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CON LAS HOJAS del diario que papá
desechó el día que ordenó su biblioteca,
las más lindas, con paisajes coloridos,
llenas de dibujos y letras grandes, hice
mi barquito de papel con mucho empeño y
gran emoción. Era un buque sin motor ni
timonel, pero hermoso de verdad.
Con crayolas, pinceles y todo mi orgullo
de niña, dibujé una bandera de tres
hermosos colores, la corté por los
bordes y en el mástil. Con cautela, la
instalé, ayudada por un palito de
dientes y algo de plasticola.
Cuando estuvo terminado, lo miré por
todos lados, buscando algún detalle que
pudiera agregar. Ya no tenía más tiempo
y fui a guardarlo en el desván como un
trofeo y lo oculté para que nadie lo
viera.
¿Conocen ustedes esos momentos en que
guardamos en el pecho un secreto
pensando que todos nos miran porque ya
lo han descubierto?
Yo pasé varios días así, mirando de
reojo a papá y esperando alguna pregunta
de mamá; sin embargo, iban pasando los
días y nada sucedía para bien o para
aumentar mi emoción, hasta aquel día de
frío invierno en que papá no me llevó a
la escuela porque había amanecido
lluvioso.
Escuché a mamá cuando le decía a papá:
“No conviene que vaya hoy a clase, se
puede resfriar. Yo me encargo de avisar
a la maestra. No te preocupes”.
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El recuerdo de mi barquito guardado en
el desván me hizo temblar de emoción, y
veloz, saltando los peldaños de dos en
dos, llegué a la buhardilla, sin que
nadie me viera.
Sorteando las telas de araña, fui hasta
el viejo escritorio negro que en otro
tiempo era de mi abuelo, tomé el trofeo
entre mis manos y volví con él a mi
cuarto. Caminando de puntillas, me
encerré a esperar el momento adecuado,
¡cuánta emoción!
Con la nariz pegada al gran ventanal,
miraba los hilos plateados de lluvia que
caían en tropel, como si quisieran
ganarse unos a otros. El tiempo me
pareció una eternidad, esperando que el
raudal subiera lo suficiente.
Justo cuando la lluvia arreciaba, y
todos en la casa estaban entregados a
sus respectivas ocupaciones, me escapé
por el balcón, a escondidas de mamá, y
en el río impetuoso que cruzaba de una
vereda a otra deslicé mi barquito.
Como si pudiera escucharme, le dije:
“¡Navega, barquito, navega!”.
Volví corriendo al balcón para verlo
navegar y…, ¡oh, sorpresa!, mi barquito
de papel era más veloz que un rayo! Tan
ligero, que nadie diría: “¡No tiene
motor!”.
Trepé por las rejas de la ventana para
mirarlo, pero era más rápido de lo que
pensaba, tanto que el viaje duró apenas
unos instantes. Yo lo veía alejarse cada
vez más, como deseoso de llegar al mar.
Pero, en la esquina de mi casa, se
juntaban los raudales y formaban
remolinos de agua roja y espumante. ¡Era
como un río vertiginoso!
Mi navío con su bandera al aire cruzó la
plaza, una calle y otra y otra más…
Enarbolando con orgullo la hermosa
tricolor, dando tumbos y curvitas, todo
mojado por debajo y empapado por arriba,
con un revoltijo de dibujos y letras de
colores, golpeado y maltrecho, buscando
el borde, mi barquito seguía la
corriente que lo llevaría “al mar”, en
peligrosa posición inclinada como un
buque que había sido bombardeado y
estaba a punto de naufragar.
Mi emoción crecía, y, al mismo tiempo,
iba naciendo una decepción, al
percatarme de que la diversión llegaba a
su fin.
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...todo
mojado por debajo y empapado por arriba,
con un revoltijo de dibujos y letras de
colores, golpeado y maltrecho, buscando
el borde, mi barquito seguía la
corriente que lo llevaría “al mar”, en
peligrosa posición inclinada como un
buque que había sido bombardeado y
estaba a punto de naufragar.
(Firma:
Cecilia Herrera. Portal: SomosPeriodismo.com) |
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Cuando lo perdí de vista allá por el
callejón, la lluvia estaba cesando, y
los niños del vecindario, uno por uno,
ya iban saliendo a las veredas, haciendo
bullicio e invitándose unos a otros para
jugar con sus respectivos barquitos de
papel…
Intenté formar parte del grupo, pero me
di cuenta de que ya no podía. Yo me
quedé sin diversión, pues el mío se
había perdido con mi efímera ilusión de
llegar al mar.
Solo me quedaron un par de zapatos
mojados, la camisa remangada y la pálida
alegría de un minuto de ensoñación que
guardaba entre mis manos apretadas,
escondidas en el fondo de los bolsillos
de mi campera marrón.
Y, en la garganta, un vacío amargo por
la frustración de mi hermoso sueño, que
se esfumó apenas al comenzar.
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Ninfa Estela Duarte Torres
(Ca’acupe, Paraguay). Docente,
correctora, escritora y poeta,
vive en Asunción y es profesora
en varios centros y otros
organismos docentes.
Ha
publicado varios libros
relacionados con la didáctica de
la lengua y la literatura, entre
ellos: Manual Práctico de
Ortografía (Nivel
Medio), Caminemos
(Lecturas para Nivel Primario),
San Lorenzo, su historia,
su gente (investigación
histórica), El Chaco, mi
Patria (Textos para la
Comprensión Lectora),
Mitos Guaraníes, cuentos
y leyendas (Asunción,
2006), Duetos y abrazados.
Diálogos románticos
(Córdoba, Argentina, 2005) y
Semblanza de un Luchador,
Ciriaco Duarte (San
Salvador, 2011). Además de sus
obras de creación, cabe citar
las Antologías compartidas:
Lenguaje de Pluma y Tinta
(Ed. Novelarte), Colores
en Tiempos Literarios
(Ed. Cenediciones),
Conjugando las Artes
(Ed. Novelarte), Navegando
Sueños (La Barca de
Fredy, San Salvador, 2010),
Horizontes Azules (La
Barca de Fredy, San Salvador,
2010), Un Poema para
Neruda (Navegando
Sueños, San Salvador, 2011) y
El Rostro Secreto de Eros
(Parnassus, Buenos Aires, 2011),
Latidos del corazón
(Astrid Pedraza de la Hoz,
Bogotá, 2011), Poemas
Oceánicos (La Barca de
Fredy, San Salvador, 2011)y
Mil poemas para Neruda
(Alfred Asís, Chile, 2011).
Su labor creativa ha sido
galardonada en los Concursos
Internacionales de Poesía
Cenediciones y Novelarte,
celebrados en Córdoba,
Argentina, en reiteradas
ocasiones.
Puede leerse su producción literaria en los blogs: «Ninfa Duarte», «Mis Palabras Azules»
y «Ninfa, Cuéntame un Cuento». |
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GIBRALFARO. Revista de Creación
Literaria y Humanidades. Publicación
Trimestral. Edición no venal. Sección 1.
Página 2. Año XVIII. II Época.
Número 105. Octubre-Diciembre 2019.
ISSN 1696-9294. Director: José
Antonio Molero Benavides. Copyright
© 2019 Ninfa Estela Duarte Torres. ©
La imagen ha sido tomada, a través del
buscador Google, del sitio web que
aparece indicado al pie de la misma; por tanto, cualquier derecho
de autor que pudiese incidir sobre la misma pertenece a su(s) creador(es).
Diseño y maquetación: EdiBez. Depósito Legal MA-265-2010. ©
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de las Lenguas, las Artes y el
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