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SON LAS CUATRO de la mañana. La noche se
alarga interminable. Sin fin.
En la calle se oye la voz de un
noctámbulo aún por recogerse, que, con
unas copas de más, entona una vieja
canción de borrachos, donde no pasa más
allá del primer estribillo, y vuelve a
empezar de nuevo.
Me asomo a la ventana. Hace frío. En la
esquina brillan cristalitos en el suelo
umbrío. Está helando. El campo, mañana,
será un manto blanco.
Me vuelvo a la cama, cierro los ojos y
trato de dormir. No lo consigo. Mi
cabeza no deja de pensar machaconamente,
una y otra vez, siempre en lo mismo. Sin
encontrar una repuesta que me
tranquilice. Trato de ordenar mis
pensamientos. Esto no puede seguir así.
Tengo que descansar.
Ahora son los cubos de la basura, que
son arrastrados al camión, con sus
ruedecillas sonoras. Joder, ya las
podían hacer de goma para amortiguar el
ruido a estas horas, ¿no? Así no hay
quien duerma. Primero el borracho, ahora
el camión de la basura. Así es imposible
conciliar el sueño.
Son las cinco de la mañana, y apenas he
dormido cuatro horas. Me levanto, voy al
lavabo, me aseo y me visto.
¿Qué hago ahora? Desayuno y me siento
frente al ordenador, después de mirar
nuevamente por la ventana, y tratando de
hacer transcurrir el tiempo más deprisa,
sin conseguirlo, claro.
Y así se me hace de día. La ciudad
vuelve a su ritmo. Los coches se agolpan
en los semáforos, con sus ruidos y su
contaminación. |
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El
paseo, de una hora y media, más o menos,
me conviene, a pesar del mal tiempo, ya
que debo hacerlo a diario por
prescripción del médico. |
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La gente ocupa las aceras, dirigiéndose
diligente a su trabajo, y la vida de la
gran ciudad despierta. Suerte la suya,
que durmió su noche, y no, yo.
Me abrigo bien, y salgo a la calle en
dirección al Parque del Retiro. El día
está muy frío. Me enfundo los guantes y
me calo el gorro hasta las cejas,
tapándome las orejas.
El paseo, de una hora y media, más o
menos, me conviene, a pesar del mal
tiempo, ya que debo hacerlo a diario por
prescripción del médico.
De manera que, enfilo calle abajo por
Conde Peñalver, embozado para protegerme
del frío. «…Ande yo caliente y ríase la
gente», citando a Góngora.
Llego hasta Alcalá, y desde allí al
Retiro, donde camino alrededor de una
hora, y regreso a casa.
Ahora empieza el día realmente para mí.
Hago cuentas de lo que tengo que hacer.
Sí, ya no trabajo, porque estoy
jubilado, lo sé, pero en este tiempo,
precisamente, y por circunstancias que
no voy a contar ahora, tengo los días
muy entretenidos, entre citas y visitas
que debo realizar, y que, obviamente, no
puedo eludir. |
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* Extracto de su libro Relatos breves y otras reflexiones, Madrid, 2016. |
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Enrique Arjona Compaña
(Cuevas de San Marcos, Málaga,
1949) se describe a sí mismo
como una persona sencilla y
afable, de carácter abierto y
extrovertido. Autodidacta de
formación, su trayectoria
laboral, que abarca desde 1964
hasta 2007, se ha desarrollado
en la misma empresa, una
multinacional, de élite, donde
ha prestado sus servicios en
sectores como administración,
contabilidad, escuela de
formación y marketing
comunicación. Está divorciado y
tiene dos hijas. Reside en
Madrid desde 1962, año en que
emigró con su familia de su
pueblo natal. Una vez jubilado,
ha descubierto en la narrativa
breve una vía de escape que le
está permitiendo dar rienda
suelta a esa exuberante
imaginación liberadora que pocas
veces se alcanza.
Sobrehumanamente fecundo, en
poco menos de dos años ha dado a
la estampa más de una decena de
libros, de distinto género y
temática diversa, en todos los
cuales,
sin embargo, se recrea a sus
anchas ese espíritu de niño que
tantas veces correteó por unas
huertas nutridas por la fuente
vivificadora del Genil, que, a
juicio de quien redacta estas
líneas, no ha llegado a
abandonar nunca.
Libros de nostalgias vivenciales
y de recuerdos sentidos, entre
sus títulos figuran Relatos
cortos, narraciones y otras
reflexiones, colección de
narraciones cortas variadas
(2016); Incesto mortal,
novela (2016); Una vida
vivida. (Novela cuasi histórica),
novela (2016), Relatos breves
(2016), Relatos breves y
otras reflexiones (2016),
Recuerdos familiares. (Relatos
breves y otras reflexiones)
(2016), La cámara de la
verduga. (Ella y su sótano),
novela, (2016); ¿Solo se vive
una vez...? (Relatos y verso
libre) (2017); El verso
libre, relatos y otras
reflexiones, compilación de
poemas, narraciones y
pensamientos (2017) y Mi
padre y su guerra. (Novela cuasi
histórica) (2017). |
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GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral.
Edición no venal. Sección 1. Página 1. Año XVIII. II Época. Número 104.
Julio-Septiembre 2019. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2019 Enrique Arjona Compaña.
© La imagen se usa exclusivamente como ilustración del relato. Los derechos de propiedad que pudiesen concurrir sobre ella pertenecen a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010.
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