o
Vía de la
Plata:
Surge como
prolongación
de la
calzada
homónima
romana de
las ciudades
de Mérida y
Astorga
hasta
Galicia.
Entra en la
región por A
Mezquita,
atravesando
gran número
de pueblos
gallegos,
hasta llegar
a la
Catedral.
Camino de
Fisterra-Muxía:
Fue llevado
a cabo
durante la
Edad Media.
Después de
venerar la
tumba del
Santo, los
peregrinos
seguían
viaje hasta
Cabo Neiro
(Finisterre),
considerando
este punto
el fin del
mundo.
Ruta
Marítima de
Mar de
Arousa y Río
Ulla:
Este
recorrido
rememora la
llegada en
barco del
apóstol
desde
Palestina.
Tiene como
punto de
entrada
Galicia y se
funde con el
Camino
Portugués.
Camino de
Oriente:
Se
desarrolla a
partir del
siglo XIII,
cuando
Córdoba,
Jaén y
Sevilla son
incorporadas
al reino
castellano,
permitiendo
que los
creyentes
andaluces
peregrinaran
a Santiago;
atravesaba
las ciudades
de Badajoz,
Cáceres,
Salamanca y
Zamora,
entrando a
Galicia por
las
portillas de
La Canda y
siguiendo
por Orense
hasta
Compostela.
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Ruta del
Camino
Francés. |
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Los
peregrinos y
el camino a
Santiago
Los
peregrinos
compostelanos
son un grupo
heterogéneo,
con personas
de todas las
índoles y
condiciones:
los de buena
fe, por
condena
judicial,
vagabundos,
aventureros,
prófugos,
bandidos,
enfermos,
reyes,
obispos…
Todos hacen
el camino
por
diferentes
causas:
unos, para
cumplir una
promesa, por
encontrarse
enfermos o
por tener un
gran
problema…;
otros, como
castigo
impuesto por
la autoridad
eclesiástica.
Algunos, por
deseo
aventurero
de descubrir
nuevos
lugares.
Mención
aparte son
los que se
dedicaban a
disfrazarse
de
peregrinos
para robar a
los demás.
La
instauración
del
«Jubileo»
por el papa
Calixto II,
establecido
a partir de
1122, supuso
una mayor
afluencia de
peregrinos,
que hallaron
en este
camino una
suerte de
liberarse de
sus pecados.
Esto sucede,
sobre todo,
durante los
años Santos,
es decir,
cuando el
«25 de
Julio»
coincide en
domingo,
cada 7 años.
La
vestimenta
habitual
estaba
formada
siempre por
las mismas
prendas; por
tanto, es
como un
uniforme o
señal
exterior de
identificación.
Consistía en
un abrigo
largo de
paño fuerte
para
protegerse
del frío y
abrigarse
por las
noches con
ella a modo
de manta; un
sombrero con
grandes alas
que protegía
tanto del
sol como de
la lluvia;
unos zapatos
lo
suficientemente
resistentes
para durar
todo el
camino (ya
que se
encuentra en
muy mal
estado); un
báculo o
bordón
(bastón) de
madera
reforzado
con una
punta de
hierro para
apoyo,
haciendo que
fuera más
fácil
caminar,
además de
servir de
defensa ante
lobos y
perros
vagabundos
que podían
encontrarse
al cruzar
los montes;
una calabaza
hueca para
guardar el
agua o el
vino (no
existía la
cantimplora),
que se solía
colgar del
báculo; un
zurrón o
mochila de
piel de un
animal
muerto
(simbolizando
las
penalidades
del camino)
para guardar
comida y
ropa, a modo
de saco
estrecho
fabricado en
cuero y
abierto por
la boca. Era
pequeño
porque el
peregrino no
debía llevar
apenas
reservas de
alimentos,
sino confiar
en la ayuda
de Dios, y
se encuentra
abierto para
dar a
entender que
siempre se
estaba
dispuesto a
recibir y
dar ayuda.
