ENERO-MARZO 2015  

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ALEGATO DE UN PUÑAL

   

Por Enrique J. Martínez Llenas

   

  

LOS LECTORES DE Jorge Luis Borges seguramente me conocerán. Soy el protagonista de un breve y apasionante relato titulado “Un puñal”; en el cual, el escritor detalla acontecimientos de mi pasado, y presagia para mí un futuro tan poco halagüeño como el de permanecer arrumbado, inútil, en un olvidado cajón. A dichos lectores, y a quienes lean dicho cuento en el futuro, va dirigido este breve alegato, que intenta mejorar la pobre imagen que de mí se puedan haber formado a través del mencionado texto.

En la primera línea, Borges, presentándome, dice: «En un cajón hay un puñal», lo que, en términos de ubicación, es correcto. Pero no soy un puñal cualquiera. Borges me conoce muy bien por haberme recibido en herencia de su padre, que me trajo de Uruguay luego de que su amigo Lafinur me entregara como obsequio. También Evaristo Carriego, comenta Borges, dejó la huella de sus manos en mí. Agrego que, además de esas, otras manos ya olvidadas, pero famosas en mi Toledo natal, las del armero y orfebre Don Alfonso Ojeda y las del Alcalde Don Jacinto de Morelos, también me empuñaron, avalando mi excelente confección, en la que destaca la artística perfección del engarce de mi hoja, por cierto muy bien balanceada.

   

   

Pero, como bien dice nuestro autor, otra cosa quiero yo: «derramar brusca sangre», que no es más que una metáfora de la atávica e imperiosa necesidad de cumplir mi destino. El yerro de Borges consiste en ignorar que yo, más allá de su propia muerte y de los silenciosos años pasados tras la misma, habría de perdurar aceradamente incólume, tal cual como fui forjado; no soy mortal, como los hombres.

Fui vendido en dos o tres oportunidades al cerrarse la casa que me alojaba. Mi actual dueño se prendó del armonioso concierto de mis líneas, y me asignó ya no un lugar dentro de un cajón, sino otro, altamente destacado, en una panoplia sobre la chimenea central de la biblioteca circular de su casa, en el antiguo y señorial barrio porteño de Palermo Chico. No pudo resistirse al encanto de mi estudiada forma.

Como tampoco ha podido hacerlo su esposa, que me interroga con fatal mirada desde hace ya tiempo. Tanto interés ha puesto en mí que hasta se ha animado a empuñarme en repetidas y subrepticias ocasiones, acariciando mi filo y pasándome de mano a mano en un sensual balanceo, posiblemente calculando mientras tanto la fuerza exacta del golpe que debería asestar para acabar, de una vez por todas, con la vida de ese amante canalla, que la chantajea con la amenaza de revelar su relación y poner fin a la estable comodidad de su vida.

Confío en que, por fin, “tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia”, como escribió Borges, las veré recompensadas con mi necesaria participación. No habrá sido entonces el transcurrido un tiempo de espera inútil, sino solo el prolegómeno de mi acabada realización profesional.

 

   

    

     

ENRIQUE J. MARTÍNEZ LLENAS. Argentino de origen y con nacionalidad también española, ejerce la Medicina en Valencia desde el año 2002. Ha comenzado muy recientemente a escribir de forma autodidacta, y ha descubierto en esa actividad lo que necesitaba para continuar su desarrollo personal hacia el futuro.

    

    

GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Año XIV. III Época. Número 87. Enero-Marzo 2015. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2015 Enrique J. Martínez Llenas. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es).depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2015 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.