DICEN QUE EN aquellas épocas el hielo lo cubrió todo. Eran tal su espesor y
su inmensidad, que una blanca, blanca llanura, quedó dibujada donde, hasta
entonces, existieron valles y comarcas, desfiladeros y rocosos promontorios.
En
uno de ellos, justamente, se habían refugiado Ugh y Ang, solitaria pareja de
nómadas que quedó aislada del resto de su grupo cuando comenzó a caer esa
inmensa nevada.
Algunos animales de diferentes especies compartieron el calor del refugio,
abrigado con tapices de roca y la brillante llama del fuego.
Quisieron salir y no pudieron. Se sentaron a contemplar el sol para
adorarlo, implorando que se llevara el hielo, que regresara la pradera, que
deshiciera la fría noche...
Fueron contando las lunas, y dejaron sus manos pintadas por cada una que no
aparecía, pues pensaron que el Dios de la Noche se la devoraba. También
dibujaron a los animales que sacrificaban para evitar que su espíritu
quedara rondando en el interior de la cueva...
El
fragor de la tierra que comenzó a temblar interrumpió su meditación. Se
rompieron los hielos, trepó el mar, los animales fueron arrastrados y la
noche se quebró en mil aristas de luz. El interior del refugio se desplomó
luego de que Ugh pintara su mano en color negro, como un presagio...
Fue
tiempo después cuando se descubrió la cueva a la que llamarían «De las Manos
Pintadas»*, pero ningún otro rastro quedó de Ugh y Ang, más que esas
impresiones rupestres que dejaron para la eternidad.
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*
«Cueva de las manos pintadas», paraje Bajo Caracoles, al sur de Perito
Moreno, en la precordillera de la provincia de Santa Cruz, Argentina.
Durante ocho
mil años, las
poblaciones nómadas que vivían en esta zona bajaban durante los fríos
inviernos la cordillera de los Andes para encontrar
refugio a
lo largo del que ahora es llamado río
Pinturas.
Quien le dio este nombre no tuvo mucha creatividad, y es que hay casi
90 sitios en
los que se han encontrado restos de pinturas
rupestres en
esta zona, entre
Argentina y Chile.
Los nómadas pintaron desde escenas
de caza
de
guanacos hasta incomprensibles motivos
geométricos abstractos,
pero lo más peculiar sin duda eran las
pintadas, en positivo y negativo, de sus manos.
En todas dejaron, literalmente, su huella, pero
fue en la que ahora es llamada Cueva
de las Manos donde
lo hicieron de forma más extensa. (Información tomada de la web
«SaltaConmigo.com»). |
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Jorge Alberto Baudés
(Buenos Aires, Argentina, 1948).
Poeta y narrador, ha encontrado
en los niños los destinatarios
de sus mensajes literarios. Sus
primeros poemas y cuentos vieron
la luz en antologías compartidas
con otros autores, entre las que
destacan El reverso de la
palabra (poemario),
Entre escondites y sueños
(cuentos y poemas), Entre
escalones y zapatos
(cuentos, poemas, fábulas y
leyendas para niños),
Desde El Chubut I y
Desde el Chubut II
(cuentos, poemas y narraciones).
Es autor también de libros
individuales Enigmas
(cuentos fantásticos y de
ciencia ficción para
adolescentes) y
Canticuentos (cuentos,
poemas, fábulas y leyendas para
los más pequeños). Muchos de sus
trabajos literarios posteriores,
de reconocido valor literario y
formativo, han visto la luz en
diversos libros de lectura de
escolares. |
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