Cuando llega
a Santiago
es la
ocasión de
hacerse con
la insignia
y el
verdadero
símbolo de
su
peregrinaje:
la concha de
la vieira.
Según cuenta
el Calixtino,
ésta se
prende en la
capa al
regreso del
santuario
para la
gloria del
apóstol, y
como
recuerdo de
él y señal
del largo
viaje. La
vieira
certifica a
todos los
que la
llevan
cosida que
cumplieron
su objetivo
y lograron
la
reconciliación
con Dios
gracias a la
mediación de
Santiago. La
adquisición
de esta
concha llegó
a ser tan
grande que
muy pronto
se empezarán
a realizar
de metal y
azabache, lo
que supondrá
un
importante
negocio
tanto para
los
‘concheiros’
como para
los obispos
compostelanos,
que
intentarán
beneficiarse
de la fe de
las gentes.
Ninguna
iniciativa,
por sacra
que pueda
ser, parece
librarse del
egoísmo e
interés
terrenal…
Los
problemas de
los
caminantes
serán
interminables,
empezando
por hacerse
con un
salvoconducto
para
atravesar
naciones
distintas,
el cual les
será
proporcionado
por párrocos
o alcaldes,
dando así fe
de su
identidad y
condición de
peregrino, y
sirviéndoles
para
encontrar
alojamiento
y ayuda. El
pillaje hará
también acto
de
presencia:
atraídos por
la
aglomeración
humana y las
riquezas que
aquellas
gentes
pudieran
portar,
muchos
bandidos
aprovecharán
la soledad
de algunos
lugares para
robar a los
peregrinos.
Mercaderes y
posaderos
eran también
víctimas del
bandidaje,
pero muchos
de éstos
compensaban
sus pérdidas
estafando a
los viajeros
y subiendo
los precios
desmesuradamente.
Los idiomas,
las
inclemencias
del tiempo,
las
enfermedades,
los
accidentes…
fueron
también
omnipresentes
problemas.
Todas estas
circunstancias
adversas
serían
objeto de
solución por
parte de las
autoridades
de cada
reino
hispánico,
que trataron
de
reducirlas
al máximo
tomando
diversas
medidas,
como la
creación de
hospitales,
albergues e
iglesias, la
reparación y
vigilancia
armada de
caminos, la
construcción
de puentes y
el castigo
severo a los
asaltantes.
Las Órdenes
Militares
servirán de
gran apoyo
para todas
estas
encomiendas.
No obstante,
fueron miles
los que
jamás
llegaron a
acabar el
itinerario.
|
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|
Peregrino compostelano y su atuendo fundamental. (Imagen tomada de la web del CEIP Graxal) |
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|
Importancia
económica y
artística
del Camino
Gracias al
Camino de
Santiago,
llegaron a
las tierras
hispanas
numerosas
nuevas
corrientes
de
pensamiento,
elementos
literarios y
artísticos,
así como
diferentes
hábitos de
comportamiento.
La ruta
compostelana
ejerció una
gran
influencia
en la vida
económica y
social de
los reinos
cristianos
de la
Península
Ibérica, y
el aumento
del número
de
peregrinos
hizo que
muchos
artesanos y
mercaderes
de otros
lugares se
asentaran
permanentemente
en distintos
enclaves de
la ruta, lo
que fue
dando lugar
al
nacimiento y
expansión de
diferentes
núcleos
urbanos,
conocidos
como burgos.
Sus
habitantes
recibirían
un gran
número de
privilegios
en los
fueros de
fundación de
sus
ciudades.
Desde el
punto de
vista
artístico,
la Ruta
Jacobea
representó
un papel
primordial.
Gracias a
ella se
generalizó
en tierras
hispánicas
un arte ya
internacional
como el
románico,
sobre todo
en su
versión
francesa.
Este estilo
se asentó
particularmente
en Jaca,
Frómista,
León y
Santiago.
