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COLÓN Y LÉRIDA, una esquina como otra
cualquiera de nuestra ciudad, con su
caserío humilde y su historia repetida…
En la tarde lila, por la callejuela del
barrio pobre, descansaba José Manuel,
sentado en el cordón de la vereda,
mirando pasar el tiempo con
despreocupación. Era un domingo de
enero, caliente y bochornoso. Una larga
siesta se desperezaba sin apuros bajo
los árboles de la acera vacía.
Más allá, casi en la esquina opuesta,
jugaba embelesado un niño con su pelota,
corriendo
alegre tras la ilusión… Era tan linda,
tan nuevecita, tan colorida… Soñaba, tal
vez, ser un gran jugador, quién sabe…
El desafiante sol del verano ponía una
caricia amarilla de calor sobre el
paisaje tranquilo. La nota de vida
estaba en aquella inocencia que corría
contenta arriba y abajo, detrás del
balón, con una sonrisa feliz pintada en
su rostro.
Jugaba solo y transmitía al mismo tiempo
el partido imitando la voz de algún
cronista conocido.
Un pase al costado, otro a la derecha,
ahora una picadita y después la chilena:
la canchita improvisada se convertía a
veces en un estadio vibrante de público
y él, en medio del equipo, gambeteando
su destino.
¡Qué poco necesita un niño para ser
feliz!
Pero quiso la tarde y su destino que en
ese instante, como una exhalación,
surgiera de la nada el bólido fatídico,
negro, cuatro puertas, veloz, cortando
el aire… un agudo claxon, el chirriar de
frenos, las ruedas que no responden… y
el niño quedó clavado inmóvil en el
pavimento.
La pelota, ignorante de todo, siguió su
carrera calle abajo, sin mirar atrás,
sin saber que ya nadie la seguía para
detener su paso. Su destino redondo la
empujaba más allá del dolor. Era el fin
del partido aquella tarde.
El coche siguió su carrera asesina, sin
importarle nada, ignorante de todo. Una
estela de polvo enlutado quedó flotando
sobre el asfalto caliente mojado de
sangre, en la tarde lila, por la
callejuela de la muerte.
José Manuel trataba en vano de encontrar
un hálito de vida en aquel montoncito de
carne rosada y tibia que temblaba aún
entre sus brazos, pero la angustia
crecía sin respuesta. |
La dama de la guadaña se lo estaba
llevando. Levantó la vista buscando
ayuda y encontró a todo el vecindario
espantado en torno… y, por la expresión
de sus rostros, se convenció de que ya
no había nada que hacer.
En la tarde lila, por la callejuela de
aquel barrio pobre, lloraban las vecinas
y lloraba la madre. Un llanto
desesperado, de increíble dolor cargado
de porqués. La fatalidad es muda, no
tiene respuestas. Llega sin avisar y se
lleva lo que viene a buscar… Ahí va
silenciosa con un niño en brazos,
caminando lenta, rumbo al más allá.
El pelo revuelto, la sonrisa helada. Un
hilo de sangre corría de sus labios, que
hasta hacía un minuto transmitían el
partido del siglo, con su vocecita de
miel. La corriente fue cortada por una
mano invisible, cruel, y el partido
acabó sin gol.
Duerme el niño junto a la asombrada
pelota un sueño inocente muy cerca de
Dios, rodeado de querubines alados que
lo invitan a continuar el juego.
Fuera, la pálida luna pone un beso de
verano caliente, sofocante, sobre aquel
dolor, arrastrándose lenta y callada
sobre el pavimento celestial, en espera
del nuevo huésped.
En la noche morada, por la callejuela,
se acerca un cortejo de niños que,
silenciosos, rodean el ataúd blanco y
callado, y juntan sus manos elevando una
plegaria por el amigo que ya nunca
gritará goooool.
Un ángel… una estrella más en el cielo,
una madre más que llora en la tierra,
una historia repetida en un barrio
repetido.
Colón y Lérida, una esquina como otra
cualquiera de nuestra ciudad, con su
caserío humilde y sus niños jugando a la
pelota en medio de la calle.
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Jugaba solo y transmitía al mismo tiempo el partido imitando la voz de algún cronista conocido. |
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*Tomado de su blog «Reminiscencias». |
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Ninfa Estela Duarte Torres
(Ca’acupe, Paraguay). Docente,
correctora, escritora y poeta,
vive en Asunción y es profesora
en varios centros y otros
organismos docentes. Ha
publicado varios libros
relacionados con la didáctica de
la lengua y la literatura, entre
ellos: Manual Práctico de
Ortografía (Nivel
Medio), Caminemos
(Lecturas para Nivel Primario),
San Lorenzo, su historia,
su gente (investigación
histórica), El Chaco, mi
Patria (Textos para la
Comprensión Lectora),
Mitos Guaraníes, cuentos
y leyendas (Asunción,
2006), Duetos y abrazados.
Diálogos románticos
(Córdoba, Argentina, 2005) y
Semblanza de un Luchador,
Ciriaco Duarte (San
Salvador, 2011). Además de sus
obras de creación, cabe citar
las Antologías compartidas:
Lenguaje de Pluma y Tinta
(Ed. Novelarte), Colores
en Tiempos Literarios
(Ed. Cenediciones),
Conjugando las Artes
(Ed. Novelarte), Navegando
Sueños (La Barca de
Fredy, San Salvador, 2010),
Horizontes Azules (La
Barca de Fredy, San Salvador,
2010), Un Poema para
Neruda (Navegando
Sueños, San Salvador, 2011) y
El Rostro Secreto de Eros
(Parnassus, Buenos Aires, 2011),
Latidos del corazón
(Astrid Pedraza de la Hoz,
Bogotá, 2011), Poemas
Oceánicos (La Barca de
Fredy, San Salvador, 2011)y
Mil poemas para Neruda
(Alfred Asís, Chile, 2011).
Su labor creativa ha sido
galardonada en los Concursos
Internacionales de Poesía
Cenediciones y Novelarte,
celebrados en Córdoba,
Argentina, en reiteradas
ocasiones.
Puede leerse su producción literaria en los blogs:
«
Ninfa Duarte»,
«Mis Palabras Azules»
y «
Ninfa, Cuéntame un Cuento». |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 1. Página 4. Año XVIII. II Época. Número 103.
Abril-Junio 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 Ninfa Estela Duarte Torres.
© La imagen se usa exclusivamente como ilustración del texto y ha sido tomada, a través del buscador GOOGLE, de un banco de imágenes gratuito. Depósito Legal MA-265-2010.
Diseño y maquetación: EdiBez. © 2002-2019 Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte.
Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga & Ediciones Digitales Bezmiliana, Castillón, 3.
29.730. Rincón de la Victoria (Málaga). | |
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