Las bases
para la
fundación
del arte en
el camino de
Santiago
surgen en
las escuelas
regionales
del siglo
XII. Empieza
en
Roncesvalles
y culmina en
la catedral
compostelana.
Cronológicamente,
las primeras
edificaciones
en la ruta
Jacobea
corresponden
al siglo XI,
sentando las
bases del
románico
español: la
cripta de la
catedral de
Palencia, el
conjunto
fortificado
de Loarre,
el
monasterio
de Leyre y
el panteón
de San
Isidoro de
León, con
influencia
prerrománica.
En el último
tercio del
siglo XI,
aparecerán
edificios
como la
catedral de
Jaca (1075),
la iglesia
de San
Martín de
Frómista
(1066) y la
colegiata de
San Isidoro
de León
(1140), esta
última
fundación
real, que
culmina en
la fachada
de
Platerías,
obra del
maestro
Esteban.
|
|
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|
Tablero del juego de la oca, al que se
ha llegado a identificar con un mapa esotérico del Camino de Santiago. Muchos de sus detalles avalan esta hipótesis. |
|
|
La Catedral
de Santiago
Allí reposan
—supuestamente—
los restos
del apóstol
Santiago, y
es
considerada
la obra
cumbre de la
arquitectura
románica
española. Su
construcción
se ha fijado
entre los
años 1075 y
1122, en la
cual
contribuyeron
diversos
maestros de
fama, como
los
franceses
Bernardo y
Roberto. La
planta de la
basílica
tiene forma
de cruz
latina: un
brazo mayor
de 90 metros
y otro menos
de 65
metros. En
el centro
nos
encontramos
el altar
mayor. Cada
brazo tiene
tres grandes
naves.
Cuando se
construyó,
se buscó,
además de la
belleza
monumental,
la comodidad
de los
peregrinos.
Tiene tres
puertas
principales;
la que
representa
la máxima
joya de la
arquitectura
románica es
el Pórtico
de la
Gloria.
Los rituales
y costumbres
A lo largo
del tiempo,
la tradición
ha ido
estableciendo
determinados
«ritos» que
los
peregrinos
han de
cumplir. En
realidad,
algunos de
ellos son
más bien
costumbres
paganas que
han ido
arraigándose
en torno a
la
peregrinación
a lo largo
del tiempo.
Entre los
más
conocidos
están, por
ejemplo, el
de abrazar
la estatua del
Apóstol (que
preside la
Capilla
Mayor), el
de los
coscorrones
y pedir tres
deseos. El
rito de los
coscorrones
se lleva a
efecto
detrás de la
columna,
donde hay
una figura,
arrodillada
y mirando al
interior del
templo, que
se supone
representa
al Maestro
Mateo, a la
que hay que
dar tres
coscorrones
con la
cabeza para
asimilar su
sabiduría,
lo que hace
pensar que
tuviese su
origen entre
los
estudiantes
compostelanos.
Como objeto
que
despierta
muy
particular
curiosidad,
cabe citar
el
‘botafumeiro’,
un
espectacular
incensario
de latón
plateado,
cuya función
es
aromatizar
el templo.
Pende de lo
alto del
crucero y,
mediante un
empujón a
modo de
impulso, se
desvía de la
vertical
para hacerlo
balancearse
de forma
pendular por
los ‘tiraboleiros’.
Pesa 80
kilos y, en
sus
oscilaciones,
puede
alcanzar una
velocidad de
70
kilómetros
por hora.
Esta
práctica
tiene su
origen en el
desagradable
olor que
desprendían
las grandes
aglomeraciones
de
peregrinos
en el
recinto
catedralicio
los días de
celebraciones
litúrgicas,
tras muchas
jornadas de
larga
caminata y
su lógica
falta de
aseo.
No podemos
olvidar un
juego muy
nuestro: el
de la oca.
Las teorías
que se
postulan en
torno a su
origen son
varias, y
todas
relativamente
creíbles. La
más
interesante
es la que
habla de él
como un
invento (o
adaptación)
de los
templarios
inspirado en
otro muy
anterior,
quizá en el
disco de
Phaistos,
hallado en
1908 entre
unas ruinas.
Grandes
conocedores
de las
costumbres
de Oriente
Próximo han
llegado a
reconocer
que el
ejercicio de
la oca, que
no juego,
requiere
gran
agilidad
mental, y
han llegado
a
identificarlo
con un mapa
esotérico
del Camino
de Santiago:
la oca
(ganso o
ánsar) sería
un mensajero
entre el
Cielo y la
Tierra, lo
cual viene a
significar
que el
participante
sería un
iniciado, y
todas y cada
una de las
64 casillas
—no sólo las
evidentes,
como la
posada, el
puente o la
muerte—
tendrían un
sentido
oculto.
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|
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Sarcófago que contiene los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor. Se halla en la catedral de Santiago de Compostela. |
|
|
Santiago, el
controvertido
Por muchos y
variados
motivos, que
van desde la
pérdida
generalizada
de la fe
religiosa
hasta el
hermetismo
de las
instituciones
eclesiásticas,
que se han
negado
rotundamente
a permitir
la
realización
de pruebas
químicas al
cadáver, el
hecho de que
ése sea el
Santiago del
Nuevo
Testamento
ha sido
puesto en
duda en
muchas
ocasiones, y
de un modo
más que
razonable.
Por una
parte, el
hecho de que
en
Compostela
existiera un
cementerio
celta,
romano y
posteriormente
godo, y de
que tanto
celtas como
godos
tuviesen la
costumbre,
durante
determinados
sacrificios
a ciertas
divinidades,
de ofrendar
el cuerpo de
un noble que
se dejaba
decapitar,
abre una
perspectiva
creíble. De
ahí que no
sean pocos
los que
piensan que
el verdadero
origen de
‘Compostela’
sea el
término
compositum
(‘cementerio’),
y no el de
Campus
Stellae,
el étimo que
oficialmente
se ha venido
proponiendo.
Por otra
parte, que
el obispo
Prisciliano
(aprox. 340
- 380)
realizara su
labor
herética en
Gallaecia,
donde clamó
verdades
como puños,
propugnando
la
separación
entre
Iglesia y el
Estado y
arremetiendo
contra los
privilegios
y la
corrupción
de los
eclesiásticos,
y que su
cuerpo
inerte fuera
transportado
y ocultado
por sus
fieles del
mismo modo
que el de
Santiago, da
mucho que
pensar.
¿Costumbre o
historia
contaminada
por el paso
del tiempo?
Porque si de
herejías se
trata, ¿no
es acaso
mayor delito
enseñorear
abiertamente
en nombre de
Dios que
cualquier
pecado,
mortal
incluso,
puede ser
perdonado
con sólo
realizar un
viaje?
Sin embargo,
en 2011, el
profesor
Enrique
Alarcón
afirma
haber
hallado
pruebas
gráficas en
inscripciones
hebreas
encontradas
en la
supuesta
tumba en que
Atanasio y
Teodoro,
los dos
discípulos
de Santiago, dieron
sepultura al
cuerpo
decapitado del
Apóstol. En
dicho
sarcófago
aparecen
entrelazadas
las palabras
«Iacob» y «martyr»,
lo cual
implicaría
el
reforzamiento
de la tesis
oficialista.
Epílogo
El apóstol
Santiago,
patrón de
España, y
sus
leyendas,
envueltas
entre
ficción y
realidad,
sigue siendo
y será
eterno
motivo para
que millones
de personas
entiendan
una
diferente
perspectiva
de la vida.
¡Y qué
carallo! Si
los humanos
nos
diferenciamos
del resto de
seres vivos
es, entre
otras cosas,
por nuestra
capacidad de
encontrar
algo en lo
que creer
para seguir
adelante
nuestro
propio
camino, real
o
iniciático,
de Santiago
o de quien
sea. |